Parece ser que buscar dentro del cuerpo humano a un luchador como son los virus para atacar a los enemigos esta dando resultado.
Para que la terapia génica funcione se debe introducir el gen terapéutico en cientos de millones de células, y para ello es necesario un vehículo o vector que lo trasporte hasta el interior de las células.
Vectores virales
Agrupan cuatro tipos de virus: retrovirus, adenovirus, virus adenoasociados y herpesvirus.- Los retrovirus comprenden una clase de virus cuyo material genético es una cadena sencilla de ARN; durante su ciclo vital, el virus se transcribe en una molécula bicatenaria de ADN, gracias a la acción de la enzima transcriptasa reversa, que se integra en el genoma de la célula huésped sin aparente daño para ella. La mayor parte de los retrovirus, a excepción del HIV, sólo se pueden integrar en células con capacidad para replicarse, lo cual restringe su uso. Sin embargo, se pueden desarrollar en grandes cantidades y su expresión en la célula hospedadora se mantiene durante largos periodos de tiempo.
- Los adenovirus son un conjunto de virus con ADN lineal de cadena doble. Los vectores de adenovirus son más grandes y complejos que los retrovirus. La principal ventaja de su utilización en la terapia génica es que se pueden producir en grandes cantidades y transfieren de forma muy eficaz el material genético a un número elevado de células y tejidos, aunque el hospedador parece limitar la duración de la expresión del nuevo material genético.
- Los virus adeno-asociados son pequeños, no autónomos y con ADN lineal de cadena sencilla. Los vectores que se forman con este tipo de virus son muy simples y son capaces de expresarse a largo plazo en las células que no se dividen. Otra de las ventajas del uso de virus adeno-asociados es que son virus no patógenos y por lo tanto en la mayoría de los pacientes no aparecen respuestas inmunes. En contrapartida, tiene limitación en el tamaño del DNA recombinante que podemos usar dado el tamaño de estos virus y en la complejidad de su producción.
- Los herpesvirus poseen un material genético compuesto por ADN de doble cadena lineal, este tipo de virus son muy útiles, pues es posible insertar en su genoma grandes cantidades de ADN y llevar a cabo durante largos periodos de tiempo infecciones latentes en la célula hospedadora, sin ningún efecto aparente sobre ésta. El inconveniente que presentan estos virus es que están asociados a alteraciones linfoproliferativas, con lo cual, para su uso como vectores es necesario identificar estos genes y eliminarlos, manteniendo únicamente aquellos que permitan la replicación del virus y el mantenimiento del plásmido viral. Hasta la fecha, el uso fundamental de los herpesvirus en la terapia génica se limita al empleo in vivo del herpes simples (HSV).
Virus
https://www.nationalgeographic.com.es/temas/virus/fotos/1/6
- https://culturacientifica.com/2016/08/11/naukas15-somos-virus/
Somos virus
14/09/2015
Ignacio
López Goñi ha hablado sobre viruses y la influencia que tiene sobre la
especie
humana- https://www.eitb.eus/es/divulgacion/naukas-bilbao/videos/detalle/3468664/video-naukas-bilbao-2015--ignacio-lopez-goni/
Un problema que se plantea con las técnicas anteriores es que el vector alcance realmente su objetivo y no quede diseminado por el organismo. Por ello existe un procedimiento que consiste en introducir, junto al material genético que queremos transferir, moléculas que puedan ser reconocidas por los receptores de la célula diana.
Virus contra bacterias
El grave problema de la
resistencia bacteriana a antibióticos y biocidas necesita soluciones
alternativas. Una de ellas son los virus que atacan y matan de forma
especifíca determinados tipos de bacterias: los bacteriófagos (fagos).
No sólo en la medicina sino también en la industria alimentaria, los
fagos prometen como tecnología de biocontrol de patógenos en verduras y
alimentos listos para el consumo. Los bacteriófagos son virus
abundantes en la naturaleza y forman parte de la microflora natural en
humanos, plantas y animales.
Lo que los hace muy especiales es que atacan y matan específicamente a
determinados tipos de bacterias. Por ejemplo, los fagos que infectan a E.coli O157:H7solamente lo hacen exactamente a E.coli O157:H7 y no a otros tipos de E.coli o a otras bacterias presentes en su entorno.
Tras décadas de uso intensivo de toneladas de antibióticos, y de la
aparición de resistencias frente a estos compuestos en las bacterias,
los fagos se presentan como un arma de biocontrol con potencial para
desarrollar alternativas a esta situación.
Y no sólo en el campo de la medicina, sino también en la industria
alimentaria, especialmente para la reducción de patógenos en verduras y
alimentos listos para el consumo.
https://www.montmedi.com/es/noticias/virus-contra-bacterias
Virus contra bacterias, renovada esperanza para tratar infecciones
Miguel Ángel Cevallos
Renovada esperanza para tratar infecciones
Ha vuelto a surgir el interés en una terapia médica que el
mundo occidental abandonó hace décadas en favor de los antibióticos. Los
avances recientes en la biología molecular permitirán aprovecharla de
manera mucho más amplia y eficaz.
Hace pocas semanas, navegando por el ciberespacio en busca de libros
viejos, me encontré en eBay, a un precio irrisorio, la versión en inglés
de un libro clásico de la época de oro de la microbiología escrito por
el científico franco-canadiense Félix d'Herelle. El libro, publicado en
1926, se titula Le Bactériophage et son Comportement (El
bacteriófago y su comportamiento). Una vez en mis manos, ojeándolo
recordé las importantísimas aportaciones que hizo este hombre a la
microbiología y, en general, a la ciencia. Posiblemente las de mayor
trascendencia sean el descubrimiento de los bacteriófagos —los virus que
afectan y usualmente matan a las bacterias—, y el haber propuesto su
utilización para combatir las infecciones de origen bacteriano, algo que
el propio d'Herelle realizó con éxito.
Increíble abundancia
Los bacteriófagos, palabra que literalmente significa "comedores de
bacterias", son los entes biológicos más abundantes sobre la Tierra; hay
quienes estiman que su número va de 1 x 1030 a 1 x 1032
y en conjunto pesan unos 1 000 millones de toneladas. Además los
bacteriófagos o fagos, como actualmente se acostumbra denominarlos,
están presentes en todos los ecosistemas. Se ha calculado que en cada
gramo de suelo puede haber unos 100 millones de fagos y que en un
mililitro de agua de mar podríamos contar hasta un millón: esto
significa que por cada célula que existe en este planeta hay por lo
menos 10 fagos. Los fagos se clasifican en 13 familias y en unos 30
géneros, y se intuye que deben existir cerca de 10 millones de
"especies" diferentes. Si bien todavía no conocemos con exactitud el
papel que desempeñan en la naturaleza, conjeturamos que es esencial. Los
fagos son pequeñísimos, miden entre 20 y 200 nanómetros (el grosor de
un cabello humano es de unos 80 000 nanómetros), y de estructura muy
simple; una "cajita" de proteínas, normalmente de forma icosaédrica, que
guarda en su interior el material genético, por lo general ADN aunque a
veces es ARN. La cajita, o cápside en lenguaje técnico, suele tener
además un cuello largo unido en su extremo inferior a un conjunto de
fibras. Si quieres tener una imagen rápida de cómo es un fago, imagina
un diminuto balero con patas.
Los gustos de los fagos son exquisitos: cada "especie" de fago
infecta exclusivamente a una especie bacteriana y en muchas ocasiones
tan sólo a algunas de sus variedades. Como veremos más adelante, desde
el punto de vista terapéutico, esto constituye a la vez su gran ventaja y
su talón de Aquiles.
El ciclo de "vida" de los fagos puede ser de tres tipos: lítico,
lisogénico y crónico. Los fagos líticos no tienen misericordia: cuando
infectan a una bacteria se replican de manera explosiva en su interior,
hasta que la bacteria literalmente revienta, liberando así la extensa
progenie que alberga. Los fagos lisogénicos insertan su material
genético en el de la bacteria que han infectado y ahí permanecen
tranquilos, sin dar señales de su presencia incluso por muchas
generaciones, hasta que detectan que su hospedero enfrenta una mala
situación, como podría ser la escasez de alimento; entonces el material
genético del fago se activa y comienza a producir rápidamente nuevos
fagos hasta que la bacteria no puede más y se rompe en mil pedazos. Por
último, los fagos que producen infecciones crónicas esclavizan a las
bacterias para que produzcan nuevos fagos y los secreten al medio, sin
poner en riesgo la vida de esas bacterias.
Éxito efímero
D'Herelle descubrió a los bacteriófagos en 1917 y muy pronto se dio
cuenta que los fagos líticos podían usarse para el "control biológico"
de las enfermedades infecciosas. En 1919 este investigador reportó que
las disenterías bacterianas se podían tratar exitosamente con
preparaciones de fagos concentrados, todo un logro pues en la época
previa al descubrimiento de los antibióticos este tipo de infecciones
era una de las causas más comunes de muerte en seres humanos. La
fagoterapia, nombre que se usa actualmente para describir esta técnica,
tuvo impresionantes éxitos en las primeras décadas del siglo pasado:
d'Herelle y otros investigadores lograron curar el cólera, muchas
heridas y quemaduras purulentas e incluso infecciones oculares; también
hubo reportes de éxitos asombrosos en el tratamiento de septicemias e
incluso de la mismísima peste bubónica. Es más, d'Herelle tuvo la visión
y la osadía de usar a los fagos como medida profiláctica para tratar
las aguas destinadas al consumo humano en áreas proclives a las
epidemias de infecciones intestinales.
Los triunfos de la fagoterapia fueron tan sonados que pronto algunas
de las más grandes compañías farmacéuticas, como Eli Lilly, Squibb and
Sons, Park-Davis Company, Swan and Myers, una división de los
laboratorios Abbot, y la Safe Hair Dye Company, antecesora de lo que hoy
es L'Oréal, comercializaron productos con fagos para el tratamiento de
diversas infecciones. Incluso d'Herelle y su yerno fundaron una
compañía, Laboratoire du Bactériophage, para tratar infecciones con la
nueva técnica que inicialmente fue exitosa. No obstante, los productos
con fagos perdieron rápidamente su popularidad en el mundo occidental
después de la Segunda Guerra Mundial, por varias razones. En primer
lugar por la aparición de los antibióticos, que con prontitud se
hicieron populares ya que resultaron tremendamente efectivos en el
tratamiento de una miríada de infecciones. En segundo, porque en aquel
entonces los conocimientos sobre la biología de los fagos eran someros y
por ello las preparaciones industriales de los concentrados de fagos
resultaban poco consistentes y no siempre daban el resultado esperado.
Por ejemplo, con frecuencia los métodos que se utilizaban para preservar
las preparaciones de fagos acababan, más bien, por estropearlas. A esto
se sumaron dos hechos: el que mucha de la literatura concerniente a
lafagoterapia se publicó en revistas rusas, de circulación local, lo que
limitó su difusión, sobre todo durante la Guerra Fría, y el que los
diseños experimentales para demostrar la efectividad de la fagoterapia
no cumplían con los cánones actuales de las investigaciones biomédicas.
Para contrastar y ser justo tengo que decir que muchas de las vacunas
que se usaron en la primera mitad del siglo XX, tampoco habrían cumplido
con las pruebas que se piden hoy para liberar este tipo de
medicamentos.
La fagoterapia básicamente desapareció en Occidente. Sólo sobrevivió
en algunos laboratorios del Instituto Pasteur, en Francia, donde hasta
mediados de 1990 se produjeron fagos para combatir infecciones difíciles
de tratar provocadas por la bacteria Staphyloccocus. Pese a todo, en el
Instituto Eliava, en la Republica de Georgia, esta técnica se ha
utilizado sin interrupciones durante casi 90 años; igualmente, en el
Instituto Hirszfeld de Inmunología y Terapias Experimentales, situado en
Wroclaw, Polonia, la fagoterapia ha florecido desde 1954. Estos dos
institutos son los únicos en el mundo que hoy en día ofrecen
tratamientos de fagoterapia al público y que continúan manufacturando
productos para algunas de las repúblicas de la ex Unión Soviética.
Resistencia peligrosa
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el día de hoy,
nuestra principal línea de defensa contra las infecciones bacterianas
son los antibióticos. En un principio parecían una poción mágica, ya que
en pocos días curaban casi cualquier infección. Sin embargo, como se
abusó de ellos, pronto las bacterias empezaron a desarrollar mecanismos
para contrarrestar los embates de estos medicamentos. De hecho, las
bacterias que circulan en nuestro ambiente, sean patógenas o no, son
resistentes a un abanico cada vez más amplio de antibióticos. Por cada
antibiótico que ha salido al mercado, las bacterias han desarrollado en
pocos años un mecanismo de resistencia que demerita su utilidad. Ahora
se pueden encontrar bacterias en los hospitales que son esencialmente
resistentes a todos nuestros antibióticos. Lo que es peor, los genes que
les permiten a las bacterias defenderse de los antibióticos tienen la
capacidad de trasmitirse eficientemente de una especie bacteriana a
otra. Por ello, las autoridades de salud de todo el mundo, incluido
México, están intentando legislar para que los antibióticos se usen de
manera adecuada y podamos gozar por mucho más tiempo de las virtudes
curativas de estos antimicrobianos.
El surgimiento de bacterias patógenas multirresistentes es uno de los
motivos por los cuales ha vuelto el interés en la fagoterapia. El
conocimiento que tenemos ahora de la biología molecular básica de los
fagos nos está permitiendo desarrollar técnicas mucho más adecuadas para
seleccionar mejores fagos, prepararlos de mejor manera y evaluarlos con
los mejores protocolos biomédicos, con todo lo cual nos será posible
diseñar procedimientos más eficientes para combatir las infecciones. No
dudo que pronto tendremos en las farmacias preparaciones de fagos para
combatir muchas de las enfermedades bacterianas más comunes.
Las dos caras de los antibióticos
Es evidente que, en su mayor parte, las poblaciones humanas son cada
vez más longevas; esto se debe a que tienen acceso a los antibióticos,
las vacunas y medidas de higiene tales como tener agua potable en los
hogares. Para visualizar esto en una correcta perspectiva quizá baste
decir que los mexicanos, en la década de los años 40, antes de la
aparición de los antibióticos en el mercado, teníamos una esperanza de
vida de aproximadamente 55 años en las zonas urbanas y de hasta 15 años
menos en las zonas rurales. En esa época, el 70% de las muertes se
debían a infecciones, enfermedades parasitarias y males respiratorios.
Hoy en día, nuestra esperanza de vida es de aproximadamente 76 años y
las tres causas principales que nos arrastran a la tumba son los males
cardiovasculares, las complicaciones de la diabetes y el cáncer: las
infecciones ya no son una causa preponderante de muerte gracias a los
tratamientos con antibióticos.
Una de las grandes ventajas de los antibióticos es que suelen ser muy
eficientes matando a una amplia variedad de bacterias. De hecho, es una
práctica común que el médico recete antibióticos cuando el paciente
padece infecciones agudas, incluso antes de saber cuál es la identidad
del agente infeccioso. Si los antibióticos se toman como el médico los
receta, en frecuencia y temporalidad, los tratamientos suelen
contrarrestar con agilidad las infecciones. No obstante, la causa más
frecuente de que esta estrategia falle es que la bacteria patógena sea
resistente al antibiótico, problema que, como ya he mencionado, es cada
vez más común.
Es evidente que una de las estrategias a seguir consiste en el
desarrollo de nuevos antibióticos, pero aun así, la experiencia nos dice
que una vez que sale un antibiótico al mercado, sólo es cuestión de
tiempo para que las bacterias generen resistencia contra él. Por ello,
el interés de la industria farmacéutica no siempre se centra en generar
nuevos antibióticos, como debiera, porque es muy costoso y el precio de
éstos en el mercado suele ser, en proporción, relativamente bajo: en
otras palabras, para las grandes compañías por lo general no es un buen
negocio y por ello prefieren redoblar sus esfuerzos en la investigación
de otro tipo de medicamentos.
No obstante sus bondades, los antibióticos tampoco están exentos de
provocar ciertos problemas colaterales; al ser fármacos de amplio
espectro suelen aniquilar no sólo a las bacterias patógenas, sino a
nuestra necesarísima flora intestinal (ver ¿Cómo ves? No. 106),
lo cual puede ocasionar malestares digestivos y además favorecer
infecciones secundarias provocadas por la non grata bacteria Clostridium difficile que producen desde una diarrea moderada hasta una peligrosa inflamación del colon.
Múltiples aplicaciones
Los fagos líticos pueden tornarse en una herramienta valiosísima para
combatir bacterias patógenas y en especial a las resistentes a los
antibióticos. Sin embargo, como todo en esta vida, la fagoterapia tiene
sus pros y sus contras. Los fagos son extraordinariamente específicos ya
que sólo pueden destruir un número muy restringido de especies
bacterianas y con frecuencia sólo a ciertos representantes dentro de una
especie. Atacan únicamente a las bacterias patógenas para las que
fueron seleccionados y son completamente inertes frente a otras
bacterias como las que se encuentran presentes en nuestra flora
intestinal. Por esta misma razón, es muy importante determinar si la
bacteria responsable de la infección de un paciente es sensible al fago
que se pretende utilizar para combatirla. Para minimizar este problema y
potenciar la utilidad de la fagoterapia se prefiere utilizar cócteles
de fagos y así asegurarse que en la preparación haya alguno que sea
efectivo en el combate de la infección.
Otra de las grandes ventajas que los fagos tienen sobre los
antibióticos es que su actividad curativa se incrementa precisamente en
los lugares donde más se necesita: en los focos de infección. Lo
anterior se debe a que basta que un solitario fago infecte a una
bacteria para que se inicie una especie de reacción en cadena de
producción de fagos que se extingue en el momento en el que ya no
existan bacterias susceptibles al fago. Esta reproducción auto limitada
es también una gran ventaja adicional de los fagos: cuando dejan de ser
útiles desaparecen. En contraste, la eficacia de los antibióticos
depende de que éstos lleguen, de forma pasiva y en la dosis adecuada, al
sitio de la infección.
Las bacterias también pueden volverse resistentes a los fagos que los
atacan, pero como éstos se replican, pueden generar fagos mutantes que
contrarresten la resistencia de la bacteria. Es decir, en todo momento
podemos seleccionar fagos mutantes que maten a las bacterias resistentes
al fago inicial, minimizando así el problema. Otra característica
fundamental de la fagoterapia es que es mucho más fácil seleccionar un
fago que desarrollar un nuevo antibiótico, lo que abarata enormemente
los gastos de investigación y de desarrollo; por ende, se podrá ofrecer
un buen producto al público a precios competitivos.
Los experimentos clínicos piloto que se están realizando con un
número limitado de pacientes han dejado entrever que la combinación de
antibióticos con la fagoterapia es lo que da mejores resultados en el
combate a las infecciones. Esto apunta a que en el futuro van a
prosperar las terapias combinadas.
Hoy en día los protocolos de investigación clínica son muchísimo más
rigurosos de lo que eran en el pasado y en este momento sólo se permiten
estudios clínicos con fagos para evaluar su eficacia en infecciones
graves de piel y músculo. Por ahora se han postergado todas aquellas
investigaciones que impliquen la introducción de fagos por vía
intravenosa, por temor a que los fagos despierten una respuesta de
nuestro sistema inmune que limite la eficacia de estos virus.
Indudablemente, antes de cualquier decisión se tiene que evaluar
experimentalmente si el sistema inmune compromete o no la eficacia de la
fagoterapia.
La brillante idea de d'Herelle de utilizar fagos para controlar
bacterias no se reduce sólo al ámbito de la medicina humana, sino que
puede aplicarse a muchos otros campos. En este momento existen decenas
de nuevas compañías que están desarrollando productos con aplicaciones
novedosas muy interesantes que van más allá de sus propósitos iniciales.
En el mercado ya existen productos con base en fagos enfocados a la
medicina veterinaria o diseñados para eliminar bacterias patógenas de
nuestros alimentos, e incluso para combatir infecciones en plantas de
interés agrícola, por ejemplo los jitomates.
Hay también grupos de investigación interesados en modificar fagos
con métodos de ingeniería genética para que se puedan utilizar como
vacunas o en el combate al cáncer. Este renovado interés en los fagos me
permite asegurar que en los próximos años veremos un merecido
renacimiento de la investigación, tanto básica como aplicada, de estas
minúsculas criaturas.
- http://pathmicro.med.sc.edu/spanish/chapter7.htm
- http://www.comoves.unam.mx/assets/revista/22/guiadelmaestro_22.pdf
- Escobar Briones Elva y Rubio Godoy Miguel, "Virus: entre la vida y la muerte", ¿Cómo ves?, No. 22
- http://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/172/virus-contra-bacterias-renovada-esperanza-para-tratar-infecciones
Virus Hepatitis C
- https://www.diarioinformacion.com/ciencia/2009/03/04/virus-bacterias-via-combatir-resistencia-antibioticos/859089.html
Virus diseñados para atacar bacterias salvan la vida de una chica de 15 años
La terapia con virus bacteriófagos, nueva estrategia para tratar infecciones resistentes a antibióticos
Una adolescente de 15 años que se encontraba en estado crítico a causa de una infección causada por bacterias
resistentes a antibióticos se ha recuperado gracias a un cóctel de virus diseñado para destruir la bacteria.
El caso clínico, que se presenta hoy en la revista Nature Medicine,
demuestra que los virus pueden convertirse en el futuro “en una posible
estrategia para tratar infecciones resistentes a los fármacos”, declara
por correo electrónico Graham Hatfull, investigador de la Universidad
de Pittsburgh (EE.UU.) que ha desarrollado la terapia.
Con tratamiento inmunosupresor
La paciente, afectada de fibrosis quística, había recibido un doble trasplante pulmonar
El tratamiento se ha aplicado a una chica con fibrosis quística que recibió un doble trasplante pulmonar
en el verano de 2017 en el hospital pediátrico Great Osmond Street de
Londres. Había estado tomando antibióticos desde los siete años para
mantener a raya las infecciones derivadas de la fibrosis quística, una
enfermedad hereditaria que afecta principalmente a los pulmones.
Semanas después del trasplante, y de haber empezado a tomar
fármacos inmunosupresores para evitar el rechazo inmunitario, la joven
sufrió una infección por la bacteria Mycobacterium abscessus
. La bacteria apareció primero en la herida de la intervención
quirúrgica y en el hígado, formó nódulos bajo la piel en los brazos, las
piernas y las nalgas y después se extendió a otros órganos. Ningún
antibiótico consiguió eliminarla.
El equipo médico del hospital londinense se puso en
contacto entonces con Graham Hatfull, de la Universidad de Pittsburgh,
que ha reunido la mayor colección del mundo de bacteriófagos a lo
largo de tres décadas. Los bacteriófagos son un tipo de virus que, como
su nombre indica, comen bacterias. Por el contrario, no tienen
capacidad de infectar las células humanas.
Hatfull buscó en su colección de más de 10.000 bacteriófagos cuáles podían destruir la cepa de Mycobacterium abscessus que
le habían enviado desde Londres. Identificó tres candidatos y, después
de modificar el genoma de dos de ellos para aumentar su eficiencia, creó
un cóctel con los tres virus para tratar la infección.
Virus inocuos para las personas
Los bacteriófagos infectan bacterias, pero no atacan células humanas
La paciente empezó a recibir el tratamiento en
junio del año pasado. Consistió en mil millones de partículas víricas
inyectadas por vía endovenosa dos veces al día. Seis semanas después, la
infección había desaparecido del hígado. La joven “sigue recibiendo el
tratamiento en la actualidad”, informa Hatfull. De los más de veinte
nódulos que le aparecieron en la piel, sólo le quedan dos.
Se trata del “primer uso terapéutico de bacteriófagos modificados”, destacan los autores del avance médico en Nature Medicine.
La combinación de los tres virus distintos reduce la probabilidad de
que las bacterias se vuelvan resistentes al tratamiento, al igual que
las combinaciones de fármacos contra el VIH limitan la aparición de
virus resistentes a los antirretrovirales.
Aunque el uso de virus para tratar infecciones se ensayó
por primera vez en 1919, antes de que se descubrieran los antibióticos,
esta línea de investigación había quedado prácticamente abandonada en
Europa Occidental y Norteamérica. El interés por los bacteriófagos
resurgió en la década pasada cuando las nuevas tecnologías de
secuenciación genómica facilitaron su estudio.
Investigación emergente
Por lo menos una decena de compañías de biotecnología desarrollan terapias basadas en virus para tratar infeccions
Un equipo médico de San Diego, en California,
utilizó bacteriófagos por primera vez con éxito en 2017 para tratar a
una persona con una bacteria resistente a todos los antibióticos
disponibles, aunque en aquella ocasión los virus no se modificaron
genéticamente. Tras aquel éxito, la Universidad de California en San
Diego creó el año pasado el Centro de Aplicaciones y Terapias
Innovadoras de Bacteriófagos.
La multinacional Johnson & Johnson, por su parte, ha
invertido más de 800 millones de dólares en terapias basadas en
bacteriófagos. Hay por lo menos una decena de compañías biotecnológicas
fundadas en los últimos años que exploran las posibilidades de los virus
para tratar infecciones bacterianas, informa la revista Nature
Biotechnology en un artículo publicado hoy. La Agencia de
Medicamentos y Fármacos (FDA) de EE.UU. ha hecho pública su “disposición
a facilitar” la aprobación de terapias basadas en bacteriófagos.
Tecnología costosa
El coste elevado de esta tecnología es un obstáculo para su implantación
Estos virus tienen la peculiaridad de que pueden
ser eficaces contra bacterias específicas, a diferencia de la mayoría de
antibióticos que actúan contra múltiples especies de bacterias. Quienes
trabajan en esta línea de investigación esperan que los virus se
conviertan en una nueva arma para abordar el problema creciente de las
bacterias resistentes a antibióticos.
Sin embargo, advierten, será costoso identificar el
bacteriófago adecuado para cada bacteria, modificarlo genéticamente si
es preciso y combinarlo con otros virus para evitar que las bacterias se
vuelvan resistentes. Además, pocos hospitales disponen de la tecnología
para identificar con rapidez las bacterias concretas que deberían ser
tratadas con bacteriófagos. Todo ello, advierte Nature
Biotechnology, puede frenar la implantación de los tratamientos basados en bacteriófagos.
- https://www.lavanguardia.com/ciencia/20190508/462128168390/virus-atacan-bacterias-resistentes-antibioticos.html
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