Más de 600 páginas de buena escritura en un viaje que parte de las décadas de 1660 y 1670, cuando un solitario vendedor de telas holandés y un polímata inglés poco ortodoxo, que trabajaban de manera independiente a algo más de trescientos kilómetros de distancia, miraron por sus microscopios caseros y descubrieron el primer indicio de las células.
Luego, el autor nos traslada a un presente en el que los científicos manipulan células madre humanas para reinfundirlas en pacientes con enfermedades crónicas potencialmente mortales, como la diabetes y la anemia falciforme, y en el que insertan electrodos en los circuitos celulares de cerebros de hombres y mujeres con enfermedades neurológicas resistentes a tratamientos.
Y, finalmente, nos lleva al precipicio de un futuro incierto, en el que algunos científicos «inconformistas» (de los cuales uno fue condenado a tres años de cárcel y ha sido inhabilitado de por vida para realizar más investigaciones)
están diseñando embriones genéticamente modificados y utilizando el trasplante de células para difuminar los límites entre lo natural y
lo artificial. S-Parra
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viernes, 9 de junio de 2023
La armonia de las celulas
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