Los gigantes de la tecnología se han propuesto que, finalmente,
2015 sea el año de loswearables. En los primeros meses del año han lanzado una variada oferta de
tecnología ponible, como relojes y pulseras inteligentes. Y casi todos estos nuevos dispositivos tienen algo en común: tratan de
seducir al consumidor con la promesa de una vida más sana, más activa.
https://www.bbvaopenmind.com/que-puede-hacer-un-smartwatch-por-tu-salud/
Los usuarios ya pueden conocer, cada vez con más precisión, los pasos que dan al día, las calorías que queman, los kilómetros que corren o nadan, las horas que duermen, o un registro aproximado de sus pulsaciones cardíacas. Pero más allá de la utilidad que una persona pueda darle a esos datos, se ha abierto una nueva posibilidad: donarlos a la ciencia. Y esto podría revolucionar la investigación médica y los ensayos clínicos. Además de las motivaciones individuales, el usuario puede participar en estudios para mejorar la salud pública.
Los smartwatches ayudan a motivarse para llevar una vida más activa, menos sedentaria.
La base tecnológica ya estaba ahí, con el big data y la telefonía móvil. De hecho, hasta ahora
los wearables no han demostrado ser más precisos que los smartphones para medir la actividad física, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Pensilvania, que comparó en 2014 los móviles más populares (iPhone 5S, Galaxy S4) con pulseras inteligentes orientadas al
fitness (Nike Fuelband, Jawbone UP y Fitbit Flex). Según los autores del estudio
los teléfonos móviles de última generación, tan extendidos entre la población (más de un 65% de los adultos de EEUU lleva un
smartphone),
son una solución más accesible para realizar un seguimiento de la actividad física y parámetros básicos de salud, sin necesidad de invertir en un nuevo
gadget.
El pasado año, compañías como WebMD lanzaron nuevos servicios para ayudar a
que toda esa información biométrica tenga una utilidad para el usuario. A través de una
app, los datos recopilados por el propio teléfono móvil o por dispositivos conectados (pulseras inteligentes, balanzas con
wireless o medidores de glucosa),
son enviados a profesionales médicos capacitados para procesar esa información, que recomiendan al paciente las medidas a tomar y le marcan los objetivos y acciones en la propia
app. Esta iniciativa se dirige tanto a la población general que busca un estilo de vida más sano como, más específicamente, a
pacientes de enfermedades crónicas como la diabetes tipo II y la obesidad, que necesitan un seguimiento detallado para controlar su estado de salud y
poder anticiparse a situaciones de crisis.
El programa Healthy Target de WebMD abrió también una nueva vía. Una vez que una persona cede sus datos biométricos a una plataforma, que los trata de manera anónima y debe garantizar su confidencialidad, esos datos tienen un valor que va más allá de su uso para el tratamiento individualizado del paciente. El análisis de esos datos a una escala masiva, con millones de usuarios de smartphones participando en ese programa médico,podría revelar nuevos patrones para avanzar en el conocimiento de la diabetes, la obesidad y otras enfermedades.
Pantallazos de las primeras apps de la plataforma ResearchKit
Apple ha sido el primer gigante tecnológico en avanzar por ese camino, con una ambiciosa iniciativa que quizás quedó eclipsada por el lanzamiento de su
smartwatch. El pasado 9 de marzo, día de la presentación del Apple Watch, la compañía de la manzana anunció
ResearchKit, una
plataforma que permite a los 700 millones de usuarios de iPhone de todo el mundo participar en estudios médicos y ensayos clínicos, aportando los datos recopilados a través del propio teléfono y de los dispositivos externos que se conecten él.
Para algunos analistas,
mucho más importante que el Apple Watch en sí, fue el lanzamiento de esta plataforma de investigación médica, acompañada por las primeras apps que la utilizan. Desarrollados en colaboración con centros médicos de primera línea, ya
hay cinco programas que recopilan datos y realizan encuestas relacionadas con el asma, el párkinson, la diabetes, el cáncer de mama o las enfermedades cardiovasculares. A cambio de sus datos, los voluntarios que participan en los estudios reciben información útil: por ejemplo, los asmáticos son avisados de las zonas de peor calidad del aire en su ciudad, donde podrían empeorar sus síntomas.
A pesar de ser
una iniciativa de código abierto, ResearchKit está de momento limitada a dispositivos iOS, por lo que
los usuarios de Android están en principio excluidos de participar en esos estudios médicos. Esto ya introduce un sesgo importante en la muestra de pacientes, que debe tenerse en cuenta al analizar los datos de los estudios.
Además, cuando en abril de 2015 ResearchKit se abrió a cualquier institución, laboratorio farmacéutico o profesional médico que quiera usarlo para investigar, se comprobó que era fácil para los menores de edad unirse a los estudios médicos sin el consentimiento paterno, que es un requisito legal. Apple modificó más tarde los requisitos para que sea obligatorio tanto ese consentimiento como que la investigación tenga el visto bueno de un comité ético independiente.
Los datos preliminares del estudio sobre el asma, que realiza el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, son optimistas con respecto al
involucramiento de los usuarios en los estudios, pues en las primeras semanas
los pacientes muestran un ritmo de uso similar al de las redes sociales.
Otra preocupación que despiertan estos programas médicos es
la privacidad de los datos, pues nuevamente
las posibilidades tecnológicas van por delante de un marco legal que las regule. Y cualquier tecnología destinada a garantizar el anonimato de los datos se enfrenta a posibles agujeros de seguridad. Los usuarios que cedan datos a un estudio siempre tendrán un cierto riesgo de que se utilicen para fines no deseados e incluso, en su contra.
Mientras tanto, el primer ejemplo de uso en los tribunales de estos datos biométricos es positivo: en Canadá, los abogados de un trabajador que sufrió un accidente y pelea por una indemnización están usando los
datos de su pulsera inteligente para demostrar las secuelas del accidente en su cliente, comparando los patrones de actividad física con los de la población general mediante la plataforma
Vivametrica, que procesa datos de investigaciones públicas.
Francisco Doménech para Ventana al Conocimiento
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