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lunes, 5 de septiembre de 2016

VIOLINES DE OTOÑO

VIOLINES DE OTOÑO

Los que tenemos el privilegio de actuar como observadores del impresionante cambio tecnológico que se está produciendo no damos abasto. Interpretar los profundos cambios estructurales que se están produciendo en los fundamentos de la mayor parte de la economía es un reto intelectual ingente. El momento es realmente apasionante.
 
http://xavierferras.blogspot.com.es/2016/09/violines-de-otono.html

En pocos días nos hemos enterado que las grandes plataformas digitales (Apple, Google, Amazon, Facebook y Microsoft) son ya las empresas de mayor valor mundial por cotización bursátil. Uber viene detrás. Por el camino han quedado las grandes petroleras, que dominaban el mundo de los negocios hasta hace poco. Nubes de start-ups están colonizando la mayor parte de los sectores: desde el retailing hasta las tecnologías médicas. El automóvil es un caso aparte, que ya iremos desgranando en los próximos meses a medida que los acontecimientos se vayan acelerando todavía más. La oleada de operaciones corporativas, por las cuales las grandes marcas están adquiriendo velozmente y a precios astronómicos empresas emergentes de guiado, posicionamiento, ciberseguridad, electromovilidad y sistemas de vehículo compartido, es espectacular. Todos ya sin disimulo enfocados a lanzar vehículos sin conductor, sin volante, sin pedales, sin cambios de marcha y sin motor. Compitiendo contra Apple, Google, Baidu, Tesla y Uber, entre otros. El choque será formidable. La batalla más intensa se dará en el campo de la compatibilidad: los infinitos sistemas emergentes deberán ser perfectamente compatibles (es impensable que un vehículo Google no “se entienda” electrónicamente con un vehículo Ford). El futuro: posiblemente la emergencia de un estándar como el que surgió en los 80 con el IBM PC. ¿Quién será el IBM PC de los coches? ¿Y el Intel? ¿Y el Windows?

Por medio, hemos conocido que Apple no paga impuestos en Irlanda, violando las leyes de la competencia europea. Emerge con fuerza la Mazzucatonomics (o las teorías de desarrollo económico de Mariana Mazzucato): el motor del capitalismo es el cambio tecnológico, pero hay fases del mismo que el propio capitalismo jamás cubrirá. Si queremos un mundo de crecimiento inclusivo, sostenible e inteligente (basado en ciencia), no sólo debemos preocuparnos de la tasa de crecimiento, sino también de la dirección del mismo. Y ahí es donde entra el rol del estado (el “Estado Emprendedor” según Mazzucato). Si deseamos un mundo mejor, hay que crecer en la dirección de solventar los grandes problemas del ser humano.  Y para ello es preciso destinar recursos públicos, invirtiendo en ciencia y tecnología, acumulando masa crítica de talento en esas direcciones. Cuando el mercado no lo haga, la administración deber tomar estratégicamente el relevo. Mazzucato es contundente en el caso Apple: el milagro de la manzana recibió notorias ayudas en competencia desleal en Irlanda; y poco conocidas ayudas legales en Estados Unidos, un país que desde la II Guerra Mundial ha concentrado recursos públicos para acelerar el progreso tecnológico (y económico) en electrónica y comunicaciones. El Reino Unido, pese al terrible error del Brexit (que ya veremos si se consuma) parece que lo tiene claro: su nueva primera ministra, Theresa May no para de hablar de recuperar una sólida estrategia industrial.

Por aquí seguimos instalados en el confort. Avanzamos notablemente bien en la emergencia de startups, y en el crecimiento del espíritu emprendedor (especialmente entre los jóvenes, lo cual es una buena noticia, aunque quizá es porque no tienen alternativa). Seguimos gozando de grandes figuras científicas, que continúan avanzando en la frontera del conocimiento en sus campos específicos (aunque muchos de sus descubrimientos tardarán décadas en tener aplicación práctica). Estamos orgullosos de nuestra sensibilidad por las ciudades inteligentes (smart cities), o por las iniciativas de economía colaborativa (florecen las empresas de bicing, carsharing, e intercambio de todo tipo de bienes). La innovación es fashion. Pero nuestra industria sigue languideciendo. Nuestras pequeñas empresas carecen de fuerza tecnológica. Nuestra tasa de inversión agregada en I+D sigue en caída libre. Nuestras universidades tienen serios problemas culturales e institucionales para transferir tecnología. Nos faltan grandes retos tractores, grandes iniciativas que nos sitúen de verdad en la economía del conocimiento. Todo ello en un momento en que Europa se fractura, China se  consolida como superpotencia económica y tecnológica, el Mediterráneo se desangra y (por cierto) peligran muy seriamente nuestras pensiones y nuestro estado del bienestar.

Me apasiona la Historia. Estos días he recordado los versos de Paul Verlaine que los aliados enviaron a través de la BBC en junio de 1944 como clave para anunciar el desembarco de Normandía a los partisanos franceses.

Los largos sollozos de los violines de otoño hieren mi corazón con monótona languidez


No sé si los lamentables debates de investidura a los que hemos asistido contenían algún verso en clave para anunciar a los pocos partisanos que quedamos desperdigados y exhaustos, que por fin llegarán iniciativas de impulso real al cambio de modelo productivo y a la activación de mecanismos de creación de riqueza. No he oído nada de todo ello. Pero sí que me ha sonado a herida en el corazón, a triste sollozo, a violines de otoño, y a monótona languidez.

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