En 2012, había en la literatura médica “más de 500 [casos] documentados de pacientes que han sufrido un derrame cerebral tras la manipulación del cuello [por un quiropráctico] y muchos han muerto posteriormente”, destacaba hace unos meses el medico Edzard Ernst, especialista crítico en las denominadas terapias alternativas. En 1997, por ejemplo, el actor Kevin Sorbo, entonces muy popular por interpretar a Hércules en una serie de televisión, sufrió un aneurisma y tres trombos por las manipulaciones vertebrales de su quiropráctico. Su calvario por creer en la medicina alternativa, del que a día de hoy no se ha recuperado totalmente, le llevó en 2011 a la portada de la revista Neurology Now.
La quiropráctica la inventó el apicultor y tendero canadiense Daniel D. Palmer a finales del siglo XIX. Según él, las enfermedades las causan los bloqueos en la columna, que llamó subluxaciones, al flujo de la energía vital, que llamó inteligencia innata. No hay ninguna prueba científica de que sea así y, además, casos como el de May y Sorbo demuestran lo peligroso que es dejar que un quiropráctico te toque el cuello.
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