Clases de bioinformática para la cuarentena
Si quieres aprender bioinformática aplicada a genómica y:
Organiza: BioinfoGP (bioinfogp@cnb.csic.es)
Referencias:
Herramientas utilizadas durante el curso: References_AprendeBioinfomaticaEnCasa2020.pdf Todas las clases:
Lunes, 01 de junio de 2020 "Detección de variantes genómicas (SNP) mediante secuenciación masiva" Profesor: Juan Carlos Oliveros Collazos En esta última clase utilizaremos el entorno UNIX para alinear lecturas cortas y detectar variaciones en el genoma del SARS-CoV-2. Visualizaremos los resultados con IGV. INSTALACIÓN REQUERIDA: Para el total aprovechamiento de la clase, será necesario tener instalado un entorno UNIX (o linux) tal y como se explicó en las clases del 13 y 20 de abril. Dedicaremos los primeros minutos de la clase a instalar algunos comandos adicionales.
Lunes, 25 de mayo de 2020 "Alineamientos múltiples de secuencias biológicas" Profesor: Rafael Torres Pérez Tan importante como llevar a cabo un buen alineamiento con estas herramientas automáticas es la visualización, edición y representación de los resultados. JalView se presenta como una herramienta muy apropiada es estos aspectos, además de ofrecer conexiones con otras utilidades que complementan la información obtenida a partir del alineamiento. INSTALACIÓN REQUERIDA: Usaremos la popular aplicación Jalview. Será necesario que esté instalada en el ordenador antes de la clase del lunes. Instrucciones :Installing_Jalview.pdf Como siempre, no olvidéis descargar y, en su caso, descomprimir todos los archivos de datos antes del comienzo de la sesión.
Lunes, 18 de mayo de 2020 "Redes de interacciones proteína-proteína: tipos y herramientas para su visualización" Profesor: Juan Carlos Oliveros Collazos En esta clase describiremos herramientas y aprenderemos técnicas para añadir información de interacciones proteína-proteína a resultados de proyectos de genómica cuantitativa. INSTALACIÓN REQUERIDA: Usaremos la popular aplicación Cytoscape. Será necesario que esté instalada en el ordenador antes de la clase del lunes. Como siempre, no olvidéis descargar todos los archivos de datos antes del comienzo de la sesión. (NOTA: Para descomprimir archivos ".gz" sin necesidad de utilizar funciones de R, recomendamos a los usuarios de Windows el programa: 7zip).
Lunes, 11 de mayo de 2020 "Técnicas para la interpretación funcional de resultados de RNA-seq" Profesor: Juan Carlos Oliveros Collazos En esta clase mostraremos algunas de estas herramientas, las aplicaremos al proyecto comenzado en las clases anteriores y hablaremos de sus virtudes y, sobre todo, de sus limitaciones. Para el correcto seguimiento de esta clase es muy recomendable haber seguido las anteriores. IMPORTANTE: Usaremos la popular aplicación Gene Set Enrichment Analysis, del Broad Institute, disponible AQUÍ. Elegid la versión específica para vuestro sistema operativo (uno de los tres primeros enlaces, para MacOS, Windows o Linux) e instaladla en vuestro ordenador antes de la clase del lunes. Como siempre, no olvidéis descargar todos los archivos de datos antes del comienzo de la sesión.
Lunes, 04 de mayo de 2020 "RNA-seq con R: Técnicas para una buena gestión de las muestras. Incorporación de anotaciones funcionales" Profesor: Juan Carlos Oliveros Collazos Para el correcto seguimiento de esta clase es muy recomendable haber seguido las anteriores. Accederemos a la plataforma on-line Biomart y volveremos a utilizar las siguientes aplicaciones instaladas en nuestro ordenador: Lenguaje R, samtools e IGV. No olvidéis descargar todos los archivos de datos antes del comienzo de la sesión.
Lunes, 27 de abril de 2020 "Introducción práctica a Ensembl: visualización y recuperación de información genómica de interés" Profesor: Rafael Torres Pérez En esta sesión práctica veremos qué tipos de información relevante podemos consultar en este valioso recurso y cómo obtener secuencias y anotaciones de los elementos constitutivos de los genomas (regiones reguladoras, genes y proteínas).
Lunes, 20 de abril de 2020 "Herramientas de línea de comandos UNIX para la manipulación y análisis de datos genómicos" (segunda parte) Profesor: Juan Antonio García Martín Requisitos y programas necesarios:
Lunes, 13 de abril de 2020 "Herramientas de línea de comandos UNIX para la manipulación y análisis de datos genómicos" Profesor: Juan Antonio García Martín Requisitos y programas necesarios:
Lunes, 06 de abril de 2020 "Análisis diferencial de la expresión génica (RNA-seq) con R (segunda parte)" Profesor: Juan Carlos Oliveros Collazos Programas necesarios:
Lunes, 30 de marzo de 2020 "Análisis diferencial de la expresión génica (RNA-seq) con R" Profesor: Juan Carlos Oliveros Collazos Programas necesarios:
Lunes, 23 de marzo de 2020 "Introducción al alineamiento genómico de secuencias cortas con R y visualización de resultados con IGV" Profesor: Juan Carlos Oliveros Collazos Programas necesarios:
https://bioinfogp.cnb.csic.es/courses/quedateencasa/?fbclid=IwAR2mf3HaevzT6N7iftuDW93UYwKNPaezFPSmIyOQk2ONReGsJ8E-wNxcCBE -------------------------------- Enlaces https://www.twitch.tv/videos/638931511 ----- Index of /courses/quedateencasa/25_05_2020
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Download 7-Zip 16.04 (2016-10-04) for Windows:
Download 7-Zip 9.20 (2010-11-18) for Windows:
You can download any versions of 7-Zip (including latest beta versions) from SourceForge: Download p7zip for Linux (Posix) (x86 binaries and source code): p7zip is the command line version of 7-Zip for Linux / Unix, made by an independent developer. Some unofficial p7zip packages for Linux and other systems: Index of /courses/quedateencasa/11_05_2020
Index of /courses/quedateencasa/23_03_2020
Index of /courses/quedateencasa/01_06_2020
http://www.jalview.org/getdown/release/ https://cytoscape.org/ https://www.gsea-msigdb.org/gsea/login.jsp;jsessionid=3F4F9501CA7A28B0A44A1B1A4157BF08 https://www.ensembl.org/index.html https://mobaxterm.mobatek.net/download.html http://ensemblgenomes.org/ http://www.htslib.org/doc/samtools.html http://www.htslib.org/ https://github.com/jchenpku/bedtools2-cygwin/releases https://bedtools.readthedocs.io/en/latest/ https://bedtools.readthedocs.io/en/latest/ http://software.broadinstitute.org/software/igv/ http://www.jalview.org/getdown/release/ https://cran.r-project.org/ https://bioinfogp.cnb.csic.es/courses/quedateencasa/index.html |
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viernes, 31 de julio de 2020
Aprende Bioinformática En Casa
Cinco herramientas más, de utilidad demostrada, para aprender mejor-
Cinco herramientas más, de utilidad demostrada, para aprender mejor
Nuestro cerebro es tan complejo y fascinante que incluso podemos aprender a aprender. La atención focalizada en el propio proceso de aprendizaje es un eficiente sensor que nos indica qué estamos haciendo bien y qué es lo que probablemente podemos mejorar. Es importante pensar en la manera que tenemos de adquirir nuevos conocimientos y habilidades, ser conscientes de nuestro estado de ánimo, de la emoción que lo acompaña, de lo que nos mueve a querer saber más, si es la curiosidad, la obligación, superarnos a nosotros mismos, cubrir objetivos de fechas y plazos, si nos sentimos fatigados, abúlicos, estresados, si tenemos una predisposición abierta a mejorar, si nos exigimos mucho o si nos esclaviza un perfeccionismo demasiado estricto. Igual que los deportistas analizaremos minuciosamente los entrenamientos y trataremos de optimizar el proceso de aprendizaje con recursos adecuados para lograr las metas propuestas de una manera más provechosa. Una premisa deseable antes de utilizar cualquiera de las herramientas para aprender es disfrutar durante su uso, dejarse llevar por el circuito de recompensa que se activa al aprender, al sabernos capaces de conocer algo nuevo. Saber y querer saber nos hace mejores personas y mejora nuestras vidas y, nuestras estructuras neuronales crean nuevas conexiones y se refuerzan las preexistentes. Además, nuestro cerebro se mantiene sano y joven. Al involucrarnos en la maravillosa travesía de aprender podemos soñar con mejorar de una vez el idioma que se nos resiste, tocar el instrumento deseado, practicar el deporte que nos divierta más, atender la labor de costura más delicada, preparar las recetas más exquisitas, repasar los artistas más célebres del Renacimiento italiano o atreverse a poner en práctica la teoría sobre injertos en el nogal del jardín. Todos estos deseos podremos llevarlos a cabo sin perder esa pasión y utilizando los recursos adecuados. Entre los que han sido demostrados en investigaciones recientes se encuentran las siguientes herramientas:
Jugar a videojuegos
Sorprendente, ¿verdad? Esta puede ser la gran ocasión para aliviar tensiones de tardes malhumoradas discutiendo con sus hijos para que no pierdan tanto el tiempo. Por el contrario, jugar a videojuegos de acción es la actividad más aconsejable cuando hacemos una parada durante el aprendizaje de caligrafía, un deporte nuevo o tocar un instrumento; de hecho, cualquier cosa que implique una estructura constante y predecible que requiera la coordinación de un estímulo sensorial y una respuesta física a esa percepción. Por ejemplo, si jugamos un partido de tenis la coordinación de movimientos para dar a la pelota con la raqueta mejoraría si somos hábiles en estos juegos. Lo importante es que los videojuegos sean de acción, cuanto más trepidante, mejor. Un equipo dirigido por Jay Pratt, de la Universidad de Toronto, descubrió que las personas que eran expertos jugadores de estos videojuegos, aprendían más rápido una tarea que involucrara la coordinación mano-ojo, algo que se usa mucho, por ejemplo, en bastantes laboratorios. Su tiempo de juego era de seis a ocho horas a la semana y su práctica aceleraba la capacidad de una persona para construir los patrones neuronales necesarios para una acción coordinada mano-ojo. Los juegos de acción tienen niveles que van subiendo en dificultad y exigen a los sistemas visuales, cognitivos y sensoriomotores una precisión cada vez más acelerada para superar esas pantallas. Con ese entrenamiento nuestros sistemas cerebrales se van modificando y son cada vez más eficientes. Cuando tengamos que desarrollar una habilidad sensoriomotora, nuestras conexiones neuronales ya tienen parte del trabajo hecho si somos unos expertos en el Call of Duty.
Descansos regulares
Sabemos que durante el sueño se consolidan los recuerdos. Una pregunta evidente es si tendrán los mismos efectos los descansos breves durante los periodos de estudio. Lila Davachi, de la Universidad de Nueva York, se cuestionó lo mismo y escaneó el cerebro de varias personas mientras les mostraba una serie de imágenes que tenían que memorizar. Les pidió que pensaran en cualquier cosa relajante después. Durante el descanso, el típico «break», detectó una mayor actividad en el hipocampo (involucrado en la memoria) y las regiones corticales implicadas en procesos cognitivos. Descubrió que cuanto mayor era la actividad en esas dos regiones, mejor recordaban después los voluntarios las imágenes mostradas. Así, durante los períodos de descanso se genera una activación de áreas implicadas en la consolidación de aprendizajes. De esta manera, si acabamos de estudiar una lista de vocabulario o intentamos memorizar algunas fechas históricas clave, lo mejor es hacer un descanso tras el período de atención.
Surge en este momento otra pregunta, ¿qué es un descanso adecuado? Davachi también investigó la respuesta y encontró que un descanso puede ayudar a consolidar los recuerdos siempre que active redes neuronales diferentes a las que se activaron durante el período de estudio. Entonces, si acabamos de estudiar un tema difícil, salir a dar un paseo debería funcionar. Dicho esto, un poco de descanso es tentador y, si tenemos en cuenta que actúa como herramienta para el aprendizaje, resulta ser productivo y recomendable.
Enseñar lo aprendido
A los estudiantes del Williams College se les dio diez minutos para estudiar un pasaje de 1500 palabras sobre La carga de la Brigada Ligera, el famoso poema de Tennyson. Aquellos a quienes se les dijo de antemano que tendrían que transmitir lo que habían aprendido a otra persona recordaron más y sus recuerdos estaban mejor organizados. Este recurso es muy sencillo de llevar a la práctica en clase y es muy eficaz. Cuando indicamos a algún alumno que debe preparar una charla para explicar un contenido a sus compañeros, lo aprenderá mejor. Incluso nos podemos engañar a nosotros mismos imaginando nuestra próxima ponencia sobre lo que estamos tratando de aprender en este momento. Hay muchos beneficios cognitivos bien conocidos cuando nos preguntamos si somos capaces de reformular lo aprendido en nuestras propias palabras. Esto conduce a la recuperación activa de la memoria y ayuda a organizar los pensamientos en esquemas lógicos. Además identificamos qué es lo que no hemos aprendido todavía bien y repasaremos esto que nos falta. Es una magnífica estrategia de aprendizaje.
Intentar recordar con frecuencia
Después de aprender conceptos nuevos, habilidades nuevas o cualquier hecho que queramos recordar, ¿cuándo deberíamos volver sobre ello para optimizar las posibilidades de recuperarlo? Cuanto más tiempo transcurra entre lo estudiado y el intento por recordar, mejor. Es cierto que esperar hace que sea más difícil recordar la información. Sin embargo, cuando nos ponemos a prueba esperando más tiempo, más aprendemos. Entonces, cuando necesitemos la información a más largo plazo, lo haremos mejor si antes hemos practicado y recuperado lo aprendido después de un largo periodo de tiempo.
Refinando esta idea, Hal Pashler de la Universidad de California, y su equipo recomiendan espaciar los intervalos entre el estudio y las revisiones, estableciendo una proporción temporal entre el aprendizaje inicial y cuándo necesitemos recordar. El mejor intervalo para hacerlo depende de cuánto tiempo deseemos recordar algo después. Por ejemplo, para maximizar el recuerdo una semana después, debemos revisar la información dos o tres días después del aprendizaje inicial. Para recordar durante mucho tiempo, por ejemplo al preparar una oposición que tendrá lugar el año que viene, es aconsejable tener bastante espacio, tal vez el 10 por ciento del tiempo total. Es decir, si necesitamos recordar algo en un año, revisaremos lo estudiado al final de cada mes aproximadamente. Para recordar algo durante diez años, lo ideal será revisarlo una vez cada año. No se sabe qué mecanismos cerebrales están implicados en esto, pero parece que una espera considerable para volver a revisar lo aprendido le dice a nuestro cerebro que ese conocimiento lo necesitaremos a largo plazo.
Recientemente, el equipo de Pashler ha desarrollado algoritmos de aprendizaje personalizados que determinan cuánto espaciar las revisiones para una tarea determinada. Este plan individualizado utiliza medidas de la dificultad de lo que queremos aprender y de lo capaces que seamos para las revisiones sucesivas. Parece que funciona y que la cantidad de lo que retenemos aumenta con estas revisiones de aprendizaje personales. En cualquier caso, repasemos regularmente durante el periodo de estudio, con espacios cada vez mayores.
Evitar castigarse
En alguna ocasión un examen no nos ha salido tan bien como esperábamos o hemos fracasado en una prueba. A veces tendemos a echarnos encima culpas, errores o descuidos que nos llevaron a ese resultado poco afortunado. Pues bien, además de la inutilidad de esa flagelación,
se ha demostrado que una actitud más positiva hacia nosotros mismos conlleva un resultado mejor en los siguientes exámenes. Michael Wohl, de la Carleton University de Canadá, y sus colegas descubrieron que los estudiantes que se perdonaban el no haber hecho lo suficiente para preparar un examen, obtuvieron mejores resultados en pruebas posteriores. Además, éstos que se perdonaban por no haber estudiado, se ponían a la tarea con más ánimo para preparar lo siguiente, incluso con más dedicación que los que se culpaban a sí mismos por procrastinadores. Wohl concluyó que el perdonarnos nos permite ignorar los sentimientos negativos sobre nuestra capacidad para conseguir un buen resultado. Así volvemos a confiar en nuestra capacidad para afrontar el aprendizaje y anticipamos un éxito. ¡Somos así de comprensivos con nosotros mismos! Sin embargo, esto no funciona para los procrastinadores «en serie». Si vamos postergando el esfuerzo que supone aprender, mantenemos este comportamiento y lo hacemos crónico, instauramos un hábito negativo, y perdonarnos no sirve para nada.
De cualquier modo, el aprendizaje requiere fuerza de voluntad, autocontrol y esfuerzo. Con voluntad incluso un hábito negativo puede llegar a modificarse. Además si reforzamos la voluntad para unas tareas, nos beneficiamos de ella para llevar a cabo otras. Así, si, combatiendo la pereza, mantenemos el orden en nuestra casa, nos costará menos ponernos a la tarea de vaciar un cajón abarrotado de cachivaches y colocarlos simétrica y primorosamente. Si hacemos un ejercicio de conciencia corporal y nos obligamos a sentarnos con la espalda recta, nos será más fácil cuidar la postura mientras caminamos. La fuerza de voluntad se entrena y es conveniente que nuestros alumnos lo sepan. Así, lo que antes parecía insalvable, si deseamos aprender, llegará a ser fácil y gratificante.
Con todas estas herramientas y los beneficios que pueden proporcionarnos, ¿por qué no comenzar ahora mismo a disfrutar aprendiendo?
Referencias:
- Young E (2015) Know it all. New Scientist 3014: 30. Disponible en newscientist.com y en emmayoung.net.
Entrevista a José Ramón Alonso. Universidad de Burgos
Entrevista a José Ramón Alonso. Universidad de Burgos
Neurociencia del confinamiento
Salvo algunos países con estado prácticamente inexistente y otros gobernados por imbéciles, la mayor parte del mundo se ha puesto en un confinamiento estricto como única medida eficaz para detener la progresión de la pandemia, hasta que tengamos una vacuna, unos antivirales apropiados, exista protección de rebaño o el virus pierda virulencia.
Las acciones que hemos puesto en marcha para mitigar el rápido contagio del coronavirus han sido duras y nos han dejado frente a situaciones que hace solo unos meses parecían imposibles: cierre de todo el sistema educativo, alejamiento de nuestros familiares y amigos, pérdida brutal de ingresos y paro para muchas personas, reorganización completa de la vida cotidiana, control de la deuda pública volado y miedo.
España es uno de los países que de momento más ha sufrido en el mundo y hemos soportado y soportamos uno de los confinamientos más rigurosos de los decretados por los distintos gobiernos. Mientras escribo esto, es evidente que las medidas han salvado muchas vidas, pero también que muchas personas trasladan su preocupación al negro panorama de la economía y que muchas otras parecen no ser conscientes de la gravedad de la situación, de los riesgos que implica cualquier contacto interpersonal y creen, sin ningún fundamento, que a ellos no les puede pasar nada, o simplemente no piensan y corren riesgos absurdos.
Paolo Brambilla, de la Universidad de Milán, ha dicho que este confinamiento es «un experimento social que nunca se había hecho antes» y pone a nuestro cerebro ante un escenario totalmente imprevisto. Todos estamos viviendo una experiencia novedosa, impredecible y peligrosa. Novedosa porque la inmensa mayoría de nosotros jamás hemos vivido nada parecido. Impredecible porque nuestra falta de experiencia con este coronavirus hace imposible prever cuestiones básicas como si será posible tener una vacuna, cuánto dura la defensa inmunológica, si las condiciones estacionales mitigarán la pandemia y muchas otras. Peligrosa porque al día de hoy, 1 de junio de 2020, 370 153 personas han muerto por la COVID-19.
Estas tres características: novedad, inseguridad y amenaza son aspectos que afectan con claridad a nuestro funcionamiento cerebral. El estrés genera daño neuronal y se nos suman problemas reales como que muchas personas han perdido a seres queridos o que las estrategias de afrontamiento habituales, como sentir el calor y la cercanía de nuestra familia y amigos, no están disponibles por el obligado distanciamiento social. Es un problema evidente: un estudio publicado en Lancet Psychiatry mostraba que los ciudadanos del Reino Unido mostraban niveles superiores de ansiedad, depresión y estrés, así como preocupación sobre el confinamiento. La OMS ha alertado de que en estas circunstancias aumentan los niveles de soledad, depresión, el uso dañino de alcohol y otros drogas y el daño personal incluyendo el suicidio.
La psicóloga Julianne Holt-Lunstad descubrió que el aislamiento social es dos veces más perjudicial para la salud física que la obesidad. El confinamiento solitario en los sistemas penitenciarios causa ataques de pánico y alucinaciones, entre otros síntomas. El aislamiento puede incluso hacer que las personas sean más vulnerables a la enfermedad que se pretende evitar: los investigadores han detectado que «el sistema inmunológico de una persona solitaria responde de manera diferente a la lucha contra los virus, haciéndolos más propensos a desarrollar una enfermedad». Nuestro sistema nervioso está intrincadamente relacionado con nuestro sistema endocrino y nuestro sistema inmunitario.
Otro aspecto del que nos hemos dado cuenta es cómo el cerebro modula nuestra realidad. Estas semanas de confinamiento se han sentido para muchas personas enormemente largas, y notaban que tenían dificultades para concentrarse y cómo se cambiaban las prioridades vitales. Otros aspectos muestran también nuestra neurodiversidad: había quién no se sentía solo, aunque estuviera completamente aislado, y otros, que estaban rodeados de familiares, pero se sentían solos pues echaban en falta una conexión intensa. Otro ejemplo ha sido personas que preferían no saber nada de la pandemia ni soportaban escuchar las ruedas de prensa, mientras que había otros que estaban siempre pendientes de la última noticia, de la cifra más reciente.
Hay una preocupación sobre el impacto psicológico de esta experiencia. Sandro Galea, un médico epidemiólogo de la Universidad de Boston señalaba que «el impacto en la salud mental es la próxima ola de este suceso, y me preocupa que no estamos hablando sobre ello lo suficiente». Es evidente que hay grupos que son especialmente vulnerables, incluyendo aquellos con enfermedades mentales, tales como la esquizofrenia o el trastorno bipolar; con dificultades de aprendizaje y con trastornos del neurodesarrollo como el autismo. También deberían ser de especial atención los grupos en riesgo de exclusión social como presos, personas sin hogar y refugiados. Una epidemia es diferente a otros sucesos traumáticos como los atentados terroristas o las catástrofes naturales. En estos casos, la vuelta a la normalidad es instantánea o rápida y un inmenso porcentaje de la población está intacto y con una vida normal, pero en el caso de la COVID-19 el impacto es prolongado, nadie se ha librado del todo y puede dar lugar a traumas mentales persistentes. Entre los problemas asociados a las cuarentenas está la ansiedad, el bajo estado de ánimo, la depresión y el trastorno de estrés postraumático. Es evidente que algunas personas necesitarán apoyo psicológico para superar esta época.
Más de ocho mil especialistas en salud mental respondieron al llamamiento del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo para apoyar gratuitamente a los neoyorquinos y el gobierno chino envió a Wuhan psicólogos y psiquiatras en la primera etapa de confinamiento.
A veces pensamos que una vez que tomas decisiones la situación, aunque sean decisiones discutibles o equivocadas, mejora con claridad. Pero no es así. Richard Bentall, tras hacer una encuesta de salud mental a más de 2 000 personas encontró que antes del anuncio por Boris Johnson del confinamiento, 16% de los que respondieron sentían depresión, tras la declaración de cuarentena, el porcentaje subió inmediatamente al 38%. En el caso de la ansiedad, el porcentaje subió del 17 al 36%. Sin embargo, nuestro cerebro tiene sistemas de afrontar las situaciones difíciles y para ambos parámetros en unas pocas semanas los niveles de ansiedad y depresión se estabilizaron en torno al 20%. Es el resultado de otra de las capacidades de nuestro sistema nervioso, la resiliencia.
Hay cuatro tipos de respuestas a la crisis del coronavirus y el aislamiento social. Algunas personas se toman todo con calma y confían en una estabilidad psíquica inquebrantable. Otros viven con cierta preocupación, pero sólo necesitan unos «primeros auxilios psicológicos», cariño de la familia, información fidedigna, esperanza. Un tercer grupo que no ha experimentado previamente estos trastornos de ansiedad y depresión está gradualmente cayendo en ellos. Por último, a muchos que ya sufrían un trastorno depresivo grave se les ha exacerbado, desarrollando lo que los psiquiatras llaman «depresión doble», en la que a un trastorno depresivo crónico se superpone un episodio de dolor insoportable.
Evidentemente las condiciones ambientales juegan un papel: no es lo mismo las personas que viven hacinados en un piso pequeño sin luz natural ni espacio, que aquellos que tienen un jardín propio, metros de sobra y todas las comodidades. De hecho los datos de Bentall indican que la situación ha sido peor en la población urbana, que en la de zonas rurales. Otro factor de impacto muy variable son las condiciones de trabajo, las habituales y las del confinamiento. Hay personas, muchos escritores han sido entrevistados por la radio, que tienen un sistema de vida prácticamente igual a antes de la pandemia, otros que han descubierto con agrado el teletrabajo y finalmente otros han perdido el empleo o han tenido que realizarlo en condiciones de una especial dureza, como puede haber sido el personal sanitario. Será necesario evaluar el coste, no solo entre los enfermos, sino entre toda la sociedad.
El suicidio es siempre un tema tabú. Hay evidencias de que los suicidios aumentaron durante la gripe española de 1918-19 y también entre los ancianos de Hong Kong en la epidemia del SARS. Al menos dos enfermeras que estaban tratando enfermos de COVID-19 se han suicidado en Italia. La pandemia podría afectar negativamente a otros factores domésticos conocidos del suicidio. Por ejemplo, la violencia doméstica y el consumo de alcohol aumentaron durante el confinamiento. Las respuestas de salud pública deben garantizar que las personas que se enfrentan a la violencia interpersonal reciban apoyo y que se difundan mensajes de consumo seguro de alcohol. El aislamiento social, el confinamiento y la soledad contribuyen al riesgo de suicidio y es probable que aumenten durante la pandemia, en particular en el caso de las personas en duelo. Es útil prestar apoyo comunitario a las personas que viven solas y alertar a las familias y los amigos para que tomen medidas proactivas y estén pendientes de sus allegados. Es fundamental que la ayuda a las personas sufriendo sea fácilmente accesible.
El impacto psicológico se refleja en el estado orgánico. El estrés tiene síntomas característicos como los problemas de sueño, los dolores de cabeza, los trastornos gastrointestinales y la fatiga. La soledad mina nuestro estado físico y afecta, según algunos estudios en EEUU, a más de la mitad de la gente. Una encuesta de la Kaiser Family Foundation indicaba que un porcentaje parecido, casi la mitad de los que contestaron, sentían que su salud mental estaba siendo afectada por la pandemia. Una línea telefónica de ayuda a personas en crisis recibió 20 000 mensajes en abril de 2020 comparados con 1 790 mensajes en abril de 2019. Nos sentimos desesperanzados, atrapados, incapaces de soportar esto más tiempo. Y sin embargo, es importante recordar que somos fuertes, que estamos programados biológicamente para luchar y para sobrevivir. También tenemos que recordar que el enfado, la frustración, la incomodidad no son problemas de salud mental sino una respuesta normal y a menudo necesaria a lo que nos está pasando. ¡Ojo!, el que sea normal no quiere decir que no moleste y termines hasta el gorro.
Hay estrategias que nos pueden ayudar a superar esta etapa de nuestras vidas de la mejor forma posible. Tenemos que entender porqué hacemos lo que hacemos y asumirlo y aceptarlo. Mucha gente lleva mal lo que considera como un atentado a su libertad, pero si piensa que mucho de lo que hace es de forma voluntaria, se sentirá mejor. Un segundo factor es apelar al altruismo, uno de los resultados nobles de nuestra actividad cerebral. Si pensamos en los que estamos ayudando sin conocerlos, los sanitarios, la gente mayor, todos los servidores públicos que se dejan la piel, nos sentiremos reconfortados. Otros factores importantes son tener actividades con las que llenar nuestro día y que nos hagan sentirnos útiles; tener contacto social a través del teléfono, viéndonos en el balcón o haciendo videoconferencias; disponer de víveres y los demás elementos de primera necesidad y sentir que vamos a ser capaces de volver a una normalidad antes o después. Otra estrategia que ayuda, tanto al que da como al que recibe, es hacer algún tipo de voluntariado. No hace falta apuntarse a una ONG, puede ser llamar a una vecina mayor a ver cómo van las cosas o llevar comida a una madre que tiene varios pequeños y dificultades para salir a hacer la compra con ellos. Nuestro cerebro encuentra también placer con la creatividad, algo que estamos viendo que mucha gente hace muy bien, de hacer «booktrailers» a manualidades.
Hay otros factores que son difíciles de prever en una situación novedosa como la actual, pero los confinamientos, en teoría, deberían ser lo más cortos posibles y por un período fijo. Nuestro cerebro no lleva bien que los límites se extiendan, que las condiciones cambien, que las normas se licúen. Ayúdate con las rutinas, lleva una vida regular: levántate, comer y vete a la cama a la misma hora que lo harías normalmente. Haz algo de ejercicio cada día, a ser posible en un espacio natural y mantén siempre el distanciamiento social. También ten cuidado con no difundir bulos. Lo vemos a nivel mundial, falsos tratamientos, lejías, fármacos cuya utilidad nadie ha demostrado, los engaños típicos de los vendedores de crecepelo. Piensa en las cosas que te gustan, en las que en el pasado te han hecho sentir tranquilo y estable. Puede ser leer o colocar sellos. Recupera viejos disfrutes.
Otro tema son los efectos de la situación sobre los problemas de una relación. Parte es debido al propio confinamiento y parte a las presiones añadidas como pueden ser las preocupaciones sobre nuestra salud o la de algún ser querido, las presiones de la atención a los niños, las tensiones económicas, la falta de espacio propio e intimidad, las incomodidades en el día cotidiano. Evidentemente no afecta a todos por igual y lo que se ha visto es que en muchas parejas hay una especie de turnos. Si uno se siente ansioso, el otro está calmado y luego intercambian esos roles; es decir la pareja siente la presión de la situación pero no hay uno que sea el frágil y otro el fuerte sino que, de forma involuntaria se alternan para apoyar al otro y recibir luego su ánimo. En cualquier caso es importante entender que el otro es distinto, que puede llevarlo de otra manera y no debe enfadarnos ni hacer que nos volvamos uno contra el otro. Aun así muchas veces un miembro de la pareja puede opinar que el otro no le entiende, que es un tranquilo o que se agobia en exceso y sin que valga para nada. El problema surge cuando piensa que el otro no se preocupa por él o ella. También puede haber una especie de claustrofobia psicológica, un sentimiento de que no se tiene suficiente espacio mental.
Los estudios muestran que hay mayores riesgos de ansiedad y depresión, al menos durante las primeras etapas del confinamiento en las parejas con hijos. Las estrategias aquí son trabajar con tu pareja como si fuese un compañero de equipo, planificar el uso del espacio y del tiempo, indicar qué cosas se hacen juntos, quién hace qué con los niños y en cuáles otras cada uno puede tener privacidad. Explicar y ser honesto sobre tus emociones, también con los niños. Estamos acostumbrado a ello, responder a sus preguntas con palabras que puedan entender. Lo que no ayuda es el pánico, explica cuáles son los riesgos y lo que puede hacer para reducirlos. Hablar de estas cosas puede ayudarte y hacer sentir a tu pareja que eres solidario y comprensivo.
Acepta cierto nivel de caos, de imperfección y luego desarrolla un sistema, lo importante es que todos los que formáis parte de la unidad familiar os sintáis sanos y seguros. Los niños y los adolescentes son los que más afectados suelen ser por estos cambios, sus cerebros están todavía en desarrollo, les cuesta controlar sus respuesta emocionales, tienen un juicio crítico poco desarrollado, pueden sentirse asustados o recibir mensajes contradictorios y no saber qué hacer. Piensa que lo que para ellos es su vida normal, las clases y los amigos ha quedado totalmente alterado y con seguridad lo echan de menos. Ten paciencia con ellos.
Es una época compleja y difícil, pero recuerda: de peores hemos salido.
Para leer más:
- COVID-19 Psychological Research Consortium https://drive.google.com/file/d/1A95KvikwK32ZAX387nGPNBCnoFktdumm/view
- Sarner M (2020) Maintaining mental health in the time of coronavirus. New Scientist 3279: 40-46.
- Solomon A (2020) When the Pandemic Leaves Us Alone, Anxious and Depressed. The New York Times 9 de abril. https://www.nytimes.com/2020/04/09/opinion/sunday/coronavirus-depression-anxiety.html