“Físicos hippies alumbraron la teoría cuántica leyendo el Tao”
¿El gran científico suele estar chiflado, o es lo que dicen los mediocres para consolarse?
Los grandes científicos no lo son por su locura sino, todo lo contrario, por su extraordinaria lucidez. Pero excéntricos los hay.
¿Les consideran locos porque desafían el orden y el saber establecidos?
Desafiar lo establecido es necesario para avanzar, pero lo que ha hecho progresar a la ciencia ha sido la incorporación masiva de miles de talentos en algunos momentos y, entre ellos, algunos genios.
¿Por qué?
Por la diversidad de nuevas preguntas que hacían. La diversidad es creativa.
¿En qué épocas se hizo ciencia masiva?
Durante la guerra fría, por ejemplo, la carrera armamentística exigió billones en presupuesto y movilizó miles de científicos de las dos superpotencias en conflicto.
Internet fue concebido como una red de mando sin centro para la guerra fría.
Los radares, que hoy permiten detectar el eco del big bang, se
entre ellos, algunos genios.
¿Por qué?
Por la diversidad de nuevas preguntas que hacían. La diversidad es creativa.
¿En qué épocas se hizo ciencia masiva?
Durante la guerra fría, por ejemplo, la carrera armamentística exigió billones en presupuesto y movilizó miles de científicos de las dos superpotencias en conflicto.
Internet fue concebido como una red de mando sin centro para la guerra fría.
Los radares, que hoy permiten detectar el eco del big bang, se desarrollaron entonces, igual que los satélites, como armas de alta tecnología. Después hubo otros que las usaron para verificar, por ejemplo, las teorías de Einstein que hoy hacen que nuestros móviles y GPS funcionen.
¿El genio es más bien grupo de genios?
La ciencia es tanto producto de la inteligencia colectiva como de genios aislados. A veces, el desafío lo lanzan un grupo de genios, como los físicos hippies de Berkeley, el Fundamental Fysiks Group.
¿Por qué los llama hippies?
Porque lo eran. La crisis económica de 1972 y sus recortes dejaron sin trabajo a brillantes doctores en Física Teórica como ellos.
¿Qué hicieron en el paro?
Pues trabajar como nunca. Como no tenían ningún empleo del que ser despedidos, se dedicaron a pensar por libre relacionando la física y la cosmología con la contracultura.
¿Al menos se divirtieron?
Desafiaron los límites del universo y del conocimiento concibiendo la moderna teoría cuántica, al mismo tiempo que leían el Tao o exploraban la psicodelia.
La verdad es que se parecen.
Fritjof Capra escribió el fascinante El Tao de la física, y alguno experimentó con LSD, pero eso no los hizo brillantes. En conjunto, su trabajo sobre el teorema de Bell y el enlazamiento cuántico permitió el despegue de la teoría de la información cuántica.
¿Paz y amor en el equilibrio del terror?
Así es la humanidad, nuestra historia y la ciencia: el Nobel de Física Hans Bethe, por ejemplo, supo describir cómo ardían las estrellas después de haber trabajado en Los Álamos en el proyecto Manhattan, que fabricó las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
Richard Feynman, que ahora cumpliría 100 años, también trabajó en Los Álamos.
Pero no le gustaban los aires que se daban los generales por allí. Le encantaba ponerlos en ridículo descifrando las cajas fuertes de secretos militares y abriéndolas ante todos.
También le gustaba, explica en sus memorias, hacer sus cálculos en un bar de topless.
Es más relevante su actitud ética tras su participación en la fabricación de la bomba atómica. Su reacción fue abandonar la investigación armamentística mientras otros colegas seguían involucrados en la bomba de hidrógeno.
¿Qué hizo después Feynman?
Revolucionar la física cuántica, porque para dejar atrás su investigación bélica quiso avanzar en otra dirección, pero lo paradójico es que ese trabajo se benefició, incluso sin que él se diera cuenta, de lo que había aprendido durante la Segunda Guerra Mundial.
De nuevo el bien y el mal se niegan a ser identificados por separado.
Así nos dio un mapa formidable de las partículas elementales y las fuerzas con que interactúan. Fue el primero en comprender la reactividad, una fuerza que nos retrotrae a los tiempos de la gran pionera Marie Curie.
Parece ser por su autobiografía que también tenía tiempo para divertirse.
Y mucho. A veces se concedía unas vacaciones y se iba a los carnavales de Río de Janeiro sin avisar. Pero también siguió ensanchando los límites de la física después –y eso no es nada habitual– de cumplir los 60 años.
¿Cómo lo consiguió?
Hacía lo que le daba la gana siempre y cuando se divirtiera haciéndolo. Se negaba a realizar los trabajos aburridos administrativos o de gestión para concentrarse en “perseguir el flujo del río de las ideas”.
¿Y usted también las persigue?
A mí me fascina el enlazamiento cuántico y cómo se va transformando en realidades día a día: cómo los ordenadores cuánticos pronto cambiarán el mundo.
¿Gracias a aquellos físicos hippies?
Einstein los odiaba. Algunos de esos jóvenes físicos creían que la teoría cuántica acabaría explicando el control de la mente mientras practicaban yoga o leían el Tao.
Eran jóvenes.
Y hoy lo son más que nunca, porque gobiernos y megacorporaciones se están gastando miles de millones en experimentos cuánticos que avanzan en el camino que ya intuían aquellos jóvenes físicos en paro.
El telón de la realidad está recorrido por una red de hilos invisibles que todo lo unen, por ejemplo el Tao y la física cuántica. Lo intuyeron en California, la nueva Jerusalén de las religiones orientales los doctores hippies de Física Teórica en paro que fundaron por paz y amor a la ciencia el Fundamental Fysiks Group. Ya entonces andaban, como algunas partículas siempre, aquí y allá, según se mire; en el entonces y en el ahora, como explica Kaiser, porque gobiernos y megacorporaciones están invirtiendo hoy miles de millones en los experimentos cuánticos que ellos describieron entonces y que un día permitirán leer nuestras mentes. No tenían empleo, pero sí la libertad para pensar y abrir las puertas del futuro.
“Físicos hippies alumbraron la teoría cuántica leyendo el Tao”
os predoctorales reclaman un estatuto que regule su actividad y les proteja legalmente
Exigen que se les garantice un sueldo de, al menos, mil euros al mes
Irene
Vázquez (28 años) investiga un tipo de cáncer infantil; Daniel Herranz
(26 años) trabaja con nanomateriales para desarrollar pilas de
combustible más eficientes; Ana González (25 años) estudia la escritura
de mujeres en Marruecos y Miguel Núñez de Prado (24 años) se ha centrado
en la esquizofrenia. Son un ejemplo de los jóvenes españoles que, en
plena crisis, decidieron dedicarse a la investigación, pese a los
recortes, la incertidumbre sobre su futuro y las dificultades que, según
aseguran, encuentran incluso antes de ser doctores.
Los cuatro
son predoctorales, es decir, están haciendo su tesis (todos en la
Universidad Autónoma de Madrid, UAM) y cada uno tiene un tipo de
contrato distinto que les permite financiar los cuatro años que tardarán
en ser doctores.
Pero los más de 30.000 trabajadores
predoctorales que hay en España llevan un año en pie de guerra
reclamando y negociando su ansiado Estatuto del Personal Investigador en
Formación (EPIF) que, según recoge la Ley de Ciencia aprobada en 2011,
debe regular su situación y acabar con la disparidad de sueldo y
condiciones que existen en función de la comunidad autónoma en la que se
encuentren y de la convocatoria de ayuda que consigan para hacer su
tesis.
"La
Ley de Ciencia establecía que el estatuto debía haber estado
desarrollado en 2013, pero hemos llegado a 2018 y seguimos sin él", se
queja la bióloga Irene Vázquez.
Mientras no lo tengan, denuncia
Pablo Giménez, presidente de la Federación de Jóvenes Investigadores
(FJI), "seguirá habiendo predoctorales muy formados que ni siquiera
llegan a ser mileuristas". Como ejemplo cita los 720 euros netos
mensuales (en 14 pagas) que ganan algunos predoctorales en Extremadura,
736 euros en León o 906 en Valladolid.
Garantizar sueldos dignos
no es su única reclamación. Aseguran sentirse en un "limbo jurídico" y
"desprotegidos" frente a situaciones como la que detectaron en febrero
de 2017. Según relata Irene, "de forma retroactiva y sin anuncio
previo", se cambió el código de la Seguridad Social asociado a sus
contratos, pasando de un código de obra y servicio a uno de prácticas.
"Los predoctorales se dieron cuenta por casualidad, cuando, de cara a realizar estancias en el extranjero, vieron que no podían pedir la tarjeta sanitaria europea;
o cuando leyeron su tesis y comprobaron que no tenían derecho a paro,
destapando el cambio en las condiciones de contratación", relata.
Indignados, crearon asambleas por toda España
-la de Granada fue la primera- y convocaron movilizaciones con las que
lograron que, de nuevo, se cambiase el código al de Obra y Servicio.
Además, obtuvieron el compromiso del Gobierno de hacer un estatuto.
Desde el pasado verano, Carmen Vela, secretaria de Estado de I+D+i,
comenzó a reunirse con representantes de las asambleas, de la FJI y de
los sindicatos mayoritarios (CCOO, CSIF y UGT) para recoger las
propuestas de cara a escribir este borrador.
"Durante
los primeros meses la negociación fue una tomadura de pelo. Todas
nuestras propuestas caían en saco roto. Algunas demandas que se incluían
en una reunión se rechazaban en la siguiente y no conseguíamos un
avance real", sostiene Pablo Giménez, licenciado en Psicología e
investigador en el área de Farmacología.
En los últimos meses admite que ha habido avances y se han recogido algunas de sus reclamaciones. Nueve versiones del borrador
llevan. La última, que la Secretaría de Estado de I+D+i ha dado como
definitiva para la consulta pública, incluye su demanda de que, como
mínimo, todos los contratos garanticen mil euros netos al mes (16.422
euros brutos anuales).
"Se equipara la figura del investigador
predoctoral con el grupo 1 del Convenio Único de Personal Laboral de la
Administración General del Estado para garantizar que, como mínimo,
tengan ese sueldo", explica un portavoz de la Secretaría de Estado de
I+D+i que destaca que "desde 2013 se han ido introduciendo mejoras en
los contratos predoctorales".
El objetivo de Carmen Vela, añade,
"es aprobar el estatuto lo antes posible, aunque la tramitación es
compleja". La semana que viene se abre a consulta pública.
Posteriormente tendrán que dar el visto bueno el Consejo de Política
Científica, Tecnológica y de Innovación, en el que están representados
los ocho ministerios con competencias en I+D, y las comunidades
autónomas. Después llegará al Consejo de Estado y finalmente al Consejo
de Ministros.
Precisamente, 16.422 euros es el sueldo que reciben
Irene, Ana, Miguel y Pablo (unos 985 euros netos al mes en 14 pagas),
mientras Daniel gana 1.327 euros tras cumplir un trienio (antes eran
1.297 euros). Irene tiene un contrato FPI MINECO (una ayuda para
Formación de Personal Investigador que otorga el Ministerio de Economía y
Competitividad) mientras que el de Ana es un FPU (Formación de
Profesorado Universitario) que financia el Ministerio de Educación. La
mayoría de predoctorales cuenta con uno de estos dos contratos.
El
de Miguel es un FPI-1 y su pagador es la Universidad Autónoma de
Madrid. Daniel, el que más gana, es ayudante no doctor, y su contrato
está financiado por su departamento.
"Nosotros
tenemos suerte pero hace un par de años tuve compañeros con becas FPU
que no llegaban a los 1.000 euros netos", asegura Irene. "Queremos una
regulación, que se nos considere trabajadores de pleno derecho y, ya que
hacemos lo mismo, que seamos igualmente valorados. Creemos que nuestras exigencias no son una locura. No pedimos cobrar 2.000 euros, pero que, al menos, todos tengan nuestro sueldo".
"El
EPIF pretende homogeneizar todos los contratos. Que las condiciones de
las ayudas sean lo más parecidas posibles y acabar con la disparidad que
hay entre comunidades", dice Ana mientras muestra las tablas con los
salarios. En lo más bajo figuran los 11.060 euros brutos al año en la
Universidad de Extremadura, los 11.200 euros en la Universidad de León o
13.800 en la Universidad de Valladolid.
"Es cierto que no sale
igual de caro vivir en Madrid que en un pueblo extremeño, pero es el
mismo trabajo y las mismas horas", argumenta Irene. Tres de los
entrevistados se han independizado y viven de alquiler en Madrid. Ana y
Daniel con sus respectivas parejas; Miguel comparte piso con tres
personas e Irene sigue en la casa de sus padres en Fuenlabrada: "He
mirado para compartir piso en Madrid pero finalmente preferí ayudar a mi
familia con mi sueldo".
La red familiar sigue siendo importante:
"A veces mis padres me dan dinero para pagar los viajes para asistir a
congresos. Es significativo que se vean impulsados a ayudarme teniendo
un contrato a tiempo completo con un salario que se considera bueno para
un joven hoy", reflexiona Ana.
También
han conseguido que el borrador del estatuto deje de tener referencias
al carácter formativo: "No negamos que estamos en un periodo de
formación pero nuestro trabajo va a salir publicado en revistas", dice
Irene. "Buena parte de la investigación que se hace en nuestro país lo
hacen los predoctorales", argumenta Daniel.
"En todos los países
que han salido de la crisis de forma rápida, como Islandia, la clave ha
sido invertir en investigación", señala Irene. En su opinión, "la figura de investigador fuera de España está mucho más valorada.
Lo que más sale en la tele aquí es el trabajo de máster de Cristina
Cifuentes en lugar de, por ejemplo, los avances contra la diabetes u
otras investigaciones de las que apenas se informa", protesta.
"Al colectivo predoctoral nos ha enfadado especialmente el caso Cifuentes",
coincide Ana. "Hay que saberse bien y seguir a rajatabla todos
procedimientos administrativos. Dedicamos mucho tiempo a la burocracia
para que luego haya ciertas personas en el Gobierno que consiguen
méritos y títulos por un claro trato de favor".
Otra de las
demandas de los predoctorales era que las horas de docencia que pueden
impartir a estudiantes universitarios durante la realización de su tesis
se limiten a 60 al año, excluyendo el primer curso, de modo que durante
todo el doctorado den un máximo de 180 horas. La Secretaría de Estado
de I+D+i pretende aumentarlas a 240 en total, aunque en la negociación
han conseguido que estas sean voluntarias. "Que los predoctorales
impartan tantas horas de clase es un eslabón más de la precarización de la universidad,
centrada en reducir costes y contrataciones", dice Ana que cree que si
se amplían las horas lectivas que dan, terminarán por reducir los
puestos de profesores.
La conciliación
es otro de los obstáculos que encuentran las mujeres predoctorales:
Fátima Tahiri (27 años) se quedó embarazada poco después de empezar su
tesis con la que, según asegura, ha podido continuar gracias a la ayuda
de su familia. "Tuve y tengo que seguir en régimen de tiempo completo y
no puedo optar a uno parcial. El sistema académico está diseñado para un
cierto perfil de personas donde no encajamos los que tenemos familia,
los migrantes y la gente de clase media/baja porque hay que hacer viajes
al extranjero por congresos, colaboraciones y estancias investigadoras y
no todas las personas tienen la disponibilidad ni los medios económicos
para hacerlo".
"Desde CCOO llevamos 30 años defendiendo que el
carácter laboral de los contratos para hacer la tesis. No son becas y
deben tener todos los derechos laborales de cualquier trabajador",
argumenta Alicia Durán, profesora de investigación del CSIC y
representante del sindicato CCOO en las negociaciones del EPIF. "Si sale
adelante el estatuto, porque de momento es un borrador, será un avance
importante para estos chicos", afirma Durán, que seguirá luchando para
que en el futuro esos investigadores lleguen a tener derecho a
indemnización, una demanda que no se contempla actualmente en los
contratos de formación.
El borrador del estatuto contempla que, en
caso de embarazo, se podrá interrumpir la ayuda para la tesis o bien
hacerla a tiempo parcial, según fuentes de la Secretaría de Estado de
I+D+i.
La Justicia obliga al Gobierno a cumplir la ley
Los
científicos más veteranos también están descontentos y no han dudado en
llevar su caso ante la Justicia. Han demandado al Gobierno por
inactividad y el Tribunal Supremo les acaba de dar la razón. Y es que el
desarrollo del Estatuto del Personal Investigador en Formación (EPIF)
no es el único aspecto que todavía no ha sido desarrollado por la
esperada Ley de Ciencia, aprobada en junio de 2011 con el objetivo de
modernizar el sistema científico de nuestro país.
Desde hace casi
dos décadas, los casi 900 científicos de los Organismos Públicos de
Investigación (OPI) reclaman que se homologuen sus condiciones laborales
y sus retribuciones con las que tienen los 3.000 investigadores del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Una petición que recogía la Ley de Ciencia de 2011, pero que el Gobierno no ha ejecutado todavía alegando las restricciones para gastos de personal que contemplaban las leyes de los Presupuestos Generales del Estado de 2014 y 2015 debido a la crisis económica.
Sin embargo, en una sentencia de finales de abril, el alto tribunal da seis meses al Gobierno para que desarrolle esta norma y aplique el nuevo sistema retributivo que debía haber entrado en vigor en enero de 2014. "Llevamos sufriendo 18 años de injusticia y cinco años de ilegalidad",
resume Juan Fernández Golfín, Investigador Científico del Instituto
Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) e
impulsor de la demanda por inactividad.
"Hemos recibido la sentencia con toda la alegría y toda la tristeza del mundo, porque es muy triste que sean los tribunales los que lo hayan puesto fin a esta situación de desigualdad",
señala Marina Albentosa portavoz de la plataforma 5s6s (quinquenios y
sexenios) e investigadora del Instituto Español de Oceanografía (IEO).
"En
diciembre de 2011, todos los científicos (tanto del CSIC como del resto
de OPI) ingresamos en las nuevas escalas que establece la Ley de la
Ciencia y, aunque el nuevo sistema retributivo para todas las escalas
debía haber entrado en funcionamiento, sólo se aplica a los científicos
del CSIC", explica Albentosa.
Las
retribuciones de los 3.000 investigadores del CSIC es similar al de los
aproximadamente 30.000 que hay en las universidades. "Es un sistema de estímulos y un indicativo de calidad.
Parte del salario procede de los sexenios, que dependen de tu
producción científica, como las publicaciones en revistas de prestigio, y
de los quinquenios, que premian tu actividad, la participación y
liderazgo de proyectos, docencia, etc.", explica.
En la práctica, la aplicación de los quinquenios y sexenios puede suponer un 36% de diferencia en el salario. "La crisis no puede ser una justificación para no habernos pagado
a los 870 científicos de los OPI esos complementos cuando sí se han
dado a 35.000 investigadores", argumenta Albentosa que, a sus 56 años,
asegura tener prácticamente el mismo sueldo desde hace 25 años.
Ahora
que el Supremo ha dictaminado que se ha creado una situación de
desigualdad entre los científicos de las nuevas escalas, los que venían
del CSIC y de los OPI, tienen un nuevo caballo de batalla: "La Ley de
Presupuestos de 2018 se publicó antes de la sentencia del Supremo, y una
de sus disposiciones adicionales de la norma establece que la
homologación de los científicos será desde enero de 2018 y no desde
enero de 2014, como contempla la ley". Para corregirlo, el PSOE presentó
una enmienda a esta disposición adicional para que reciban esas
retribuciones desde ese año. Sin embargo, la enmienda fue desestimada
este miércoles en el Congreso con los votos en contra de Ciudadanos y
Partido Popular.
La homologación de protocolos en los organismos
de investigación para que los sistemas de control de gastos sea similar
es otra de sus demandas: "No somos una fábrica y deben adaptarse a nuestra actividad,
que es dinámica. Tenemos proyectos que evolucionan y no es tolerable
que los tengamos paralizados por trabas burocráticas", explica. "¿Cómo
puedo tardar 13 meses en contratar a un investigador aunque tengamos
dinero, que hemos conseguido además de forma competitiva de Bruselas,
mientras hay colegas en la Universidad de Vigo que tardan un mes y
medio?", compara.
"Por supuesto, tiene que haber un control exhaustivo porque se trata de dinero público, pero el objetivo es hacer ciencia
y tenemos protocolos tan complejos que hacen que a veces incluso
tengamos que devolverlo porque la burocracia no nos ha permitido
ejecutar esa inversión".
Más
de la mitad de la investigación en España, la hacen becarios, las becas
rondan entre 800 y 1.200€. Personas con 10 años de estudios
universitarios, publicaciones y ponencias.
El Sistema de Patentes continua con una salud envidiable excepto en España
El estado de salud del Sistema de Patentes a nivel
mundial y europeo continúa con una buena salud. Esto se constata al
observar los datos que se exponen en el informe de OBS titulado “El sistema de patentes en 2017. Análisis de la situación internacional, europea y española” que se acaba de publicar.
Los datos nos dicen que en 2017 en todo el mundo se presentaron
243.157 solicitudes internacional de patente (PCT), estas solicitudes
son las que se amparan bajo el denominado Tratado de Cooperación en
materia de Patentes (PCT), que es administrado por la OMPI (Organización
Mundial de la Propiedad Intelectual). El dato significativo es que sólo
diez países han sido los solicitantes del 88% del total de solicitudes
PCT, estos países son: Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Corea,
Francia, Reino Unido, Suiza, Holanda y Suecia. De estos países se debe
destacar que China supera por primera vez a Japón y de esta forma
consigue alcanzar la segunda posición del ranking con 48.869
solicitudes.
En lo que se refiere a patentes en Europa las solicitudes ante la
Oficina Europea de Patentes (EPO) fueron un total de 165.590
solicitudes, y en este caso los diez primeros países (Estados Unidos,
Alemania, Japón, Francia, China, Suiza, Holanda, Corea, Reino Unido e
Italia) hicieron el 84% de las solicitudes. Siendo China el país que
respecto de 2016 tiene la mayor subida con un 17%.
Particularizando en las empresas en 2017 tanto a nivel mundial como
europeo el primer puesto del ranking lo ostenta una empresa china,
Huawei. Así tenemos que en solicitudes de patente PCT Huawei es la líder
con 4.024 solicitudes (superando en más de 1.000 a la segunda que es la
también china ZTE); en solicitudes europeas Huawei lidera con 2.398
solicitudes aunque en este caso la diferencia con la segunda la alemana
Siemens es de sólo 178 solicitudes.
En el área de Latinoamérica y el Caribe en 2017 se realizaron sólo
1.417 solicitudes PCT que suponen el 0,6% del total mundial, mientras
que en solicitudes europeas se hicieron a 985 solicitudes que es también
el 0,6% del total. Los países que lideran son Brasil en solicitudes PCT
con 590 y en solicitudes europeas lo es Puerto Rico con 277.
Si nos focalizamos en España se confirma la previsión de que la
entrada en vigor, el 1 de abril de 2017, de la nueva Ley de Patentes
afectaría sustancialmente al número de solicitudes. Esto se visualiza en
el dato de la disminución de las solicitudes en un 20% respecto del año
2016. El efecto es significativo si se analiza quiénes son los mayores
solicitantes antes y después del 1 de abril; mientras que hasta el 1 de
abril el mayor solicitante es un particular con 83 solicitudes, en
cambio a partir del 1 de abril pasa a ser el CSIC con 50 solicitudes. Y
también se produce un cambio que considero que será definitivo como es
que es el dato de que las empresas vuelven a patentar más que los
particulares, en una proporción del 44% frente al 37%. La empresa que
más solicitudes presentó fue BSH Electrodomésticos España con 81.
Podemos considerar que 2017 será el último año en que un particular sea
el líder de solicitudes nacionales.
De entre los datos del informe hay algunos datos curiosos que pueden dar lugar a interesantes debates.
La empresa china LE Holdings que se posiciona como la treceava
solicitante mundial de solicitudes PCT con 1.397, siendo una empresa que
no había aparecido en los datos de años anteriores. Esto es un caso
cuando menos significativo porque pasa de no constar a casi 1.400
solicitudes lo que indica que es una empresa que quiere ser un actor en
el sistema de patentes.
En el Top 100 de solicitantes de solicitudes europeas aparece por
primera vez una empresa turca, Vestel Elektronik, con 408 solicitudes. A
este dato se le añade el hecho que Turquía en 2017 sube a la veinteava
posición del ranquing con 892 solicitudes europeas, que es un incremento
del 75% con respecto a 2016.
En el área de Latinoamérica y el Caribe tenemos como curiosidades
que en lo que se refiere a solicitudes internacionales PCT aparece
Antigua y Barbuda con 57 solicitudes; mientras que en solicitudes
europeas el segundo país fueron las Islas Caimán con 244 que superó
incluso a un país importante del área como es Brasil.
En España el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
continua siendo el mayor solicitante tanto de patentes internacionales
PCT como de europeas.
El informe, con muchos más datos y análisis, lo podéis solicitar a OBS en el siguiente enlace.
A new study involving more than 100,000 gamers from across the globe
has contradicted Albert Einstein’s ideas regarding a mind-boggling
phenomenon that is a cornerstone of quantum mechanics—or the physics of
the very small.
The research—which was led by the Institute of Photonic Sciences (ICFO)
in Barcelona—was conducted by an international team of physicists who
managed to close a loophole found in a common test of quantum mechanics.
The
phenomenon in question, known as quantum entanglement, occurs when
pairs, or groups, of particles interact with each other in such a way
that they defy the classical laws of physics. One object can seemingly
influence another simultaneously, even if they have no direct physical
connection and are separated by vast distances—the length of the
universe, for example.
While Einstein didn’t disagree with quantum
mechanics entirely, he did find the idea of quantum entanglement to be
problematic, once famously describing it as “spooky action at a
distance." He suggested this quantum behavior was impossible and that it
could be explained by hidden “instructions” in the entangled
particles—an argument based on two fundamental principles: locality and
realism.
Locality says objects can only be influenced by causes in their
immediate vicinity. (Part of this concept is that nothing can travel
faster than light.) Realism, meanwhile, holds that objects in the
universe have well-defined properties even when we are not looking at
them—in other words, matter has a reality independent of ourselves.
Together, these principles came to be known as “local realism.”
While the concepts expressed by local realism may seem natural to us, growing evidence
suggests that they are incompatible with quantum mechanics. Firstly,
quantum mechanics shows the simple act of observing particles in the
universe can change their characteristics, thereby violating the
principle of realism.
Secondly, particles that are linked or can
communicate over vast distances in an instant—the “spooky action at a
distance”—clearly violate the principle of locality. (In this case, some
hidden form of information must be traveling faster than light between
the two particles.)
-
The
standard way to test quantum mechanics in relation to the principle of
local realism is to use something called a Bell test, which was first
developed by the CERN physicist John Stewart Bell in 1964. This is an
experiment that determines whether the real-world is really as strange
as quantum physics says it is. It does this by looking for the presence
of “hidden” variables, that are not part of quantum theory, to explain
the behavior of subatomic particles.
According to a website set up
by the researchers who conducted the latest study, Bell tests involve
producing a pair of entangled particles and sending them to two
separated measurement stations, traditionally called “Alice” and
“Bob.” (Entanglement means that their properties are strongly
correlated—for example, if one particle spins left, the other must spin
left, too, no matter how far away they are from each other).
-
“Alice and Bob make simultaneous, unpredictable measurements on the particles,” the authors wrote on the website.
“Quantum mechanics says that the measurement Alice makes will instantly
influence Bob’s particle, with the effect that the measurement results
agree. In local realism, this influence cannot happen, and Bob and
Alice’s measurement results will often disagree. This agreement or
disagreement, called correlation, is the signal that allows an
experiment to decide about local realism.”
While many Bell tests
over the decades have appeared to confirm the ideas of quantum mechanics
over those of local realism, there is an issue here. The Bell test
requires random and independently generated number sequences to
determine which measurements to perform on quantum objects. But
generating truly random numbers is difficult. Researchers could be
influenced by unknown biases, and most computerized random number
generators are not truly random, among other factors.
This flaw in
the Bell test is known as the “freedom of choice” loophole—the
possibility that these “hidden” variables could be influencing the
experiments. This then casts doubt that the measurements are truly
random, meaning it would not be possible to completely rule out the
explanation offered by local realism for the behavior of any given
particles.
For the new study, published in the journal Nature,
the physicists enlisted more than 100,000 volunteer gamers from all
around the world to try to close this loophole by generating random
numbers with sheer manpower.
They were asked to play a custom-made online game called The Big Bell Quest, in
which players had to tap two buttons repeatedly on a screen,
representing the values one and zero. Players leveled up by creating
unpredictable strings of these ones and zeros.
This provided the
scientists with more than 90 million randomly human-generated binary
digits, or bits—the smallest unit of computer data—which were then used
in lab experiments around the world to determine how entangled particles
were measured.
“People are unpredictable, and when using
smartphones even more so,” Andrew White from the University of
Queensland, in Australia, who was involved in the study, said in a statement.
“These
random bits then determined how various entangled atoms, photons and
superconductors were measured in the experiments, closing a stubborn
loophole in tests of Einstein’s principle of local realism.”
German-born physicist Albert Einstein (left) with American physicist
Arthur Compton at the University of Chicago, circa 1940. A new study has
contradicted Einstein’s ideas on quantum entanglement. Photo by Keystone/Getty Images -
The
findings of the study showed that quantum particles that are separated
by large distances can still instantly affect each other, contradicting
Einstein’s principle of local realism.
And because the experiment made use of so many people, the researchers can be sure that their results were precise.
-
“A
common way to reduce the uncertainty on the result of an experiment is
to repeat it many times and then check if the results are statistically
significant,” they wrote on the website. “Every random number the
community contributes allows the scientists to perform another run of
the experiment, and to reach a more precise result. Moreover, the more
different individuals are participating, the more we are assuring the
statistical independence that is so important for this kind of
experiments.”
Furthermore, these results resonate with those of advanced experiments conducted in 2015, in which other groups of researchers also developed loophole-free Bell tests.
But
let’s not take too much away from the great German physicist. After
all, he did come up with the groundbreaking special theory of
relativity, which revolutionized physics and transformed our
understanding of the universe as we know it.
(The institutions
involved in the latest study were: ICFO and the University of Seville,
Spain; Griffith University, the Centre of Excellence for Engineered
Quantum Systems and the University of Queensland, Australia; the
University of Concepción, Chile; Linköping University, Sweden; Sapienza
University of Rome, Italy; the Federal University of Rio Grande do
Norte, Brazil; the University of Science and Technology of China; the
University of Buenos Aires, Argentina; the Austrian Academy of Sciences;
Ludwig Maximilian University of Munich, Germany; the University of Nice
Sophia Antipolis and The National Center for Scientific Research,
France; the National Institute of Standards and Technology, United
States; and the Swiss Federal Institute of Technology in Zurich.)
This article has been updated to include the names of all the institutions that participated in the new research.
Un nuevo estudio que involucró a mas 100.000 jugadores de todo el mundo ha contradicho las ideas de Albert Einstein sobre un fenómeno alucinante que es una piedra angular de la mecánica cuántica
La investigación, que fue dirigida por el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) en Barcelona, fue realizada por un equipo internacional de físicos que lograron cerrar una laguna encontrada en una prueba común de mecánica cuántica.
El fenómeno en cuestión, conocido como enredo cuántico, ocurre cuando pares, o grupos, de partículas interactúan entre sí de tal manera que desafían las leyes clásicas de la física. Un objeto Aparentemente puede influir en otro simultáneamente, incluso si no tienen una conexión física directa y están separados por grandes distancias: la longitud del universo.
Aunque Einstein no estuvo en desacuerdo totalmente con la mecánica cuántica, sí encontró la idea de que el enredo cuántico es problemático, y una vez lo describió como una "acción espeluznante a distancia". Sugirió que este comportamiento cuántico era imposible y que podría explicarse por "instrucciones" ocultas en las partículas enredadas, un argumento basado en dos principios fundamentales: localidad y realismo.
La localidad dice que los objetos solo pueden ser influenciados por causas en sus inmediaciones. (Parte de este concepto es que nada puede viajar más rápido que la luz). El realismo, por su parte, sostiene que los objetos en el universo tienen propiedades bien definidas incluso cuando no los estamos mirando; en otras palabras, la materia tiene una realidad independiente de nosotros mismos. . Juntos, estos principios llegaron a ser conocidos como "realismo local". La forma estándar de probar la mecánica cuántica en relación con el principio del realismo local es usar algo llamado prueba de Bell, que fue desarrollada por primera vez por el físico del CERN John Stewart Bell en 1964. Este es un experimento que determina si el mundo real es realmente tan extraño como dice la física cuántica. Lo hace buscando la presencia de variables "ocultas", que no son parte de la teoría cuántica, para explicar el comportamiento de las partículas subatómicas.
Según un sitio web creado por los investigadores que llevaron a cabo el último estudio, las pruebas de Bell implican producir un par de partículas enredadas y enviarlas a dos estaciones de medición separadas, tradicionalmente llamadas "Alicia" y "Bob". (Enredo significa que sus propiedades son fuertemente correlacionado, por ejemplo, si una partícula gira hacia la izquierda, la otra debe girar hacia la izquierda también, sin importar qué tan lejos estén entre sí).