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domingo, 20 de diciembre de 2020

De Hungría a un futuro Nobel: retrato de Katalin Kariko, la investigadora tras la vacuna de Pfizer

 

 La húngara investigadora del ARN mensajero en la Universidad de Pensilvania durante más de 30 años y en cuya base están dos de las vacunas podria ser la próxima en recibir el Premio Nobel.

https://www.france24.com/es/ee-uu-y-canad%C3%A1/20201219-katalin-kariko-investigadora-vacuna-covid19-hungria-eeuu?fbclid=IwAR26iZocTGSbtsiyOei71ryR-pu7GH5SsG9KlW3J66gEZ-qZITtDvsAVduA

De Hungría a un futuro Nobel: retrato de Katalin Kariko, la investigadora tras la vacuna de Pfizer

Desde hace unas semanas, la bioquímica se ha convertido en el rostro del ARN mensajero, tecnología que ha permitido desarrollar la vacuna de Pfizer y BioNTech, presente en América. Tras dejar su Hungría natal en los ochenta, la investigadora, migrante y a menudo desprestigiada, es en sí una historia de lucha y reivindicación en la comunidad científica. Aún teniéndolo todo en contra, persistió en su pasión en Estados Unidos. Esta es su trayectoria.


"¡Redención! Empecé a respirar muy fuerte. Estaba tan emocionada que sentí gran miedo a morir". Con estas palabras fue que Katalin Kariko explicó a The Telegraph su reacción ante el anuncio de los resultados de la eficacia de la vacuna contra el Covid-19 impulsada por las farmacéuticas Pfizer y BioNTech.

Después de casi cuarenta años de esfuerzos, sus investigaciones sobre el ácido 'ARN mensajero', usado para llevar a término las vacunas, por fin fueron validadas, permitiendo así luchar contra la actual pandemia: "Jamás llegué a imaginar que se pondría tanta atención a esta tecnología. No estaba preparada para ser el centro de atención".

Y es que en cuestión de semanas esta investigadora húngara, desconocida para el gran público, y hoy instalada en Pensilvania, se ha convertido en una celebridad en el mundo científico. Cuando, en realidad, la trayectoria de Kariko viene de lejos.

Nacida hace 65 años en la urbe de Szolnok, en el centro del país y en plena época comunista, dio su primer estirón en Kisújszállás, lugar en el que su padre trabajaba como carnicero. Apasionada de las ciencias, comenzó a dar sus primeros pasos en ellas a los 23 años en el Centro de Investigaciones Biológicas de la Universidad de Szeged, en la que además logró su doctorado. Es en ese instante que empezó a interesarse por el ácido ribonucleico, unas moléculas que entregan a las células una especie de manual de empleo, con la forma de código genético, con tal de que puedan producir proteínas a nuestro cuerpo.

Si bien, en los laboratorios húngaros los recursos no eran abundantes. Y a los 30, como especifica la página Hungarian Spectrum, Katalin Kariko provocó su despido del centro, con miras de llegar al otro lado del Atlántico. Es de este modo que en 1985 se hizo con un puesto en la Universidad de Temple de Philadelphia. Eso sí, bajo la Unión Soviética estaba prohibido salir del país con divisas. Sin embargo, la científica decidió vender el auto familiar y esconder el dinero en el osito de peluche de su hija Susan Francia, de dos años. "Iba a ser un viaje de ida. No conocíamos a nadie", recordó ante Business Insider.

De rechazo en rechazo

Aunque Katalin Kariko pudo emprender su sueño americano, las cosas no se desarrollaron como lo esperaba. Porque a fines de la década de 1980 la ciencia no tenía ojos más que para el ADN, visto capaz de transformar las células para curar patologías como el cáncer o la fibrosis quística.

Pero la bioquímica húngara persistió en su corazonada por el ARN, proyectándolo como proveedor de instrucciones para que las células fabriquen dichas proteínas terapéuticas. Una solución que evitaría modificar el genoma celular. Sin embargo, esta tecnología suscitó críticas por sus reacciones inflamatorias, relegando el ARN mensajero a un intruso dentro del sistema inmunitario.

Así, en 1990 su primera solicitud de beca de investigación fue rechazada. Algo que en los años siguientes se repetiría de manera multiplicada. En 1995, la Universidad de Pensilvania, en la que luego se convertiría en profesora, incluso llegó a frenar sus ambiciones y a degradarla al rango de simple investigadora. "Normalmente, en este punto, la gente dice adiós y se va porque es demasiado horrible", expresó al sitio médico Stat. "Pensé en irme y hacer otra cosa. También me decía que no era lo suficientemente buena o inteligente".

Además de hacer frente a estos pensamientos, la científica debió encarar el sexismo laboral. Le preguntaban por el nombre de su supervisor, cuando era ella la que dirigía su propio laboratorio, o le decían 'señora', cuando sus pares masculinos eran identificados por el título de 'profesor'.

Pese a las dificultades, Kariko se aferró a su pasión y se consagró a ella. "Visto desde fuera puede parecer loco, incluso insultante, pero era feliz en el laboratorio. Mi marido siempre ha dicho que era un divertimento para mí. No digo nunca que voy al trabajo, es más un juego", rememora. Al mismo tiempo, luchó para hallar la financiación de los estudios de su hija Susan, transmitiéndole gran determinación. La pequeña del oso de peluche terminó siendo diplomada por la Universidad de Pensilvania, obteniendo además una medalla de oro en remo para el equipo de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de 2008 y 2012.

Un encuentro en la fotocopiadora

Es al fin en 1997 que un sencillo encuentro frente a una fotocopiadora cambió el destino de Kariko. Junto a la máquina, conoció al inmunólogo Drew Weissman, uno de los investigadores para la vacuna contra el VIH. Decidieron trabajar juntos y desarrollar una solución que permita que el sistema inmunológico no reconozca el ARN sintético. Su hallazgo fue publicado en 2005 y les generó muchas alabanzas. El dúo continuó con sus investigaciones y logró después situar su preciado ARN en unas nanopartículas lipídicas. Una especie de revestimiento que evita que se degrade demasiado rápido y a la vez facilita su entrada en las células.

Es gracias a estas técnicas que los laboratorios de Moderna y Pfizer/BioNTech han podido responder hoy a la enfermedad. Las dos vacunas se basan en su estrategia de introducir instrucciones genéticas en el organismo para activar la producción de una proteína idéntica a la del coronavirus, provocando una respuesta inmunitaria.

Por su gran labor y su aplicación, tanto Kariko como Weissman apuntan al premio Nobel. Después de tantos años en los márgenes de la ciencia, la investigadora y migrante de Hungría ocupa de forma merecida un cargo de importancia en el seno del laboratorio alemán BioNTech.

Tras la aprobación de la vacuna, Katalin Kariko se permitió un respiro devorando un paquete de sus caramelos favoritos. Aún cuando saborea este éxito, sabe que no puede sacar el cotillón y el champán, como lo dijo a CNN: "Festejaremos todo esto cuando los sufrimientos humanos queden atrás, cuando los retos y el mismo periodo terrible que vivimos tengan fin. Esto ocurrirá, espero, este verano, cuando hayamos olvidado el virus y la vacuna. Entonces lo celebraré verdaderamente".

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How an immigrant scientist paved the way for covid-19 vaccine

Katalin Karikó saw her early research rejected but she persisted and is now tipped for a Nobel Prize together with her colleague Dr Drew Weissman. Their breakthrough invention is now the key to the Moderna and Pfizer vaccines, and could open the door to new medical cures

 

Scientists Katalin Kariko and Drew Weissman invented the RNA messenger technology for the covid-19 vaccine prodiced by Pfizer and Moderna. Crédito: David Maris

When biochemist Katalin Karikó came to the United States in 1985 as a young immigrant from communist Hungary, she had to sell her car on the black market to afford the trip.

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A pioneer in the field of genetic messaging, she would go on to play a key role in one of modern science's greatest achievements: the world's first genetically engineered vaccines. The technology is believed to have implications for preventing the spread of other diseases from cancer and strokes to malaria and multiple sclerosis.

Just the latest in a long line of American immigrant scientists, Karikó is now being talked about as a possible Nobel prize winner, along with her American colleague Dr Drew Weissman with whom she developed the patented scientific invention at the University of Pennsylvania.

“This is just kind of unbelievable,” Karikó told the French news agency, AFP, in a video call this week from her home in Philadelphia, adding she was unused to the attention after toiling for years in obscurity.

Karikó is one of several foreign-born scientists and entrepreneurs involved in the covid vaccine breakthrough, including Moderna’s Canadian co-founder, Patrick Rossi, and French CEO, Stéphane Bancel.

“Kate Kariko is a superstar,” Dr. David Langer, the chairman of neurosurgery at Lenox Hill Hospital in New York, wrote on Twitter last week. Langer worked with her as a medical student in the 1990s and became a huge fan of her hard work and creative thinking. They remain friends and he visited her last week to congratulate her for her contribution to the development of the covid vaccine.

“She was an immigrant woman who went through such hardship and overcame so much. I saw it and witnessed her supreme work ethic and focus and always doing what was right against all odds,” he told Univision. “This is a story of grit and determination. She was studying something no-one believed in. She knew she was right, but she didn’t have any grant money,” he added.

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“It was difficult because people didn’t believe messenger RNA could be a therapy,” Karikó told another interviewer last week.

Butcher's daughter

Karikó grew up in the tiny town outside Budapest, in a one-room house with no running water and no refrigerator. She got her first taste of biology examining the carcasses of pigs with her father, a Hungarian butcher.

31 years ago, on July 31, 1985 we arrived to the USA. Zsuzsi was 2.5 year old and tall already. Here we are a month later with our first car, the Ford Pinto.

Posted by Kati Kariko on Saturday, July 30, 2016

While working at the University of Pennsylvania, Karikó and Weissman discovered a way to configure a key human molecule - messenger RNA — that stimulates the production of proteins that can fight disease. Her work later inspired the founding of Moderna, the US biotech company developing a coronavirus shot that was approved for emergency use in the U.S. on Friday.

Karikó struggled to keep her position at the university after no-one would fund her ‘mRNA research’. She stayed on but was obliged to accept a lower-paid research position, in part so her daughter could get the staff discount at the prestigious university.

Her daughter, Susan Francia, would go on to earn a Master’s degree at UPenn, and won two gold medals with the US Olympic rowing team in 2008 and 2012.

Karikó was let go by the university, a decision it may now regret.

And her synthetic ‘mRNA’ discovery would turn out to be a key element in speeding up the development of a covid-19 vaccine, allowing scientists at Moderna, as well as Pfizer, to dramatically accelerate the time usually needed to develop a vaccine, which previously took several years.

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Now aged 65, her previously unheralded career has suddenly transformed in a matter of weeks. Now an RNA specialist at BioNTech, a German biotech firm that developed a coronavirus vaccine in partnership with US pharma giant Pfizer. That vaccine won the race for U.S. approval earlier this month.

Both the Pfizer and Moderna vaccines use mRNA to deliver a coded message to the body that triggers a protein-based immune response that has proven to be highly effective at preventing covid-19.

Weissman, a 61-year-old physician and immunologist previously worked for seven years in the 1990s with Dr Anthony Fauci at the National Institute of Allergy and Infectious Diseases. Fauci this year became a household name during the pandemic as a leading member of the White House coronavirus task force.

In an interview, Weissman praised Karikó as “a brilliant scientist” who wasn’t treated well by the University of Pennsylvania. Despite Karikó losing her university job, Weissman said “we never stopped working together.”

Weissman is also the grandson of immigrants, on his mother’s side from Sicily and his father’s family from Poland.

What is messenger RNA?

Messenger RNA (ribonucleic acid), was first discovered in 1961 at the California Institute of Technology (Caltech), and has been called the “software of life.” Unlike other vaccines, which involve injecting dead pieces of the virus into the body, a vaccine using mRNA sends a set of genetic instructions into cells that generates proteins to help the immune system fight off the coronavirus.

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The mRNA acts as an intermediary between human DNA, the genetic database that dictates bodily functions, and the production of proteins which make up the body’s essential living organisms, such as muscle, skin tissue and blood.

“DNA is like a library. It contains books with all the information that you need to conduct your life. They do everything,” said marine biologist Joshua Rosenthal who works on RNA editing at Marine Biological Laboratory in Woods Hole, Massachusetts.

But in order for that information to be useful it has to be “transcribed”, which is where the RNA comes in as a “messenger” to create proteins the body needs to function, he explained.

While most scientists were focused on genetic engineering of DNA, Karikó was a pioneer in the field of exploring how RNA might serve as an alternative method of fighting disease or erasing genetic mutations that cause illness.

Scientists had been injecting lab animals with RNA since 1990. Yet, many gave up on the concept after finding that the animals’ immune systems recognized the injected molecules as foreign — resulting in harmful inflammation and even death.

Karikó’s original invention – the creation of synthetic RNA - wasn’t effective in animals because their immune systems recognized the injected molecules as foreign invaders, triggering an aggressive immune response, causing potentially fatal inflammation.

She refused to give up even as her research funding dried up.

Breakthrough

Eventually, after teaming up with Weissman, the pair came up with a breakthrough in 2005. They figured out how to change one component in the RNA that tricked the body’s immune rejection system. “There are actually 17 different sensors, or proteins in our body, that can recognize RNA. We changed the RNA so they don’t see it anymore, they don’t react to it,” said Weissman.

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“That’s the technology that these companies bought,” he added, referring to the Moderna and Pfizer vaccines.

Karikó and Weissman now both work with BioNTech which has seen its market value soar to $25 billion dollars after Pfizer was approval for its vaccine. But they don’t expect to become millionaires any day soon. The patent belongs to the University of Pennsylvania.

“Academics who invent things never becomes billionaires, that’s just not how it works,” said Weissman.

Weissman said he’s happier in the lab, away from the spotlight. It’s also personal. His sister’s best friend in Boston was an early victim of covid in March, aged 59.

after got the call about the Pfizer-BioNTech results, Karikó said she celebrated with a bag of Goobers, her favorite chocolate-covered peanuts.

Experts say the work of Karikó and Weissman could open the door to a whole new field of medicine.

"A million applications"

“We’re just beginning to understand the massive potential of RNA to impact our lives,” said Rosenthal. “There are a million applications that you can imagine if you can control these systems.”

Weissman is already working on four other RNA vaccines for other diseases which he expect to go into clinical trials next year.

“They all got delayed because of covid,” he said. Solutions could include herpes, HIV-Aids, as well as a universal influenza vaccine. “If they work, these are all groundbreaking. They are change the world type vaccines,” he added.

He is also working on RNA as a treatment for some types of pain.

“RNA can do a lot of things. We didn’t reinvent aspirin, we invented a platform that could be used for many different diseases and many different therapies,” he said.

https://www.univision.com/univision-news/health/immigrant-scientist-who-paved-way-for-covid-19-vaccine

 

 

La científica inmigrante cuyo trabajo originalmente rechazado abrió el camino para la vacuna contra el covid-19

Katalin Karikó vio rechazada sus primeras investigaciones, pero ella persistió y ahora está propuesta para un Premio Nobel junto con su colega, el doctor Drew Weissman. Su innovador invento es ahora la clave para las vacunas de Moderna y Pfizer, y podría abrir la puerta a nuevas curas médicas

Cuando la bioquímica Katalin Karikó llegó a los Estados Unidos en 1985 para tomar un puesto postdoctoral como una joven inmigrante de la entonces Hungría comunista, tuvo que vender su automóvil en el mercado negro para pagar el viaje.

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Pionera en el campo de la mensajería genética, Karikó llegaría a desempeñar un papel clave en uno de los mayores logros de la ciencia moderna: las primeras vacunas modificadas genéticamente del mundo. Se cree que esta tecnología tiene implicaciones para prevenir la propagación de otras enfermedades, desde el cáncer y los accidentes cerebrovasculares hasta la malaria y la esclerosis múltiple.

Karikó es la última de una larga lista de científicos inmigrantes estadounidenses y ahora se habla de ella como posible ganadora del premio Nobel, junto con su colega estadounidense, el doctor Drew Weissman, con quien desarrolló la invención científica patentada en la Universidad de Pennsylvania.

"Esto es simplemente increíble", dijo Karikó a la agencia de noticias francesa, AFP, en una videollamada esta semana desde su casa en Filadelfia, y agregó que no estaba acostumbrada a ser centro de atención después de haber trabajado durante años en la oscuridad.

Karikó es una de varios científicos y emprendedores nacidos en el extranjero involucrados en el avance de la vacuna contra el covid, incluido el cofundador canadiense de la compañíaa Moderna, Patrick Rossi, y el director ejecutivo francés, Stéphane Bancel.

¿Cuándo recibirás la vacuna contra el coronavirus? Esta herramienta interactiva te indica tu lugar en la fila


“Kate Kariko es una superestrella”, escribió en Twitter el doctor David Langer, presidente de neurocirugía del Hospital Lenox Hill en Nueva York. Langer trabajó con ella como estudiante de medicina en la década de 1990 y se convirtió en un gran admirador de su arduo trabajo y pensamiento creativo. Siguen siendo amigos y él la visitó la semana pasada para felicitarla por su contribución al desarrollo de la vacuna contra el covid.

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“Era una mujer inmigrante que pasó por tantas dificultades y superó muchas. Lo vi y fui testigo de su suprema ética de trabajo y su enfoque, siempre haciendo lo correcto contra todo pronóstico ”, dijo a Univision Noticias.

“Esta es una historia de valentía y determinación. Estaba estudiando algo en lo que nadie creía. Sabía que tenía razón, pero no pudo conseguir una subvención para continuar la investigación", agregó.

"Fue difícil porque la gente no creía que el ARN mensajero pudiera ser una terapia", dijo Karikó a CNN en una entrevista esta semana.

La hija del carnicero

Karikó creció en una pequeña ciudad a las afueras de Budapest, en una casa de una habitación sin agua corriente ni refrigerador. Probó por primera vez la biología examinando los cadáveres de cerdos con su padre, un carnicero húngaro.

En 2005, mientras trabajaban en la Universidad de Pennsylvania, Karikó y Weissman descubrieron una forma de configurar una molécula humana clave, el ARN mensajero, que estimula la producción de las llamadas proteínas de "pico" que pueden combatir enfermedades.

Más tarde, su trabajo inspiró la fundación de Moderna, la empresa de biotecnología estadounidense que desarrolló una vacuna contra el coronavirus que fue aprobada el viernes por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) para su uso de emergencia en pacientes mayores de 18 años en Estados Unidos.

Pero Karikó tuvo que luchar contra todas las desventajas para lograr su éxito. Por años, su puesto en la universidad era inestable por la falta de interés en su investigación de ARNm. No tenía residencia permanente en el país y necesitaba un trabajo para renovar su visa, por lo que tomó un puesto con un salario más bajo. Aunque eso le permitió a su hija obtener un descuento para estudiar en la prestigiosa universidad.

Su hija, Susan Francia, obtendría luego una maestría en la Universidad de Pennsylvania y ganó dos medallas de oro con el equipo olímpico de remo de Estados Unidos en 2008 y 2012.

Karikó fue despedida por la universidad, una decisión de la que ahora UPenn puede arrepentirse.

Y su descubrimiento de 'ARNm' sintético resultaría ser un elemento clave para el desarrollo de una vacuna covid-19, lo que permitiría acelerar drásticamente el tiempo que normalmente se necesita para desarrollar una vacuna, lo que anteriormene tomaba varios años.

"Una científica brillante"

A los 65 años, su carrera, antes desconocida, se ha transformado repentinamente en cuestión de semanas. Trabaja actualmente como especialista de ARN en BioNTech, una empresa de biotecnología alemana que desarrolló una vacuna contra el coronavirus en asociación con el gigante farmacéutico estadounidense Pfizer.

Tanto las vacunas de Pfizer/BioNtech como la de Moderna usan ARNm para enviar un mensaje codificado al cuerpo que desencadena una respuesta inmune basada en proteínas que ha demostrado ser altamente efectiva para prevenir el covid-19.

Weissman, un médico e inmunólogo de 61 años, trabajó anteriormente durante siete años en la década de los 90 con el ahora muy famoso Dr. Anthony Fauci en el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, y es miembro destacado del grupo de trabajo sobre el coronavirus de la Casa Blanca.

En una entrevista, Weissman elogió a Karikó como "una científica brillante" que no fue tratada bien por la Universidad de Pensilvania. A pesar de que Karikó perdió su trabajo en la universidad, Weissman dijo que "nunca dejamos de trabajar juntos".

Weissman también es nieto de inmigrantes, por parte de su madre de Sicilia y de la familia de su padre de Polonia. Los creadores alemanes de BioNTech, Ugur Tureci y su esposa Ozlem Tureci, también son hijos de inmigrantes turcos.

¿Qué es ARN mensajero?

El ARN mensajero (ácido ribonucleico) se descubrió por primera vez en 1961 en el Instituto de Tecnología de California (Caltech) y se le ha llamado el "software de la vida". A diferencia de otras vacunas, que implican inyectar partes muertas del virus en el cuerpo, una vacuna que usa ARNm envía un conjunto de instrucciones genéticas a las células que generan proteínas para ayudar al sistema inmunológico a combatir el coronavirus.

El ARNm actúa como intermediario entre el ADN humano, la base de datos genética que dicta las funciones corporales y la producción de proteínas que componen los organismos vivos esenciales del cuerpo, como los músculos, el tejido cutáneo y la sangre.

“El ADN es como una biblioteca. Contiene libros con toda la información que necesitas para conducir la vida. Ellos hacen todo”, dijo el biólogo marino Joshua Rosenthal, quien trabaja en la edición de ARN en el Laboratorio de Biología Marina en Woods Hole, Massachusetts.

Pero para que esa información sea útil tiene que ser "transcrita", que es donde entra el ARN como un "mensajero" para crear proteínas que el cuerpo necesita para funcionar, explicó.

Si bien la mayoría de los científicos se centraron en la ingeniería genética del ADN, Kariko fue pionera en el campo de la exploración de cómo el ARN podría servir como un mejor método para combatir enfermedades o eliminar las mutaciones genéticas que las causan.

Katalin Karikó, como estudiante de doctorado sintetizando químicamente ARN en 1980 mientras trabajaba en el laboratorio de ARN del Centro de Investigación Biológica de la Academia de Ciencias de Hungría. Crédito: Katalin Karikó


Los científicos habían estado inyectando ARN en animales de laboratorio desde 1990. Sin embargo, muchos abandonaron el concepto después de descubrir que el sistema inmunológico de los animales reconocía las moléculas inyectadas como extrañas, lo que provocaba una inflamación dañina e incluso la muerte.

La invención original de Karikó, la creación de ARN sintético, no fue efectiva en animales porque sus sistemas inmunológicos reconocieron las moléculas inyectadas como una invasión extranjera, lo que desencadenó una respuesta inmune agresiva, causando una inflamación potencialmente fatal.

Karikó se negó a darse por vencida incluso cuando se agotaron los fondos para la investigación.

Finalmente, después de asociarse con Weissman, la pareja logró un gran avance. Descubrieron cómo cambiar un componente en el ARN que engañaba al sistema de rechazo inmunológico del cuerpo.

“En realidad, hay 17 sensores o proteínas diferentes en nuestro cuerpo que pueden reconocer el ARN. Cambiamosuno para que el ARN que no pude verlo más, no reaccionen a él ”, dijo Weissman.

Ganancias multimillonarias

“Esa es la tecnología que compraron estas empresas”, agregó, refiriéndose a las vacunas Moderna y Pfizer. BioNTech ha visto cómo su valor de mercado se disparó a $25,000 millones de dólares después de que Pfizer aprobara su vacuna hace dos semanas.

Pero Karikó y Weissman no esperan convertirse en millonarios pronto. La patente pertenece a la Universidad de Pennsylvania.

“Los académicos que inventan cosas nunca se vuelven multimillonarios, simplemente no es así como funciona”, dijo Weissman.

Ambos científicos son más felices en el laboratorio, lejos del centro de atención. También es personal para Weissman. El mejor amigo de su hermana en Boston fue una de las primeras víctimas del covid en marzo, a los 59 años.

Después de recibir la llamada sobre los resultados de la pruebas de la vacuna Pfizer-BioNTech, Karikó dijo que se contentó con celebrar con una bolsa de Goobers, cacahuetes cubiertos de chocolate.

Cambiando el mundo

Los expertos dicen que el trabajo de Karikó y Weissman podría abrir la puerta a un campo completamente nuevo de la medicina.

“Recién estamos comenzando a comprender el enorme potencial del ARN para afectar nuestras vidas”, dijo Rosenthal. "Hay un millón de aplicaciones que puede imaginar si puede controlar estos sistemas".

Weissman ya está trabajando en otras cuatro vacunas de ARN para otras enfermedades que espera entrar en ensayos clínicos el próximo año. Las soluciones podrían incluir herpes, VIH-SIDA y una vacuna universal contra la influenza. “Si funcionan, todas serán revolucionarias. Son vacunas del tipo de las que pueden cambiar el mundo”, aseguró.

También está trabajando en ARN como tratamiento para algunos tipos de dolor.

“El ARN puede hacer muchas cosas," dijo Weissman. "No reinventamos la aspirina, inventamos una plataforma que podría usarse para muchas enfermedades diferentes y muchas terapias diferentes ”.

https://www.univision.com/noticias/salud/cientifico-inmigrante-allano-camino-vacuna-covid-19 

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 2020, un año maldito salvado por los sanitarios y por los cientificos, la mayoria de los politicos han desmostrado su incapacidad,con sus contradicciones.

  • https://articulosclaves.blogspot.com/2020/12/2020-un-ano-maldito-salvado-por-los.html

 

La madre de la vacuna contra la covid: “En verano podremos, probablemente, volver a la vida normal”

La bioquímica húngara Katalin Karikó pasó 40 años trabajando en la sombra y desarrollando avances claves para las inyecciones de Moderna y BioNTech

Katalin Karikó, pionera de las vacunas de ARN, en el jardín de su casa en Filadelfia, el 22 de diciembre.
Katalin Karikó, pionera de las vacunas de ARN, en el jardín de su casa en Filadelfia, el 22 de diciembre.Rachel Wisniewski / Rachel Wisniewski
Nuño Domínguez
https://elpais.com/ciencia/2020-12-26/la-madre-de-la-vacuna-contra-la-covid-en-verano-podremos-probablemente-volver-a-la-vida-normal.html?ssm=LK_CC

 

 Dos de las tres vacunas contra el coronavirus han utilizado métodos nuevos para construir la vacuna: la utilización del ARN. (ácido ribonucleico). La síntesis del ARN mereció el premio Nobel a Severo Ochoa, científico español en 1959.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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