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jueves, 18 de marzo de 2021

MUERTE Y EL MACHO CANTOR.Entrevista a Ginés Morata

 

MUERTE Y EL MACHO CANTOR

Entrevista de Arcadi Espada a Ginés Morata 
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Hablo con nuestro biólogo, premio Príncipe de Asturias (2007), en su laboratorio del Centro de Biología Molecular, donde miles y miles de moscas cautivas van haciendo su vida y la nuestra. Está a punto de cumplir 76 años, pero sigue subiendo montañas.
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-¿Tiene usted alguna buena noticia sobre el virus?
-Bueno... Es poco mutable y seguramente la mayor parte de las vacunas servirán durante mucho tiempo.
-¿Poco mutable?
-Sí, comparado con el de la gripe, por ejemplo.
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-Pero ha mutado con mucha rapidez.
-Lo que pasa es que se ha extendido de una forma enorme y, además, se ha estudiado tanto... Tenga en cuenta que ha habido 100 millones de infectados en el mundo y solo hay cinco o seis estirpes.
-¿Por qué nos tuvimos que defender de él como en la Edad Media?
-Hummm... No, no. Los científicos han logrado cosas que yo mismo pensaba que eran imposibles.
-Secuenciaron rápidamente el genoma, es cierto.
-Eso no es muy difícil, con las técnicas modernas. Lo difícil ha sido generar una vacuna tan rápidamente. Y con tecnología novedosa. Los científicos han reaccionado bien y de manera fulminante.
-Después de dos millones de muertos y de una ruina inédita. ¡Solo faltaría que no hubieran dado con la vacuna!
-Es verdad que diseñar una vacuna no es muy difícil. No hay una gran dificultad intelectual. El problema es que hay que hacer cientos de millones de vacunas. Y la colaboración entre los científicos y la industria ha sido increíble. Lo normal habría sido tardar cinco años.
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-Le admito que superaron las expectativas con las vacunas. Pero hasta meses después de la expansión del virus no establecieron que los aerosoles eran la vía principal de contagio. Y no saberlo seguramente resultó letal en los severos confinamientos de casas y residencias.
-Recomendaron lo que en cada momento parecía lo más adecuado. Una experiencia nueva, un virus nuevo, de comportamiento muy peculiar... Ha habido que cambiar de opinión. Cierto: dijeron entonces que las mascarillas no eran importantes. Bueno... Parecía razonable. Los científicos somos como Groucho Marx: estas son mis ideas, pero si no funcionan aquí tengo otras.
-El camino de Popper. Pero si cada uno aplicara a su trabajo esa manga ancha. Los políticos, por ejemplo, no gozan de esa bula, y se enfrentan también a graves problemas.
-¡Ya me gustaría que los políticos reconocieran sus errores como los reconoce la Ciencia! Y que cambiaran de opinión. No he conocido a ninguno que lo haga. Pero, efectivamente, los científicos somos seres humanos. A veces estamos enamorados de nuestras ideas y nos cuesta reconocer los errores. Pero por la naturaleza de nuestro trabajo también estamos muy acostumbrados al cambio.
-Ya, pero yo podría preguntarle si cree que los virólogos trabajan como deben. Una generalización injusta y absurda, que se hace sin problemas sobre cualquier otro trabajo.
-Naturalmente que hay científicos mediocres y hasta pésimos; pero el sistema los selecciona.
-Pero ve: esa es la coartada. El sistema los selecciona... Me reconocerá que es falible. Y que también hay selección en otras disciplinas.
-No sé si de la misma forma. Nada es infalible. Pero el sistema científico selecciona a los mejores.
-También lo creen los jueces de sí mismos.
-Llevo 50 años haciendo ciencia y con alguna excepción el sistema funciona. Los científicos más reconocidos son financiados adecuadamente y aquellos que no funcionan no salen adelante. El gran desarrollo científico de los últimos años se produce en los grupos de alta productividad, que no publican muchos papers, pero que descubren cosas importantes. La cuestión ahora es aplicar las enseñanzas que dejan nuestros errores. Por ejemplo la necesidad de un sistema público sanitario muy robusto y muy bien financiado y la necesidad de un desarrollo científico en esta área que sea capaz de generar respuestas con mayor rapidez. Bill Gates sugería hace tiempo que dada la proclividad a las pandemias de nuestro modo de vida quizá fuera necesario tener un sistema de salud sobredimensionado. Algo parecido a los ejércitos. Tenemos ejércitos, que no se utilizan, pero que cuestan muchísimo dinero; pero nadie pone en duda que hay que tener ejércitos.
-Sería temible que parte de la población saliera de esta crisis más escéptica con la Ciencia.
-Quizá no, quizá no. Puede que, por ejemplo, aumente la confianza en las vacunas. Y puede ayudar a ello el efecto de los tramposos que quieren saltarse la cola. ¡Si hacen trampa los poderosos es que algo bueno tendrán las vacunas! Pero, en fin, es verdad que la sociedad se ha encontrado con un problema nuevo y ha respondido como ha respondido. Y que esto nos ha pillado además en un momento de debilidad de la razón, de populismos y de desconfianza en las élites. Por las redes sociales circulan hoy las barbaridades más insólitas y absurdas. Pero esto trasciende el problema del virus.
-Convendría que la Ciencia reflexionara desde su lado sobre la expansión de los irracionalismos.
-Sí, estoy completamente de acuerdo. No es fácil, sin embargo.
-¡Claro! La dificultad es otra gran excusa científica, por así decirlo. Tampoco a los políticos les es fácil combatir el irracionalismo.
-Comprender por qué las redes sociales tienen esa enorme capacidad de intoxicación es un problema realmente arduo, y lo es para todos. No en vano uno de los grandes problemas de la biología es saber cómo funciona el cerebro humano.
-¿Hay una base genética para el irracionalismo?
-No puedo tener una opinión fundada sobre esto. Creo en generalidades, como es natural. Y nuestros rasgos psicológicos tienen una base genética, desde luego. Casi todo lo que somos está escrito en nuestro Adn.
-¿El casi es una precaución científica o política?
-No, no, científica. Perfectamente científica. Nuestra fisiología no solo está compuesta por nuestro genoma sino también por nuestra microbiota, toda la flora intestinal, aproximadamente de un kilo de bacterias, que afectan a la fisiología e incluso a la función de muchos genes. Por lo tanto, un hermano gemelo con el que usted comparte su Adn puede tener un microbioma distinto del suyo y eso alterará la conducta. Dicho esto, tengo pocas dudas de que nuestro aspecto físico y nuestro aspecto intelectual está en gran medida condicionado por nuestros genes. Lo cual es injusto. Porque uno puede ser más buena persona o más capaz o más guapo simplemente por la genética.
-Injusto, pero tranquilizador. Si uno está convencido de que la libertad no existe también está convencido de que la responsabilidad no existe.
-El tema de la autonomía moral de las personas es un asunto fascinante, claro está. Y no está resuelto porque no es resoluble. Usted por su propia genética puede estar más predispuesto a la violencia. Y si se educa en un entorno donde le dicen que es importante utilizar la violencia para defender la patria, pues imagine. Sobre la libertad conviene pensar que existe. Poco más se puede decir sobre ella.
-Me interesan sus cavilaciones sobre esto. Al fin y al cabo usted vive tocando las letras de la vida.
-Yo creo que gran parte de mi comportamiento no es libre. Las buenas personas son las que seguramente se hacen este tipo de reflexiones: «Yo, en realidad, sería muy malo pero no me conviene ser malo».
-La decisión final la toma el mismo que quería ser malo y con su misma ausencia de libertad.
-Ja, ja. Claro. Con lo cual se convierte, ya le digo, en una futilidad práctica, al margen del interés intelectual que sin duda tiene.
-Las personas han vivido con dios, sin dios, con libre albedrío...
-Dios es una de las grandes construcciones humanas. Una construcción de la imaginación humana, que es lo que nos distingue radicalmente de los animales. Es maravilloso además que hayamos hecho a Dios a nuestra imagen y semejanza, incluyendo la dulzura del vivir y la venganza. Dios ha sido el gran subterfugio para no morirse.
-Como construcción humana la idea de la libertad es igualmente gigantesca. Comparable a la de la divinidad y con la que guarda relación intrínseca. La religión tuvo que inventarse la libertad del hombre para justificar las atrocidades de la vida debidas a dios.
-La más impresionante capacidad del hombre es construir cosas que no existen y es probable que la libertad esté entre ellas. Hace cuatro mil millones de años, por alguna razón que desconocemos, apareció un cerebro que funciona de otra forma y que es capaz de generar mundos virtuales. Y que nos hace únicos.
-Algo pasó para que ese cerebro se hiciera consciente de la muerte. ¡Una sobrecarga de cableado!
-La muerte es otro gran invento humano. No porque no exista, sino porque tenemos conciencia de ella. Hay especies que no se mueren. Se dividen y ya está. La muerte es una cuestión de organismos superiores. Eso quiere decir que la muerte no es un requisito de la biología. Nuestras células germinales son también inmortales. No tienen ningún plan de senilidad y desaparición.
-Quiere decir que hay inmortalidad en nosotros.
-Exactamente.
-¿Le parece concebible una comunidad humana donde la muerte sea cosa del pasado?
-Es concebible. A base de bloquear los favores de envejecimiento conseguiríamos hacernos independientes de la muerte. Partimos de un hecho clave: la especie humana aspira a no morirse. Lo dice muy bien Woody Allen, cuando recalca que no aspira a la inmortalidad de su obra sino de su cuerpo. La medicina, las religiones vienen de ahí. Y por qué no vamos a poder pensar en bloquear completamente el declive. Por qué no podríamos escribir la inmortalidad en nuestros genes. No es descartable que lo hagamos. Los genes se manipulan con mucha facilidad. Otra cosa es si se debe hacer.
-¿...?
-A mí no me gustaría morirme, la verdad. Pero no sé si una sociedad de inmortales daría problemas imprevistos. La inmortalidad sigue siendo una especulación, pero no infundada.
-Cuando le conocí, hace 15 años, ya hablamos de todo esto. ¿Estamos más cerca de evitarla?
-En estos años no ha habido cambios conceptuales. Pero sí tecnológicos. Tenemos herramientas mucho más precisas para manipular los genes.
-CRISPR.
-Brutal. Una tecnología de un poder, de una simplicidad y de una precisión tremendas. ¡Editar genes!: ¿usted sabe lo que supone eso? Como hizo aquel chino modificando el gen de las niñas y protegiéndolas contra el sida.
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-¿Qué se sabe de ellas, por cierto?
-Que yo sepa están sanas. No es de esperar que enfermen. Se les ha cambiado un gen de nada.
-Ja, ja, ¡un gen de nada!
-Algo sencillo, créame. Técnicamente no hay mayor problema. La cuestión no es hasta dónde podemos utilizar esta tecnología sino hasta dónde queremos hacerlo. Porque hay algunas modificaciones muy aceptables. Dejar de ser diabético, por ejemplo. La cosa se complica cuando pedimos que el niño corra más, o sea más alto. O sea más inteligente. Y se complica aún mucho más cuando, por ejemplo, nos planteamos una sociedad donde se elimine la violencia. Esto sería una cosa estupenda, quién lo duda. Pero a lo mejor la violencia va unida a otros factores...
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-Pongamos la inteligencia.
-Pongamos. O más que a la inteligencia a una agresividad intelectual que puede ser muy útil. Estos asuntos son muy complejos. La biología sintética, otra cosa. En Canadá ya han puesto a la venta un salmón, modificado con genes de anguilas, que crece más rápidamente y es mucho más grande. ¿Qué significa esto? Pues que ya creamos organismos que la evolución jamás produciría.
-O la inteligencia artificial. Qué hacemos con el juego del go cuando el campeón mundial es una máquina. Aunque solo sea psicológicamente es un asunto tremendo.
-Este asunto me interesa mucho. Es muy posible que los hombres construyamos un cerebro mejor que el nuestro.
-Si hacemos salmones mejores que la naturaleza... El salmón no deja de ser otra máquina.
-Por supuesto. Y es concebible una máquina que piense y que sea más creativa que nosotros. En fin, es difícil de seguir. Estamos siempre al borde de la ignorancia. Los científicos vivimos ahí. Y solo queremos disminuirla. Desgraciadamente cuando descubres algo nuevo la ignorancia aumenta. Una cosa de locos.
-Un perro no puede componer una sinfonía y un hombre no puede comprender su origen, su conducta o su destino. Pero imaginemos que el hombre crea una máquina capaz de comprender todo esto mediante un aumento brutal de su capacidad de cálculo. A base de cálculos la máquina del go resultó ser creativa.
-Mire, yo tengo muchas dudas de que alguna vez el hombre entienda lo que sucede en el universo. Como apareció, cuál será su fin, etc. En cambio la especie humana es una cosa muy local. Muy especial, pero resultado al fin y al cabo de nuestro genoma. Por lo tanto conceptualmente estamos más preparados para comprender lo que somos. Lo que somos está escrito. Otra cosa es que seamos capaces de leerlo y de interpretarlo. Por lo tanto, aunque hoy no seamos capaces de entendernos a nosotros mismos, quizá algún día lo seamos.
-Se me hace difícil que podamos comprender al hombre sin comprender el universo.
-El universo trata de problemas que ni siquiera somos capaces de plantearnos. Cosas vinculadas con la intimidad de la materia. Que hay debajo de todo, etc. La biología apareció aquí hace dos mil millones de años, con sustancia y factores que son comunes a todos los seres vivos. Todo lo que no entendemos tiene que estar necesariamente basado en ese alfabeto. Disponemos del alfabeto. En el universo todo es tan inaccesible que se vuelve fútil. La biología tendrá un fin. Será desentrañada.
-También los físicos buscan o buscaban ese fin con su teoría del todo.
-Conozco muchos físicos, muy inteligentes, a los que he pedido explicaciones sobre la mecánica cuántica. No las he conseguido. La biología en cambio es muy accesible. Sabemos como crece un brazo. Primero pequeñito y luego más grande. El problema de donde está un electrón en el momento en que lo miro es otra cosa absolutamente diferente.
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-En ese libro de la vida también nuestra experiencia está escrita, según demuestran los recuerdos.
-Todo tiene una implementación macromolecular. Incluso lo más sublime. Nuestro éxtasis en el Museo del Prado, por ejemplo. Rendido ante El Bosco porque resulta que tengo la proteína x que interactúa con la neurona, se produce una sinapsis y ¡El Bosco!
Comprendo que le quita la magia.
-Solo la tradicional. Porque ya me dirá si no hay magia en eso que usted dice. La magia de lo material es formidable.
-No podría estar más de acuerdo con usted en eso.
-Un último tema. Acerca de las invasiones culturales sobre las tajantes decisiones de la biología. La división de los sexos, digamos.
-Sí... El otro día una persona me habló de sexo líquido.
-El ir y venir, sí. Incluso el ir y venirse.
-No se sustenta. Uno es libre de pensar y de sentirse lo que quiera, macho, hembra, hermafrodita. Los machos y las hembras tienen características distintas, que dan lugar a conductas distintas.
-¿Podemos decir con rotundidad qué nos hace varón o hembra?
-Hay una respuesta biológica muy clara. Hay genes que funcionan específicamente en la mujer y otros en el hombre y esa especificidad la activan los cromosomas. Ahora bien: uno puede ver su propia sexualidad independientemente de su propia biología. Pero igual que el yo dice lo que quiere, el cuerpo del yo dice lo que está diseñado. Aún no sabemos los genes que funcionan en un sexo o en otro. En un futuro podríamos reconocerlos y transformarlos y pasar biológicamente de hombre a mujer.
-Las dudas sobre el sexo pueden estar también biológicamente condicionadas. Puede que no sea solo un asunto cultural que alguien sienta su sexo líquido.
-Puede ser, puede ser. Aunque son asuntos que tampoco conozco en profundidad.
-Hombre, usted trabaja todo el día con sexos. Bien es verdad que de moscas. ¿Qué pasa con ellas?
-Hay de todo. Pero, por lo general, los machos están sedientos de sexo.
-No me diga.
-En cambio la violencia va al revés, porque las hembras son más grandes.
-Claro, más grandes.
-Aunque los machos luchan por las hembras. Compiten entre ellos, no violentamente. La hembra, por el contrario, no tiene que competir mucho, porque si está dispuesta elige al macho, y si no le da una patada, que para eso es más grande. Usted debe saber que la hembra no se deja copular si el macho no le canta varias canciones, batiendo sus alas.
-Impresionante. ¿Las podemos oír?
-No, pero las podemos grabar. Canciones de amor, las llamamos, claro. Después de unos 15 minutos de promedio batiendo las alas, la hembra se deja tocar. Es un cortejo notable, no crea. Canciones, tocamientos, caricias, hasta que la hembra se deja.
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-¿Hay hembras que necesiten muchas canciones?
-Probablemente. Pero lo que tengo muy constatado es que hay machos que son auténticos tenorios. Deben cantar canciones de lo más atractivas. Y a la hembra le gusta lo exótico. Si se junta con treinta machos y uno es un mutante negro, este se muestra mucho más efectivo en conseguir pareja. Pero no por ser negro, no se confunda. Hicimos pruebas con treinta negros y uno blanco y al blanco le pasó lo mismo. El exotismo funciona. Aunque en términos generales se cumple la regla del conjunto de la naturaleza. La hembra elige lo que le parece más robusto y mejor de lo que se exhibe.
[Texto por gentileza de Júlio Béjar]
https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2021/03/14/604cf4cd21efa0dd318b458f.html?fbclid=IwAR2iGTi61adRqRfFJNidOcKdyOzcs7AYo4b4UChrzu3_wnXHBAbKdPJUHgE

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