AlphaZero: la inteligencia artificial con intuición humana
El programa de ajedrez creado por DeepMind muestra características que se creían exclusivas de las personas y abre nuevas vías de investigación científica
La inteligencia artificial es el campo que casi todas las mentes preclaras del planeta perciben como el principal impulsor de las grandes transformaciones que se avecinan. Coloquialmente, este término se refiere a la capacidad de las máquinas de razonar y comportarse como los seres humanos. Lo habitual es que estos sistemas se alimenten del conocimiento aportado por personas, ya sea mediante la programación informática o a través de su capacidad de captar y procesar ingentes cantidades de datos -generados también por la actividad humana- con la finalidad de mejorar el rendimiento de los hombres en múltiples áreas.
Un antes y un después en el mundo del ajedrez
Diciembre de 2017: AlphaZero arrasa a Stockfish
Sin embargo, la evolución que significa AlphaZero, un
programa desarrollado por la empresa inglesa DeepMind -adquirida por
Google en 2014- amenaza con cambiarlo todo. El rasgo diferencial de este
sistema de aprendizaje profundo -que de momento se ha aplicado al
ajedrez y a otros juegos de estrategia- es que no necesita del conocimiento de la supervisión humana
para adquirir en solo unas horas un nivel de entendimiento del juego
superior al del mejor de los humanos. No sólo es superior a nosotros por
su capacidad superlativa de manejar millones de cálculos por segundo y
analizar todos los patrones de desarrollo estratégico posibles (lo que
en computación se conoce como “fuerza bruta”), sino que también nos
supera en características que creíamos exclusivas de las personas: la intuición, la creatividad, la capacidad de tomar riesgos e incluso el talento para generar belleza a través del juego.Los maestros del ajedrez que han analizado las partidas de AlphaZero alucinan. No porque gane, sino por las estrategias que despliega para ganar. En su presentación en sociedad, en diciembre de 2017, AlphaZero arrasó a Stockfish, el mejor programa de ajedrez del momento y la herramienta de preparación de la mayoría de ajedrecistas de élite. De 100 partidas, ganó 28 e hizo tablas en 72. No perdió ni una. Fue un auténtico shock. Los expertos dijeron entonces que el ajedrez había cambiado para siempre.
La nueva máquina aprendió a jugar por su cuenta con un solo input: las reglas del juego. Lo único que sabía era cuáles eran los movimientos posibles de cada pieza. No tenía información alguna sobre libros de aperturas o tabla de finales, el amplísimo abanico de jugadas teóricas que supuestamente proporciona las mínimas ventajas que los grandes jugadores (y programas informáticos) necesitan para dominar y ganar las partidas. Tampoco conocía el supuesto valor de cada pieza. AlphaZero adquirió un inigualable conocimiento del juego “único y superior” -tal como lo definió el legendario maestro de ajedrez Gary Kasparov- en una sola jornada de trabajo enfrentándose a sí mismo en 44 millones de partidas, más de mil por segundo.
Más allá de la “fuerza bruta”
Una máquina que se guía (también) por su instinto
El impacto que ha supuesto la aparición de AlphaZero en la comunidad ajedrecística ha sido tal que Magnus Carlsen
(28 años), actual campeón del mundo, dijo que el programa es su “nuevo
héroe”, admitiendo explícitamente que ha incorporado a su estilo de
juego ideas prestadas de las partidas del sistema de inteligencia
artificial:En su número de junio, la revista ‘Peón de Rey’, dirigida y editada por el Gran Maestro Internacional español Miguel Illescas, analiza precisamente cómo ha variado el juego de Carlsen sobre la base de lo que el Gran Maestro noruego parece haber aprendido de AlphaZero. El principal aprendizaje que Carlsen ha imitado de la máquina es su disposición a sacrificar piezas al principio de la partida a cambio de mantener la iniciativa del juego. Esto es algo que va en contra de los principios del ajedrez clásico y de la propia manera de jugar del número 1 en los últimos años, mucho más académica y basada en explotar una mínima ventaja para ir avanzando lenta pero inexorablemente hacia la victoria final.
Según el análisis de Illescas y su equipo, Carlsen juega ahora de manera mucho más dinámica y agresiva: realiza maniobras a priori extrañas desde el punto de vista “académico”, especula con piezas valiosas para obtener ventajas a largo plazo y parece ignorar algunos de los patrones esenciales del juego. Y los resultados son excepcionales: Carlsen está en mejor forma que nunca, jugando a un nivel nunca visto en la historia de este deporte.
Nuevas vías para la investigación
El potencial que se esconde tras AlphaZero
¿Qué nos dice el hecho que el mejor de los humanos en su especialidad aprenda de una máquina cuya principal virtud es la falta de prejuicios en su proceso de aprendizaje?
Una posible respuesta es que AlphaZero puede significar, esta vez sí,
un cambio de paradigma. Y no solo en el ajedrez, sino en un sinfín de
disciplinas científicas: un sistema que descubre nuevas vías hacia la excelencia
sobre la base del método de ensayo y error puede significar avances en
casi cualquier área. “No sería la primera vez que el ajedrez sirve como
campo de pruebas para el desarrollo del conocimiento humano en
direcciones insospechadas”, recuerda el biólogo e investigador Diego
Rasskin Gutman en la crítica que publica en el mismo número de ‘Peón de Rey’ sobre el libro ‘Game Changer’, que analiza las mejores partidas de AlphaZero.
El propio Gary Kasparov afirmó recientemente que cree que el
programa podría mejorar notablemente la investigación médica. No en
vano, una versión modificada del mismo, AlphaFold, ya ha
demostrado una precisión extraordinaria para predecir cómo se pliegan
ciertas proteínas basándose únicamente en su secuencia genética. Este
avance sugiere que este tipo de softwares podrían ser de vital importancia para ayudar a los científicos en el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer, asociadas precisamente a deformaciones en proteínas que intervienen en funciones cerebrales como el aprendizaje o la memoria.
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