Salvador Macip,, investigador y profesor de Biología Molecular y Celular en la Univ. de Leicester
Tengo 45 años y puedo vislumbrar la inmortalidad en mi laboratorio. Soy de Blanes, pero investigué en el Mount Sinai de Nueva York y ahora en Leicester. La genética hoy nos permite alargar la vida de ratones, diseñar su descendencia y casi cualquier cosa. Colaboro con el Ateneu y la Obra Social La Caixa
Usted investiga el envejecimiento y el cáncer: ¿son lo mismo?
Están relacionados. Cuanto más investigamos, más mecanismos identificamos que son iguales o parecidos en ambos.
¿Qué mecanismos son?
Veamos, la investigación siempre funciona igual: primero hay que entender un proceso a escala celular, genética, molecular... Después, puedes actuar. Y hoy hay avances que permiten entender mejor tanto el cáncer como el envejecimiento, porque son enfermedades, las dos, en principio genéticas.
¿Envejecer es una enfermedad?
Es un proceso que investigamos como tal porque puede ser combatido como tal, y la prueba es que en unos años tendremos medicamentos que la frenarán.
Es lo que me dijo aquí Aubrey de Grey.
Es un científico con imagen de gurú y algo extremo en sus afirmaciones, pero en lo esencial estoy de acuerdo con él: vamos a conseguir retrasar e incluso frenar el envejecimiento.
¿Cuándo?
Es probable que tengamos ya algún medicamento eficaz para frenar el envejecimiento y alargar la vida en tan sólo 10, 15, 20 años...
Eso está muy cerquita.
Estamos cerca. Pero no sé si nosotros podremos beneficiarnos de él; aunque es muy probable que nuestros hijos sí disfruten de ese progreso. Decidirán cuánto viven.
¿Progreso?
Hace usted bien en cuestionarlo. De entrada, porque si vivimos 200 años pero los últimos cien hemos de vivirlos como vegetales..., pues ya no sé si es progreso.
Ese ya es el gran dilema hoy.
Son cuestiones que los ciudadanos deberían estar debatiendo para dar un mandato claro a sus legisladores, porque debemos decidir si vale la pena vivir mermados todos los años que la medicina nos permite y cómo ejercer la decisión si al final concluimos que no.
Ser o no ser, pero durante dos siglos.
Aubrey sostiene que llegaremos a los 200 años de vida pronto. Y cada día compruebo en el laboratorio que no es descabellado. Eso plantea otras cuestiones no menores como si el planeta puede soportarlo.
Además, esos medicamentos para la vejez serán caros: sólo para muy ricos.
Siempre ha sido así. Los antibióticos, las vacunas, los mejores tratamientos contra el cáncer empezaron siendo para los más ricos, que podían pagarse los primeros fármacos, y después se fueron generalizando.
El caso es que se investiguen.
Veremos billonarios centenarios compartiendo el planeta con africanos que seguirán muriendo de malaria a los 30.
¿Y quién pagará entonces las jubilaciones, las pensiones, el paro juvenil...?
Sólo con generalizar la vida hasta los 100, que no es difícil con lo que vamos descubriendo, el sistema entrará en crisis y, tiene usted razón, no sabemos quién los pagará.
La banca está prejubilando a los 50...
Y prepárense, porque los científicos estamos en el umbral de una edad de oro gracias a la investigación básica que ya se ha realizado. Por eso, el ciudadano debe aprender biomedicina ante los desafíos que ya plantean los descubrimientos que hacemos, porque son enormes y cambian nuestras vidas.
Y no deben decidir sólo los científicos.
Por eso mismo, los ciudadanos tienen que enterarse y decirnos hacia dónde quieren que avancemos y si quieren que apliquemos o no lo que sabemos, que ya es mucho.
Por ejemplo.
En mi laboratorio podemos manipular los genes de un ratón hasta hacer que viva el doble o que muera muy joven...
¿Está tan lejos de nosotros ese ratón?
Muy, pero que muy próximo. Y podemos editar la genética de seres vivos hasta extremos inquietantes: hacer al ratón más listo o tonto; alto o bajo; rubio o moreno...
¿Y en humanos?
Las leyes y ciertos principios nos marcan límites, pero poder se podría hacer ya.
Pues alguien acabará haciéndolo.
Quien conoce la historia sabe que siempre ha sido así, por eso sería tan importante empezar a debatir para orientar la dirección de la investigación antes de lamentarla.
¿Qué es lo más radical que podría hacer usted hoy en su laboratorio?
De todo. Créame. Los límites los pone sólo la imaginación y nuestra prudencia, pero la edición genética lo permite casi todo ya hoy.
¿Ahora mismo está salvando vidas?
El otro día analizamos la genética de un paciente con una leucemia rebelde. Se moría sin remedio. Y un estudiante observó que tenía un gen modificado como si fuera el de un melanoma y le aplicamos un fármaco contra ese tipo de cáncer... ¡y funcionó!
Ese debe de ser un gran momento.
Ves en las gráficas que sí, que reacciona. Y es maravilloso. Lo publicó además The New England Journal of Medicine.
Enhorabuena.
A todos. Esos avances no son míos ni de nadie: somos 20.000 investigadores en red, que es como progresamos. Y estoy encantado de ser uno de ellos.
http://www.lavanguardia.com/lacontra/20170127/413733856300/nosotros-aun-no-pero-nuestros-hijos-decidiran-cuanto-viven.html
La pistola de la ciencia
Chéjov decía que si sale una pistola en el primer acto de una obra, serádisparada indefectiblemente en el tercero. En el siglo XX, esa pistola fue la hecatombe nuclear, pero sigue sin dispararse ( la obra sigue). Hoy la ciencia carga esa pistola con la capacidad de decidir cuántos años vivimos y si queremos hijos altos, listos y rubios o todo lo contrario... Ya se hace con ratones y podría hacerse con humanos. Los límites sólo los pone nuestra voluntad, porque ya no dependen de un Einstein aislado, sino de una red incansable de 20.000 investigadores que avanza sin cesar. Macip nos advierte que deberíamos prepararnos para decidir hacia dónde apuntamos la pistola de la ciencia antes de que alguien la dispare sin permiso.
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