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miércoles, 3 de junio de 2015

Una vacuna contra los antivacunas

https://elefectorayleigh.wordpress.com/2015/01/27/una-vacuna-contra-los-antivacunas/
Edward Jenner (1749-1823) fue un médico inglés cuyo trabajo resultó fundamental para erradicar de nuestro planeta una enfermedad. Las consecuencias de esto son notables: nunca más en la historia de la humanidad hubo un solo caso de esa enfermedad. Estoy hablando de la viruela, cuyo último diagnóstico se declaró oficialmente el 26 de octubre de 1977. Eso quiere decir que muchos de los lectores de este blog nacieron después de que la viruela fuera erradicada de este planeta y por lo tanto es probable que jamás hayan oído hablar de esta enfermedad. Para que se hagan una idea: la viruela es una enfermedad grave, muy contagiosa, producida por alguno de los dos tipos de virus Variola. Apareció en las poblaciones humanas hace unos 10.000 años atrás y produjo varias epidemias que resultaron devastadoras. La tasa de mortalidad de la viruela era cercana al 35% y quienes sobrevivían quedaban generalmente desfigurados debido a las pústulas que aparecían abundantemente en la piel. Otras secuelas relativamente frecuentes eran la ceguera o problemas a los huesos.
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Una niña en Bangladesh enferma de viruela (1972)
Nunca existió un tratamiento para la viruela. Lo único que se podía hacer cuando una persona se enfermaba era aislarla y tratar los síntomas. Sin embargo, existía una forma bastante efectiva de protegerse de la enfermedad: una vacuna. Los orígenes de esta vacuna se pueden trazar hasta el siglo XV en China, donde se tomaban pústulas de pacientes con viruela que mostraran casos más leves. De estas pústulas se preparaba un polvo que era aplicado por insuflación nasal a las personas que se quería inmunizar, las que adquirían por lo general una forma menos agresiva de la viruela, después de la cual su sistema inmune desarrollaba un tipo de inmunidad natural contra una segunda infección. Esta metodología –conocida como variolización– llegó posteriormente a Europa, donde era aplicada a través de incisiones en la piel. Los riesgos de la variolización eran bastante altos, ya sea por las infecciones derivadas del proceso y por el riesgo intrínseco que acarreaba la infección por viruela.
En 1765 el médico inglés John Fewster publicó un artículo científico en el que describía como un procedimiento similar a la variolización era muy efectivo para inmunizar humanos cuando se usaban pústulas de vaca infectadas con una enfermedad similar a la viruela humana (llamada viruela bovina o cowpox). La viruela bovina podía transmitirse a los seres humanos, pero causaba síntomas muy leves y no era mortal. Se había descrito que las mujeres que trabajaban en las lecherías ordeñando a las vacas –y que estaban expuestas a la viruela bovina– no contraían la viruela humana: eran inmunes. A partir de 1770 se describieron varios casos de inmunización humana contra la viruela usando esta metodología, bautizada como vacuna por Edward Jenner, quien realizó la primera descripción metodológica del uso de esta técnica. La palabra vacuna deriva del nombre del virus de la viruela bovina, Variolae vaccinae, y fue propuesta más tarde por Louis Pasteur para referirse a todas las formas de preparados usados para inducir inmunidad adquirida contra enfermedades.
Considerando los graves síntomas de la viruela y la forma relativamente fácil que existía para protegerse contra ella, resulta casi incomprensible que junto con la vacuna contra la viruela hayan aparecido los primeros grupos antivacunas, que rechazaban su uso. Entre otras cosas, estos grupos proclamaban que las personas que se aplicaban extractos de vaca en el cuerpo corrían el riesgo de que les salieran vacas por distintas partes del cuerpo o que, en casos más extremos, se convertirían en vacas. 
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“Los maravillosos efectos de la nueva inoculación”, caricatura aparecida en un diario de Inglaterra en junio de 1808 y publicada por la Sociedad Anti-Vacunas
También algunos líderes religiosos de la época se manifestaron en contra el uso de las vacunas, ya que era una forma de contradecir la voluntad de Dios. Sin embargo, actualmente la mayoría de las corrientes religiosas apoya la vacunación, incluyendo a los Hinduístas, Budistas, Católicos, Amish, Judios y Musulmanes. La única excepción eran los Testigos de Jehová, los que con el tiempo y a partir de 1990 han mostrado un creciente apoyo a la vacunación. A pesar de esto, en EEUU hay 48 estados que permiten evitar una vacuna obligatoria por razones religiosas (como contraste, solo 20 estados permiten no vacunar por objeciones filosóficas o personales). En un caso reciente, el estado de Nueva York fue demandado por un padre cuyo hijo fue suspendido del colegio por no tener todas sus vacunas. El padre adujo razones religiosas (aunque se declaró Católico Romano) y finalmente perdió el juicio, junto con otras dos familias que también habían presentado la misma demanda.
En el caso de la viruela, se impulsó una campaña mundial de vacunación que finalizó en 1980, cuando la OMS la declaró oficialmente erradicada de nuestro planeta. El último caso registrado de manera natural ocurrió en Somalia en 1977. Sin embargo, hubo un caso adicional en 1978, pero ocurrió debido a un accidente: una cepa del virus se escapó de un laboratorio de virología en el Reino Unido y una fotógrafa que trabajaba ahí –Janet Parker– murió por la infección. La última muerte relacionada con la viruela fue la del científico a cargo del laboratorio desde donde escapó el virus, quien se suicidó.
No vacunar ¿una decisión personal?
Uno de los primeros argumentos de los grupos antivacunas, esgrimido hasta el día de hoy, dice relación con la libertad individual de decidir qué cosa inyectarse en el cuerpo. La lógica es que la vacunación se trata de una decisión personal y por lo tanto puedo objetarla sin más argumentos. Y es desde aquí –partiendo del argumento más recurrente y antiguo de estos grupos– donde se puede observar la profunda ignorancia y arrogancia de su postura. No saben nada de inmunología, epidemiología, química o biología y pretenden dictar cátedra sobre lo que está bien en materia de salud humana. Resulta realmente insólito que estos grupos enarbolen la bandera de las libertades individuales para poner en riesgo la salud de todos nosotros. ¿Debemos oponernos a los grupos antivacunas? Por supuesto, y con gran fuerza. Existe un concepto clave en epidemiología conocido comoinmunidad de grupo (o colectiva). Este concepto permite explicar otro de los argumentos usados frecuentemente por los grupos antivacunas, en el que cuentan como un pariente (generalmente una tía o abuela) “nunca se ha vacunado y jamás se ha enfermado“. Vamos, eso no es magia ni buena suerte. Mucho menos quiere decir que las vacunas no son necesarias. Es simple lógica: si en una población la inmensa mayoría de las personas está vacunada contra una enfermedad, las probabilidades de que alguien no vacunado la contraiga es muy baja. Eso es la inmunidad de grupo: la población vacunada le confiere inmunidad indirecta a los no vacunados ya que es muy poco probable (pero no imposible) que una enfermedad se propague en una población en la que la mayoría de los individuos está vacunado. Sin embargo, a medida que más personas dejan de vacunarse, se rompe la inmunidad de grupo. Esto nos afecta a todos y por lo tanto no se trata de una acción con consecuencias individuales.
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Para que la inmunidad de grupo funcione en la contención de epidemias es necesario que la mayor parte de la población esté vacunada.
Es tan así que el gobierno Australiano decidió quitarle beneficios tributarios a los padres de los niños que deciden no vacunar a sus hijos pues ponen en riesgo la salud de la población y generan externalidades (como epidemias) que son costosas para el estado.
¿Son peligrosas las vacunas?
Los grupos antivacunas han usado varias estrategias para instalar la duda en la población con respecto a la seguridad de las vacunas. Una corriente ha usado la falacia del hombre de paja: reducir las vacunas a una mezcla de virus y metales pesados que serán inyectados en los niños. Esto apareció en el muro de Facebook de un grupo antivacunas:
“If you mixed mercury, aluminum phosphate, ammonium sulfate, and formaldehyde with viruses, then got a syringe and injected it into your child, you would be arrested and sent to jail for child endangerment and abuse. Then why is it legal for doctors to do it? And why would you let them? Educate yourself”
En castellano:
” Si mezclas mercurio, fosfato de aluminio, sulfato de amonio y formaldehído con virus y luego tomas una jeringa y lo inyectas en tu hijo, serías arrestado y enviado a la cárcel por negligencia infantil y abuso. Entonces ¿por qué es legal que los médicos lo hagan? ¿por qué los dejarías hacerlo? Edúcate a ti mismo “
Este argumento es de una ignorancia enorme y carece de todo sentido. Sin embargo, el post en Facebook tiene miles de “Like” y un montón de gente encuentra razonable comparar una vacuna a mezclar metales pesados con virus e inyectarlos en un niño. Ciertamente cualquier persona que en su casa mezcle metales pesados con virus y los inyecte en un niño merece ir a la cárcel, pero los vacunas no son eso. Si tratan de hacer un iPhone mezclando los componentes en su casa no obtendrán un iPhone. Si tratan de hacer una vacuna en su casa mezclando los componentes no obtendrán una vacuna. Las vacunas son el día de hoy productos de altísima tecnología desarrollados y elaborados con los estándares más altos de seguridad por profesionales expertos que se han formado durante más de 12 años en química, biología, inmunología e ingeniería. Es ridículo reducir las vacunas a esa parodia de segundo básico. Y hay gente que la compra.
Por otro lado, un grupo no menor de padres ha instalado la creencia de que las vacunas están relacionadas con el autismo, ya que contienen mercurio y el envenenamiento con este metal pesado causaría el autismo. Vamos por partes: efectivamente algunas vacunas (aquellas multidosis) contienen un conservante llamado timerosal (etilmercurio). El timerosal se empezó a usar luego que en 1928 varios niños murieran de una infección causada por la contaminación de una vacuna multidosis. No existe una sola pieza de evidencia científica que sugiera que el timerosal causa autismo. Más aún, todos los estudios retrospectivos que han analizado la incidencia de autismo en los países donde se ha eliminado el timerosal han mostrado que no se modifica la incidencia de autismo. Sin embargo, y en contra de la opinión de varias Sociedades Científicas y del propio Ministerio de Salud, el Congreso de Chile aprobó por unanimidad (85 votos a favor y 5 abstenciones) la eliminación por ley del timerosal de las vacunas, decisión que alteraría todo el plan nacional de vacunación. Esta postura fue impulsada por un grupo de padres (sin formación científica) y una diputada (sin formación científica) y fue aprobada por un congreso que no tiene un cuerpo científico asesor. La noticia fue comentada por el British Medical Journal, donde se destaca que en Chile –a diferencia del Reino Unido– no existe un  cuerpo asesor que examine la evidencia científica, dejando en manos de una votación la decisión de temas técnicos. Finalmente un veto presidencial evitó la promulgación de la ley, algo que ciertamente ha sido bien recibido por la comunidad científica.
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Orgullo nacional
Las vacunas no solo no son peligrosas: son las principales responsables de disminuir loscasos fatales de enfermedades para las cuales hemos logrado desarrollar vacunas.
Finalmente, para cerrar el caso, les quiero recordar al personaje “el sombrerero” de Alicia en el País de las Maravillas. Se trataba de un personaje muy excéntrico, inspirado en una frase del idioma inglés que dice “Mad as a hatter” (más loco que un sombrerero). Esta frase popular deriva de varios casos de intoxicación con mercurio ocurridos en Inglaterra entre sombrereros, que usaban mercurio para preparar la felpa de los sombreros. Como pueden ver, los síntomas de intoxicación con mercurio no se parecen a los del autismo.
¿Es peligroso no vacunar?
Sí, absolutamente. Casos para comentar aquíaquí y aquí. El último de ellos es el más reciente brote de sarampión en EEUU, que comenzó en Disney y que ya ha afectado a 67 personas. De estas, se tiene registro de vacunas para 34 y se encontró que 28 de ellas no habían recibido la vacuna contra el sarampión. Gran triunfo del movimiento antivacunas, que ha logrado hacer resurgir una enfermedad que hasta el año 2.000 se creía erradicada de EEUU. ¿No les parece lindo que la gente empieza a vivir de nuevo como en la Edad Media, muriendo de enfermedades totalmente prevenibles? ¿No les parece razonable que un grupo de padres se sienta con el derecho a decidir que enfermedad erradicada vuelve a enfermar a nuestros hijos?
Es por esta razón que debemos oponernos con fuerza a los grupos antivacunas; grupos que sin evidencia, sin lógica y sin razón pretender poner en riesgo la salud de todos nosotros. Hace 200 años puede que la gente efectivamente haya creído que les podían salir vacas del cuerpo. Hoy la historia es similar, pero ya no son vacas, sino que otras las calamidades anunciadas. Los prejuicios, la arrogancia y la ignorancia son los mismos.

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