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domingo, 20 de diciembre de 2020

Responsabilidad y sensatez


Responsabilidad y sensatez

En espera de que la vacuna aleje el miedo personal y colectivo hay que actuar cívicamente.

Almorcé con un amigo hace unas semanas y me llamó al cabo de tres días para advertirme que él había dado positivo en el coronavirus. Para que lo tuviera en cuenta porque me podía haber contagiado. A pesar de que solemos responsabilizar a quienes pensamos que no se comportan cívicamente y no observan las indicaciones sanitarias que nos recomiendan los políticos, pienso que uno de los valores que han cotizado al alza en estos tiempos pandémicos es la solidaridad.

Me hice la prueba y dio negativo. Mi amigo pasó por las fases más incómodas de la infección. Le llamé y me respondió con un mensaje diciéndome que no podía hablar. Estaba en el hospital. Durante unas semanas nos comunicamos por WhatsApp hasta que recibió el alta y felizmente ha vuelto a la normalidad familiar y laboral.

Este maléfico enemigo invisible se extiende a ritmos inesperados y fuera del control de las autoridades sanitarias y políticas. El miedo es libre y no lo sentimos en el día a día, sino que lo proyectamos en el futuro a medio o largo plazo. Se puede afirmar que el miedo colectivo ha alcanzado dimensiones globales.

Ayer se anunció que el presidente Emmanuel Macron había dado positivo y empezaba la cuarentena prevista por las indicaciones de los decretos del Gobierno de Francia. Pedro Sánchez anunció que entraba en cuarentena por haber almorzado dos días antes con su colega francés. Todas sus actividades presenciales han quedado suspendidas. La interdependencia es inevitable, pero con consecuencias también coercitivas.

Se estima que las guerras y revoluciones del siglo pasado causaron unos cien millones de muertos en todo el mundo. Pero se sabía por qué se luchaba y contra quién. La novedad es que hoy no sabemos cómo hay que combatir el virus. Y aparecen teorías para todos los gustos sobre los límites del poder de los humanos. Hay quien piensa que es una venganza de la naturaleza herida por las acciones irresponsables de los hombres y los hay que lo atribuyen a una misteriosa reacción del Dios de Israel que aparece en el Génesis. Lo cierto es que no se sabe.

Por eso es tan importante que la ciencia explore hasta el fondo las causas de la pandemia y que las vacunas que están al llegar neutralicen el mal y alejen el miedo que recorre la Tierra al ignorar cómo el contagio aparece y desaparece tan fácilmente. Mientras tanto, todas las precauciones sanitarias son actos cívicos y solidarios, necesarios, que nos afectan personal y colectivamente. Se pide sensatez.

Publicado en La Vanguardia el 18 de diciembre de 2020

Es un coronavirus, esta familia de virus se sabe como se crean y como se comportan, la diferencia es que este se expande rapidamente, y no se sabe si sus mutaciones seran mas debiles o no.
Todo lo demas es conspiranoica. Hemos de agradecer que el sistema es capaz de encontrar una solución en un año. Que se puedan realizar vacunas en tan poco tiempo es un exito de la ciencia. La húngara Katarin Kariko,investigadora del ARN mensajero en la Universidad de Pensilvania durante más de 30 años y en cuya base están dos de las vacunas podria ser la próxima en recibir el Premio Nobel. 

Quienes piensen que es un venganza de la naturaleza herida que se lo hagan mirar, porque su ignorancia sobre el funcionamiento de los virus es preocupante. 

Respecto a quien hemos tenido mujer e hijo pasando por el virus, sabemos que es que un familiar se quede sin fuerzas, gusto y olfato. Asi que los que se lo toman a pitorreo, porque lo primero es pasar un fin de semana en Puigerda, ya que son  unos grandes egoelegidos " pixapins", alla ellos.

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