La vida exponencial ha comenzado: 5 pruebas que lo demuestran
El MIT (Massachusetts Institute of Technology: MIT) es uno de los ecosistemas académicos con mayor reconocimiento internacional en materia de investigación, tecnologías y futuro. Con estos credenciales, no es raro que OpenMind lo haya elegido como el escenario perfecto para preguntarse ¿cuál es el siguiente paso? y presentar así el último libro de la colección BBVA, “El próximo paso: la vida exponencial”.
La vida exponencial, una vida marcada por el progreso de las denominadas tecnologías exponenciales no es cosa de ciencia ficción, ni tampoco un escenario posible únicamente a futuro, pues existen ya entre nosotros tecnologías que transforman nuestra vida en muy diferentes aspectos. En este artículo hemos elegido 5 ejemplos, explicados por los autores de nuestro último libro, para demostrar por qué podemos decir que las tecnologías exponenciales ya están aquí.
Finanzas, robots, sensores, inteligencia artificial, materiales inteligentes, genética y riesgos, muchos riesgos a tener en cuenta en este escenario exponencial. Todos estos temas forman se tratan en el último libro de la serie OpenMind y se abordaron también en el evento de presentación.
Los bancos ya saben que van a dejar de existir
El futuro no es sólo aquello que está por venir, sino también todo lo que ya podemos confirmar que pasará mañana. Con esta perspectiva, Francisco González (Presidente de BBVA y autor del capítulo “El próximo paso en finanzas: la banca exponencial”) comparte sus predicciones sobre la transformación que sufrirá el sistema bancario a corto plazo. Desde su experiencia en banca y más concretamente en el propio proceso de transformación de BBVA, González puede afirmar que la banca, tal y como la conocemos ahora, tiene los días contados. Sin embargo, también cree que ese cambio traerá consigo numerosas oportunidades y sostiene que ese debe ser el enfoque que guíe a las organizaciones financieras en este proceso de evolución y revolución. ¿Permitirán las tecnologías exponenciales desarrollar un sistema bancario más universal e inclusivo? Es una de las principales esperanzas puestas en esa “banca exponencial” pero siempre, con un referente claro e inevitable: la comodidad y la facilidad pensadas por y para el usuario.
Las neuronas pueden “replicarse” con sensores
Los sensores se han convertido ya en fieles compañeros de vida en algunos de sus usos más clásicos: nos ayudan a aparcar, detectan movimiento, permiten regular la temperatura de una estancia… Sin embargo, más allá de las aplicaciones que ya conocemos, estas tecnologías prometen convertirse en un verdadero vehículo de expansión tecnológica. Los sensores, tal y como los concibe Joseph Paradiso (profesor en el MIT Media Lab y responsable del grupo de Responsive Environments) pueden ser la clave para conectar un cerebro humano aumentado con el Internet de las cosas.
Algunos de los proyectos que dirige Paradiso incluyen el uso de los sensores para optimizar la relación del hombre con su entorno. Por ejemplo, en la imagen que hay sobre estas líneas aparece la información que monitorizan miles de sensores distribuidos en un espacio natural en proyecto de recuperación. Toda la información que proporcionan permite hacer un uso eficiente de los recursos (agua, abonos…) y así recuperar el ecosistema más rápidamente. Pero, a la hora de conectar nuestro cerebro al Internet de las Cosas, quizás sea más gráfico el ejemplo de una oficina que reconoce tu estado de ánimo y responde con luz, sonido u olores en función de los síntomas que presente tu cuerpo (y que se transmiten por diferentes sensores: sonido, postura, temperatura, movimientos faciales…). ¿Conseguirán los sensores que establezcamos una especie de telepatía con el medio que nos rodea?
La genética está estudiando cómo producir medicamentos personalizados
La medicina “de talla única” tiene los días contados gracias a la genética. El estudio de los genes que componen nuestro genoma y las interacciones que producen determinadas combinaciones de dichos genes permitirán a los genetistas desarrollar patrones personalizados de respuesta ante una enfermedad. Steven Monroe Lipkin, catedrático de medicina en la Universidad de Weill y director del Adult and Cancer Genetics Clinic del hospital Presbiteriano de Nueva York, sostiene que los esfuerzos de secuenciación del genoma tienen que partir del estudio colectivo para después traducirse en una aplicación personalizada. ¿Parece una contradicción? Sin embargo, es clave para que la medicina del mañana pueda generar grandes bases de datos con el genoma de individuos a nivel nacional e internacional. De esta manera, el Big Data permitirá cruzar y analizar resultados para establecer patrones de respuesta y tratamientos personalizados. Pero, ¿a qué riesgos se exponen los individuos que participan en dichos estudios? ¿Implicará el avance de la genética una nueva discriminación, por ejemplo, a la hora de contratar un seguro médico o de vida?
Instituciones y Gobiernos tienen hoy muy presentes los riesgos del futuro
El siglo XXI será el más importante (con más consecuencias) para la existencia de la especie humana. Esa es la postura de Seán Ó hÉigeartaigh, investigador sobre riesgos globales y tecnologías emergentes en el Centre for the Study of Existential Risk (CSER) de Cambridge. Hasta ahora, como civilización, hemos sobrevivido expuestos a amenazas naturales como terremotos, glaciaciones, tormentas solares o meteoritos, entre otras. Sin embargo, parece que la tecnología, por un lado, nos ha ayudado a saber más sobre cómo prevenir o anticipar dichos riesgos. Pero, por otro lado, el propio progreso tecnológico es ahora el origen de muchas amenazas a las que tendrá que hacer frente la civilización human. A pesar de todo, Ó hÉigeartaigh no se rinde al pesimismo y cree que los riesgos a los que nos expone el progreso tecnológico -cambio climático, una inteligencia artificial desbordada, la superpoblación, potenciales armas biológicas o pandemias dirigidas – son controlables y por ello, es fundamental que se conciencie a la sociedad y se empiece a dirigir los avances de cada área teniendo muy presentes los riesgos y trabajando en paralelo para prevenirlos.
Los robots del futuro se parecerán más a una bacteria que a R2-D2 (Star Wars)
Jonathan Rossiter es profesor de Robótica en la University of Bristol y está estudiando cómo desarrollar robots que permitan una interacción natural con el ser humano. Para ello, se utilizan materiales inteligentes (que responden a estímulos como lo haría un tejido muscular, por ejemplo) y se tienen en cuenta estructuras presentes en la naturaleza, como las bacterias (que ocupan más espacio en nuestro organismo que las propias células). Fruto de esta combinación de materiales y formas nacen los robots blandos, que replantean la definición misma del término robot.
Los robots blandos permitirán que nuestro cuerpo se relacione con la robótica fácilmente y sin brusquedad , permitiendo así que integremos dispositivos robots en nuestro propio organismo (por ejemplo, un robot hecho con gelatina que podamos tragarnos para que ejerza de “doctor” y ataque a las células cancerígenas). Esta nueva relación con los robots hará que la diferencia entre robot blando y rígido tienda a desaparecer y, es más, la diferencia misma entre lo que es (o contiene) un robot y lo que no, deje de tener sentido en sí misma.
Dory Gascueña para OpenMind
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