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viernes, 11 de noviembre de 2016

La innovación abierta, la revolución de la inteligencia colectiva Javier Garcia

La innovación abierta, la revolución de la inteligencia colectiva

4 noviembre 2011 0



Transportar soldados heridos por el desierto es una tarea compleja y de alto riesgo. Diseñar sistemas más seguros y fiables es una ardua tarea de investigación, hasta el punto en que el Laboratorio de Investigación de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos (Air Force Research Laboratory) ha planteado el siguiente desafío: “25.000 dólares de recompensa para quien sea capaz de diseñar mejores sistemas de transporte de soldados heridos en terrenos complejos y situaciones de alto riesgo”. Éste es uno de los miles de desafíos que se lanzan cada día en Innocentive, la mayor plataforma de innovación abierta del mundo.
Innocentive puso en marcha en 2001 una idea sencilla pero compleja de implementar y con muchos obstáculos que sortear. La idea parte de que, por un lado, existe mucho talento distribuido por el mundo, y por otro que muchas organizaciones –empresas, gobiernos y ONGs- necesitan respuestas a distintos problemas. Para resolver esos obstáculos se requiere talento, conocimiento y experiencia. La esencia del modelo de Innocentive es, por lo tanto, sencilla: conectar a quien tiene un problema con aquel que puede resolverlo.
Volvamos a nuestro centro de investigación de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos. ¿Qué haría el centro si no tuviese la oportunidad de participar en una plataforma como Innocentive? Probablemente abriría un programa de investigación interno reuniendo a un conjunto de ingenieros, hablaría con unos cuantos soldados y desarrollarían un mecanismo para el flujo de ideas hasta convertirlas en algo útil para resolver el reto. Quizás podrían participar 15-20 personas en el proceso, aunque sin duda con experiencia en la materia. ¿Pueden dichas personas competir con decenas de miles de ingenieros y científicos de los más de 100 países distintos registrados en la web? Los premios varían entre cinco mil y un millón de dólares, dependiendo de la complejidad del problema. 

¿En qué situación creen que pueden surgir más ideas para resolver un mismo problema? ¿En un equipo reducido de trabajo interno, especializado en la materia, o un ejército de ingenieros esparcidos por el mundo?

Un primer detalle a tener en cuenta es que la organización todavía no ha conseguido resolver el problema, lo cual indica que éste tiene una dificultad inherente que quizás precise de un nuevo enfoque. Otra cuestión importante es hasta qué punto la resolución del problema requiere una mayor o menor dosis de pensamiento lateral, el cual será más fácil de encontrar entre decenas de miles de personas que entre unas pocas acostumbradas a visualizar los problemas de una determinada forma.
Todo esto tiene que ver con un término de moda, la innovación abierta (Open Innovation) . La realidad es cada vez más compleja, los consumidores tienen cada vez más información y cosas que decir y también más poder de influir con sus opiniones. Las empresas, como es habitual, tienen dificultades para lanzar nuevos productos, nuevas ideas y acertar rápidamente. Además, una característica inapelable de nuestra época es el acortamiento de los ciclos de vida del producto ¿Un nuevo software? Si no lo rentabilizas en 6 meses la competencia lo destripará y mejorará, y si no has recuperado la inversión, tendrás un problema. Lo mismo con un nuevo diseño o cualquier mejora.
Así, la innovación hoy depende de una mayor interacción de las personas que conforman una organización… pero también de las que están fuera de ella. ¿Te gustan las camisetas de diseño? ¿Sabes que si diseñas una camiseta y abonas los costes de ese diseño quizás no lo recuperes? ¿Y si no acierto con el diseño que quiere el público? Podemos resolver el entuerto poniendo a disposición del gran público una plataforma. Llamemos la atención de todos los jóvenes creativos que hay por el mundo e invitémoslos a que realicen sus diseños y hagamos que la gente a través de las redes sociales voten al mejor diseño. Cada cierto tiempo, los diseños con más votos se fabrican y distribuyen. ¿Qué gana el creativo? Prestigio social de ver su trabajo premiado y una mayor posibilidad para escalar profesionalmente. Qué gana el público? Capacidad de influencia en la ropa que quiere comprar y sobre su diseño. ¿Y la empresa? Reduce la incertidumbre de distribución de un diseño -creado entre sus cuatro paredes y con muy poco contacto con la realidad- además de crear un sentido de “comunidad” entre consumidores, diseñadores y empresa. ¿Parece ciencia ficción? Pues visita http://www.threadless.com/ y verás gente normal, con camisetas diseñadas por gente con gran talento creativo desde su propia casa.
Las personas tienen acceso a un número creciente de herramientas e instrumentos para desarrollar sus talentos: vídeo, fotografía, diseño, resolver problemas científicos, hacer críticas literarias o dar consejos de cosmética. Tu talento puede procurarte hoy un reconocimiento inmediato a través de un mercado de casi 2.000 millones de internautas. A esa motivación y creatividad en la generación de ideas me gusta llamarla “inteligencia colectiva o el poder de las mentes creativas” . Otro gran ejemplo de este poder de la inteligencia colectiva es http://es.ideas4all.com/, un punto de encuentro para fomentar ideas para resolver todo tipo de problemas.

Este poder creativo de la inteligencia colectiva está revolucionando también la ciencia. Michael Nielsen aborda en el Wall Street Journal las posibilidades que ofrece la colaboración científica a escala mundial mediante el uso de plataformas en Internet. El ejemplo de resolución de un problema matemático en un blog muestra cómo una tarea titánica para un solo investigador se descompone y resuelve con rapidez cuando los participantes, colegas conectados desde diversas partes del mundo, comienzan a aportar aquello en lo que tienen una mayor ventaja comparativa.

Según Nielsen, las posibilidades de abordar nuevos retos científicos abriendo a mentes conectadas los datos y los problemas a sortear puede suponer una gran revolución en el campo de la ciencia, como muestran los ejemplos del GPS o del genoma. Pero los obstáculos son muchos. ¿Cuáles? Un científico gana prestigio publicando en revistas especializadas, y generalmente es de su interés explotar en monopolio unos datos que le garantizarán una aportación académica. En este sentido, es una necesidad alinear los incentivos científicos a las nuevas realidades tecnológicas y a la complejidad del mundo actual.
El propio Nielsen aporta alguna idea: los fondos públicos destinados a las investigaciones tendrían que “obligar” a la publicación y acceso libre a los primeros pasos para que se pueda co-crear a partir del mismo. Y, por otro lado, se deberían buscar otros mecanismos de “impacto científico” distintos a los actuales y conectar más la reputación de los científicos a su presencia en la red y en los debates a escala global. 

Con mentes conectadas podemos abordar problemas globales como el cáncer, el SIDA o el cambio climático. Alineemos los incentivos a las necesidades y oportunidades globales. ¡Recomendación de economista! 

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