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martes, 24 de enero de 2012

"Hay que trabajar para que quienes mandan sean capaces de ver la luz"

Cierra Claudio Naranjo su libro La mente patriarcal despidiéndose “con algo de vértigo pero también con una esperanza apocalíptica”. Nuestra civilización se cae por sí misma. “Creo que el hundimiento es nuestra esperanza. Vamos en el barco patriarcal con nuestra parte instintiva eclipsada e implícitamente criminalizada. Parece obvio pensar que buscamos la felicidad pero lo hacemos por mal camino y tal vez nos engañemos y queramos otra cosa, quizás la comodidad. Hay muchas cosas a las que llamamos felicidad pero no tenemos ni la más mínima idea de lo que es la plenitud. El amor lo tenemos muy idealizado, pero no es una prioridad. No educamos para el amor. No se puede usar la palabra amor ni en el mundo académico, ni en el mundo burocrático, ni en los negocios. Está fuera del vocabulario. Se considera algo sentimental o un residuo de una religiosidad arcaica”.
Explotamos de modo insaciable el planeta en que vivimos mientras quedamos subyugados a un sistema económico que sirve a las hoy todopoderosas finanzas. Mientras este orden no se revierta, y la humanidad decida cuidar del planeta que la sostiene, poniendo a trabajar para ella a la economía y a las finanzas, seguiremos caminando hacia el abismo. “Vamos de mal en peor, la crisis de las finanzas es una capa de la cebolla, y debajo están la crisis económica, la crisis psicológica generalizada, la crisis alimenticia y el hecho de no tener una economía sostenible. Devoramos el medio ambiente del cual dependemos estrechamente, y el calentamiento de la tierra provocará que el nivel de los mares suba e inunde ciudades costeras”.
Este cúmulo de factores nos lleva “hacia algo similar a una muerte colectiva. A escala individual hay algo que se ha conocido a través de los tiempos como un proceso de muerte y renacimiento del que hablan todas las culturas y que se refleja en la mitología. La gran transformación de la mente se personifica en los héroes y en los grandes fundadores de las religiones: Osiris hizo esa muerte y resurrección, al igual que Cristo y Quetzalcoatl. Los cuentos de hadas también narran con frecuencia la vida de ese héroe que atraviesa una especie de muerte, que pasa a otro mundo y vuelve. Puede ocurrir que se dé ahora a nivel grupal, de modo que nuestra civilización sea la primera de la historia en hacer esa transformación”.
El hombre se ha desconectado de su fe en las percepciones
En este escenario es prácticamente imposible que los seres humanos podamos satisfacer nuestra vocación de autorrealización, lo cual provoca infelicidad manifestada en patologías diversas, cada vez más graves y generalizadas. “Estamos desconectados de nuestro ser pues somos esclavos de trabajos alienantes que necesitamos para cubrir necesidades espurias y superfluas, cuando no para un enriquecimiento excesivo, en algunos casos obsceno. Para conectar con nuestra esencia se necesita tiempo, más calma, un ambiente más relajado, tomar conciencia de la existencia. Pero el hombre busca las experiencias estéticas como un sustituto del experimentar el sentido de la vida. Se ha desconectado de su fe (entendida como la entrega a lo que venga) en las percepciones, en las intuiciones, en definitiva, en todo lo que alimenta las verdades no científicas, las que perduran en el tiempo más que las científicas”.
Seguramente la transformación que nos llevó al patriarcado no estuvo exenta de buenas razones. La leyenda universal de la caída del paraíso refleja que una sociedad mejor, más paritaria, con hombres más felices, pudo existir en un tiempo remoto. Pero Claudio Naranjo no cree que la estructura matriarcal previa fuese mejor. “Criticar el patriarcado desde el punto de vista feminista no conduce a nada. Tuvimos la revolución patriarcal, porque la anterior sociedad era hiperestable, demasiado tradicionalista, y creó una dictadura de grupo. La tribalidad no es la solución. Hay gobiernos centrales y hay gobiernos tribales donde el individuo es aplastado por la masa. Hay tiranías centrales y tiranías de masa, y ninguna de ellas es buena. Necesitamos una heterarquía, no una jerarquía sin equilibrio entre los distintos factores que la componen. En cierta medida ese era el modelo republicano, donde encontramos la idea de un ejecutivo y un parlamento, pero lo que no funciona hoy es la representatividad. El pueblo no se siente representado ni en el uno ni en el otro, porque son los partidos políticos los que manejan todo”.
En esta sociedad represiva y policial los hechos demuestran que ‘los malos’ siempre triunfan. ¿Quiénes son los que están en la cúspide de todo? Son los malos que pretendíamos evitar. “Antes los malos eran los que manejaban el tráfico sexual, las drogas, etc. Ahora está claro que los verdaderos malos son los que pecan de crímenes económicos y no a los que ellos meten en la cárcel”. Los potentados, los plutócratas que dominan las finanzas mundiales están en la cima de lo que Claudio Naranjo ha denominado ‘el imperio comercial global pseudodemocrático’ (“¿cuánta libertad, me pregunto, tienen los gobiernos modernos en el actual imperio global de los negocios y las grandes empresas?”) y actúan en clara connivencia con los políticos. Ellos deciden que la prioridad del mundo sea cubrir las pérdidas de los bancos, rescatarlos. Todo está sostenido por un sistema educativo que fomenta creencias muy determinadas. Sin embargo, también nos habla, quizás algo confiado, de la posibilidad de apelar a la bondad de los más poderosos cuando se refiere a la esperanza de que sean ellos quienes vean la oportunidad de una transformación. “Sí, es una apuesta muy optimista la de esperar que los caníbales se conviertan en nuestros salvadores”.
Cambiar la empresa para cambiar el mundo
Es cierto que cada vez son más numerosos los ejecutivos de grandes empresas, en particular las financieras, que entran en crisis personales pues acaban no viendo ningún sentido a todo esto. Pero estamos muy lejos de llegar a la masa crítica que provoque una gran transformación de un sistema que aplasta la parte más humana del individuo y que además se apropia de todo, de la cultura, de la contracultura y de la crisis psicológica (con la venta de antidepresivos y con la creación de una ‘felicidad suave o inmadura’ en forma de la llamada ‘autoayuda’). “Hasta ahora me he resistido a trabajar con empresas, pero ahora he pensado que tal vez tengo la suficiente fuerza como para probar. Nunca me he sentido con fuerza para trabajar con gente que viene con motivaciones espurias. Si vienen buscadores, me escuchan, y su propia sinceridad en la búsqueda hace que aprovechen lo que tengo para dar. Si se lo doy al mundo del dinero, éste todo lo convierte en un motivo de hacer dinero. ¿Podré trabajar con libertad o se me controlará el trabajo? ¿Habrá gente que me ponga límites? No soy un iluso pero quiero abrirme a esa posibilidad, y por ello ha nacido el SAT para empresas, considerando que así como los psicoterapeutas y educadores se han beneficiado de este programa, lo mismo puede ocurrir con el mundo empresarial. Llamé a uno de mis libros Cambiar la educación para cambiar el mundo, y también se puede decir Cambiar la empresa para cambiar el mundo”.
No parece una mala idea trabajar para que los que manejan el dinero tengan más luz, se humanicen. “Uno querría maldecirlos pero tras reflexionar nos damos cuenta de que lo que más nos convendría es que vean la luz. Tenía un tío en Chile que era agnóstico y un día me dijo: ¿No te parece Claudio que debemos rezar para que los que mandan se iluminen, pues si no desearíamos ver cómo se fríen en aceite? Sería muy conveniente para todos que los que mandan tuvieran sabiduría y amor. La transformación de las personas dentro de las empresas puede ayudar a que la empresa misma se vaya humanizando. Por otro lado, el empresario debe atender esta necesidad, pues el cambio, le guste o no, se irá produciendo y si no lo hace acabará perdiendo a personas valiosas”.
La oligarquía es una mafia y la conformidad le da una conciencia limpia
El doctor Naranjo es consciente de la dificultad de su tarea, ya que quienes dominan el mundo no hacen precisamente gala de su humanidad. Interesado en el estudio de los más poderosos, hace años tuvo la oportunidad de conocer a uno de los protagonistas del caso de los Papeles del Pentágono(Pentagon Papers).“La más mínima amenaza podía desencadenar una gran ofensiva que provocaría una hecatombe sin precedentes. Allí estaba el mal, representado por un botón. Él no podía entender que fueran sus amigos, personas con las que tomaba el té, con las que se reunía a conversar, a las que consideraba iguales y respetaba, los que habían llegado a una resolución tan peligrosa. Hasta el día de hoy no entiende cómo es posible que personas aparentemente tan decentes pudieran colaborar en una cosa tan monstruosa. Yo pienso que es el fenómeno de la conformidad: mientras más subes en la escala social, más estatus, más poder y consideración, mayor magnetismo tiene. Es una fuerza más potente que la familia, que tus raíces, y que te arrasa el pensamiento. La oligarquía en este momento es una mafia y la conformidad le procura una conciencia limpia. Cada uno se siente muy bueno porque está haciendo lo mismo que los demás”.
Entre risas, con la ironía y el sentido del humor que caracteriza a las personas con una gran sabiduría, Claudio Naranjo lanza un reto para todos los que ocupan puestos de gran poder: “Yo les propongo hablar de su inmortalidad, la que les dará el ser salvadores del mundo. Existirán para siempre en el recuerdo y en la gratitud de todos los seres humanos. Esa inmortalidad se les puede conceder. La otra, la física, es muy dudoso que puedan conseguirla”. A todos los demás que quieran escucharle, nos anima a adentrarnos en lo desconocido, a osar el cambio. Para ello nos deja la cita con la que cierraSanar la civilización, y que extrae de la que se considera la narración escrita más antigua de la historia, La epopeya de Gilgamesh: ‘Hombres de Shurrupak, desmantelad vuestras casas y construid un barco. Abandonad vuestras posesiones y las cosas bellas a las que estáis apegados, y salvad, más bien, vuestras vidas’. No lo tomemos como una huida pues, como ya advirtió Ezra Pound, en un mundo de forajidos, el que toma el sentido contrario parece que huye.
*Este artículo es la segunda parte"

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