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jueves, 27 de septiembre de 2018

“Para innovar y gobernar bien..... Charles Edquist

Porque no definir el producto sino la necesidad que cubrir estimula la capacidad creativa de las empresas que concursan por un encargo público. En vez de fabricar el mismo panel que le piden siempre y, como mucho, competir por precio, piensan cómo diseñar uno más eficiente a menor precio. O todo un sistema diferente

Charles Edquist, consejero de Innovación de Suecia con el jefe del Gobierno y cinco ministros
Tengo 71 años y nunca había tenido tanto éxito en mi investigación. Nací en una granja donde no había un libro y mis hermanas no pudieron estudiar. El esquema lineal para innovar de I+D+i es erróneo y hace perder inversiones: la innovación debe ser holística.

“Para innovar y gobernar bien no hacen falta doctorados”
LV | Foto: Ana Jiménez

“Para innovar y gobernar bien no hacen falta doctorados”





Innovar sin títulos

No hacen falta másters para fomentar la innovación en un país. Sí que hace falta tomársela en serio, aunque el primer ministro sea soldador, como el de Suecia, hoy en la vanguardia innovadora tras haber superado el viejo esquema lineal de I+D+i: invertir en investigación básica para después aplicarla y que llegue al final al desarrollo de nuevos productos. Es más efectivo intervenir propiciando la innovación en todo el sistema productivo. Por ejemplo, el Estado, en vez de especificar en cada concurso el producto o servicio que necesita , debería definir sólo la necesidad que quiere cubrir y que fueran quienes concursan los que compitieran con nuevas ideas y productos para adjudicarse cada inversión pública.

Cómo logra que el jefe del Gobierno se reúna con usted y lleve a cinco ministros?
Veamos: el que hasta hace una semana era nuestro primer ministro, Stefan Löfven, no tiene titulos académicos. Es soldador...
El título académico no hace al político.
Es que Stefan, precisamente porque es soldador y sindicalista, sabe que sólo la innovación en una empresa logra incrementos de productividad que luego se transforman en subidas de sueldo para todos.
¿Por eso le hizo caso a usted?
Había leído y sabía que la investigación económica ha demostrado que cuanto más innovadora es una economía, mejores sueldos y más impuestos recauda para sostener servicios públicos, luego más bienestar proporciona a todos. De ahí que apostara por la innovación.
Fácil de entender; difícil de lograr.
Por eso hay que explicarlo. La gente cree que la innovación es cosa de ingenieros, doctores, académicos e intelectuales, pero es sencilla.
Parece que requiere conocimiento.
Dos de las innovaciones suecas más recientes y universales, Spotify y Skype, no entrañaban complejidad técnica. Convertirlas en un éxito era simplemente cuestión de ser persistentes y tener ojo comercial. Y saber enviar e-mails. Y sus fundadores supieron insistir y hacerlo.
¿Y lo de la I+D+i?
Ese esquema lineal de innovación es anticuado. La presenta como una secuencia ineludible en la que primero hay que invertir en investigación básica para que luego sea aplicada y al final llegue al desarrollo del producto, que al venderse genera riqueza y empleo.
Ese es el catecismo de la innovación.
Pues no funciona y nos hace derrochar miles de millones. Lo que sí es efectivo es poner a todo el sistema productivo en modo innovador; nada de secuencias: mirada holística.
Ya dirá cómo.
Nuestro primer ministro prometió que formaría un Consejo de la Innovación para Suecia.
Aquí tenemos un montón.
Pero es que el nuestro ha sido presidido por el primer ministro desde hace tres años y medio en reuniones de seis horas que nunca ha abandonado y ha obligado a cinco ministros más a participar y actuar. Además, somos diez los consejeros de la industria, la gran empresa, la pequeña e investigadores como yo.
¿Qué han conseguido?
Tras desmontar ese esquema del modelo li­neal, encargamos estudios y análisis a los técnicos de cada ministerio y en la siguiente reunión ya descubrimos que la inversión pública en innovación acababa concentrada en los últimos estadios de la cadena innovadora...
¿Qué hay de malo en eso?
Que debe dirigirse a los estadios iniciales y ayudar a los emprendedores que comienzan, porque es ahí donde tienen que arriesgar más. Cuando un invento ya está demostrado que funciona, no tiene sentido inyectarle dinero público. Ya lo puede hacer la empresa y si lo puede hacer la empresa, que no lo haga el Estado, porque no lo hará mejor.
¿Ahora cómo invierte Suecia?
Tras aquella reunión, el Gobierno propuso al Parlamento una ley que hizo mucho más eficiente la inversión en innovación, que en Suecia es de más de 3.000 millones de euros.
¿Qué más decidieron en el Consejo?
Los estados de la Unión Europea gastamos tres billones de euros al año en bienes y servicios.
El Estado es el comprador número uno.
Y hasta hoy en Suecia, como en la mayoría de democracias, para que el Gobierno compre cualquier cosa hay que licitarla. Desde bolis de un ministerio hasta el avión presidencial o los rayos X de los hospitales. Todo se compra así.
Hay que poner condiciones y abrir un concurso para elegir entre las ofertas.
Para licitar, por ejemplo, los paneles para aislar del ruido del tráfico a las casas junto a las autovías, el ministerio redactaba un pliego de condiciones muy concretas: “Debe medir x y x y ser de tal material y tal otro”... Y así hasta definir exactamente lo que se sometía a concurso.
Aquí se hace igual.
Los técnicos estatales elegían el mejor y más barato entre los proyectos presentados por las empresas siguiendo el guion y se compraba.
Eso, si se hacía todo honestamente.
Pero si, además, quieres hacerlo innovadoramente, el Estado no debe especificar qué quiere comprar, porque así cierra las posibilidades de crear. En vez de definir el producto que adquirir, el Estado debe definir con precisión qué necesidad quiere cubrir.
Por ejemplo.
En este caso, sería reducir a 72 decibelios el ruido en la vivienda más cercana a la autovía.
¿Por qué así se fomenta la innovación?
Porque no definir el producto sino la necesidad que cubrir estimula la capacidad creativa de las empresas que concursan por un encargo público. En vez de fabricar el mismo panel que le piden siempre y, como mucho, competir por precio, piensan cómo diseñar uno más eficiente a menor precio. O todo un sistema diferente.
¿Y les está funcionando?
Ahora empezamos. Y si se hiciera sistemáticamente en la UE con los miles de millones que cada Estado gasta en bienes y servicios, el salto innovador sería exponencial. En vez de invertir el 0,2% del PIB europeo en investigar, invertiríamos el 20%.
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https://www.lavanguardia.com/lacontra/20180926/452039981138/para-innovar-y-gobernar-bien-no-hacen-falta-doctorados.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=facebook&utm_medium=social

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