Estados Unidos anuncia que construirá 300 micro reactores hasta 2050.
China, Francia, Reino Unido, Canadá... tienen programas parecidos.
España, sin embargo, ignora la nueva era mini nuclear para abaratar la luz.
Nuestro docente del Máster en Energías Renovables Andres Schuschny
considera que «con los excedentes de energía nuclear se puede producir
el hidrógeno rosado y trabajar en centrales más pequeñas, las llamadas
mini nuclear, que, en lugar de agua, utilicen sales de vidrio con lo que
si hay cualquier incidente las sales de vidrio se solidifican y no
pueden escapar como el vapor de agua contaminado». https://lnkd.in/e_hTDkZa
Sólo para aclarar lo expresado por el periodista en función de la larga charla que tuve con él, yo me referí a los reactores de sal fundida. En el caso de que hubiera un accidente en dichos reactores las sales se solidifican como un vidrio permitiendo que el material radioactivo no se disperse.
España ignora la nueva era mini nuclear para abaratar la luz
EE UU anuncia que planea construir 300 micro reactores hasta 2050. China, Francia, Reino Unido, Canadá... tienen programas parecidos. España, no estudia
Una de cada cinco veces que se enciende la luz en España, se consume energía nuclear. Es un hecho. El uranio es responsable del 22% del «mix» eléctrico desde hace diez años, con solo el 6,5% de la potencia eléctrica instalada, y del 30% de la energía producida sin emisiones de CO2 gracias a sus siete centrales operativas. Normal, porque con la fisión de solo un gramo de uranio 235 se libera la misma energía que con la combustión de 2,7 toneladas de carbón o 2 toneladas de petróleo: 24,5 megavatios a la hora. Con la ventaja de que no hay emisiones de CO2, el objetivo final de la transición energética. Y eso teniendo en cuenta que por cada tonelada de uranio solo extraemos el 6% de su energía, unos 60.000 MW al día, cuando podrían llegar a liberarse hasta un millón de MW diarios. Entre 2027 y 2035, de forma escalonada, dejarán de funcionar los siete reactores operativos en España. ¿Nos lo podemos permitir en el actual escenario?
Repasemos la situación, porque la única forma de generación eléctrica que funcionaría apretando un botón (en ausencia de solar o eólica) y sin carbón ni nuclear sería el gas, contaminante y caro. Muy caro. Ante este panorama cada vez más voces piden mantener operativos los reactores más allá de los plazos pactados y apostar por centrales más pequeñas, la llamada mini nuclear. Una «transición nuclear».
A principios de la década de 2010, se comenzó el desarrollo de la fisión nuclear de cuarta generación basada en los Reactores Modulares Pequeños (SMR) una suerte de «piezas de lego» que se pueden montar a demanda y fabricar en cadena. ¿Ventajas? Con una capacidad de potencia eléctrica no superior a 300 MW por unidad, un tercio de la que tienen los reactores tradicionales, los SMR son más pequeños, se ensamblan en fábricas, se transportan en bloque y pueden generar además el calor necesario para la producción de hidrógeno. Conclusión: ocupan menos espacio, pueden colocarse en lugares remotos o donde no caben centrales más grandes, ahorran costes y tiempo de construcción y pueden ampliarse a medida que aumente la demanda. «Si necesitas 1.000 MW eléctricos, compras 10 módulos ya está. ¿Que necesitas 10 MW? Pues compras uno y si quieres ampliar adquieres más. Hay zonas que no necesitan grandes centrales y su trasvase a la red es más sencillo porque no hay un vuelco enorme de energía. Se fabrican en cadena, lo que abarata todo el proceso y facilita el transporte y la construcción, con lo que se rebajan mucho los costes de inversión», explica a LA RAZÓN Óscar Cabellos, catedrático en Energía Nuclear de la Universidad Politécnica de Madrid. ¿Cuánto es el ahorro? «Aún no hay ningún SMR construido, pero todo lo que se hace en módulos o en cadena puede abaratarse hasta un 50%, más o menos», responde. Las estimaciones incluso superan ese porcentaje de ahorro y dan de entre 900 y 2.500 millones de euros de coste para los SMR, dependiendo de su potencia, por los entre 6.000 y 11.000 millones de una central convencional. Se reduce el tamaño, el perímetro de seguridad (de 16 kilómetros a unos tres) y el tiempo de construcción: de tres a cinco años por los más de 10 de una nuclear clásica.
El hecho de que la financiación necesaria sea muy inferior a la de una central convencional convierte a los SMR en una opción muy interesante para las industrias electrointensivas. «No solo son viables para las eléctricas. Las grandes cerámicas, la industria del acero o el aluminio tienen una demanda continua de energía y podrían solicitar licencias, como ha ocurrido en Finlandia. Pero es que, además, tiene aplicaciones industriales, porque los SMR pueden producir también calor para la generación de hidrógeno, que con la electrólisis es poco eficiente, pero con calor más. Y también sirve para desalinizar el agua», prosigue Cabellos, experto en fisión de reactores.
“El Gobierno no nos quiere oír”
Las ventajas están sobre la mesa, ¿por qué entonces nadie habla de ellas en el Parlamento? «El Gobierno no nos quiere oír», se queja Cabellos. «Se va a necesitar potencia de respaldo, un colchón energético que asegure el sistema. En las actuales circunstancias, empezaría por suspender el plan de cierre de las centrales. Sin embargo, hablar de la nuclear no da réditos políticos porque los ambientalistas se encargaron de crear una mala imagen de esta tecnología. Es cierto que los residuos emiten durante miles de años, pero también que es la generación menos contaminante, menos incluso que la eólica o solar a largo plazo», apunta Andrés Schuschny, profesor del máster en Renovables de la Universidad Internacional de Valencia. De hecho, según estimaciones de la Agencia de Energía Nuclear de la OCDE, un despliegue rápido de los reactores SMR podría evitar la emisión de 15.000 millones de toneladas de CO2 desde ahora hasta el año 2050. Como comparación, en 2021 las emisiones mundiales de CO2 fueron superiores a los 33.000 millones de toneladas.
Schuschny, argentino, conoce bien la materia no solo por sus estudios sino porque Argentina, como decenas de países, desde Estados Unidos a China pasando por Canadá, Reino Unido o Francia, desarrolla también un programa SMR. «Además, con los excedentes de nuclear se puede producir el hidrógeno rosado y se está trabajando en mini nuclear que en lugar de agua utiliza sales de vidrio con lo que si hay cualquier incidente las sales de vidrio se solidifican y no pueden escapar como el vapor de agua contaminado», explica.
La seguridad es precisamente otra de las ventajas de los SMR y más aún de los microrreactores, con una generación de hasta 10 MW y aún más pequeños, adecuados para regiones que no tienen acceso a energía limpia, fiable y asequible y que pueden servir de reserva de suministro en caso de emergencia. «Los sistemas de seguridad de los SMR están más integrados en el funcionamiento. Son reactores de refrigeración pasiva que no necesitan grandes sistemas en caso de accidente. Son mucho más seguros. Tampoco necesitan tanta demanda de agua, dependerá de la potencia», asegura Cabellos. La AIEA considera a los SMR «sistemas pasivos con seguridad inherente al reactor, como una potencia y una presión de funcionamiento bajas». La propia UE cree que los SMR pueden ofrecer opciones flexibles y seguras, y por eso dispone con fondos europeos del programa McSafer, para mejorar la seguridad de los mini reactores.
Pero, además de ser más seguros, ¿qué pasa con los residuos? «Con un SMR convencional, equivalente al de agua ligera y no refrigerado por sales, plomo o sodio vas a tener uranio en estado sólido cuya gestión es segura. Todos los residuos generados en los años de operación nuclear en España caben más o menos en la superficie de un campo de fútbol», sostiene Cabellos. Además, los reactores que trabajan con otros sistemas podrían quemar más el combustible nuclear. Más de ese 6% que le sacamos al uranio. Y cuanto más se quema el uranio, menos residuos. «No liberamos más energía porque el material estructural no aguanta más, pero con los SMR con neutrones rápidos y sales fundidas podremos extraer más energía con menos residuos», pronostica Cabellos, quien sostiene que las siete centrales operativas están en condiciones de funcionamiento seguro. «No tiene sentido cerrarlas».
Más ventajas. Los SMR tienen pocas necesidades de combustible. Las centrales nucleares basadas en SMR pueden necesitar recargar combustible con menor frecuencia, cada 3 a 7 años, frente al intervalo de 1 a 2 años de las centrales convencionales. Algunos SMR están diseñados para funcionar hasta 30 años sin recargar combustible. Y luego está la materia prima. Parece estratégicamente inteligente que el abastecimiento dependa de Canadá o Australia que de países más conflictivos como Argelia o Rusia.
Respecto al almacenamiento, los reactores de sales fundidas como combustible nuclear y refrigerante primario permiten cubrir los picos de demanda por un sistema de almacenamiento de calor que es recargado durante los periodos valles de demanda.
China, el país que más unidades nucleares construye, también está desarrollando un ambicioso programa de SMR. En julio de 2021, dio comienzo la construcción de un reactor de prueba en la provincia de Hainan. Este reactor de agua a presión de 125 MW servirá, además de para producir electricidad, para generar vapor industrial y desalar agua de mar, así como para alimentar redes de calor y frío, y la producción de hidrógeno. Está prevista su entrada plena en servicio en mayo de 2025. China planea levantar 150 centrales nucleares en los próximos 15 años que generarán 147 gigavatios en 2035, la mayoría serán convencionales. EE UU ha anunciado 300 reactores adicionales para 2050 que añadirán 90 GW a su red. ¿La diferencia? Los 300 reactores americanos serán SMR. Una nueva era atómica emerge y España parece dispuesta a ignorarla.
https://www.larazon.es/economia/20220626/u6ubt4kesna6dkemy23naknuza.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario