Liberadas polillas transgénicas para acabar con una de las peores plagas del planeta
El primer experimento en campo abierto con un insecto modificado ofrece resultados prometedores para frenar una invasión que causa pérdidas de 4.000 millones de euros
Nuño Domínguez
Desde hace unos años, una empresa originada en los
laboratorios de la Universidad de Oxford crea seres vivos con
capacidades que hasta ahora no existían en la naturaleza. Su primera
criatura fue una variante del mosquito Aedes aegypti que
llevaba insertado en su genoma ADN de coral marino, bacterias, moscas y
polillas. El objetivo de esas modificaciones era sencillo: crear
mosquitos machos capaces de aparearse con las hembras para pasar a su
descendencia una herencia genética que garantiza que ninguno de sus
hijos sobrevivirá.
Así dicho puede parecer algo terrible, pero las hembras de Aedes aegypti son las responsables de transmitir enfermedades que afectan a millones de personas, como el dengue, el zika
y el chikungunya. En diferentes experimentos en Brasil, los creadores
de estos mosquitos diseñados para eliminar a su propia estirpe
demostraron que reducen la incidencia del dengue hasta en un 90%.
La compañía, Oxitec, ya está probando en Brasil una segunda generación
de mosquitos transgénicos que producen solo machos; incapaces de picar y
de transmitir enfermedades. También está desarrollando una nueva
variante para intentar esterilizar al mosquito que transmite la malaria,
una enfermedad que sufren más de 200 millones de personas en todo el
mundo y que cada año mata a más de 400.000, la mayoría niños.
Hoy se publican los resultados del primer experimento en
campo abierto con otra de las creaciones de esta compañía
biotecnológica. Se trata de una variante de la polilla Plutella xylostella que es una de las peores plagas agrícolas del mundo.
Las larvas de este insecto se alimentan de cultivos como el brécol, el
repollo o la coliflor y causan cada año pérdidas de unos 4.000 millones
de euros. Lo peor de esta polilla es que se ha vuelto resistente a la
mayoría de los insecticidas.
“Este insecto es el líder mundial en resistencia a los
insecticidas”, explica Tony Shelton, entomólogo de la Universidad de
Cornell (EE UU). “Esta es una de las peores plagas agrícolas de todo el
mundo especialmente en zonas cálidas, como el sur de EE UU, Asia,
incluidas China, India y Tailandia, así como España e Italia”, resalta.
Aquí es donde entra en juego la polilla OX4318L, una
variante modificada cuyo genoma lleva pequeños fragmentos sintéticos
inspirados en los de otros organismos, incluidos los ya mencionados más
otros nuevos, como el virus del herpes. Estas modificaciones hacen que
los machos transgénicos les pasen a las hembras un legado genético que
las hace adictas a la tetraciclina, un antibiótico. Sin ese compuesto
las larvas mueren a los pocos días. Este truco permite a los
investigadores criar en el laboratorio generaciones de la polilla usando
ese antibiótico y les asegura de que toda la progenie morirá en los
campos sin causar daños.
El equipo de Shelton junto a expertos de Oxitec ha
realizado la primera suelta de estas polillas modificadas que se ha
hecho en campo abierto: un cultivo de repollos debidamente aislado en
Geneva, en el estado de Nueva York. Los resultados, publicados hoy en Frontiers in Bioengineering and Biotechnology,
demuestran que los machos modificados genéticamente se comportan igual
que los salvajes y que se aparean con las hembras con toda normalidad.
Los investigadores liberaron casi 10.000 polillas salvajes y
otras 10.000 modificadas, lo que ha servido para recapturar algunas de
ellas después de unos días con trampas que despiden feromonas. El
trabajo muestra que la mayoría de los insectos apenas viajan unas
decenas de metros desde su punto de suelta. Ningún ejemplar transgénico
apareció en las trampas situadas fuera del campo experimental, un buen
dato en relación con la seguridad para un futuro uso comercial.
“Estudios previos hechos en invernaderos han demostrado que las polillas
transgénicas reducen drásticamente esta plaga en apenas dos
generaciones [un mes]”, explica Shelton. “Creo que va a haber varias
formas de usar esta tecnología, la primera, anteponerse a la plaga y
soltar polillas modificadas de forma profiláctica y la segunda, liberar
una población más grande de insectos modificados para eliminar una plaga
que ya está asentada”, detalla.
Esta táctica no es completamente nueva. Desde los años 50
se han creado poblaciones enteras de mosquitos estériles para acabar con
plagas, pero se hace bombardeando a los machos con radiación. Esta
táctica permitió eliminar el gusano barrenador del ganado en América del
Norte, México y zonas de África. “Lo malo de esta táctica es que es
como pegarles a los machos con un martillo en la cabeza, les vuelve
menos competentes que los machos salvajes”, explica Shelton, que añade
que la modificación genética es mucho más “específica” y permite además
usar menos insecticidas, lo que tiene beneficios ambientales.
“Nuestro objetivo ahora es hacer más sueltas experimentales
en cultivos para comprobar que la medida es segura y que funciona”,
explica Neil Morrison, jefe de programas agrícolas de Oxitec y coautor
del estudio. “Creemos que esta puede ser una nueva herramienta para
evitar estas plagas y evitar la aparición de especies resistentes a
insecticidas”, resalta. La polilla empleada en EE UU sería solo la
primera de sus criaturas dedicadas a la extinción de pestes, a la que
luego seguirían otras especies, como la mosca mediterránea de la fruta o
la del olivo, que la empresa ya intentó probar en un campo español en
2015, aunque el experimento no llegó a llevarse a cabo, explica
Morrison. “Aún somos una empresa pequeña y tenemos que ir paso a paso,
con lo que ese proyecto por ahora debe esperar”, explica.
Organizaciones ecologistas se oponen a este tipo de
experimentos. Argumentan que puede contaminar y arruinar la
certificación de los cultivos orgánicos adyacentes. También consideran
que se debería demostrar que las larvas muertas de esta polilla son
inofensivas para los animales o personas que se las puedan comer.
La entomóloga Dolors Piulachs opina que es “un estudio muy
completo que demuestra que sería efectivo como medida de control de
plagas", aunque sería solo un arma más para el arsenal y no funcionará
con todas las plagas. Esta investigadora del Instituto de Biología
Evolutiva (CSIC-UPF) piensa que “no hay posibilidad de que los genes de
la especie modificada permanezcan presentes, pues todas las hembras
mueren”. “Cualquier animal que se coma a una de las larvas muertas o a
un mosquito macho no tendría ningún problema pues el ADN quedaría
degradado en el sistema digestivo”, resalta. “Hay que recordar que no se
trata aquí de erradicar una especie, pues siempre quedarán ejemplares
salvajes en algún rincón, solo se trata de sacarlos de los cultivos,
porque lo más importante es que la gente pueda comer y que se usen menos
pesticidas”, resalta. “El único problema que puede tener esta táctica
es que al reducir o eliminar una especie aparezca otra plaga que
aproveche el hueco”, añade.
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