Un estudio analiza los argumentos y bulos más frecuentes de los antivacunas en redes sociales
Un estudio advierte de la necesidad de que los profesionales sanitarios conozcan y sepan combatir los bulos y argumentos que utilizan los movimientos antivacunas, muy minoritarios en España pero en ocasiones viralizados por las redes sociales.
https://www.diariomedico.com/salud/un-estudio-analiza-los-argumentos-y-bulos-mas-frecuentes-de-los-antivacunas-en-redes-sociales.html?fbclid=IwAR1qdbfpWGclhv-8yCRWK_p8pe_hepi8ZUZA_ZQmDRpu9XSUQ3KAV2B2N3c
La revista Enfermería y Salud
acaba de publicar en su último número un estudio que realiza una
aproximación a algunos de los argumentos más frecuentes utilizados en
redes sociales por las ideologías antivacunas, una realidad que en España es muy minoritaria
pero que está ganando peso mediático y no deja de preocupar a los
profesionales sanitarios dada su posible influencia y por su repunte en
otros países. El estudio lo firman Azucena Santillán, enfermera en el Hospital de Burgos y primera firmante, e Ignacio Rosell, médico preventivista y profesor en la Universidad de Valladolid.
El estudio se llevó a cabo con un análisis en las redes sociales Facebook, Twitter y Youtube en octubre de 2017, rastreando informaciones con los términos vacunas y peligrosas
mediante análisis de discursos hasta lograr una saturación de
información que se alcanzó tras analizar “más de 800 tuits, visualizar
42 videos de Youtube y revisar la información vertida en 12 grupos y 9 fan page
de Facebook”. Cabe recordar que las redes sociales pueden no ser
representativas de la relevancia real del fenómeno antivacunas, y que la
muestra del estudio puede ser limitada y orientativa, “una información
en la que apoyarse dentro de un diálogo sosegado y en busca de un
elemento esencial para el éxito: la confianza”.
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Los argumentos más repetidos en el análisis realizado por Rosell y
Santillán versan sobre la seguridad, la efectividad, la importancia y
los valores y creencias de las personas en torno a las vacunas.
En relación con la seguridad, los argumentos
antivacunas tratan de fomentar diversas ideas equivocadas: que las
vacunas “no son seguras”; que “causan las enfermedades que dicen curar”;
que “producen otras enfermedades”, como el autismo [el clásico
argumento Wakefield], y que “tienen efectos secundarios fatales”.
Con respecto a la efectividad, los argumentos más
utilizados serían éstos: “No esta demostrado que las vacunas funcionen;
las vacunas no siempre funcionan, y hay alternativas mejores”. Agrupados
en torno al término importancia, los argumentos más
localizados por los autores promulgan otras ideas no respaldadas por la
evidencia y el consenso profesional: que las vacunas “previenen
enfermedades que ya no existen”, que “es mejor enfermar que vacunarse” y
que “no es necesario vacunarse”.
Finalmente, en torno a las creencias pesonales o sociales, otros
argumento concluyen que las vacunas “son una estafa de las
farmacéuticas”, que los Gobiernos “están aliados con las farmacéuticas”,
que la información que se da de las vacunas “no es fiable o es
incompleta” y que “las alternativas naturales son mejores”.
Como sucede en muchos discursos, los autores destacan que la
información vertida en redes sociales, en este caso sobre vacunas, “está
generalmente polarizada entre quienes defienden su uso y quienes no lo
hacen”, y añaden: “Los usuarios suelen informarse dentro de sus propias
comunidades, seleccionando aquellas informaciones que más se alinean con
sus opiniones y creencias”.
La comunidad científica debe abordar el problema
Finalmente, Rosell y Santillán concluyen: “La proliferación de bulos sobre las vacunas tanto en redes sociales
como en los medios de comunicación convencionales son un problema de salud pública que necesariamente
ha de ser abordado por la comunidad científica y tenido en cuenta por
las personas que elaboran las políticas relacionadas con la salud de la
población”.
Como posibles soluciones, añaden: “Es necesario que los profesionales
sanitarios seamos capaces de identificar recursos digitales de calidad (páginas web, app, etc.) para poder recomendárselas a los usuarios, y aquellos
recursos que contienen información inexacta o incluso falsa para poder
actuar o, al menos, para estar alerta sobre la proliferación de
desinformación o bulos”.
Como posible medida contra la dispersión de ideas antivacunas, el estudio plantea la divulgación profesional:
“Puede ser interesante plantear estrategias generación de contenido de
calidad al respecto”. Los autores citan como ejemplo blogs de
profesionales como los pediatras
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