traductor

jueves, 29 de julio de 2010

Equivocaos, por favor: sólo así podréis acertar algún día -LV-LAcontra


"¡Equivocaos, por favor: sólo así podréis acertar algún día!"
LLUÍS AMIGUET  - 29/07/2010

Tengo 57 años: ya sé que parezco más joven; también parecía más viejo cuando pesaba 20 kilos más. Nací en Atlanta: mi padre era telefonista, pero Stanford me dio una oportunidad. Casado, sin hijos: mis estudiantes son mis niños. Enseñar es tan divertido que debería ser ilegal

-Quien no se equivoca nunca es porque tampoco arriesga nunca, pero tampoco progresa.
-Pero nuestra cultura penaliza mas el riesgo tentativo del emprendedor que la comodidad aborregada de quien nunca arriesga y por tanto nunca se equivoca

Yo enseño a ser emprendedor en Silicon Valley...

¿Sólo allí?

Silicon Valley no es un lugar físico. Para nosotros, en Stanford, Silicon es un lugar mental: una manera de pensar, de vivir...

¿Qué le distingue?

No es una identidad, sino una mezcla. No tiene ninguna denominación de origen; no se puede decir sin equivocarse que Silicon Valley sea un lugar americano o californiano. En realidad, el espíritu de Silicon es tan californiano como indio o asiático, y me refiero a todas las variedades y diversidad de Asia... Todos hemos contribuido a crearlo.

Laboriosos asiáticos.

Y buenos estudiantes, pero también hemos tenido en Silicon europeos innovadores que nos han aportado su visión: han venido de todas partes y se han quedado unidos por una manera de trabajar y de emprender.

Un melting pot.¿Qué más?

Meritocracia. Yo mismo soy hijo de un modesto empleado de una telefónica y eso no ha impedido que me dieran todas las oportunidades - empezando por una carrera en la Universidad de California en Berkeley-si era capaz de aprovecharlas. Ahora intento dar oportunidades a otros en Stanford.

Nadie es más que nadie si no hace más que nadie.

No eres por tu origen, sino por tu ambición: tú eres todo lo que seas capaz de hacer... Lo que distingue a Silicon Valley de otras culturas meritocráticas es que esa ambición de hacer incluye el derecho a equivocarte.

En eso sí que son originales.

En Silicon Valley los emprendedores hablan de sus fracasos tanto como de sus aciertos, porque saben que están relacionados y que no hay unos sin otros. Y están orgullosos de haber sabido fracasar para acertar.

¿Por qué?

Porque el éxito forma parte del fracaso, del mismo modo que el niño que no se cae nunca no aprende a andar. Lo único que exigimos es ética en el fracaso. Es decir, que te equivoques es tan honorable como que aciertes, pero en ambos casos sin faltar a la ética. El único fracaso no es ganar o perder dinero, sino engañar a los demás.

Puedes perder dinero, pero no robarlo.

Hay culturas que no saben diferenciar bien una cosa de otra. En Silicon es habitual que quiebre tu empresa, pero en Japón, por ejemplo, un empresario que cae en bancarrota tiene que cambiar hasta de apellido.

Tiene que suicidarse socialmente.

Y en EE.UU. el culto al éxito venía acompañado hasta ahora de la ridiculización del fracaso. Es mérito de la cultura Silicon rehabilitar el fracaso hasta el punto de pedir: "¡Equivocaos, por favor: sólo fracasando podréis triunfar algún día!".

También han tenido triunfadores.

De cada 21 empresas que se inician, 20 fallan tarde o temprano, pero la que queda crea economías de escala y crece lo suficiente como para generar la riqueza y el empleo que justifiquen todos los desvelos y pérdidas de las otras 20, que, además, son fracasos que siempre enseñan algo.

¿Cómo enseña a fracasar?

Gran pregunta. Empezamos ya el primer día: les llevo a mis estudiantes los curriculum que enviaron para ingresar en Stanford y les digo: "Aquí sólo habéis puesto los éxitos. Ahora escribidme todos vuestros fracasos en la vida y qué os enseñó cada uno".

Gran ejercicio.

Y después los comentamos. Así generamos empatía y empezamos a transformarnos de grupo de personas en equipo de emprendedores; porque el trabajo en equipo es el otro gran secreto de Silicon Valley.

Le creo, pero también es obvio que practican el culto a la personalidad.

Tiene usted razón. Steve Jobs, por ejemplo: no paramos de alabarlo como si él solito hubiera creado Apple. Y hemos creado un star-system con todos los emprendedores estrella de Silicon: Google, Yahoo... Pero todos sabemos que él sólo es la bandera de un éxito que tiene muchos padres. Otra premisa de Silicon es aprender a detectar los vientos para navegar a su favor.
¿En qué sentido?

Fui del equipo fundador de Symantec. En principio sólo queríamos crear bases de datos con una empresa pequeña y eficaz, pero el viento tecnológico soplaba a favor y empezamos accidentalmente a tratar virus informáticos, que, al convertirse en amenaza, acabaron siendo nuestra principal ocupación: nos convirtieron en multinacional.

¿Qué viento sopla ahora?

El de las energías renovables, sin duda. En Stanford les dedicamos hoy cien veces más inversión e investigación que hace tan sólo diez años. Y ese es ahora nuestro viento: en Silicon vivimos instalados en el cambio, porque en el cambio está la oportunidad.

Me alegra que le alegre.

Es una enorme oportunidad que está desplegándose ahora ante nuestros ojos: nada será igual cuando acabemos con la era del petróleo y vivamos ya en la era de las renovables. Eso es lo que le decía cuando hablaba del viento a favor: ese es el viento que ahora sopla y hay que emprender con él.

Debe de ver usted muchos planes de negocio sobre renovables.

Los planes de negocio no son una fórmula mágica, sino sólo un punto de partida: nunca llevan al éxito ni al fracaso. Son sólo un modo de empezar: hay que ir adaptándolos a las circunstancias.

----
comentario:

Maturana: "uno no se equivoca cuando se equivoca", porque el juicio de error es posterior al hecho. Durante el acto, que luego será calificado de error, seguramente creemos estar haciéndo lo correcto

 

miércoles, 28 de julio de 2010

Richard Florida: La economía la mueven las ciudades

Entrevista realizada por  La Vanguardia a Richard Florida, experto en materia de tendencias demográficas e innovación tecnológica

¿Qué es para usted mirar al futuro?

Rehacer radicalmente los sistemas de educación. En lugar de tener escuelas que funcionan como una fábrica, que aplastan la creatividad, deberíamos dar a los niños todo lo que necesiten para desarrollar sus talentos.

¿Qué más?

Aparcar los coches y tener un sistema de transporte mucho más flexible que integre megarregiones. Y no sólo debemos extender la sociedad del bienestar a todos, también asegurarnos de que las personas tienen un propósito y un sentido en su vida si queremos construir economías más prósperas.

Pues la mayoría del planeta se muere de hambre.

Si malgastamos los recursos continuaremos así, pero si invertimos en esas personas dándoles la opción de ser competitivas, podemos solucionarlo.

Utópico.

No hay ningún motivo por el que más la mitad de la población viva en la pobreza.

¿Cuáles serán los líderes económicos del futuro?

No lo serán gigantes económicos como India o China, ni países que concentren sus iniciativas en convertirse en centros rentables para el proceso de fabricación. Lo serán países pequeños como Finlandia, Holanda, Suecia, Dinamarca, Canadá, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda.

¿Por qué?

Han construido climas creativos dinámicos que generan productos creativos. La creatividad es ahora el elemento clave de la competitividad mundial.

Para eso hace falta gente creativa...

La clase creativa es la nueva clase social, que, igual que sucede con las otras clases, la define la economía. La creatividad es el nuevo motor del crecimiento económico, por lo que la clase creativa se ha convertido en la clase dominante en términos de influencia.

Hábleme de ellos.

Durante la década de 1980 y 1990 muchas ciudades intentaron emular el éxito de Silicon Valley construyendo parques empresariales de alta tecnología o proporcionando fondos de inversión de riesgo.

Un fiasco.

Sí. En lugar de ser las personas las que se desplazaban hacia el empleo, resultó que eran las empresas las que se instalaban en lugares donde estaban esas personas capaces.

¿Y dónde estaban esas personas?

Decidían ubicarse en función de sus intereses y su estilo de vida, que iba mucho más allá de los servicios convencionales que la mayoría de expertos considera.

¿Cómo lo sabe?

En 1998 estaba estudiando las decisiones de ubicación de las industrias tecnológicas y las personas con talento y conocí a Gray Gates, que había estudiado las pautas de ubicación de los homosexuales.

¿E intercambiaron cromos?

Sí. Cuando comparamos ambas listas, resultó que mis medidas de crecimiento tecnológico coincidían con su índice gay. Desarrollé otras medidas como el índice bohemio (escritores y artistas en una región) para compararlas con el crecimiento tecnológico y obtuve los mismos resultados.

¿Gais y artistas llaman a la tecnología?

Concluí que el crecimiento económico se daba en ciudades tolerantes, diversas y abiertas a la creatividad, porque esos eran los lugares donde las personas creativas de todo tipo querían vivir.

Usted también hace un paralelismo entre ciudades y felicidad.

Sabemos que el dinero no es el factor predominante, sino hacer un trabajo con un sentido e ilusionante, tener buenas relaciones y vivir en un lugar donde puedes expresarte, que sea seguro, que tenga oportunidades económicas y que tenga naturaleza, cosa que la mayoría de los urbanistas pasan por alto. Más que el país o las empresas, son las ciudades las que mueven la economía.

Hay que escoger bien dónde vives.

El lugar en el que elegimos vivir es un factor crucial en nuestras vidas, porque afecta a todos los demás: trabajo, educación y amor. Pero las prioridades cambian con la edad. Cuando eres joven quieres oferta cultural, un apartamento en el centro. Cuando tienes hijos prefieres lugares más tranquilos y con mayor oferta educativa.

Pues el mantra de la era de la globalización es que no importa dónde vivamos.

Es una idea muy atractiva pero errónea. Los factores económicos principales (innovación, creatividad y talento) no están distribuidos de manera uniforme. La innovación y la creatividad en la actividad económica se están concentrando cada vez más.

Pero hoy hay más países que participan de la economía mundial.

Sí, como China o India, pero concentran los activos económicos en ciudades concretas.

¿El capitalismo cambia de piel?

Sí, está evolucionado hacia un sistema mucho más sutil y complejo que no extrae únicamente los recursos, sino que también combina ciudades y personas para extraer habilidad y talento para fines económicos.

La conclusión es alentadora.

Los países que no sigan aumentando su potencia creativa, apoyando la creatividad y aplicando políticas que atraigan a más personas al sector creativo, en lugar de infrautilizarlas, se quedarán atrás.

martes, 6 de julio de 2010

Dan Coyle -"El talento ni es innato ni es genético: el talento se cultiva" -lacontra

Dan Coyle, periodista y escritor que ha recorrido el mundo en busca del talento
"El talento ni es innato ni es genético: el talento se cultiva"
IMA SANCHÍS - 17/11/2009

Tengo 44 años. Nací en San Luis (Misuri), pero he crecido y vivo en Alaska. Estoy licenciado en Literatura Inglesa y tengo un máster en Periodismo. Estoy casado y tengo 4 hijos, de 7 a 14 años. Abogo por el humanismo. El talento es muy democrático. Soy católico irlandés

La excelencia es un hábito?

Eso dijo Aristóteles: "Somos lo que hacemos repetidamente". La excelencia es un habito que podemos cultivar a través de una serie de mecanismos y circuitos neuronales.

Ha creado usted el club de fans de la mielina.

Esa sustancia que rodea el núcleo de las neuronas es como la banda ancha de nuestro cerebro, pero en este caso no hay ningún técnico que nos la instale; para establecerla y que nuestro cerebro funcione a mayor velocidad, fuerza y precisión, necesitamos práctica y repetición.

¿Más mielina, más excelencia?

Exacto, y todos podemos cultivarla. El neurólogo Bartzokis, investigador de la mielina, dice que todas las habilidades, todo el lenguaje, toda la música, los movimientos, están hechos de circuitos vivos; y todos los circuitos crecen según determinadas reglas.

¿Reglas que aplicaban ya los florentinos del la época de Miguel Ángel?

Pensamos que esa época y ese lugar dieron una gran cantidad de talentos innatos, pero en realidad era fruto de un sistema de formación en el que los niños a partir de los 7 años se convertían en aprendices activos de grandes maestros. No escuchaban ponencias, sino que hacían, preparaban frescos y pinturas durante diez años.

¿Hay que volver a los oficios para superar el fracaso escolar?

La práctica intensa realizada con energía, pasión y compromiso; con motivación, junto con la admiración por los maestros y la integración de los errores como parte del aprendizaje, son las claves que he visto repetirse a lo largo de mi investigación en los variopintos semilleros de talentos.

¿Cómo empezó todo?

Haciendo un reportaje sobre un club de tenis muy pequeño del que había surgido un gran campeón, me di cuenta de que ese club había dado más campeones que todos los clubs de EE. UU. juntos.

¿Qué entiende por práctica intensa?

Al límite de nuestras habilidades, el objetivo debe estar siempre un poco más allá de lo que damos de sí.

¿De dónde procede el combustible de la motivación?

Pensamos que del interior, pero la mayoría de las veces procede del exterior. Nada motiva más que hallar el ejemplo de eso en lo que queremos convertirnos.

¿Qué diferencia a los maestros instructores de los semilleros de talentos?

No dan discursos, son anónimos; por lo general, personas poco valoradas. Nadie conoce a Larisa Preobrazhenskaya, entrenadora de un club de tenis de Moscú que ha generado talentos por valor de millones de dólares. Vi llegar a su clase a una alumna nueva.

¿Y?

Larisa detuvo la clase, la miró y le pasó la pelota, estableciendo con ella una conexión. Para esa niña su entrenadora se convirtió en un referente. Y siempre daba instrucciones breves, cortas y rápidas en el momento, mientras estaba sucediendo.

Entiendo.

Los susurradores de talento suelen ser personas mayores y humildes, atletas emocionales que saben encender la pasión en sus alumnos y la práctica intensa. Y lo hacen con sentido del humor, herramienta básica para que el esfuerzo no resulte frustrante.

Las calles de Brasil producen mejores jugadores que los mejores clubs.

Los semilleros de talentos son lugares pobres que carecen de recursos pero ricos en lo que cuenta. En Brasil juegan al fútbol sala: el juego está comprimido, se toca la pelota un 600% más que en los campos grandes; la pelota es más pequeña, se cometen más errores, por todo ello los circuitos cerebrales se activan con mucha más frecuencia.

¿Hay que felicitarse por los errores?

Sin ellos no avanzamos. Tenemos 100.000 millas de circuitos en el cerebro, podríamos dar cuatro vueltas alrededor de la Tierra, y lo que hacemos con esos circuitos depende de nosotros, nosotros debemos encenderlos para conseguir el talento.

¿Cómo avivar el talento?

Visité una escuela en un barrio pobre de EE. UU. en la que había una maestra que elevó la media de las notas. Todas sus clases empezaban con la frase: "Gracias a lo que vamos a hacer ahora iréis a la universidad", y les explicaba las excelencias de tener una carrera. Los llevaba a visitar la universidad y a entrevistarse con universitarios de su barrio.

Despertar el entusiasmo por aprender. La gran mayoría de los atletas con grandes marcas suelen ser los pequeños de la familia: corrían como locos para alcanzar a sus hermanos mayores. Hay otro estudio que demuestra que los mejores pianistas se iniciaron con profesores muy corrientes pero entusiastas y cariñosos.

Un buen maestro es un tesoro, ¿pero qué puedo hacer yo?

Yo pensaba que ser padre equivalía a desvelar el talento oculto de mis hijos. Después de mi investigación me he dado cuenta de que lo que debo hacer es exponer a mis hijos a cuantas más cosas, mejor, y fijarme en su reacción, ver qué les motiva. Y siempre hay que alabarles por el esfuerzo.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido de su investigación?

Darme cuenta de que el talento no tiene tanto que ver como creíamos con los genes. El talento se cultiva, y no es necesario ser rico.