Aceite de palma: ¿amenaza medioambiental o mal menor?
Si en casa tienes algún tipo de producto de bollería industrial, es probable que entre sus ingredientes se indique el aceite de palma o ‘grasa de palma’. Esta grasa saturada de origen vegetal se utiliza en muchos de los alimentos horneados dulces y salados de origen industrial. El aceite de palma es extraído de frutos similares a las aceitunas, drupas, producidos por diferentes variedades de palmeras. Y, para muchos, es una de las amenazas medioambientales más peligrosas del mundo.
Para mantener la textura suave de pasteles, bollos y cremas para untar, se debe utilizar una sustancia grasa que evite que el producto se seque demasiado y se endurezca. En casa se suele usar la mantequilla, una grasa saturada que permite obtener una mejor consistencia de la masa en comparación con el aceite de oliva u otros aceites vegetales, que son insaturados. El aceite de palma tiene la ventaja de ser casi sin sabor, siendo por lo tanto mejor que la mantequilla, que altera el gusto de los elaborados en los que se utiliza. El aceite de palma es también mucho menos caro y se conserva más fácilmente, todos factores que lo han convertido en la grasa más usada para la preparación de productos alimenticios a nivel industrial.
¿Es malo para la salud?
Contra el aceite de palma y sus efectos sobre la salud se ha escuchado de todo: corrompería nuestro sistema cardiovascular, causaría la diabetes, incluso podría ser cancerígeno.
El tema es debatido desde hace años, pero hasta la fecha la realidad es que no hay indicios en la literatura científica para afirmar que el aceite de palma sea dañino en absoluto. Al igual que cualquier otra grasa saturada, debe ser consumido con moderación, como ya lo hacemos con la mantequilla. La obesidad o la diabetes infantil dependen principalmente de los hábitos (alimentarios y no) y por lo tanto de las cantidades ingeridas, no necesariamente del tipo de grasa utilizada.
El devastador impacto medioambiental
Lo que sí es cierto y comprobado, en cambio, es el impacto ambiental devastador de estas cultivaciones. La feroz deforestación llevada a cabo para dejar sitio a los monocultivos intensivos de palma pone en peligro enteros ecosistemas y la supervivencia de muchas especies animales en el Borneo y en Sumatra, como por ejemplo el orangután. La creciente demanda de la industria alimentaria ha dado lugar a una expansión sin precedentes de los cultivos, con consecuencias significativas sobre todo en el sudeste asiático.
En Indonesia, los agricultores locales incendian amplias zonas de floresta para crear nuevos campos, especialmente en las turberas. La turba, formada por los restos vegetales que se encuentran en el suelo, en las llanuras de Indonesia contiene grandes cantidades de carbono.
Cuando el fuego penetra en la tierra, está latente debajo de las cenizas durante semanas, a veces meses, librando nubes de metano, monóxido de carbono, ozono y gases tales como el cianuro de amonio. El pasado octubre se calculó que, en sólo tres semanas, los incendios de Indonesia libraron más CO2 que todas las emisiones anuales de Alemania, mientras que la revista Nature ha estimado que entre 2000 y 2012 en el país se quemaron cerca de 60 mil kilómetros cuadrados de bosques. En 2015 una espesa capa de humo ha cubierto toda la región durante semanas e incluso fue visible desde el Espacio. Los incendios causan más del 75 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en el país, que ya ocupa el quinto lugar en el ranking de los principales responsables de estas emisiones en el mundo.
Alternativas aún peores
Sin embargo: ¿qué pasaría si en lugar de las palmeras, tuviéramos que sacar el mismo volumen de aceite de otras plantas? La respuesta es que ocuparíamos aún más espacio, porque la productividad de las palmas de aceite, que ocupan el 5,5% de las tierras utilizadas para la producción de todos los aceites del mundo (sólo por detrás del aceite de soja), es muy alto en comparación con las alternativas posibles.
Para producir una tonelada de aceite de palma se necesitan 23 hectáreas, mientras que para el aceite de soja hacen falta 250 hectáreas, si quisiéramos producir aceite de girasol, necesitaríamos alrededor de 170 ha. y 130 para el aceite de cacahuete. La mantequilla, en cambio, proviene de la industria ganadera, una de las más dañinas para el medio ambiente. De modo que con todas estas alternativas obtendríamos un consumo de suelo mucho mayor y un daño ambiental en proporción.
Las repercusiones de los monocultivos son indudablemente insoportables también para las poblaciones locales, con expropiaciones de las tierras de los campesinos, deportación de poblaciones enteras, explotación y ausencia total de seguridad en el ambiente de trabajo. Pero lo mismo ocurre o podría ocurrir con otros cultivos que generen aceites o también en el caso del banano, del tabaco o del café. El problema está, por lo tanto, en la ética humana, no en el tipo de producto cultivado.
Hasta ahora el único pequeño paso hacia adelante se ha cumplido con el establecimiento de normas que tienen por objeto proteger la producción sostenible. El Roundtable on Sustainable Palm Oil es el organismo encargado de certificar el aceite producido con métodos respetuosos del medio ambiente. Un instrumento todavía muy débil y arbitrario, pero que por ahora marca el camino a seguir.
http://www.lavanguardia.com/natural/20160414/401101928224/aceite-palma.html
"Yo lo que veo es mucho ruido sin base científica. Llevamos más de 40 años usando aceite de palma en nuestros productos y nunca ha habido ningún problema". Esto decía Laurent Dereux, director general de Nestlé España, en El Confidencial. Y, sinceramente, tiene algo de razón.
No en lo de la evidencia científica (que muestra claramente que no es el aceite más saludable del mundo), ni en que nunca haya habido ningún problema (algo que, en el mejor caso, no se puede saber), sino en que hay mucho ruido. Demasiado ruido como para que de esta "batalla nutricional" en la que estamos vaya a salir una sociedad que se alimente mejor.
Azúcar, panga, aceite de palma...
Que yo recuerde, solo en lo que llevamos de año, ya hemos armado un buen puñado de polémicas relacionadas con la alimentación. Las más conocidas han sido la del azúcar, la del panga y la que está en eclosión ahora, la del aceite de palma.
La mayoría de las veces son polémicas justificadas porque en un mundo con tantos intereses como este hay mucho que explicar. Y, mientras nos alimentamos prácticamente a ciegas, las azucareras se convierten en las tabacaleras de nuestro tiempo, con el panga destrozando medioambientalmente el río Mekong y con el aceite de palma "provocando" 120.000 incendios al año en Indochina.
El problema es que, con ciclos de noticias tan cortos, todo esto sirve de poco. Justo mientras terminaba de redactar este artículo, la gente de Gram Positivo publicaba una muestra muy gráfica sobre cómo el 'ruido' mediático y social afecta a la percepción de los riesgos asociados a los alimentos. Es decir, cómo la alimentación (y la atención del público) va dando bandazos según las filias y las fobias del momento.
Filias y fobias que tienen poco que ver con los problemas reales que pueden generar esos productos. La doctora Raquel Blasco compartía esta tabla que permite hacernos una idea más ajustadade cuál es la composición de nuestros los aceites más usados. Y recordaba que las recomendaciones de la OMS sitúan el azúcar y las grasas saturadas al mismo nivel.
Sin embargo y aunque llevamos años sabiendo de los problemas que puede ocasionar, ha sido ahora cuando varias cadenas de supermercados se han lanzado a retirar un aceite de palma que, como señalaba el responsable de Nestlé, se "lleva usando 40 años".
¿Cuál es el siguiente?
Si soy sincero, la única pregunta pertinente en este momento es cuál será el siguiente. Andrés Rodríguez sospecha que podría ser la acrilamida, pero da un poco igual: porque todo parece indicar que la industria ha integrado este tipo de polémicas o alarmas alimentarias en su funcionamiento habitual.
Un poco al modo de lo que denunciaba Darío Fo en una de sus obras fundamentales, el sistema alimentario ha llegado a un nivel de complejidad que el escándalo no hace sino reforzarlo. Denunciar un producto, da igual el que sea, lo único que conlleva es que se reestructure el mercado, se ofrezcan nuevos productos y que la dieta en términos generales no cambie casi en absoluto.
Según la investigación de la que disponemos en temas de salud, este tipo de prácticas solo ayudan a simplificar la compleja salud humana y a generar más confusión de la que ya había. En caso de peligro inminente, las alarmas están justificadas: pero no son inocuas y, cada vez que usamos una estrategia de este tipo, estamos erosionando la cultura nutricionalque puedan tener los receptores.
Esa creo que es la principal lección que podemos extraer de las alarmas que se están sucediendo durante estos últimos meses: esta forma de enfocar la comunicación alimentaria ni cambia el sistema, ni alfabetiza a la sociedad. Simplemente crean un río revuelto en el que solo ganan los pescadores. Y eso, como estamos viendo, es parte del problema.
Imágenes | Logan Brumm
https://www.xataka.com/medicina-y-salud/contra-el-aceite-de-palma-el-azucar-el-panga-y-el-sentido-comun-como-las-polemicas-alimentarias-pueden-ser-contraproducentes
Aceite de palma: Nestlé cree que se ha desatado una "alarma social injustificada"
Laurent Dereux considera que la polémica del aceite de palma en torno a sus efectos en la salud no tiene fundamento. "Se ha creado una alarma social injustificada", zanja el director general
El director general de Nestlé en España, Laurent Dereux, está sorprendido por la que se ha montado con el aceite de palma. "No hay pruebas que demuestren que este ingrediente es perjudicial para la salud", asegura tajante en conversaciones con este periódico. No entiende a qué viene esa "alarma social injustificada" y acusa a los medios de propagar mensajes negativos.
"Yo lo que veo es mucho ruido sin base científica. Llevamos más de 40 años usando aceite de palma en nuestros productos y nunca ha habido ningún problema", declaró en los pasillos de la Asamblea General de la Asociación de Empresas del Gran Consumo (Aecoc), celebrada el pasado miércoles en Barcelona. Nestlé es famoso por sus chocolates, cereales, galletas, postres y helados, entre otros muchos productos.
No obstante, defiende la libertad de los consumidores para descartar los alimentos que contengan este polémico ingrediente si así lo consideran oportuno. De hecho, los clientes ahora lo tienen más fácil para identificar las grasas con efectos nocivos en la salud. La última normativa europea sobre etiquetado en alimentación (2014) obliga a los fabricantes a especificar los ingredientes uno por uno, es decir, no basta con decir 'aceite vegetal'.
Dereux frunce el ceño cuando recordamos la postura de los supermercados al respecto. Alcampo avanzó a este periódico que acabará con el aceite de palma en todas sus marcas propìas, una decisión que tampoco descartan otras grandes cadenas como DIA o Eroski. La pequeña compañía ecológica SuperSano fue la primera en tomar esta medida mientras grandes fabricantes como Nestlé se muestran recelosos.
La OCU desaconseja abusar de un ingrediente cuestionado a nivel nutricional por su riesgo sobre todo para aquellas personas que padecen hipertensión, problemas cardiovasculares, sobrepeso o colesterol alto. Pero esto no impide que siga siendo uno de los productos más utilizados del mundo por su bajo precio y versatilidad. Bollería industrial, galletas, pasteles, chocolate, helados.. La lista de productos que lo contienen es infinita.
El director de Nestlé en España pone en duda esta tesis. "Otra cosa son sus efectos en el medio ambiente. Garantizamos el uso de aceite de palma 100% sostenible en todos nuestros productos", zanja.
http://www.elconfidencial.com/empresas/2017-04-09/nestle-aceite-de-palma-salud-medioambiente-chocolates-bollos-helados_1363210/?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_campaign=ECFDManual
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El debate esta candente, los consumidores se han alarmado, y los supermercados ven como sus productos caducan y empiezan a no comprar a sus proveedores
Para la salud es malo, como es malo el exceso de azucar, el excso de alcohol, el aceite de coco o el de palmiste, pero para el medio ambiente es nefasto. Lo ideal sería sustituirlo por girasol, o maíz ( pensando en aceites baratos ), pero mucho me temo que lo sustituirán por coco, por el precio, lo que a nivel de salud es lo mismo.
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