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miércoles, 30 de junio de 2021

El 30 % de infecciones por SARS-CoV-2 en la primera ola en España fueron asintomáticas

 

El 30 % de infecciones por SARS-CoV-2 en la primera ola en España fueron asintomáticas

Una investigación publicada en la revista Journal of Clinical Epidemiology por científicos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) muestra las combinaciones de síntomas más frecuentes en las personas que se infectaron por SARS-CoV-2 en la primera onda epidémica en España, y analiza qué características tenían quienes pasaron la infección de forma asintomática.

Además, los autores han desarrollado un modelo predictivo del riesgo de infección por SARS-CoV-2 basado en síntomas, que puede facilitar la detección de casos en población general en momentos y zonas con circulación activa del virus. 

Este trabajo se basa en la información del estudio nacional de seroprevalencia ENE-COVID que coordinó el año pasado el ISCIII, y que contó con la participación de más de 61.000 personas.

Las infecciones asintomáticas fueron más frecuentes en niños y jóvenes (45 %), seguidos de las personas de mayor edad (36 %)

Los resultados señalan que casi el 30 % de las infecciones por SARS-CoV-2 en España durante la primera ola de la pandemia fueron asintomáticas, y que fueron más frecuentes en áreas en las que la circulación del virus era menor. Hombres, personas jóvenes, ancianos y fumadores mostraron más infecciones asintomáticas que el resto de la población infectada.

El estudio se centra inicialmente en las casi 3.000 personas infectadas entre los más de 61.000 participantes del estudio ENE-COVID. Además de proporcionar cifras de prevalencia de infección según las características de los participantes (por ejemplo, según su índice de masa corporal o presencia de enfermedades crónicas como cáncer o patología cardiovascular), los investigadores prestaron una especial atención a la presencia o no de síntomas.

Un 28,7 % de las infecciones fueron asintomáticas, con una proporción algo mayor en hombres (32 %) que en mujeres (26 %). Las infecciones asintomáticas fueron más frecuentes en las provincias menos afectadas por la pandemia (40 %) y entre los infectados sin contacto con casos conocidos (41 %). Por grupos de edad, la ausencia de síntomas es más frecuente en niños y jóvenes (45 %), seguidos de las personas de mayor edad (36 %).

Uno de los problemas del estudio de la covid-19 es la poca especificidad de sus síntomas (dolor de cabeza, fiebre, tos, diarrea…), que pueden deberse a muchas otras causas. En el ENE-COVID cerca de 17.000 personas tuvieron síntomas que podrían ser compatibles con la infección por SARS-CoV-2, pero el estudio mostró que solo un 10 % de ellos tenían anticuerpos frente al virus. Por eso, en la segunda parte del artículo los investigadores han descrito las combinaciones de síntomas más habituales entre las personas que sí tienen anticuerpos.

Modelo predictivo basado en síntomas puntuables

Los expertos compararon a personas sintomáticas con y sin anticuerpos para desarrollar un modelo de puntuaciones capaz de predecir la presencia de infección por coronavirus, basado en los síntomas más asociados a enfermedad de acuerdo con los datos del estudio de seroprevalencia: 1 punto para la presencia de cansancio severo; 1 punto para la ausencia de dolor de garganta; 2 puntos para la presencia de fiebre, y 5 puntos a la pérdida súbita del olfato y/o del gusto (anosmia/ageusia).

El modelo permite detectar más del 70 % de los casos de covid-19 entre personas sintomáticas con una especificidad superior al 70 %

Con este sencillo sistema de puntuación, el modelo permite detectar (cuando esta puntuación es igual o superior a 3) más del 70 % de los casos de covid-19 entre personas sintomáticas con una especificidad superior al 70 %. Los autores señalan que esta herramienta puede ser especialmente útil en entornos comunitarios y en atención primaria.

Las autores principales del trabajo son Beatriz Pérez Gómez, Roberto Pastor Barriuso y Marina Pollán, del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del ISCIII. Entre los firmantes hay más investigadores del CNE, científicos del Centro Nacional de Microbiología (CNM), del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y técnicos del Ministerio de Sanidad, además de investigadores colaboradores de todas las comunidades autónomas, todos ellos como parte del denominado Grupo de Estudio ENE-COVID.

Referencia:

Beatriz Pérez-Gómez et al. “ENE-COVID nationwide serosurvey served to characterize asymptomatic infections and to develop a symptom-based risk score to predict COVID-19”. Journal of Clinical Epidemiology (2021).

Fuente:
ISCIII
 https://www.agenciasinc.es/Noticias/El-30-de-infecciones-por-SARS-CoV-2-en-la-primera-ola-en-Espana-fueron-asintomaticas?fbclid=IwAR24s3GiseHNMyGpYMgch7FIzD-8J19-91B-LkZEG_60J2ziOGC2D5xCKs4

miércoles, 23 de junio de 2021

El origen de los virus, un enigma que nos ayudará a entender la evolución

 

El origen de los virus, un enigma que nos ayudará a entender la evolución

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Vivimos en un planeta de virus. Esta afirmación pudo parecer demasiado provocadora cuando en 2011 Carl Zimmer la utilizó como punto de partida para su libro Un planeta de virus. Ahora, en 2020, puede parecer premonitoria, después de que el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 haya logrado infectar a humanos y extenderse rápidamente por todo el mundo, provocando una pandemia que ha cambiado nuestras vidas. Pero independientemente de que esta afirmación suene provocadora o premonitoria, lo cierto es que cada vez tiene más fundamento científico.

Un reciente estudio estima en 10 quintillones (un 1 seguido de 31 ceros: 1031) el número de virus individuales que existen en la Tierra. Eso los convierte no solo en el tipo de organismo más abundante de nuestro planeta, sino que hay muchos más virus en nuestro mundo que estrellas en todo el universo. Otro reciente estudio sitúa esta superpoblación en una escala más humana: cada día una media de 800 millones de virus caen (pegados a partículas de polvo) en cada metro cuadrado de la superficie de la Tierra. Realmente están en todas partes. En cualquier ecosistema terrestre o marino, e incluso a muchos metros bajo tierra, en unas extrañas cuevas llenas de gigantescos cristales. Todo está impregnado de estos organismos tan diminutos que hasta hace 121 años ignorábamos su existencia, pues no pueden verse con microscopios ópticos. “Durante miles de años solo supimos de los virus por sus efectos en la enfermedad y en la muerte. Solo muy recientemente [a finales del siglo XIX] fuimos capaces de conectar esos efectos con su causa”, afirma Zimmer en su exitoso libro de divulgación para acercarse a la ciencia de la virología.

“Los virus son unos actores invisibles pero dinámicos en la ecología de la Tierra. Mueven ADN entre especies, proporcionan nuevo material genético para la evolución y regulan vastas poblaciones de organismos — explica Judy Diamond, directora del proyecto “Un mundo de virus”—. Cuando consideramos cómo cada animal, planta o microbio ha ido tomando forma a lo largo de la historia de la evolución , debemos tener en cuenta el determinante papel jugado por los diminutos y poderosos virus”. Según esta investigadora, la virología no solo nos puede ayudar a luchar contra esta y futuras pandemias, sino a entender nuestra evolución.

Cronología interactiva: el descubrimiento de los virus

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Mientras tanto, la propia evolución de los virus es todo un enigma. Su definición nos lleva a un clásico dilema de “¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?”. Los virus son parásitos intracelulares extremos: solo son capaces de reproducirse si entran dentro de una célula de un ser vivo y toman el control de sus mecanismos biológicos, convirtiéndola en una fábrica de viriones —las partículas víricas individuales, que básicamente están formados por un puñado de genes (en forma de ADN o ARN), rodeados por una cápsula de proteínas—. El descubrimiento de esta composición y forma de reproducción de los virus nos ha llevado a ver a los virus como “ladrones de genes celulares”, asumiendo su origen como subproductos de los genomas de las células de las bacterias, hongos, plantas, animales y demás organismos vivos que infectan. Su evolución se explicaría entonces porque en ese proceso de multiplicación los virus reclutan genes de la célula infectada.

Tres grandes ideas para aclarar el enigma

Esa visión tradicional de la evolución de los virus ha tropezado recientemente con una potente contradicción. La mayoría de las proteínas de los virus que conocemos no tienen su equivalente en las células de los organismos vivos que conocemos, lo que sugiere que podrían haberse originado en células muy primitivas, anteriores a LUCA (las siglas en inglés del “último antepasado común universal”, del que descienden todos los seres vivos actuales). El origen de los virus es muy complicado de aclarar, entre otras cosas, porque no forman fósiles. Así que lo único que nos queda es aplicar técnicas de biología molecular para escrutar sus genes en busca de pistas. Esos estudios han llevado a tres explicaciones principales:

  • Hipotesis de la reducción: los virus fueron originalmente un tipo de células pequeñas que parasitaban células más grandes. Con el paso del tiempo fueron perdiendo genes, quedándose con los imprescindibles para parasitar. Algo parecido sucede con algunas bacterias —de los géneros Rickettsia y Chlamydia—, que solo pueden reproducirse dentro de células huésped.
  • Hipótesis del escape: los virus podrían haberse originado a partir de fragmentos de material genético de células, que escaparon de ellas. El descubrimiento de los transposones (también conocidos como “genes saltarines”) por Barbara McClintock en 1950 ayuda a entender los mecanismos biomoleculares por los que esto podría producirse.
  • Hipótesis de la coevolución: los virus podrían tener su origen en complejas biomoléculas (proteínas y ácidos nucleicos), al mismo tiempo que aparecieron las más primitivas células, y desde entonces han sido dependientes de ellas. Virus y células habrían evolucionado juntos desde el principio.

Hasta ahora no se ha podido demostrar que una de esas tres hipótesis sea la correcta, y todas ellas contradicen de alguna manera la definición o la composición de los virus. El estudio comparativo de los genomas de virus y células no ha logrado aún aclarar el origen de los virus, pero sí empieza a consolidar la idea de que los virus son ancestrales y anteriores a la división de la vida en tres dominios. También parece claro que —al contrario que la vida celular, que proviene toda de LUCA—, los virus actuales no tienen un único antepasado común, sino que habían aparecido varias veces a lo largo de la evolución por uno o varios de los mecanismos expuestos en esas tres hipótesis.

BBVA-OpenMind-Fuco-El origen de los virus, un enigma que nos ayudará a entender la evolución 1-Mimivirus gigante, con dos virófagos satélites Sputnik, que desafían la propia definición de los virus. Crédito: Sarah Duponchel y Matthias G. Fischer
Mimivirus gigante, con dos virófagos satélites Sputnik, que desafían la propia definición de los virus. Crédito: Sarah Duponchel y Matthias G. Fischer

Sea como sea, estos descubrimientos nos llevan a pensar en los virus como algo más que una diminuta e invisible amenaza para nuestra salud y nuestro estilo de vida: mucho más que eso, son esenciales para la vida en la Tierra y para su evolución. Son una rica fuente de diversidad genética. Los virus evolucionan mucho más rápido que cualquier otro organismo, y por eso al infectar a los seres vivos que parasita les proporciona también acceso a nuevo material genético que puede ayudarles a adaptarse y sobrevivir. Los biólogos evolutivos están empezando a asumir que los avances en la ciencia de la virología nos deberían traer, por tanto, nuevas claves sobre el origen de la vida y sobre la evolución.

https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/investigacion/origen-de-los-virus-enigma-ayudara-entender-evolucion/?fbclid=IwAR1uni_vUyHBxjQkHvMAWRJSg8U87JpWV4QNjNo-8AQoSeAVhA1kCVdcwyA

sábado, 19 de junio de 2021

Un agonista de RIG-I de ARN troncal confiere una protección profiláctica y terapéutica contra la infección aguda y crónica del SARS-CoV-2 en ratones

 

Un agonista de RIG-I de ARN troncal confiere una protección profiláctica y terapéutica contra la infección aguda y crónica del SARS-CoV-2 en ratones

Un tipo de ARN artificial (stem-loop RNA) podría frenar la replicación viral y favorecer la eliminación del virus en infecciones crónicas. La pandemia, al menos, nos está trayendo avances científicos muy interesantes (otro que va de ARN)
 
 A stem-loop RNA RIG-I agonist confers prophylactic and therapeutic protection against acute and chronic SARS-CoV-2 infection in mice -Latest preprint by et al shows that a stem-loop RNA RIG-I agonist in mice can
1) Block viral replication and disease when given early after SARS-CoV-2 infection (including VOCs)
2)Eliminate chronic infection in immunodeficient mice 
 
Tianyang Mao, Benjamin Israelow, Carolina Lucas, Chantal B. F. Vogels, Olga Fedorova, Mallery I. Breban, Bridget L. Menasche, Huiping Dong, Melissa Linehan, Yale SARS-CoV-2 Genome Surveillance Initiative, Craig B. Wilen, Marie L. Landry, Nathan D. Grubaugh, Anna M. Pyle, Akiko Iwasaki  https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2021.06.16.448754v1?fbclid=IwAR0eHVid5-HWTYxaj_D5-3DzLGsCWwk5j5pCp0h88QelnCjZPmJluhBEPts
 
 
 
 
We urgently need antiviral agents that can work against any viral threats. Here, we use a stem-loop RNA developed by @AnnaPyle
to trigger interferon to stimulate antiviral state. Work by @MelissaLV14 et al demonstrated robust ISG induction in mice https://advances.sciencemag.org/content/4/2/e1701854
First, we wanted to know if SLR can be used as a post-exposure prophylaxis. Mice infected with lethal dose of SARS-CoV-2 were treated with SLR 4 hours after exposure. SLR-treated mice had no detectable infectious virus 5 days later and most survived
Next, we asked whether interferon signaling is required for the SLR-mediated protection. Mice injected with blocking antibodies to IFNAR were no longer protected by SLR from SARS-CoV-2 infection. Thus, SLR-mediated protection depends on IFN-I signaling
How late can we administer SLR to observe protection? Compared to robust protection at 4 hours, injection of SLR 24 h and 48 h post exposure protected only partially, and at 72 h, no protection was observed. (Note: mouse disease course is accelerated compared to humans) Prof. Akiko Iwasaki
We also tested SLR in a mouse model of immunodeficiency. Here, we used RAG-deficient mice (devoid of T or B cells) that become persistently infected. In immunocompromised patients, prolonged SARS-CoV-2 infection has been widely reported
What is remarkable is that a single injection of SLR in persistently infected animal was able to eliminate infectious virus in most of the treated mice. Thus, in the absence of adaptive immunity, robust IFN response is sufficient to eliminate persistent virus infection
Is SLR effective against the VOCs? SLR injection 4 hours post exposure with P.1, B.1.526, B.1.351 or B.1.1.7 led to significant protection from disease & death. Difference in effectiveness might reflect the IFN-resistance of these variants.  
 
https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2021.03.20.436257v1.full
     
 
 
 

Resistencia al interferón de las variantes emergentes del SARS-CoV-2

Interferon Resistance of Emerging SARS-CoV-2 Variants

Kejun Guo, Bradley S. Barrett, Kaylee L. Mickens, Kim J. Hasenkrug, Mario L. Santiago

Abstract

La aparición de variantes del SARS-CoV-2 con mayor transmisibilidad, patogénesis y resistencia a las vacunas plantea retos urgentes para frenar la pandemia de COVID-19. Mientras que las mutaciones de Spike que mejoran la infectividad del virus pueden impulsar la aparición de estas nuevas variantes, los estudios que documentan un papel crítico de las respuestas de los interferones en el control temprano de la infección por SARS-CoV-2, junto con la presencia de genes virales que limitan estas respuestas, sugieren que los interferones también pueden influir en la evolución del SARS-CoV-2. Aquí, comparamos la potencia de 17 interferones humanos diferentes contra 5 linajes virales muestreados durante el curso del brote global que incluía variantes ancestrales y emergentes. Nuestros datos revelaron una mayor resistencia al interferón en las variantes emergentes del SARS-CoV-2, lo que indica que la evasión de la inmunidad innata es una fuerza motriz importante para la evolución del SARS-CoV-2. Estos hallazgos tienen implicaciones en el aumento de la letalidad de las variantes emergentes y ponen de relieve los subtipos de interferón que pueden tener más éxito en el tratamiento de las primeras infecciones.

El genoma humano codifica una amplia gama de interferones (IFN) antivirales. Entre ellos se encuentran los IFN de tipo I (IFN-I), como los 12 subtipos de IFNα, IFNβ e IFNω, que señalan a través del receptor IFNAR ubicuo, y los IFN de tipo III (IFN-III), como IFNλ1, IFNλ2 e IFNλ3, que señalan a través del receptor IFNλR, más restringido, que está presente en las células epiteliales pulmonares1. La diversidad de IFN puede estar impulsada por una carrera armamentística evolutiva para permitir al huésped contrarrestar diversos patógenos virales2. Por ejemplo, los subtipos de IFNα presentan una identidad de secuencia de aminoácidos superior al 78%, pero el IFNα14, el IFNα8 y el IFNα6 son los más potentes para inhibir el VIH-1 in vitro e in vivo3-5, mientras que el IFNα5 es el más potente para inhibir la gripe H3N2 en cultivos de explantes pulmonares6. Sorprendentemente, aunque el SARS-CoV-2 fue sensible al IFNα2, el IFNβ y el IFNλ7-9, y los ensayos clínicos sobre el IFNα2 y el IFNβ demostraron resultados prometedores contra el COVID-1910-12, todavía no se ha realizado una comparación directa de múltiples IFN-I y IFN-III contra diversos aislados de SARS-CoV-2.

Results

The current study was undertaken to determine which IFNs would best inhibit SARS-CoV-2. We selected 5 isolates from prominent lineages13 during the course of the pandemic (Fig. 1, Supplementary Table 1). USA-WA1/2020 is the standard strain utilized in many in vitro and in vivo studies of SARS-CoV-2 and belongs to lineage A13. It was isolated from the first COVID-19 patient in the US, who had a direct epidemiologic link to Wuhan, China, where the virus was first detected14. By contrast, subsequent infection waves from Asia to Europe15 were associated with the emergence of the D614G mutation16. D614G+ strains in lineage B spread with devastating speed, likely due to its increased transmissibility17,18. It accumulated additional mutations in Italy as lineage B.1 which then precipitated a severe outbreak in New York City19. More recently, lineage B.1.1.7 acquired the N501Y mutation that is associated with enhanced transmissibility in the United Kingdom13. Lineage B.1.351 was first reported in South Africa and acquired an additional E484K mutation that is associated with resistance to neutralizing antibodies20,21. Both B.1.1.7 and B.1.351 have now been reported in multiple countries and there is increasing concern that these may become dominant22. Representative SARS-CoV-2 isolates from the B, B.1, B.1.1.7 and B.1.351 lineages were obtained from BEI Resources (Supplementary Table 1) and amplified once in an alveolar type II epithelial cell line, A549, that we stably transduced with the receptor ACE2 (A549-ACE2) (Supplementary Fig. 1a).

Figure 1 | Selection of SARS-CoV-2 strains for IFN sensitivity studies.

(a) Global distribution of SARS-CoV-2 clades. GISAID.org plotted the proportion of deposited sequences in designated clades against collection dates. The five isolates chosen are noted by colored dots. (b) SARS-CoV-2 strains selected for this study included representatives of lineages A, B, B.1, B.1.351 and B.1.1.7 (Supplementary Table 1). Lineage B isolates encode the D614G mutation associated with increased transmissibility. *Amino acid mutations were relative to the reference hCOV-19/Wuhan/WIV04/2019 sequence.

A549-ACE2 cells were pre-incubated with 17 recombinant IFNs (PBL Assay Science) overnight in parallel and in triplicate, then infected with a non-saturating virus dose for 2 h (Supplementary Fig. 1b). We normalized the IFNs based on molar concentrations similar to our previous work with HIV-13,23. For rapid and robust evaluation of antiviral activities against live SARS-CoV-2 isolates, we utilized a quantitative PCR approach (Fig. 2a). An initial dose-titration study showed that a 2 pM concentration maximally distinguished the antiviral activities of IFNβ and IFNλ1 (Supplementary Fig. 1c), and was therefore used to screen the antiviral IFNs. In the absence of IFN, all 5 isolates reached titers of ~104-106 copies per 5 μl input of RNA extract (Fig. 2). Using absolute copy numbers (Fig. 2) and values normalized to mock as 100% (Supplementary Fig. 2), the 17 IFNs showed a range of antiviral activities against SARS-CoV-2. The 3 IFNλ subtypes exhibited none to very weak (<2-fold) antiviral activities compared to most IFN-Is (Fig. 2 and Supplementary Fig. 2, blue bars). This was despite the fact that the assay showed a robust dynamic range, with some IFNs inhibiting USA-WA1/2020 >2500-fold to below detectable levels (Fig. 2a). IFN potencies against the 5 isolates correlated with each other (Supplementary Fig. 3), and a similar rank-order of IFN antiviral potency was observed for D614G+ isolates (Fig. 2b, Supplementary Fig. 2). Overall, IFNα8, IFNβ and IFNω were the most potent, followed by IFNα5, IFNα17 and IFNα14 (Fig. 2c).

Figure 2 | Sensitivity of SARS-CoV-2 strains to IFN-I and IFN-III interferons.

(a) Antiviral assay using recombinant IFNs (2 pM) in A549-ACE2 cells. The red line corresponds to the qPCR detection limit (<90 copies/reaction). (b) Viral copy numbers in D614G+ isolates, showing a similar rank-order of IFNs from least to most potent. (c) The average fold-inhibition relative to mock for lineage B, B.1, B.1.351 and B.1.1.7 isolates are shown. The most potent IFNs are shown top to bottom. For all panels, bars and error bars correspond to means and standard deviations.

We reported that HIV-1 inhibition by the IFNα subtypes correlated with IFNAR signaling capacity and binding affinity to the IFNAR2 subunit3,23. IFNAR signaling capacity, as measured in an IFN-sensitive reporter cell line (iLite cells; Euro Diagnostics), correlated with the antiviral potencies of the IFNα subtypes against SARS-CoV-2 lineages A and B, but not B.1, B.1.351 or B.1.1.7 strains (Fig. 3a). Interestingly, IFNα subtype inhibition of SARS-CoV-2 did not correlate with IFNAR2 binding affinity (Fig. 3b)24, as measured by surface plasmon resonance by the Schreiber group24. Furthermore, correlations between SARS-CoV-2 and HIV-1 inhibition3 were weak at best (Fig. 3c). These findings suggested that IFN-mediated control of SARS-CoV-2 isolates may be qualitatively distinct from that of HIV-1.

Figure 3 | Correlation between SARS-CoV-2 inhibition and biological properties of IFNα subtypes.

Log-transformed IFN-inhibition values relative to mock for the 5 different SARS-CoV-2 strains were compared to previously published values on (a) 50% effective concentrations in the iLite assay, a reporter cell line encoding the IFN sensitive response element of ISG15 linked to firefly luciferase23; (b) IFNAR2 subunit binding affinity, as measured by surface plasmon resonance by the Schreiber group24; and (c) HIV-1 inhibition values, based on % inhibition of HIV-1 p24+ gut lymphocytes relative to mock as measured by flow cytometry3. Each dot corresponds to an IFNα subtype. Linear regression was performed using GraphPad Prism 8. Significant correlations (p<0.05) were highlighted with a red best-fit line; those that were trending (p<0.1) had a gray, dotted best-fit line.

We generated a heat-map to visualize the antiviral potency of diverse IFNs against the 5 isolates and observed marked differences in IFN sensitivities (Fig. 4a). Pairwise analysis of antiviral potencies between isolates collected early (January 2020) and later (March-December 2020) during the pandemic were performed against the 14 IFN-Is (IFN-IIIs were not included due to low inhibition, Fig. 2). The overall IFN-I sensitivity of USA-WA1/2020 and Germany/BavPat1/2020 isolates were not significantly different from each other (Fig. 4b). By contrast, relative to Germany/BavPat1/2020, we observed 17 to 122-fold IFN-I resistance of the emerging SARS-CoV-2 variants (Fig. 4c), with the B.1.1.7 strain exhibiting the highest IFN-I resistance. The level of interferon resistance was more striking when compared to USA-WA1/2020, where emerging SARS-CoV-2 variants exhibited 25 to 322-fold higher IFN-I resistance (Supplementary Fig. 4a).

Figure 4 | Increased interferon resistance of emerging SARS-CoV-2 variants.

(a) Heatmap of fold-inhibition of representative strains from the lineages noted. Colors were graded on a log-scale from highest inhibition (yellow) to no inhibition (black). Comparison of IFN-I sensitivities between (b) lineage A and B isolates; and (c) lineage B versus B.1, B.1.351 and B.1.1.7. The mean fold-inhibition values relative to mock were compared in a pairwise fashion for the 14 IFN-Is. In (c), the average fold-inhibition values were noted. Differences were evaluated using a nonparametric, two-tailed Wilcoxon matched-pairs signed rank test. NS, not significant; ****, p<0.0001. (d) Dose-titration of IFNβ and IFNλ1 against lineage B (Germany/BavPat1/2020) versus B.1.1.7 and B.1.351 isolates. In addition to USA/CA_CDC_5574/2020, we also evaluated a second B.1.1.7 isolate from the United Kingdom (UK), England/204820464/2020. A549-ACE2 cells were pre-treated with serial 10-fold dilutions of IFNs for 18 h in triplicate and then infected with SARS-CoV-2. Supernatants were collected after 24 h, SARS-CoV-2 N1 copy numbers were determined by qPCR, and then normalized against mock as 100%. Non-linear best-fit regression curves of mean normalized infection levels were used to interpolate 50% inhibitory concentrations (green dotted lines).

The experiments above allowed the simultaneous analysis of 17 IFNs against multiple SARS-CoV-2 isolates, but do not provide information on how different IFN-I doses affect virus replication. It also remains unclear if the emerging variants were resistant to IFN-IIIs. We therefore titrated a potent (IFNβ; 0.002 to 200 pM) and a weak (IFNλ1; 0.02 to 2000 pM) interferon against the lineage B, B.1, B.1.1.7 and B.1.351 isolates (Fig. 4d and Supplementary Fig. 4b). We included an additional B.1.1.7 strain, hCov-19/England/204820464/2020 (Supplementary Table 1). The 50% inhibitory concentrations (IC50) of the B.1.1.7 variants were 4.3 to 8.3-fold higher for IFNβ and 3.0 to 3.5 higher for IFNλ1 than the lineage B isolate (Fig. 4d), whereas the B.1 isolate exhibited 2.6 and 5.5-fold higher IC50 for IFNλ1 and IFNβ, respectively (Supplementary Fig. 4b). Interestingly, maximum inhibition was not achieved with either IFNβ or IFNλ1 against the B.1.1.7 variant, plateauing at 15 to 20-fold higher levels than the ancestral lineage B isolate (Fig. 4d). In a separate experiment, the B.1.351 variant was also more resistant to IFNβ (>500-fold) and IFNλ1 (26-fold) compared to the lineage B isolate (Fig. 4d). These data confirm that the B.1, B.1.1.7 and B.1.351 isolates have evolved to resist the IFN-I and IFN-III response.

Discussion

Numerosos estudios realizados por muchos laboratorios pusieron de manifiesto la importancia de los IFN en el control del SARS-CoV-2. Aquí demostramos la continua evolución del SARS-CoV-2 para escapar a las respuestas de los IFN e identificamos los IFN con las mayores potencias antivirales. El IFNλ se mostró inicialmente prometedor como antiviral que puede reducir la inflamación25, pero recientemente se asoció con la patología pulmonar inducida por el virus26. Nuestros datos sugieren que pueden ser necesarias dosis más altas de IFNλ para lograr un efecto antiviral in vivo similar al de los IFN-I. El IFNβ nebulizado mostró potencial como terapéutica contra el COVID-1911, y nuestros datos confirman que el IFNβ es un antiviral muy potente contra el SARS-CoV-2. Sin embargo, el IFNβ también se relacionó con resultados patogénicos en la infección crónica de la mucosa por el VIH-123, el LCMV27 murino y, si se administra tarde en ratones, el SARS-CoV-1 y el MERS-CoV28,29. Por el contrario, el IFNα8 alteró 3 veces menos genes en los linfocitos primarios de la mucosa que el IFNβ23, pero mostró una potencia anti-SARS-CoV-2 similar a la del IFNβ. El IFNα8 también mostró una elevada actividad antiviral contra el VIH-13, lo que aumenta su potencial para el tratamiento contra ambos virus pandémicos. En particular, el IFNα8 parecía ser un caso atípico, ya que las potencias antivirales de los subtipos de IFNα contra el SARS-CoV-2 y el VIH-1 no estaban fuertemente correlacionadas. El IFNα6 restringió potentemente el VIH-13,4 pero fue uno de los subtipos de IFNα más débiles contra el SARS-CoV-2. Por el contrario, el IFNα5 inhibió fuertemente el SARS-CoV-2, pero inhibió débilmente el VIH-13. Nuestros datos refuerzan la teoría de que los diversos IFN pueden haber evolucionado para restringir familias de virus distintas2,23. Los mecanismos subyacentes a estas diferencias cualitativas siguen sin estar claros. Mientras que la señalización del IFNAR contribuye a la potencia antiviral3,4,24, los diversos IFNs pueden tener distintas capacidades para movilizar efectores antivirales en tipos celulares específicos. La comparación de los interferomas inducidos por distintos IFN en las células epiteliales pulmonares puede ayudar a desentrañar los mecanismos antivirales responsables de los efectos diferenciales.

Our data unmasked a concerning trend for emerging SARS-CoV-2 variants to resist the antiviral IFN response. Prior to this work, the emergence and fixation of variants was linked to enhanced viral infectivity due to mutations in the Spike protein13,1618. However, previous studies on HIV-1 infection suggested that IFNs can also shape the evolution of pandemic viruses30,31. In fact, SARS-CoV-2 infected individuals with either genetic defects in IFN signaling32 or IFN-reactive autoantibodies33 had increased risk of developing severe COVID-19. As IFNs are critical in controlling early virus infection levels, IFN-resistant SARS-CoV-2 variants may produce higher viral loads that could in turn promote transmission and/or exacerbate pathogenesis. Consistent with this hypothesis, alarming preliminary reports linked B.1.1.7 with increased viral loads34 and risk of death3537. In addition to Spike, emerging variants exhibited mutations in nucleocapsid, membrane and nonstructural proteins NSP3, NSP6 and NSP12 (Supplementary Table 1). These viral proteins were shown to antagonize IFN signaling in cells3840. It will be important to identify the virus mutations driving IFN-I resistance in emerging variants, the underlying molecular mechanisms, and its consequences for COVID-19 pathogenesis.

Overall, the current study suggested a role for the innate immune response in driving the evolution of SARS-CoV-2 that could have practical implications for interferon-based therapies. Our findings reinforce the importance of continued full-genome surveillance of SARS-CoV-2, and assessments of emerging variants not only for resistance to vaccine-elicited neutralizing antibodies, but also for evasion of the host interferon response.

Materials and Methods

Cell lines

A549 cells were obtained from the American Type Culture Collection (ATCC) and cultured in complete media containing F-12 Ham’s media (Corning), 10% fetal bovine serum (Atlanta Biologicals), 1% penicillin/streptomycin/glutamine (Corning) and maintained at 37°C 5% CO2. A549 cells were transduced with codon-optimized human ACE2 (Genscript) cloned into pBABE-puro41 (Addgene). To generate the A549-ACE2 stable cell line, 107 HEK293T (ATCC) cells in T-175 flasks were transiently co-transfected with 60 μg mixture of pBABE-puro-ACE2, pUMVC, and pCMV-VSV-G at a 10:9:1 ratio using a calcium phosphate method42. Forty-eight hours post transfection, the supernatant was collected, centrifuged at 1000×g for 5 min and passed through a 0.45 μm syringe filter to remove cell debris. The filtered virus was mixed with fresh media (30% vol/vol) that included polybrene (Sigma) at a 6 μg/ml final concentration. The virus mixture was added into 6-well plates with 5×105 A549 cells/well and media was changed once more after 12 h. Transduced cells were selected in 0.5 μg/ml puromycin for 72 h, and ACE2 expression was confirmed by flow cytometry, western blot and susceptibility to HIV-1ΔEnv/SARS-CoV-2 Spike pseudovirions.

Virus isolates

All experiments with live SARS-CoV-2 were performed in a Biosafety Level-3 (BSL3) facility with powered air-purifying respirators at the University of Colorado Anschutz Medical Campus. SARS-CoV-2 stocks from BEI Resources (Supplementary Table 1) had comparable titers >106 TCID50/ml (Supplementary Fig. 1a) except for the B.1.1.7 strains (CA_CDC_5574/2020 and England/204820464/2020). The contents of the entire vial (~0.5 ml) were inoculated into 3 T-75 flasks containing 3×106 A549-ACE2 cells, except for B.1.1.7 which was inoculated into 1 T-75 flask. After culturing for 72 h, the supernatants were collected and spun at 2700×g for 5 min to remove cell debris, and frozen at −80°C. The A549-amplified stocks were titered according to the proposed assay format (Supplementary Fig. 1b, Fig. 2a). Briefly, 2.5×;104 A549-ACE2 cells were plated per well in a 48-well plate overnight. The next day, the cells were infected with 300, 30, 3, 0.3, 0.03 and 0.003 μl (serial 10-fold dilution) of amplified virus stock in 300 μl final volume of media for 2 h. The virus was washed twice with PBS, and 500 μl of complete media with the corresponding IFN concentrations were added. After 24 h, supernatants were collected, and cell debris was removed by centrifugation at 3200×g for 5 min.

SARS-CoV-2 quantitative PCR

For rapid and robust assessments of viral replication, we utilized a real-time quantitative PCR (qPCR) approach. This assay would require less handling of infectious, potentially high-titer SARS-CoV-2 in the BSL3 compared to a VeroE6 plaque assay, as the supernatants can be directly placed in lysis buffer containing guanidinium thiocyanate that would inactivate the virus by at least 4-5 log1043. To measure SARS-CoV-2 levels, total RNA was extracted from 100 μl of culture supernatant using the E.Z.N.A Total RNA Kit I (Omega Bio-Tek) and eluted in 50 μl of RNAse-free water. 5 μl of this extract was used for qPCR. Official CDC SARS-CoV-2 N1 primers and TaqMan probe set were used44 with the Luna Universal Probe One-Step RT-qPCR Kit (New England Biolabs):

  • Forward primer: GACCCCAAAATCAGCGAAAT

  • Reverse primer: TCTGGTTACTGCCAGTTGAATCTG

  • TaqMan probe: FAM-ACCCCGCATTACGTTTGGTGGACC–TAMRA

The sequence of the primers and probes were conserved against the 5 SARS-CoV-2 variants that were investigated. The real-time qPCR reaction was run on a Bio-Rad CFX96 real-time thermocycler under the following conditions: 55°C 10 mins for reverse transcription, then 95°C 1 min followed by 40 cycles of 95°C 10s and 60°C 30s. The absolute quantification of the N1 copy number was interpolated using a standard curve with 107-101 serial 10-fold dilution of a control plasmid (nCoV-CDC-Control Plasmid, Eurofins).

Antiviral inhibition assay

We used a non-saturating dose of the amplified virus stock for the IFN inhibition assays. These titers were expected to yield ~105 copies per 5 μl input RNA extract (Supplementary Fig. 1b). Recombinant IFNs were obtained from PBL Assay Science. In addition to the IFN-Is (12 IFNα subtypes, IFNβ and IFNω), we also evaluated 3 IFNλ subtypes (IFNλ1, IFNλ2, IFNλ3). To normalize the IFNs, we used molar concentrations23 instead of international units (IU), as IU values were derived from inhibition of encelphalomyocarditis virus, which may not be relevant to SARS-CoV-2. To find a suitable dose to screen 17 IFNs in parallel, we performed a dose-titration experiment of the USA-WA1/2020 strain with IFNβ and IFNλ1. A dose of 2 pM allowed for maximum discrimination of the antiviral potency IFNβ versus IFNλ1 (Supplementary Fig. 1c). Serial 10-fold dilutions of IFNβ and IFNλ1 were also used in follow-up experiments. Thus, in 48-well plates, we pre-incubated 2.5×104 A549-ACE2 cells with the IFNs for 18 h, then infected with the A549-amplified virus stock for 2 h. After two washes with PBS, 500 μl complete media containing the corresponding IFNs were added. The cultures were incubated for another 24 h, after which, supernatants were harvested for RNA extraction and qPCR analysis.

Statistical analyses

Data were analyzed using GraphPad Prism 8. Differences between the IFNs were tested using a nonparametric two-way analysis of variance (ANOVA) followed by a multiple comparison using the Friedman test. Pearson correlation coefficients (R2) values were computed for linear regression analyses. Paired analysis of two isolates against multiple IFNs were performed using a nonparametric, two-tailed Wilcoxon matched-pairs rank test. Differences with p<0.05 were considered significant. Nonlinear regression curves were fit using a two-phase exponential decay equation on log-transformed data.

Acknowledgments

We thank Cara Wilson, Ulf Dittmer and Kathrin Gibbert for scientific advice; Mercedes Rincon and Elan Eisenmesser for assistance with construction and characterization of the A549-ACE2 cells; Eric Poeschla, James Morrison, Zach Wilson, Jill Garvey, Stephanie Torres-Nemeti and Marcia Finucane for Biosafety Level-3 infrastructure support; and Roman Wölfel, Rosina Ehmann, Adolfo García-Sastre, Alex Sigal, Tulio de Oliveira, Bassam Hallis, the CDC and BEI Resources (NIAID) for the SARS-CoV-2 isolates. This work was supported by the Department of Medicine at the University of Colorado (MLS), NIH R01 AI134220 (MLS), and the Intramural Research Program at the NIH, NIAID (KJH).

References

 

 https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2021.03.20.436257v1.full

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