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domingo, 3 de mayo de 2020

La búsqueda de máquinas conscientes: de MuZero a LIDA

La búsqueda de máquinas conscientes: de MuZero a LIDA

En noviembre del año pasado, el equipo de DeepMind presentó su nueva arquitectura de inteligencia artificial: MuZero. Hasta ahora, el buque insignia de las arquitecturas de deep learning era AlphaZero, capaz de defenestrar, sin el más mínimo problema, tanto a los mejores jugadores del mundo al ajedrez, al Go o al soghi, como a los mejores programas de juego existentes como Stockfish o Elmo.
Sin embargo, AlphaZero padece una limitación muy importante a la hora de percibir su entorno: toma decisiones a partir de una información completa de su universo. Cuando jugamos al ajedrez, disponemos en todo momento de un conocimiento completo de dónde están situadas las piezas del tablero, y en virtud de esa información elegimos nuestra estrategia de juego. Pero, en la vida real, esto no sucede así: nunca tenemos toda la información sobre lo que va a pasar y nuestro entorno no está tan formalizado ni tan reglamentado como una partida de ajedrez.
En lógica matemática solemos decir que nuestro entorno está lleno de conjuntos borrosos, es decir, que los límites de las cosas no son tan precisos como a un programa de ordenador clásico le gustaría que fueran. Nuestro mundo es caótico, desordenado, lleno de sucesos fortuitos, impredecibles… ¿cómo una máquina puede enfrentarse a algo así?
Esta es la gran novedad de MuZero. Su arquitectura está formada por la clásica red de aprendizaje profundo, pero lleva incorporadas otras tres redes. Una sería la de "control", encargada de valorar la situación y de elegir en función de las recompensas obtenidas, pero las otras dos son capaces de "imaginar" simulaciones del mundo en el que MuZero actúa. Al igual que parece que lo hacemos los seres humanos, el programa tiene "ideas" de cómo es probable que funcione la realidad, pero ideas esquemáticas, imperfectas, y completamente desacertadas en muchos casos. Y, atención, lo más brutal es que cuando se ha puesto a MuZero en acción, ha mejorado el estado del arte en la mayoría de los juegos a los que se ha enfrentado. La relevancia científica de este hecho es muy grande porque estamos ante una posible explicación del porqué de la mente.

Introduciendo la mente en la ecuación

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Durante los últimos tiempos, el marco conceptual que ha dominado todo el estudio científico de la psicología humana ha sido eminentemente materialista. Nuestra mente es aquello que hace el cerebro, y el cerebro es un órgano biológico tan explicable en términos físicos como puede serlo el riñón o los pulmones. Sin embargo, el problema ha estado en que lo que tradicionalmente entendemos como mente tiene una serie de propiedades que son muy difíciles, si no imposibles, de explicar en términos estrictamente materialistas.
Mis pensamientos o sentimientos no se ven, no puedo observarlos por un microscopio, no son cuantificables, al menos de manera directa… Con un electroencefalograma o una resonancia magnética puedo observar qué zona de mi cerebro se activa cuando pienso tal o cual cosa, pero ese pensamiento se parece en muy poco a actividad electroquímica en una zona de mi neocórtex. Es por ello por lo que muchos filósofos y científicos han defendido teorías que, de uno u otro modo, eliminaban la mente. El filósofo norteamericano Paul Feyerabend fue el primero en postular el materialismo eliminativo, al que se adhirieron neurocientíficos como Paul y Patricia Churchland. Así mismo, desde posturas filosóficas actuales como el conductismo o el pragmatismo, autores tan populares como Wittgenstein, Gilbert Ryle, Daniel Dennett o Richard Rorty, han negado, con diversos grados y matices, distintos aspectos de la mente.
MuZero representa, cómo mínimo, evidencia a favor de la existencia de contenidos mentales con una función muy clara, y eficaz, a la hora de realizar tareas
Y es que el argumento es claro: ¿para qué hace falta tener una mente si podemos crear un computador que puede hacer lo mismo y mucho mejor sin ella? AlphaZero no tiene un "lugar" en donde se pone a deliberar qué jugada hacer. No siente ningún deseo de ganar ni ningún miedo a perder, no tiene ningún mundo interno subjetivo, no tiene ningún yo que no desea que lo desconecten como tantas veces nos ha mostrado la literatura y el cine de ciencia ficción. Pero, sin embargo, es endiabladamente bueno haciendo lo que hace, muchísimo mejor que un humano. Entonces, ¿por qué la evolución biológica va a invertir recursos en generar una mente si sin ella se pueden hacer las cosas mucho mejor? ¿No será la mente tan solo una ilusión? ¿O no será un subproducto de la evolución, un epifenómeno sin función alguna, como lo es el mero ruido del motor de un coche?
El caso es que MuZero representa, cómo mínimo, evidencia a favor de la existencia de contenidos mentales con una función muy clara, y eficaz, a la hora de realizar tareas. Ahora, cualquiera que niegue la existencia de la mente apelando a su supuesta carencia de funcionalidad, debería explicar el éxito de MuZero.
Pero, si queremos tener una buena explicación de la mente nos queda un último escollo. Hay una faceta de la psique que se nos ha resistido muchísimo: la consciencia. Ya de por sí nos cuesta definirla: ¿qué diablos es la consciencia? Sabemos bien diferenciarla de su estado opuesto: sabemos muy bien que cuando dormimos la consciencia se apaga y que cuando despertamos se enciende de nuevo. ¿Pero qué es lo que se enciende? Un mundo. Abro los ojos y siento los molestos rayos de luz que entran en mi dormitorio por las rendijas de la persiana. Siento la suavidad de la almohada, la textura de la manta. Huelo el delicioso olor café que está preparando mi mujer… Y no solo el mundo exterior, sino también un mundo dentro de mí: recuerdo, "en mi cabeza", que tengo que entregar un informe a mi jefe y, al hacerlo, "veo" su cara severa regañándome si no lo hago a tiempo. Soy consciente de mis pensamientos, emociones, sensaciones, deseos, miedos…

El camino hacia la consciencia en máquinas

Las máquinas no han conseguido acercarse ni un ápice a la experiencia consciente: ni AlphaZero, ni siquiera MuZero, tienen unas migajas de consciencia. Son tan inconscientes como mi tostadora. Vale pero ¿no hay forma de implementar consciencia en máquinas? Sí: vayamos a ver qué nos dice la psicología o las neurociencias de la consciencia y, a partir de ahí, pongámonos a la obra.
Eso es lo que hizo el científico cognitivo de la Universidad de Memphis, Stan Franklin. La teoría más famosa en la actualidad sobre el funcionamiento de la consciencia es la Teoría del Espacio de Trabajo Global (Global Workspace Theory) del psicólogo holandés Bernard Baars. En ella se nos dice que nuestra mente funciona como una especie de obra de teatro. El escenario representaría nuestra memoria de trabajo, es decir, la memoria que utilizamos para realizar cualquier labor.
Por ejemplo, si yo soy un carpintero fabricando un armario, en mi memoria de trabajo estarán las funciones de las herramientas que estoy usando, los tipos de madera que tengo a mano, el "plano mental" del armario que quiero construir, etc., sin embargo en mi memoria de trabajo será difícil que esté el recuerdo de mis últimas vacaciones en Ibiza, y si aparece será como una interferencia que, seguramente, me distraerá de mis objetivos. Dicho de otro modo: la memoria de trabajo es toda la información y habilidades de las que dispongo para hacer una tarea (en términos informáticos podríamos decir que es nuestra memoria RAM).
Stan Franklin El científico Stan Franklin llevó la teoría de la consciencia de Baars al funcionamiento de un computador
El foco de luz que se mueve a lo largo del escenario para iluminar a los actores representaría el foco de atención de la consciencia, es decir, de lo que yo soy consciente ahora mismo. Entre bambalinas, multitud de procesos inconscientes atienden a situaciones contextuales de la realidad y, en virtud de ellos, "sacan actores a escena", es decir, hacen emerger a la consciencia elementos que permanecen inconscientes en función de las necesidades del individuo.
Por ejemplo, necesito reunirme con un amigo y, de repente, aflora en mi consciencia el recuerdo de que está de vacaciones, por lo que no podré verlo hasta dentro de unas semanas. Ese "recuerdo" sería un elemento inconsciente que ha sido "sacado a la luz" de la consciencia en virtud de mis necesidades. El "foco luminoso" sería el instrumento que el "director de orquesta" utilizaría para tomar decisiones. La idea clave, y que constituye una aportación muy original, es que el contenido "iluminado" en el escenario se hace globalmente disponible o accesible para otros tantos procesos que quedarían representados en la metáfora como "el público de la obra". Lo característico de los estados conscientes es que están disponibles para su uso para muchos otros procesos, mientras que los estados inconscientes serían más específicos y, por tanto, menos utilizables globalmente.
La teoría más famosa en la actualidad sobre el funcionamiento de la consciencia es la Teoría del Espacio de Trabajo Global del psicólogo holandés Bernard Baars. En ella se nos dice que nuestra mente funciona como una especie de obra de teatro
Franklin y su equipo se pusieron entonces manos a la obra: había que implementar la teoría de Baars en un computador ¿Quién financiaría la empresa? El Tío Sam. En Estados Unidos, una buena parte de investigación en IA la lleva a cabo el ejército. La Office of Naval Research contrató a Franklin para resolver un problema que, en principio, no tenía nada que ver con la consciencia. Cuando un marinero terminaba de realizar cualquier servicio, había que darle alojamiento y asignarle nuevas tareas. Esta tarea logística era compleja y para ella se dedicaba el trabajo de hasta unas trescientas personas denominadas detailers. La marina quería automatizar tan costosa tarea y encargó a Franklin el trabajo, y Franklin lo aprovechó para llevar a cabo sus ideas: automatizaremos la tarea sí, pero lo haremos mediante un sistema que implemente la teoría de la consciencia de Baars.
Y así nació IDA (Intelligent Distribution Agent), un cuarto de millón de líneas de código en Java que han constituido el intento más poderoso de crear una máquina que pueda, al menos, emular el comportamiento consciente de un ser humano. IDA debía optimizar los costes de cada mudanza a la vez que atendía a las necesidades y deseos de los marineros, siempre ajustándose a la normativa y políticas de la marina que, usualmente, cambiaban según circunstancias. Para hacer todo esto, IDA se comunicaba con los marineros por email, por lo que debía usar y comprender el lenguaje natural con un cierto nivel de competencia.
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https://www.xataka.com/robotica-e-ia/busqueda-maquinas-conscientes-muzero-a-lida?fbclid=IwAR1hRaJBimaaeB9PtHLS5v0WZQh5sqO3ztUblYwlSveUjzuXWRs-EnoY6Z0

 

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