A estas alturas, de todos es sabido que la presencia de Donald Trump en el sillón presidencial de EEUU es algo, como mínimo, inquietante. Sus decisiones políticas relacionadas con la ciencia despiertan la incertidumbre de muchos expertos, quienes están convencidos de que sus acciones traerán consecuencias muy negativas para el progreso científico. Una de estas decisiones está relacionada con las vacunas. Trump es un conocido antivacunas cuya opinión se basa en estudios falsos y el miedo promovido por intereses económicos. La evidencia científica aúna al consenso de expertos que indican que las vacunas son seguras y efectivas. Eso no quiere decir que no existan efectos secundarios o problemas como los podría haber en cualquier otro tipo de sustancia. Pero los números no dejan lugar a dudas, los antivacunas están equivocados.

5.000 millones menos de afectados

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Desde 1980, según recoge la OMS la cantidad de incidencias de enfermedades tratadas con vacunas, en todo el mundo, se ha reducido en más de 5.000 millones de afectados. Algunas de ellas, de hecho, se han reducido hasta cero. Esto se aprecia fácilmente en las gráficas. Incluso cuando algunas enfermedades parecen haber salido de la nada (aunque más bien se refiere a los casos documentados), las vacunas han servido para reducir el número de enfermos en todo el mundo. En algunos casos, por suerte, han servido para erradicar algunas de las epidemias más letales de la historia. Se estima que la vacunación salva en torno a dos y tres millones de personas al año, al menos. Los casos más graves son los de los niños, que conforman una población muy vulnerable.

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Sólo en Estados Unidos, según los informes del CDC, las vacunas han salvado la vida de 730.000 personas, previniendo que más de 300 millones de niños cayeran enfermos. Las cifras, como vemos, muestran un descenso notable, que no puede pasarse por alto. Los casos de sarampión, por ejemplo, se han reducido. Al igual que se ha incrementado la supervivencia de los niños en más de 20.000, con respecto a los casos de incidencia. El 10% de los niños que sufren de sarampión suelen desarrollar una infección de oído que podría dejarlos sordos. Entre uno y dos de cada mil, morirán. Las vacunas han reducido ese número a unos pocos cientos en todo el mundo.

La poliomielitis ha disminuido en un 99%

La poliomielitis afecta sobre todo a los menores de 5 años. Uno de cada 200 niños sufrirá parálisis irreversible de las extremidades; del 5% a 10% de estos casos fallecen por parálisis de los músculos respiratorios. Gracias a las vacunas, los casos de poliomielitis han disminuido en más de un 99%, de los 350 000 estimados en 1988 a los 74 notificados en 2015. Sólo tres países siguen siendo endémicos: Afganistán, Nigeria y Pakistán, frente a más de 125 países en 1988.

Sarampión: más de diecisiete millones de vidas salvadas

El sarampión es una de las principales causas de muerte entre los niños más pequeños. Sólo en 2014, según los registros de la OMS, hubo 114.900 muertes por sarampión en todo el mundo. Esto se traducen en unas 314 víctimas cada día; o trece cada hora. La vacuna contra el sarampión ha reducido la mortalidad mundial por esta causa en un 79% entre 2000 y 2014. Se estima que más de diecisiete millones de personas se salvaron gracias a esa vacuna solo en esos catorce años.

Más de quince años y decenas de miles de dólares las hacen seguras

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Fuente: stanislave | Shutterstock

Los sistemas de calidad de los medicamentos se encuentran entre los más estrictos que existen en el mundo. Y de ellos, los de las vacunas son aún más duros de pasar. Esto tiene varias explicaciones: en primer lugar, para realizar una vacuna hemos de utilizar una especie patogénica, lo que resulta potencialmente muy peligroso. En segundo, como el resto de medicamentos, las vacunas pasa una lenta y exhaustiva fase de pruebas. Primero se prueba en el laboratorio con dianas químicas y con tejidos y modelos humanos. Por último, se prueba con humanos en un complicado proceso conocido como ensayos clínicos y que comprueban su seguridad. Solo así se permite su uso comercial. Tras esto, varios comités científicos se encargan de validar su aptitud y las condiciones existentes para vacunaciones masivas. El proceso requiere de decenas de miles de dólares y de más de quince años de estudios.

1000 vacunas, sólo efectos secundarios leves

Como cualquier sustancia, y más si hablamos de medicamentos, las vacunas pueden presentar efectos secundarios. Sin embargo, hasta la fecha y de forma general, los efectos secundarios atribuidos a las vacunas son de carácter leve o moderado. Entre las más de 1000 vacunas analizadas en 2011, se detectaron pocos casos de reacciones adversas severas y no todos enlazados claramente a la vacuna administrada. El CDC estadounidense afirma que el 90% de todas las vacunas administradas no tienen efectos secundarios de gravedad. Aunque sí se han registrado episodios de efectos secundarios asociados, normalmente, a reacciones alérgicas y cuadros autoinmunes, no se conocen más que unas pocas decenas de casos en los que las consecuencias hayan sido letales o permamentes y obedecen a situaciones particulares.

Cero evidencias sobre la relación entre vacunas y autismo

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A pesar de que sigue siendo un bulo muy persistente, no existe evidencia científica sólida que relacione la vacuna triple vírica de la rubéola, el sarampión y las paperas con el autismo. De hecho, tanto el CDC como la OMS han realizado las investigaciones pertinentes, llegando a la conclusión, tras cientos de estudios y casi una década, de que no existe ningún indicio que pueda relacionar las vacunas o sus coadyuvantes con los casos de autismo.

La gripe sigue matando a cientos de miles de personas


Aunque estamos muy acostumbradas a ellas, las gripes estacionales suponen en todo el mundo unos 3 a 5 millones de casos de enfermedad grave y entre 250.000 y 500.000 muertes al año. La vacunación, aunque no tan efectiva como en otras enfermedades, puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Especialmente entre los grupos de riesgo, donde su eficacia es alta. Aunque no se tienen datos concretos de su efectividad, algunos estudios indican que entre la población de riesgo, la vacunación puede ser efectiva hasta en un 60 o 70%.

Más de un millón de lactantes mueren cada año

Según la OMS, más de un millón de niños menores de cinco años mueren cada año a causa de la enfermedad neumocócica o de la diarrea por rotavirus. Estas dos enfermedades, por ejemplo, son fácilmente evitables gracias a una vacuna. Por otro lado, se estima que hay casi veinte millones de niños menores de un año que no han recibido la vacuna triple vírica. Esta protege contra el tétanos, la tos ferina y la difteria, algunos de los agentes más letales que existen en edades tempranas. El 70% de esos niños viven en sólo diez países, en la Región de África y la Región de Asia Sudoriental. La vacunación podría salvar, como poco, al 90% de esos niños afectados.

'Las vacunas han salvado 1.500 millones de vidas'

  • 'No vacunar es un crimen', señala el 'padre' del descubrimiento de la inmunidad innata

El galardonado con el Nobel de Medicina en 2011, Jules Hoffman,...

El galardonado con el Nobel de Medicina en 2011, Jules Hoffman, durante su visita a Valencia. JOSÉ CUÉLLAR


Los insectos tienen la respuesta. En ellos está la clave de nuestra capacidad como seres humanos de hacer frente a las enfermedades. Lo dice todo un premio Nobel de Medicina que lleva décadas estudiándolos, diseccionando su sistema defensivo que tan resistentes los hace frente a las infecciones. Premiado en 2011 por descubrir cómo funciona la inmunidad innata, Jules Hoffmann asegura que su estudio ayudará a mejorar las vacunas. Y advierte: "No vacunar es un crimen".

Porque "las vacunas han salvado 1.500 millones de vidas de seres humanos". "Es el mayor logro de la medicina", sentencia en una entrevista con EL MUNDO. De visita en Valencia con motivo de su participación como jurado en los premios Rey Jaime I, Hoffmann critica los argumentos del movimiento antivacunas: "Muy raramente puede haber un accidente, pero se debe a la genética de la persona vacunada más que a la propia vacuna".

No hay que olvidar, insiste Hoffmann, en que la clave del aumento de la esperanza de vida en el último siglo y medio está precisamente en la lucha contra las infecciones, donde las vacunas han tenido mucho que ver. "Las infecciones son la principal causa de muerte en el ser humano y combatirlas aumentó la esperanza de vida". Sólo un dato: desde el inicio de los tiempos hasta comienzos del siglo XIX, la mitad de la población moría al entrar en la veintena. ¿Qué cambió a partir de entonces? "La higiene, los antibióticos y la vacunación".

La cuestión es qué tienen que decir aquí los insectos. Responde quien se refiere a sí mismo como "médico de las moscas, no de las personas". "Representan hoy el 80% de las especies en la Tierra, destruyen cada año un tercio de los cultivos y ponen a un tercio de los humanos en riesgo transmitiéndoles enfermedades como la malaria, el dengue...". Pero, sobre todo, es su resistencia a las infecciones lo que los convertía en todo un interrogante para un joven Hoffmann.

Eso sí, fue la curiosidad por los insectos lo que le acercó a ellos (su padre era zoólogo), y no la confianza en que su investigación pudiese tener alguna trascendencia para la medicina. "Empecé a estudiarlos por curiosidad, sin pensar que podrían tener aplicaciones médicas". El tiempo le ha quitado en ese sentido la razón, admite hoy el científico franco-luxemburgués, que hizo su tesis en la Universidad de Estrasburgo sobre los saltamontes. Sí, el médico de las moscas -ha experimentado con la mosca drosophila- empezó por los saltamontes.

Sus hallazgos en el campo de la inmunidad innata han sido decisivos. Es el primer tipo de inmunidad que tenemos las personas. "Esta primera barrera, antes poco investigada, está en la piel, los pulmones, el tubo digestivo... donde el organismo está en contacto con las bacterias". Hay un segundo tipo de inmunidad, la adaptativa, que tienen únicamente los vertebrados, es decir, el 5% de las especies del planeta. Dicho de otra forma, el 95% restante -y aquí se incluyen los insectos- no tiene esta segunda barrera de defensa que se distingue por tener "memoria". Y esto "permite que sea usada para crear vacunas".

Lo que ha ocurrido a partir de la década de los 80 es un "cambio de paradigma", pasándose a asumir por la comunidad científica la importancia para la defensa frente a las infecciones de esa primera inmunidad innata. De hecho, quien compartió Nobel con él, Ralph Steinman, descubrió que es justamente la inmunidad innata "que media en la primera línea de defensa la que envía una señal que activa la adaptativa en los humanos".

¿Qué hallazgos pueden venir en un futuro del estudio de la inmunidad innata? "Cuando vacunas a alguien, la primera respuesta es percibida por la inmunidad innata. Para fabricar mejores vacunas se trabaja ahora con las células del sistema inmunológico innato, de forma que se estimule así más intensamente el sistema adaptativo", dice Hoffmann. "En los últimos 20 años se ha comprendido que mejorar la inmunidad innata servirá para mejorar las vacunas", augura el científico.

Dado que ya hay evidencias de que algunos virus -el del papiloma, por ejemplo- pueden provocar cáncer y ser por tanto prevenidos con una vacuna, ¿llegará el día en que no se muera de cáncer? "Ha habido grandes progresos. Hablamos de hace 100 años, que no es nada en términos de la historia de la humanidad, así que puede haber mucha reducción de algún tipo de cáncer".

En todo caso, sobre si la inmunoterapia puede ser la esperanza real en el tratamiento contra el cáncer, Hoffmann duda. "No puedo decir que sea la solución porque su papel no se ha aclarado". ¿Y el mayor misterio médico que queda a día de hoy por resolver? El cerebro. "El sistema nervioso central será una de las mayores fronteras para entender las emociones".