“Los que entienden matemáticas controlan el mundo”
Marcus du Sautoy habla sobre los límites del conocimiento científico en la presentación de su último libro
Un bocadillo de tebeo en la camiseta de Marcus du Sautoy
(Londres, 1965) lee “Yo no sé nada”. No es cierto: Du Sautoy ocupa una
cátedra de matemáticas en la Universidad de Oxford (Reino Unido) y la
cátedra Simonyi para el Entendimiento Público de la Ciencia, un puesto
del que relevó al etólogo Richard Dawkins en 2008. El matemático,
escritor y divulgador científico está en Madrid para presentar su nuevo
libro Lo que no podemos saber, publicado en castellano por la editorial Acantilado.
La camiseta no es una casualidad. Aunque el bocadillo sale de la boca del personaje ficticio Jon Nieve, de Juego de Tronos,
Du Sautoy lo ha elegido para llamar la atención a su propia ignorancia.
A pesar de sus inmensos conocimientos, este es un científico al que no
le da miedo admitir, y afrontar, lo desconocido. El paradójico enunciado
recuerda a una cita del físico John Archibald Wheeler: “Vivimos en una
isla en un mar desconocido. Según crece la isla de conocimiento, también
lo hace el litoral de ignorancia.”
Pregunta: Cuanto más se sabe, más se
cuestiona. ¿Es lo mismo cierto para el conocimiento colectivo? ¿O según
avanza la ciencia, disminuye lo que no conocemos?
Hay una sensación de que el conocimiento es como una hidra griega: cortas una cabeza y aparecen dos más
Respuesta: Todo depende de la imagen que
se use. Hay una sensación de que el conocimiento es como una hidra
griega: cortas una cabeza y aparecen dos más. Esta imagen del
conocimiento es un círculo: según crece el círculo, el borde, que
representa la frontera con lo que desconocemos, también parece
agrandarse. Pero hay otra imagen, que es una esfera: cuanto más explores
la superficie de una esfera, menor es el área que desconoces. Yo creo
que la física nos está dando la sensación de que estamos cartografiando
la esfera y convergiendo en lo que llamamos una teoría del todo. Hay una
sensación de que quizá lleguemos al punto en que, colectivamente,
nuestro conocimiento sea suficiente como para que tengamos la historia
de cómo funciona el universo. Pero no lo sabemos.
P: Habla de cartografiar el conocimiento
como si fuera algo que ya existe, esperando ser descubierto. Si los
extraterrestres hicieran ciencia, ¿llegarían a las mismas leyes físicas,
tendrían las mismas matemáticas?
R: Creo que las matemáticas son únicas. Yo
soy un platónico en el fondo, supongo que porque soy matemático. Como
humanos, puede que estemos limitados en las disciplinas que podemos
explorar, estudiar y entender; tenemos limitaciones por nuestra cultura,
nuestra anatomía. Pero sí creo en un mundo platónico subyacente que
todos observamos por una mirilla, y un extraterrestre tendrá otra
mirilla.
P: En su libro menciona conocimientos que
nunca podremos alcanzar por su propia naturaleza. ¿Son preguntas que los
humanos no podemos responder, o es que no tienen respuesta?
R: No es que no tengan respuesta, pero la
respuesta no se puede alcanzar por procesos finitos. Una pregunta que no
tiene respuesta no es interesante. Por poner un ejemplo tangible: ¿es
el universo finito o infinito? Eso tiene respuesta. Asumimos que es
infinito, pero hay un límite a lo que conocemos porque la información
viaja a la velocidad de la luz y el universo nació hace 13.800 millones
de años. Estamos en una burbuja, y da igual lo inteligentes que seamos,
lo complejos, o cuántos ordenadores usemos, no hay forma de que nos
pueda llegar información más allá de los bordes de la burbuja. Creo que
ese es un buen ejemplo de una limitación intrínseca acerca del
conocimiento que el universo físico impone sobre cualquier ser que
quiera conocerlo.
P: Ahí es donde entra en juego la religión
para mucha gente, incluidos los científicos. ¿Cree que son compatibles
la ciencia y la religión?
R: Uno de los problemas de la religión es
lingüístico, la inhabilidad de definir a qué nos referimos con ciertos
términos. Por eso en el libro me guío por el teólogo Herbet McCabe y
digo: “definamos Dios como todo aquello que no podemos conocer.” En ese
sentido, mientras existan límites al conocimiento, sí son compatibles la
ciencia y la religión. Creo que a eso se refieren muchos científicos
religiosos; dicen "yo no sé de dónde ha salido esto, lo voy a llamar
Dios, el creador, pero lo que crea sigue leyes que puedo estudiar como
científico". Es lo que llamamos ser deísta. Creo que el verdadero
problema de compatibilidad es para los teístas: ellos creen que su dios
está actuando en el mundo. Creo que es una tensión interesante que
merece la pena explorar, y por eso quise dar más matices que los que
daba Richard Dawkins en este debate.
P: Se distancia de la postura de Dawkins
con respecto a la religión. ¿Cree que él sobrepasó alguna raya cuando
ocupaba la cátedra para el Entendimiento Público de la Ciencia?
R: No. Richard [Dawkins] siempre ha tenido
cuidado de usar la ciencia como su herramienta de argumentación. De esa
forma centró la atención de la gente en los motivos por los que creemos
en la evolución, por qué sabemos que es una teoría robusta que
sobrevive a la crítica. Creo que tuvo su momento y su lugar, pero la
postura de Richard ha polarizado el debate, y a mí me gustaría tener un
debate más sutil, con más matices, pasado ese momento importante de la
publicación de El espejismo de Dios.
P: ¿Qué papel tiene como catedrático para el Entendimiento Público de la Ciencia de Oxford?
R: Yo me considero un embajador. La
ciencia es como un superpoder: tiene tanto impacto en el resto de la
sociedad... es como un continente enorme. Y sin embargo, muchas crisis
políticas de la ciencia, como la polémica de los organismos modificados
genéticamente o de la investigación con células madre, surgieron porque
el público no las entendía. Por eso creo que es muy importante que los
científicos se suban al plató e involucren a la sociedad. Lo que quiero
hacer es tender puentes y crear diálogo, para entender por qué a la
gente le preocupan los organismos modificados genéticamente. Si los
científicos somos proactivos, podemos atender a los miedos innecesarios
que puedan surgir sobre el impacto de la ciencia.
P: Habla de diálogo y de involucrar a la
sociedad, no del "entendimiento público de la ciencia" del que se
hablaba hace unos años. ¿Es una frase anticuada y condescendiente?
R: Sí, yo creo que sí lo es. Me parece que
es muy de vieja escuela. Pero la cátedra se creó en los años noventa,
cuando se tenía la visión de "nosotros, los científicos, os damos las
respuestas y vosotros nos escucháis". Estoy intentando implementar una
versión moderna a mi papel, el título suena anticuado.
P: De todas las ciencias, la gente siente
una fascinación especial por su disciplina, las matemáticas, a pesar de
ser una de las asignaturas más odiadas en los colegios. ¿Por qué?
R: Creo que es porque, una vez tras otra,
nos damos cuenta de que las matemáticas subyacen todo lo demás. Para
entender cualquier ciencia hacen falta las matemáticas: son el mejor
idioma, el lenguaje de la naturaleza. Y creo que la gente entiende,
cuando lee sobre las matemáticas, que son un idioma muy poderoso y que
los que lo entienden controlan el mundo. Si se pregunta "¿quiénes son
las potencias de este mundo ahora?", no son los jefes de naciones, son
los jefes de empresas como Google, Facebook y Apple. Son gente que sabe
matemáticas. Los creadores de Google, Sergei Brin y Larry Page, son dos geeks que entendieron que las matemáticas nos permiten navegar una red complejísima. Creo que la gente se da cuenta de que los numerati, los que tienen las matemáticas, tienen poder.
La tragedia es que parece que en la educación nos timan. Y
es un problema de todos los sistemas educativos, no solo en España.
Cuando llegamos a secundaria, las asignaturas se vuelven estancas. Hay
clase de matemáticas, luego de música, luego de historia, pero no
hacemos las conexiones entre ellas. Cuando hacemos matemáticas no
entendemos que son la base de la música. La gente no se da cuenta de que
las matemáticas tienen una historia. Hubo un momento en el que no
teníamos el cero, y a alguien se le ocurrió el concepto del cero. La
forma de abordar el problema educativo es contextualizar las
matemáticas.
P: Ha llamado a las matemáticas "el lenguaje de la naturaleza". ¿Considera que existen fuera de la mente humana?
R: Sí. Y lo que es más, diría que el
motivo por el que vemos matemáticas en todas partes es porque somos una
manifestación física de las matemáticas. El universo es una pieza
matemática. A menudo, la gente quiere respuesta a la pregunta ¿quién
creó todo esto? Llaman al creador Dios, porque no saben qué llamarlo.
Einstein usa el término así. Mis hijos siempre me dicen: “Hay un
problema, ¿quién creó al creador?". Necesitamos algo que exista fuera
del tiempo y que no necesite creación: las matemáticas son el dios que
todos buscamos. Pero es normal que diga eso, soy matemático.
Bruno Martín forma parte del proyecto europeo Elusives,
que aborda el estudio de neutrinos, materia oscura y física más allá
del modelo estándar (H2020-MSCA-ITN-2015//674896-Elusives).
COMPRA ONLINE 'LO QUE NO PODEMOS SABER'
Autor: Marcus du Sautoy.
Editorial: Acantilado (2018).Formato: tapa blanda (576 páginas)
https://elpais.com/cultura/2018/04/11/actualidad/1523463125_415011.html?fbclid=IwAR0FeBFPIPm_ILLQHuLlLkW9Kqq49TzZTAj2KSyHZbuSugk2sJz5aEZBJLQ
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