¿Cómo será la medicina del futuro?
La evolución de la tecnología de los últimos años está permitiendo un avance sin precedentes en la investigación científica y biológica, que se traduce en mejores diagnósticos y en costes más eficientes. Uno de los últimos ejemplos es la velocidad a la que se han desarrollado las vacunas para el virus de la COVID-19.
8 junio, 2021
CIO Global de Santander Private BankingEn los últimos años, los avances en investigación biológica se han fusionado con los avances tecnológicos, generando un impacto significativo en todos los sectores económicos: desde la salud y la agricultura hasta los bienes de consumo o la energía. Estos avances se han acelerado y sus efectos se han hecho más visibles durante este último año, con la llegada del coronavirus a nuestras vidas.
Multitud de empresas están sirviéndose de los avances en ingeniería genética, inteligencia artificial (IA) y Big Data para desarrollar nuevos tratamientos y avances
En el ámbito de la salud, la tecnología ha contribuido a un gran desarrollo de la biología y al progreso de la innovación científica en el campo de la medicina. En 2003, el proyecto científico genoma humano marcó un punto de inflexión al conseguir descifrar todo el conjunto de genes contenidos en cromosomas, lo que permitió un gran adelanto a futuro en otras investigaciones que se apalancan en la secuenciación del ADN. Conocer la secuencia completa del genoma humano puede tener mucha relevancia en cuanto a los estudios de biomedicina y genética clínica, desarrollando el conocimiento de enfermedades poco estudiadas, nuevas medicinas y diagnósticos más fiables y rápidos.
Estos avances han generado una gran cantidad de datos, que gracias a la bioinformática se vinculan a las analíticas e información genética de los pacientes ante las distintas iniciativas terapéuticas. Esta información puede utilizarse tanto para la investigación académica, como para las industrias farmacéuticas y de diagnóstico médico, lo que, unido a la disminución del coste de secuenciación de un genoma humano, está incrementando la demanda de herramientas que puedan organizar, analizar y almacenar la creciente cantidad de datos biológicos que se están obteniendo.
Con ello, no solo se abren nuevas oportunidades de tratamiento, sino también de negocio, lo que hace que la investigación vaya a recibir el mayor impulso de los últimos 20 años.
La tecnología de edición genética podría convertirse en el mayor avance de la medicina de este siglo
La velocidad a la que se han desarrollado las vacunas para el coronavirus ha replanteado el paradigma de su desarrollo, y la invención de vacunas de ARNm - o ácido ribonucleico que lleva la información sobre la secuencia de aminoácidos de la proteína - fácilmente reprogramables, ha sido un gran triunfo contra el virus que se ha basado en décadas de investigación y que abre la ventana a un nuevo futuro.
Las vacunas de ARN son más rápidas y baratas que las vacunas tradicionales y más seguras para el paciente, ya que no se producen con elementos infecciosos. Además, tienen potencial como nuevas opciones terapéuticas para las principales enfermedades como el cáncer. En definitiva, un avance científico que transformará la industria farmacéutica.
Llegados a este punto, ¿cabe ya alguna duda de que la inversión en ciencia e investigación debe ser una de las grandes prioridades de los diferentes gobiernos? Según el último informe de Eurostat en el que se analizan datos de 2019, España se sitúa a la cola de la Unión Europea en este sentido. En ese año, el Gobierno destinó 303 euros por habitante al sector, menos de la mitad que la media de países europeos (685,6 euros por persona).
Para hacernos una idea de la enorme diferencia que existe con nuestros vecinos, Dinamarca, Suecia y Noruega superan los 1.500 euros por habitante, mientras que Bélgica y Alemania superan los 1.300 euros. De esta manera, España se sitúa en el decimoctavo puesto en el ranking elaborado por Eurostat por detrás de países como Polonia, Grecia o Estonia, ya que la media europea es un 2,19% del PIB destinado a investigación.
Los datos del Ministerio de Ciencia, más recientes que este informe de Eurostat, tampoco nos dejan en muy buen lugar. España invirtió en ciencia en 2020 un 42% menos que en 2009. Ahora, comienza a reinar un poco más el optimismo. El ministro de Ciencia, Pedro Duque, presentó hace unas semanas el nuevo Pacto por la Ciencia y la Innovación, en el que se plantea destinar a este sector un 60% más gracias, en gran medida, a los fondos europeos de recuperación de la covid-19.
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