• El cerebro sigue siendo, en buena medida, un misterio.
  • A lo largo de la última década hemos aprendido más cosas sobre el cerebro humano que en toda la historia restante de la humanidad.
  • Entre otros datos curiosos, el cerebro propicia que tomes el 95% de tus decisiones de forma subconsciente.
Dijo Oscar Wilde que es en el cerebro donde todo tiene lugar y razón no le faltaba en absoluto.
Este complejo órgano sigue siendo un nido de misterios en los que la neurociencia ahonda sin cesar. De hecho, a lo largo de la última década hemos aprendido más cosas sobre el cerebro humano que en toda la historia restante de la humanidad gracias a múltiples avances y desarrollo de tecnologías como las máquinas de resonancia magnética funcional, así como a diversas investigaciones y metaestudios sobre la materia.
Hablamos del órgano que posee la batuta de nuestro organismo y en el que se aloja nuestra mente. Destaca por su elevada actividad metabólica -puesto que, pese a representar el 2% de peso corporal consume una quinta parte de toda la energía-. Está compuesto en un 73% por agua, se trata del órgano más graso del cuerpo, tiene una consistencia gelatinosa similar al tofu y puede contener más de 86 billones de células cerebrales. Para que te hagas a la idea: un pedacito de cerebro del tamaño de un minúsculo grano de arena aglutina hasta 100.000 neuronas, de las que existen 10.000 tipos específicos.
Entre otros datos curiosos, el cerebro propicia que tomes el 95% de tus decisiones de forma subconsciente, no puede sentir dolor en sí mismo, guarda dos copias de cada recuerdo y gasta energía generando un completo mapa de recuerdos, experiencias y patrones responsables de que tomes decisiones.
A continuación echaremos un vistazo a cinco misterios del cerebro que la ciencia todavía no ha podido resolver y que constituyen a día de hoy un magnético desafío para la comunidad científica.

El caso de la naturaleza versus crianza

Bebé recién nacido
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Los científicos siempre han querido saber cuánto de nuestra personalidad se debe a la genética y cuántos de nuestros rasgos obedecen a a la influencia del ambiente en el que nos criamos. Este eterno debate todavía sin resolver intenta hacerlo mediante el estudio de gemelos idénticos, que comparten los mismos genes.
Los científicos han estado estudiando a gemelos para descubrir el impacto de los genes en todo, desde la capacidad matemática hasta la predisposición al cáncer de mama. Los gemelos representan un campo minado de investigación tan rico para los neurocientíficos que incluso existe un festival anual en Twinsburg, Ohio, para reclutar a gemelos para la investigación.
Hasta la fecha, únicamente un estudio ha examinado a gemelos separados desde la infancia hasta la edad adulta, pero no conoceremos los resultados de ese estudio hasta 2066. Un caso interesante es el plasmado en la obra “Identical Strangers”, donde Paula Bernstein y Elyse Schein, dos hermanas gemelas idénticas, se reunieron cuando ambas tenían 35 años. Ambas afirmaron que es innegable que la genética juega un papel importante, fijado por la primra de ellas en más del 50%. Como curiosidad, las dos hermanas descubrieron que tenían el hábito de chuparse el mismo dedo y la misma especialización universitaria.
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En los estudios realizados hasta el momento con gemelos idénticos se ha concluido que la mitad de las diferencias en la personalidad y la religiosidad están determinadas por la genética. Por ejemplo, para un rasgo como el coeficiente intelectual, la variación genética promedio es del 75%, debiéndose únicamente el 25% a la influencia del entorno. También se estudia si pueden existir diferencias según el género en la influencia de la genética. Un estudio de 4000 pares de gemelos en Suecia realizado en el año 2008 descubrió que la genética tenía una mayor influencia en la orientación sexual en los gemelos que en las gemelas.

Alzheimer y compañía, o por qué el cerebro deja de funcionar

Personas mayores alzheimer
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Aunque cada vez se sabe más acerca del Alzheimer y otros trastornos neurodegenerativos, la ciencia todavía precisa muchas respuestas para detener, ralentizar y en última instancia, curar este mal. La Organización Mundial de la Salud estima que en el mundo entero hay unos 50 millones de personas que padecen demencia, registrándose cerca de 10 millones de nuevos casos al año. En total, el Alzheimer acapara entre un 60% y un 70% de los casos.
Concretamente el Alzheimer está asociado a las placas amiloides y ovillos neurofibrilares como principales lesiones de la aparición de esta enfermedad. Sin embargo, todavía se debate si con su presencia comienza el proceso de la enfermedad o se desarrollan como resultado.
Recientemente un estudio realizado gracias al poder del Big Data entre una veintena de asociaciones estadounidenses reveló que dos virus que se contraen en los primeros años de vida podría estar vinculados al Alzheimer. La presencia de estos dos miembros de la familia Herpesviridae tiene mucha más presencia en el cerebro de los que han sufrido la enfermedad, aunque no quiere decir que sean los patógenos los causantes de la enfermedad.
Los ciclos ciclos irregulares de sueño -como dormir con interrupciones, alterar el ritmo circadiano o abusar de las siestas- son rasgos que también se han vinculado a la aparición del Alzheimer tal y como revela una reciente investigación de la Universidad de Washington en San Louis. Por su parte, un estudio dirigido por investigadores de la Universidad Estatal de Arizona apuntan que su origen se debe a la presencia de una forma de proteína beta-amiloideque, denominada ‘oligómero beta-amiloide’ y altamente tóxica, sería la responsable de alterar el funcionamiento normal de las mitocondrias.
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También se exploran tratamientos para el Alzheimer como el basado en la saliva del pulpo rojo, medicamentos para eliminar las proteínas PAU -responsables de la senectud en los experimentos realizados con ratones- o la reparación del tejido nervioso con biomateriales. Aunque los científicos la función general de varias partes del cerebro, deberán explorar más su funcionamiento en general para saber cuál es el origen de la destrucción progresiva de las neuronas cerebrales que provoca el Alzheimer.