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jueves, 29 de noviembre de 2012

"Disfruta de la vida, es más tarde de lo que crees"


"Disfruta de la vida, es más tarde de lo que crees"

Dietrich Grönemeyer, catedrático, médico y padre de la microterapia




Sólo los peces muertos nadan a favor de la corriente.
O como decía Sten Nadolny: la vida es demasiado valiosa para que la echemos a perder con una actitud acomodaticia.

Sea bueno, doctor.
Deseo romper una lanza a favor de los individuos autónomos, de los que han alcanzado la mayoría de edad. Uno ha de encontrar su propia fuerza para seguir su camino.

¿Y dónde se halla esa fuerza?
Tómese tiempo, no se robe la vida a sí mismo. Nuestro tiempo es limitado, deberíamos conducirnos amorosamente con el tiempo que nos queda: cantar, jugar, encontrarnos, reunirnos para comer con los que amamos lejos del televisor.

Es que nos perdemos en laberintos de preocupaciones.
En Alemania, el 30% sufre dolores de espalda, en el mundo la diabetes sube de manera estrambótica y también los infartos en jóvenes de entre 20 y 30 años. Tenemos que empezar a ser más dueños de nosotros mismos, mejorar nuestra calidad de vida.


Pero el sistema...
Nacemos sin prejuicios ni preocupaciones, esa inocencia es poder, es libertad, y eso es lo que como adultos debemos recuperar.

¿Cómo lo hace usted?
Paseo por el bosque para calmar mi mente, y me gusta ir a los lugares de culto en los que se canta colectivamente, esa resonancia de las voces te llena de paz. Me gustaría que los jóvenes lo experimentaran, recuperaran esa comunión.

¿Qué dice la ciencia de cantar y bailar?
Que los niños que aprenden en movimiento y cantando tienen niveles de concentración mucho más elevados, retienen más y durante más tiempo. En Alemania, entre el 30% y el 40% de los niños de entre 3 y 5 años son incapaces de dar tres saltos hacia atrás sin caerse y todos ellos tienen dificultades para la resta. El equilibrio y las disciplinas abstractas como las matemáticas están muy relacionados.

Todos precisamos juego y calma.
Hagamos lo que hagamos, si lo hacemos sosegadamente y no dejamos que nada nos distraiga, la experiencia será de eternidad. Y de este modo conseguimos reunir las fuerzas que necesitamos para vivir. Este es el misterio del trato con nuestro tiempo.

Un paso hacia atrás, dos hacia delante.
Necesitamos más tiempo para pensar en todas las consecuencias de nuestras decisiones. Hay que reunir fuerzas mediante la lentitud y avanzar después con decisión.

¿Qué nos vuelve locos, doctor?
Quien no sabe reflexionar corre el peligro de caer enfermo. Estoy convencido de que parte de lo que llamamos demencia está relacionado con la necesidad de desconectar, es una respuesta a la sobrecarga de nuestra vida. Hay que entender que sólo hallamos descanso en nosotros mismos.

¿El miedo enferma a las personas?
¿Se ha fijado en que la gente en el ascensor aparta la mirada y clava la vista en el suelo?

Sí, y no sólo en los ascensores.
Hay temor al contacto emocional. El miedo se apodera de nosotros cada día un poco más. Tememos envejecer, perder los ahorros, que nos despidan, que nos dejen... Y la angustia se contagia como una epidemia. Hablar de miedo es hablar de enfermedad.

¿Cómo puedo espantarlo?
La cercanía y el cariño son una terapia que convierte una nada química en un proceso bioquímico. Hay estudios que revelan que ante situaciones de mucho estrés si alguien te coge la mano las hormonas del estrés bajan. Los que cultivan relaciones sociales estrechas son más felices y están más sanos.

¿Y mientras intentas cultivarlas?
Una modificación consciente de la postura corporal puede ser de gran ayuda: corregir hombros caídos, ensanchar pecho... Y la movilidad corporal también tiene que ver con la movilidad interior: en eso consiste la vivacidad. Muévete hasta que te mueras.

¿Qué es cuidar?
Está estrechamente relacionado con escuchar. Según un estudio, en EE.UU. los pacientes son interrumpidos por el médico tan sólo 18 segundos después de haber comenzado a contarle lo que les sucede.

¿Si compartes la pena sufres menos?
Sí, de la misma manera que la felicidad compartida nos aporta el doble de dicha.

Hasta que llegan las discusiones.
Todos tendemos a situar nuestro punto de vista por encima de los demás. Hay que aprender a discutir constructivamente y ser conscientes de que el lenguaje es limitado (por eso es tan difícil la comunicación); hay que captar al otro.

Y sobre todo disfrutar.
Quien no disfruta con nada se vuelve desagradable. La alegría es un proceso de aprendizaje. Supone lidiar con el sufrimiento. Tras superar cualquier crisis nos queda un sentimiento de gratitud por haber conseguido salir adelante, y creo que ahí está la clave de la alegría y la felicidad.

¿Gratitud después de sufrir?
Para estar sano -decía el médico y filósofo Heinrich Schipperges- , uno tiene que decir sí a la vida como un todo. Disfruta de la vida, es más tarde de lo que crees
.


Médicos de futuro
Interrumpe a menudo la entrevista preocupado por mi palidez y me hace llegar desde Alemania unas vitaminas en las que ha escrito "¡Salud!". Con más médicos como él la gente sanaría antes y a mitad de coste: harían falta menos medicinas y quirófanos. Considerado el padre de la microterapia, su especialidad son los huesos y pequeños tumores: "Entro en el cuerpo con una cámara y opero con instrumentos de un milímetro. El impacto es mínimo". Tiene una fundación para enseñar a los niños hábitos saludables, está recopilando el conocimiento de todas las medicinas del mundo y ha escrito un libro para reflexionar: Vive con corazón y alma (Plataforma).




http://www.lavanguardia.com/lacontra/20121128/54355910750/la-contra-dietrich-gronemeyer.html

martes, 27 de noviembre de 2012

Líder es quien sabe lograr que le disculpen los errores



En las finanzas y en la política el liderazgo consiste en enfrentarse a la incertidumbre.

¡Qué difícil!
Porque la incertidumbre es tan desagradable para los humanos que, en vez de aceptarla para gestionarla, preferimos inventarnos un cuento que nos cuentan, contamos y nos contamos sobre qué va a pasar.

Por ejemplo.
Nadie compraría o vendería acciones en bolsa si no se hubiera convencido, por ejemplo, de que "España va a mejorar y que hay brotes verdes y empieza un círculo virtuoso".

También hay quien juega a lo peor.
Pero también necesita una historia para realizar su apuesta: que "España va de mal en peor; Rajoy es un inútil y se va a romper y acabar en otra guerra civil: ¡vendamos!"

¿Cada uno se inventa una historia?
Algunas las aceptamos de los líderes -los buenos eligen la adecuada y la saben explicar- y las vamos modificando entre todos hasta que al final se impone una narrativa agregada sobre el futuro que es la que acepta la mayoría del mercado o el electorado.

Y a veces esa mayoría las hace realidad.
Sólo a veces, porque esas narrativas agregan no sólo análisis racional de lo real, sino también deseos, temores y fantasías hasta que provocan un estado dividido de conciencia.

¿En qué sentido?
Que líderes y seguidores pueden acabar creyendo sus propias fantasías y se ciegan. Esa narrativa acaba determinando una selección perceptiva. Se enamoran de su historia y en todo ven indicios que la confirman y al tiempo dejan de ver los que la contradicen.

¿Cómo son esas narrativas?
Desde marcos básicos como "sapo al que un beso convierte en príncipe" hasta la monumental y compuesta mitología clásica -que Freud aplicó- o los cuentos infantiles que deconstruyó con minucia el estructuralismo.

Por ejemplo.
Los inversores siempre buscan empresas sapo escondidas a las que besar y lograr que se conviertan en princesas y hacerse ricos. Y los políticos siempre buscan una misión.

"Moisés guía a su pueblo...".
La Biblia también fija esos marcos mentales que se adaptan a cada situación prediciendo desenlaces: ¿qué son los años de vacas flacas o gordas sino los ciclos económicos?

¿Así se producen las burbujas?
Y los batacazos: acabas creyéndote más tu cuento y tus sueños que a tus ojos y oídos.

Pero sin emoción no hay movimiento.
Las emociones son una solución evolutiva para responder a la incertidumbre de forma instantánea: rápidas y poderosas, pero no siempre acertadas. A la razón le cuesta imponerse a una narrativa emocionada.

¿Cuándo son peligrosas las narrativas?
Justo después de acertar. Detrás de los grandes errores aparecen tozudos los dos grandes sesgos aparejados al ejercicio del poder: el de proyección y el de optimismo.

Los explicó aquí el sabio Kahneman.
Hacen creer que el pasado va a proyectarse de nuevo en el futuro automáticamente, sobre todo si el pasado ha sido muy bueno.

El éxito prepara el terreno al fracaso.
Porque propicia el sesgo de proyección y el de optimismo a la vez: haber ganado mucho hace poco es lo que mejor empuja a volver a arriesgar sin garantía de éxito.

¡Y catacrac!
Pero Kahneman advierte del optimismo como un peligro y yo discrepo: sin optimismo no hay progreso ni innovación, aunque los optimistas se hayan equivocado mucho.

Pero vuelven a intentarlo.
Los grandes líderes no son los que se equivocan menos, sino los que saben disculpar mejor sus errores con una nueva narrativa con la que mantienen intacta su autoridad.

¿El buen político no es el que acierta más, sino el que se disculpa mejor?
El gran financiero, periodista o político errado convence siempre a sus inversores, lectores o electores de que, aunque se ha equivocado en parte, sigue siendo de fiar.

¿Cómo lo consigue?
Los malos culpan a los demás y se acaban de hundir, pero los hábiles asumen -ellos solos- una pequeña parte del error, pero sin perder jamás el control de la situación.

¿Qué parte?
He entrevistado a los 50 mayores directores de fondos de la City, que gestionan 500.000 millones de libras. Y el mejor...

¿Ganaba fortunas?
... Y perdía, pero nunca perdía inversores. Si su gran idea era un puerto en la costa oeste de Canadá para comerciar con China y el puerto quebraba, asumía él solo una parte del error: "No calculé bien el momento...".

Y yo no le volveré a dar ni un duro...
... Pero seguía jurando que la idea del puerto en Canadá era genial: que, sí, el momento entonces era malo, pero ahora era el bueno. ¡Y volvía a conseguir inversores!

¿Cómo vendería usted los recortes?

Los políticos tienen más margen para la sinceridad del que creen. La narrativa es la del "sacrificio premiado". Si lo explican bien, la gente los asume. Pero no con cuentagotas. 

Hagan todos los recortes de una vez. En cambio, las buenas noticias hay que darlas poco a poco. Así cunden más.




El progreso
Tuckett explica la psicología de mercados, electorados y audiencias. A los humanos nos causa menos ansiedad el error que la incertidumbre. Por eso, nuestro cerebro ha evolucionado hasta gestionar ese desasosiego con narrativas o mitos: elementales como "al final siempre ganamos los buenos" o monumentales como la Biblia o las mitologías. En esos marcos mentales de predicción mezclamos nuestro análisis racional con emociones y deseos. Por eso, dividimos nuestra conciencia hasta filtrar la realidad e imponer nuestras fantasías y así errar. Si asumimos el fallo y nuestra responsabilidad en él, volvemos a la realidad y lo convertimos en oportunidad. Y eso es el progreso.


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