El 2020 como frontera
A Jose Manuel Sánchez, de ABC, le llamó la atención la reiteración en el uso del año 2020 como “fecha para todo”, como el supuesto “año del cambio” marcado por todos los estudios, previsiones y ensayos como la próxima gran explosión tecnológica, y me envió una pregunta por correo electrónico sobre el tema, que utilizó para su artículo titulado “Objetivo 2020: El mundo, ante el año del gran salto tecnológico” (pdf), publicado hoy.
Mi impresión es que el uso de la fecha corresponde simplemente a un intento de cálculo de la velocidad del progreso tecnológico, una forma de extrapolar en un entorno en el que es bien sabido que el ser humano tiende a calcular especialmente mal. El 2020 es un año que, cuando se comenzó a usar como “frontera para todo”, quedaba aún suficientemente lejos como para que se viese como excesivamente arriesgado, pero que ahora ya está a menos de tres años vista, prácticamente a la vuelta de la esquina. ¿Existen realmente factores o cálculos de algún tipo que apunten al 2020 como un año en el que veremos una cantidad de cambios especialmente grande? ¿O por el contrario, tendemos a utilizar el 2020 como un año en el que muchas de las cosas que entendemos como futuro ya estarán disponibles, independientemente de que se hayan presentado en 2017, 2018 ó 2019? ¿Qué hay de verdad y qué de exageración en el uso persistente y casi obsesivo de esa fecha?
A continuación, la pregunta que Jose Manuel me envió, y mi respuesta:
https://www.enriquedans.com/2017/03/el-2020-como-frontera.htmlP. ¿Estamos siendo demasiados optimistas para vaticinar el 2020, que solo quedan tres años, para que se produzca un punto de inflexión, o crees, por el contrario, que esa carrera en la que estamos (desarrollo de procesos cognitivos, implantación de técnicas Big Data, inversión y desarrollo de coche autónomo, llegada de las redes comerciales 5G…) vamos a un ritmo menor de lo esperado?R. Fijar el 2020 como año de desarrollo e implantación de muchas de las revoluciones que estamos viendo perfilarse desde hace ya varios años no es especialmente temerario si tenemos en cuenta que, en muchos casos, hablamos de tecnologías que marcan un antes y un después en muchas industrias, una nueva división digital equivalente en importancia a la que marcó la llegada de internet, y que, por tanto, esto representará una presión competitiva fortísima y una auténtica carrera brutal por la adopción en la que nadie que cuente con los medios para posicionarse quiere – o puede – quedarse atrás.Lo estamos presenciando en industrias de todo tipo: la automoción se ha convertido en el auténtico laboratorio en el que todos los competidores tradicionales juegan a las sillas musicales y buscan pareja de baile para no ser meros espectadores, las startups de machine learning se convierten en objeto de deseo de todas las grandes compañías, los productos de todo tipo se llenan de sensores conectados como si no hubiera un mañana, los modelos basados en plataformas arrasan múltiples industrias… todo presagia lo mismo, mientras los ciclos de madurez y adopción se acortan cada vez más. Llevo diecisiete años escribiendo regularmente sobre tecnología, y nunca he visto una aceleración como la que vivimos actualmente. Si alguien cree que las cosas no pueden cambiar tanto en tres años, que se vaya poniendo el cinturón de seguridad…
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