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jueves, 2 de agosto de 2012

"Si queremos salvar la paz social tenemos que limitar la desigualdad económica"

"El sistema económico actual incentiva y recompensa comportamientos egoísta"

Hay una contradición entre la ética y la actuación de los mercados. Con esta premisa el austriaco Christian Felber se ha lanzado a explicar 'La Economía del Bien Común' (Ed. Deusto) un nuevo modelo que pretende poner la economía al servicio del ciudadano y no del beneficio.
P.- ¿Economía y bien común son palabras que pueden complementarse?
Deben de ser idénticos aunque hoy en día parecen más y más contrarios. Esto es una consecuencia del orden económico legal ? anticonstitucional ? de hoy que incentiva y recompensa comportamientos egoístas y desconsiderados: no solamente es legal buscar la maximización del propio beneficio a costa de los demás, sino que incluso esto conduce al éxito empresarial e individual. Digo que esto es anticonstitucional porque las Constituciones mandan otra cosa. La más clara es la de Baviera: "Toda la actividad económica sirve al bien común", dice literalmente. La Constitución de España dice que la razón de la nación es conseguir "el bien de quienes la integran", o sea el bien común. Yo pregunto: ¿Por qué no cumple la economía con esta pauta? La respuesta es que las reglas del juego legales no están en congruencia con los valores y las metas de las Constituciones. La meta más importante en los mercados es el beneficio finaniero que no es una meta en ninguna Constitución del mundo. La meta de cada empresa debería ser la contribución al bien común ? para complir con la Constitución.
P.- ¿Y la competencia qué papel tiene en este juego?
Hoy damos prioridad a la competencia porque creemos que suscita innovación y altos rendimientos. Sin embargo, no hay evidencia científica para que la competencia sea el mejor de los incentivos disponibles. Por el contrario, en estudios comparativos, la cooperación motiva más fuerte a los seres humanos y además de forma maś humana: a través de buenas relaciones; a diferencia, la competencia motiva más que nada a través del miedo. Esto no es de sorprender: la definición de la cooperación es "tener la misma meta": si tu tienes éxito, yo lo tengo también; esto facilita las buenas relaciones que son el factor motivador más poderoso para los seres humanos. A diferencia, la definición de competencia es "excluirse mutamente la obtención de las metas": si yo gano, tú pierdes y al revés. Pero, cómo van a florecer las relaciones si algunos siempre están condenados a perder? Es obvio que esto no puede ser eficaz ? y no lo es.
En la prácitca de la economía del bien común, en un primer paso, tendríamos un mercado más "libre" porque todas las empresas y personas pueden entrar y salir del mercado libremente ? a diferencia de hoy, donde hay barreras de entrada muy altas y algunas empresas no pueden salir del mercado del todo: los bancos sistémicos y las corporaciones automovilísticas.
En la EBC, esto se acabaría: todos serán realmente iguales. Sin embargo, cuánto más agresiva es una empresa frente a otras, peor será su balance del bien común lo cual conducirá al fracaso económico; mientras que cuánto más cooperativa y solidaria se comporte, más ventajas legales obtendrá y mayor será su éxito económico, pero no a costa de las competidoras, sino en su favor.
La palabra latín "com-petere" (buscar juntos) revela de lo que se debería tratar: de una búsqueda común. Lo que hoy en día ocurre ? por ser incentivado ? es una búsqueda o incluso lucha de todas contra todas. Es obvio qu esto ? que en latín correcto tendríamos que llamar "contra-petencia", es menos eficaz que una verdadera "com-petencia".
P.- ¿En qué consiste el modelo que propone en su libro?
La esencia del modelo es la resolución de la contradicción entre los valores que se viven en el mercado, por ser recompensados ? egoísmo, desconsideración, avidez, avaricia, irresponsabilidad -, y los valores que permiten florecer nuestras relaciones humanas y ecológicas. Estos últimos valores son universales y forman parte de nuestras constituciones: dignidad, solidaridad, justicia, democracia. Los "valores" económicos, en cambio, no son valores constitucionales. La Economía del Bien Común (EBC) propone resolver esta contradicción cambiando las dos principales reglas legales que guían el comportamiento de los actores económicos ? afán de lucro y competencia ? por dos otras: contribución al bien común y cooperación. El èxito económico ya no se mide con indicadores monetarios, sino cualitativos: el PIB es relevado por el Producto del Bien Común en el nivel de la economía nacional; y el balance financiero por el balance del bien común en el nivel de la empresa. Cuánto más cooperativas, solidarias, ecológicas y democráticas las empresas se comportan y organizan, mayor será su éxito ? debido a la recompensación de buenos resultados del balance del bien común. Las empresas más éticas serán la más exitosas, mientras que las más desconsideradas fracasarán. De esta forma, las leyes del mercado por fin estarán en concordancia con los valores de la sociedad.
P.- ¿Qué haría falta para ponerlo en funcionamiento?
Nuestra estrategia es crear un movimiento político, social y empresarial desde abajo hacia arriba. Ofrecemos posibilidades concretas de participación a las menores unidades de la sociedad: personas privadas, empresas y comunidades políticas.
1. Cada empresa puede hacer el balance del bien común. Este año, ya van a ser más de 300 que lo harán. Las empresas pueden agruparse a grupos de aprendizaje.
2. Las personas interesadas pueden fundar en su comunidad un "campo de energía" que promueve, desarrolla e implementa la EBC. Estos grupos de motivación son el nexo entre el mundo empresarial, los consumidores, el público en general y la política.
3. Cada comunidad puede convertirse en una 'comunidad del bien común' que promueve el bien común en su área de responsabilidad y además apoya las empresas pioneras. Aparte de la vertiente empresarial, hay una vertiente política-democrática: En las mismas comunidades se iniciarán procesos democráticos que averiguen el 'índice comunal de calidad de vida' que es el antecesor local del Producto del Bien Común a nivel nacional más tarde; así como las asambleas económicas democráticas, en las que se averiguan las 20 reglas del juego legales que dirijan la economía. De las asambleas locales se sintetizará al fin del día una Constitución Economica Democrática que será la base legal de la Economía del Bien Común.
P.- ¿Cuáles son las principales trabas que ve usted para que este modelo se imponga al actual?
Estas siempre se encuentran en nuestra propia mente. En principio, somos libres, pero no hay cosa que más tenemos que esta libertad de plasmear la conivencia según nuestras necesidades e ideas libres. Hay costumbres y convicciones muy profundamente arraigadas que a muchos nos cuesta cuestionar y cambiar ? desde la imagen que solemos tener del ser humano hasta el comportamiento competitivo en los mercados.

Sin embargo, observo cada vez más personas y empresas que están dispuestas a cambiar estas costumbres, su imagen del ser humano y el "paradigma viejo". Hay cada vez más personas que quieren participar con responsabilidad e iniciativa propia en la reconstrucción de la democracia.
Si hemos aprendido algo de la historia es que la evolución es imparable. Yo creo en la evolución a todos los niveles ? desde la genética hasta la conciencia.
P.- ¿Hay algún Gobierno bien local, regional o nacional que haya implantado ya su modelo? ¿Qué tal funciona? ¿Qué medidas se han tomado?
La iniciativa nació tan sólo hace un año y medio. Todo está en su inicio. Sin embargo, ya existen unos 30 gobiernos locales en Italia, Suiza, Alemania, Austria y España que tienen interés en convertirse en 'Comunidades del Bien Común'. Los primeros ya han tomado la decisión. Esto incluye cinco proyectos clave:
1. Implementar el balance en la propia administración y en las empresas públicas del territorio.
2. Hacer visible y promover las empresas pioneras que implementan el balance ? reembolsando por ejemplo los costes de consulta y auditoría o dándoles prioridad en la compra y contratación pública.
3. Iniciar un proceso participativo de desarrollar un indicador local de calidad de vida que se mide de anio en anio.
4. Iniciar una asamblea económica local cuya meta es averiguar en un proceso participativo las reglas principales para la economía.
5. Asociarse con otras comunidades a una Región del Bien Común y así sucesivamente. Algunos 'Länder' en Austria e Italia ya han tomado la decisión de promover los procesos empresariales. El ministerio de medioambiente austríaco ha organizado por cuenta propia un acto público para promover el balance del bien común. Hay un gran número de inviationes a conversaciones políticas y técnicas con organismos públicos....
P.- ¿Qué medidas aplican en materia tributaria? ¿Acabarían con los vehículos financieros que existen para que las grandes fortunas paguen menos?
Por una parte, el impuesto de plusvalía variará según el resultado del balance del bien común de cada empresa. De ahí que los productos de las empresas éticas y responsables serán más económicos para los consumidores mientras que los productos de empresas desonsideradas se harán más caros. Los bancos serán obligados a considerar la plusvalía social y ecológica de las inversiones para las cuales las empresas solicitan un crédito. Los intereses se diferenciarán según la contribución de la empresa y la inversión al bien común.
Los bancos se convertirán en bancos democráticos que sirven al bien común en vez de maximizar el beneficio financiero. En Austria, estamos construyendo el primer 'banco democrático'. El casino financiero global no sirve ni a la economía ni al bien común: deberíamos cerrarlo. Los bancos deberían limitar su papel en servicios básicos: depósito de ahorros, transferencia de pagos y créditos. Aquí, menos es más.
P. - ¿Qué propone para las diferencias de ingresos y patrimonios? ¿Es necesario limitar los grandes sueldos?
El impuesto sobre patrimonio y herencias subirán hasta el 100 por cien para impedir unas desigualdades desmesuradas. Pero no se asuste: El primer millón, a diferencia de hoy, será el más fácil de conseguir; el segundo ya un tanto más difícil y así sucesivamente. El vigésimo millón a lo mejor ya no se podría acumular del todo: en alguna parte deberíamos poner un límite a la libertad de propiedad. No hay ningún inconveniente en que alguien cree una fortuna financiera con mesura; pero si queremos salvar la democracia y a paz social tenemos que limitar la desigualdad.
Si dejamos ilimitada la desigualdad, los unos tendrán un poder y una influencia política tan grande que para los demás no queda espacio para codeterminar y participar. La limitación de la libertad de propiedad en su esencia es sumamente liberal: se trata de salvaguardar las mismas libertades para todos.
Sin embargo, los límites legales concretos no los proponemos nosotros, sino que reivindicamos que se deberían averiguar en procesos democráticos. Estaremos de acuerdo con el resultado que sea.
P.- ¿Ve aplicable su modelo a escala mundial o es más útil a nivel local- regional?
La estrategia es empezar a nivel local: en Austria, Alemania, Italia y Suiza, aunque ya se está extendiendo a toda Espania hasta Amércia Latina. Hay un interés nacente en países tan distintos como Estonia, Eslovenia, Irán o la India. El modelo de por sí es una respuesta al sistema capitalista globalizado. Quiere decir que reúne todos los requisitos para servir de un orden económico internacional alternativo al presente. Sin embargo, el enfoque democrático implica que cada país, cada cultura tiene el derecho de crear el sistema económico que corresponde a sus necesidades y valores. Y aquí la próxima sorpresa: las necesidades y los valores de convivencia se parecen mucho en todo el mundo. Mi conclusión es: el capitalismo es una estructura de dominio heterónoma en todo sentido. No corresponde a las necesidades ni los valores de la mayoría de los seres humanos en todo el mundo; a diferencia, la economía del bien común corresponde a las necesidades básicas y los valores relacionales de los seres humanos por doquier ? en el fondo somos todos iguales en el sentido de que necesitamos las mismas condiciones sociales y legales para poder vivir bien, ser libres y florecer.
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