Los tres mayores patinazos del ecologismo sobre la salud humana (I): de espaldas a la física
Esther Samper
La Organización
Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año mueren 12,6 millones de
personas a causa de la insalubridad del medio ambiente
Las radiaciones electromagnéticas que emiten estos aparatos son no ionizantes y de muy baja intensidad. Nunca se ha demostrado que provoquen problemas en la salud humana
Las radiaciones electromagnéticas que emiten estos aparatos son no ionizantes y de muy baja intensidad. Nunca se ha demostrado que provoquen problemas en la salud humana
Nuestra propia salud está íntimamente ligada a la salud
del planeta Tierra. El calentamiento global, la contaminación del aire y
el agua, la expansión de especies invasoras que transmiten enfermedades
infecciosas, el agujero de la capa de ozono... Todos estos problemas
ecológicos tienen consecuencias directas o indirectas sobre la salud
humana. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que
cada año mueren 12,6 millones de personas a causa de la insalubridad del medio ambiente.
Así, el ecologismo no se trata solo de un activismo vital y necesario
para proteger al planeta, sino también a nosotros mismos y a las nuevas
generaciones. Como consecuencia, un ecologismo basado en la ciencia
puede ser también una poderosa estrategia de salud pública.
Las
organizaciones ecologistas han demostrado en varias ocasiones que
pueden ser poderosas aliadas para enfrentarnos de forma conjunta a
graves problemas del medio ambiente. Por ejemplo, organizaciones
ecologistas como Greenpeace presionaron, junto con otras instituciones,
desde 1986 para que los aerosoles con CFC se
prohibieran del mercado por su papel en la destrucción de la capa de
ozono. Además, Greenpeace, junto con la industria de la refrigeración,
desarrolló en los años 90 una tecnología de refrigeración libre de CFC.
La Organización de las Nacionales Unidas (ONU) premió a Greenpeace en 1997
por sus "contribuciones sobresalientes en la protección de la capa de
ozono de la Tierra". En 2011, dos quintos de la producción total de
refrigerantes estaban ya basados en la tecnología de Greenpeace. Gracias
a este firme activismo y a las drásticas medidas políticas que se
tomaron en su momento, el agujero de la capa de ozono está cerrándose
desde hace años. De hecho, se estima que en la década de 2030 la capa de
ozono estará reparada por completo en el hemisferio norte y para 2060
también lo estará en la Antártida.
Sabiendo el gran
beneficio que puede aportar el ecologismo al mundo y a los seres humanos
y conociendo los grandes retos ambientales a los que nos enfrentamos en
la actualidad, resulta deplorable que multitud de organizaciones
ecologistas (entre ellas también Greenpeace) inviertan tiempo y dinero
en medidas alejadas de la ciencia para espantar fantasmas que no
existen. Así, cuando el ecologismo se aplica de espaldas a la ciencia,
por una cuestión ideológica, se convierte en una religión envuelta en verde. En este artículo y los siguientes vamos a resaltar los tres mayores errores del ecologismo en el ámbito de la salud humana.
De espaldas a la física: el miedo irracional del ecologismo a las radiaciones de telefonía móvil y WIFI
Múltiples
organizaciones ecologistas, entre ellas Ecologistas en Acción o
Greenpeace, han demonizado las radiaciones que emiten dispositivos como
teléfonos móviles y WIFI y han realizado activas campañas contra ellas.
Según Ecologistas en Acción: "incluso con los límites actuales de seguridad, pueden producir problemas muy graves de salud".
La realidad, sin embargo, es muy diferente. Las radiaciones
electromagnéticas que emiten estos aparatos son no ionizantes y de muy
baja intensidad. Nunca se ha demostrado que provoquen problemas en la
salud humana, entre otras razones porque no tienen la suficiente energía
para ello. Lo anterior es un hecho contrastado y respaldado por
multitud de estudios científicos a múltiples niveles, a diferencia de la
afirmación de Ecologistas en Acción.
Para empezar,
nadie ha demostrado nunca que las radiaciones electromagnéticas de
móviles y WIFI sean capaces de provocar mutaciones en los seres humanos
o, en general, cambios químicos en la materia. No hay ningún mecanismo
físico conocido que hiciera esto posible. Segundo, no hay absolutamente
ningún estudio médico o poblacional que pueda afirmar que el uso de
dichos aparatos causa cáncer u otras enfermedades.
Es
necesario aclarar que los estudios epidemiológicos de asociaciones no
estudian causas, sino correlaciones. Debido a ello, por mero azar o
variables de confusión, algunos de estos estudios pueden encontrar más
cáncer en personas que usen más el móvil (mientras que otros estudios
encuentran justo lo contrario), pero eso no implica que el móvil
provoque cáncer. Aun a pesar de estas evidencias científicas, la OMS
decidió pecar de prudente y clasificar estas radiaciones como
"posiblemente carcinógenos para los humanos" por falta de datos de
experiencia de uso por más de 15 años.
¿Por qué el
ecologismo se ha centrado en atacar a móviles y WIFI por sus radiaciones
electromagnéticas no ionizantes y no, por ejemplo, a las ondas de radio
que son también radiaciones electromagnéticas no ionizantes y se llevan
usando desde hace más de un siglo? Porque cuando la ideología entra por
la puerta del ecologismo, la coherencia científica salta por la
ventana. Se tratan de ataques basados en el miedo y la desinformación
hacia algo "nuevo". Un neoludismo infiltrado que se resiste al
desarrollo tecnológico y científico con excusas en apariencia
científicas. En su lugar, deberían hacer caso de las palabras de Marie
Curie: "Nada en la vida debe ser temido, solamente comprendido. Ahora es
el momento de comprender más y temer menos".
En ese
sentido, el triple salto mortal con tirabuzón y doble pirueta de la
ignorancia irracional del ecologismo a las radiaciones no ionizantes se
da en sus campañas contra la instalación de antenas de telefonía móvil
en edificios por los supuestos riesgos para la salud de sus inquilinos.
Si supieran un mínimo de física y de cómo estas antenas transmiten las
radiaciones electromagnéticas, sabrían que precisamente los vecinos que
viven bajo ellas no reciben prácticamente nada de radiación por la
sencilla razón de que las antenas no emiten hacia abajo. Simple cuestión
de física y tecnología.
Continuará.
https://www.eldiario.es/zonacritica/mayores-patinazos-ecologismo-Parte-espaldas_6_892820745.html
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