El futuro de la medicina es digital
https://www.enriquedans.com/2017/05/el-futuro-de-la-medicina-es-digital.html
Recientemente, al hilo de noticias que hablaban de la creciente popularidad de la monitorización del nivel de glucosa en sangre para no diabéticos y del medidor no invasivo con el que el CEO de Apple, Tim Cook, se ha dejado ver, hablamos de la posibilidad de que un indicador como ese, enormemente familiar para todos los que sufren de diabetes, se convirtiese en un parámetro habitual que monitorizamos con dispositivos electrónicos y que nos permite tomar decisiones sobre cuándo ingerir alimentos si queremos rendir mejor en nuestro trabajo, adelgazar, etc.
A partir de esa idea, que lógicamente requeriría el desarrollo de metodologías no invasivas para la medición del nivel de azúcar en sangre – nadie va a querer acribillarse a pinchazos para algo que no es estrictamente necesario, sino que se plantea simplemente como un parámetro informativo de la actividad física – varios artículos han hablado de lo compleja que resulta esa medición y de cómo, a lo largo de los años y de cara al mercado de personas con diabetes (treinta millones de personas solo en los Estados Unidos), muchos fabricantes han intentado desarrollar dispositivos para ello sin conseguir resultados adecuados o mínimamente fiables.
La idea se plantea como un desafío para las compañías tecnológicas que se atrevan a aventurarse donde las empresas de instrumentación médica lo han intentado durante años, y se afirma que resultará imposible para esos dispositivos obtener la necesaria autorización de la Food and Drug Administration (FDA) norteamericana, fundamental para poner en el mercado cualquier cosa relacionada con la salud. Lo que se plantea es que para compañías como Apple, obtener la aprobación de la FDA puede ser muy complejo o incluso imposible, y que se enfrenta a una cuesta arriba muy difícil de superar en ese sentido.
En mi opinión, ese planteamiento es erróneo. Creo que hablamos de dos mercados diferentes: el de los diabéticos, que precisan de dispositivos que chequeen su nivel de glucosa con precisión y rigor, y el de personas que simplemente desean conocer su nivel de azúcar en sangre con propósito informativo. Mercados distintos, como lo son el de los atletas de élite y el de las personas que simplemente quieren mantenerse en forma. Cuando hace algún tiempo tuve la oportunidad de entrevistar a algunos deportistas de élite sobre su relación con la tecnología, me sorprendió que prácticamente ninguno de ellos utilizase wearables para monitorizar su actividad. Sus respuestas fueron, en ese sentido, bastante claras: en algunos entrenamientos sí utilizaban dispositivos para monitorizar ciertos parámetros fundamentales en su rendimiento, pero una simple banda en la muñeca no les daba la precisión ni los datos que necesitaban. En realidad, es bien sabido que la mayoría de los wearables tienen un nivel de precisión deficiente para la medición de algunos parámetros, hecho que fue objeto incluso de alguna denuncia colectiva, y sin embargo, eso no ha representado ningún obstáculo de cara a su popularización. La cuestión es muy clara: quien quiere simplemente monitorizar su estado de salud general, no tiene unos requerimientos de precisión tan importantes como los que tiene un atleta de élite, y en general, le basta con saber que los errores en la medición siguen una distribución normal.
En esa cuestión es donde, desde mi punto de vista, está la clave: dudo mucho que Apple u otros pretendan poner en el mercado un dispositivo no intrusivo de medición del azúcar en sangre. Eso supone un reto tecnológico complejo que sin duda llegará a solucionarse, pero que formará parte de un proceso largo y complejo de evolución y desarrollo. Lo que, desde mi punto de vista, intentarán estas compañías, es lanzar dispositivos claramente orientados al mercado de consumo, especificando que no son aptos para el control de la diabetes, y sin necesidad de una aprobación de la FDA, simplemente monitores de actividad física como los que ya conocemos. Desde esa posición se puede desarrollar perfectamente un mercado de usuarios que sin grandes requerimientos de precisión, sí puedan obtener métricas que les permitan tomar decisiones mejor informadas sobre sus ritmos de vida, su ingesta y su actividad.
La propia FDA, consciente del fenómeno, acaba de anunciar la creación de una unidad destinada específicamente a la salud digital, con la incorporación de trece ingenieros especializados en cloud computing, machine learning y desarrollo de software. La idea, para mí, está clara: evolucionar hacia sistemas que permiten la captación de parámetros de muchos usuarios de manera permanente mediante dispositivos que no requieren una aprobación de la FDA como tal porque no son dispositivos médicos, pero que permiten obtener datos tanto para educar algoritmos, como para eventualmente servir como señales de alarma en determinados casos. Para desarrollar la salud digital, la aprobación de la FDA o de organismos similares no es estrictamente necesaria: se puede hacer mucho con dispositivos orientados a un control menos estricto, y monitorizar al paciente con dispositivos homologados para la práctica médica cuando el contexto y la ocasión lo precisa.
Que yo mantenga mi pulso monitorizado de manera continua no quiere decir que, en caso de un ingreso hospitalario o una visita a la consulta, mi médico vaya a fiarse de la medición obtenida por mi dispositivo. Sin duda, utilizará su monitor homologado y aprobado por la FDA para anotar mis constantes vitales con la precisión adecuada. Sin embargo, mi dispositivo me resulta muy útil a lo largo del día, e incluso me puede alertar si algo va mal, porque su nivel de error no es aleatorio, sino que se distribuye de manera normal. Mi predicción es que con el nivel de glucosa en sangre y con algunos otros parámetros en el futuro ocurrirá algo similar: dispositivos meramente orientativos que llevan a cabo una monitorización constante y no intrusiva, a los que se añadirá una capa en la nube de machine learning que, en función de las lecturas obtenidas, lleve a cabo un diagnóstico preventivo, y en caso de ser necesario, someta a los pacientes a una monitorización más rigurosa. Un futuro que sin duda permitiría a la medicina progresar mucho y trabajar con muchos más datos, sin pretender desplegar instrumentaciones sofisticadas con niveles de precisión estrictos en entornos que, simplemente, no lo permiten. No se trata de pretender que tu médico se mire el gráfico de tu Fitbit, eso es completamente insostenible. Se trata de que un sistema de machine learning sea capaz de, utilizando las lecturas con bajo nivel de precisión de tus dispositivos como indicadores, te diga cuándo debes preventivamente ponerte en manos de tu facultativo.
El futuro de la medicina, sin duda, será digital. Pero no necesariamente con la etiqueta de “aprobado por la FDA”.
This article was also published in English at Forbes, “The future of healthcare is digital… but not necessarily FDA approved“
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