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viernes, 8 de noviembre de 2019

Margarita Salas

Ha sida una referente como mujer investigadora, como bióloga molecular y como maestra científica

La mujer que más ha hecho por la ciencia en España
Fragmento de un mural sobre Margarita Salas en la Universidad del País Vasco (EP / ARCHIVO)
De no ser por Margarita Salas, la ciencia en España no se hubiera desarrollado como lo ha hecho en las últimas décadas.
Fue pionera de la biología molecular, uno de los campos en que más científicos españoles han despuntado. Destacó como investigadora en una época en que era una anomalía que una mujer se dedicara a la ciencia. No dudó en marcharse a Estados Unidos para ampliar su formación, lo cual también era excepcional para la época.
Después fue maestra de otros importantes investigadores –entre ellos María Blasco, hoy directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), y Cristina Garmendia, que fue ministra de Ciencia e Innovación entre 2008 y 2011-. Y aunque siempre defendió la investigación básica como motor del avance científico, tuvo la visión de convertir su trabajo en patentes rentables cuando aún nadie en España hablaba de transferencia de tecnología.
“Trajo una manera de hacer ciencia como se hacía en los mejores laboratorios de Estados Unidos”, recordó ayer María Blasco, para quien “es como mi madre científica”.
Cristina Garmendia, hoy presidente de la Fundación Cotec para la Innovación, la define como “la investigadora más brillante de nuestra historia”.
Margarita Salas, en su laboratorio, en una imagen de archivo
Margarita Salas, en su laboratorio, en una imagen de archivo (Universidad Carlos III de Madrid / EP)
La noticia de su muerte, ocurrida en el hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid, donde se encontraba ingresada desde hacía varios días, provocó numerosas reacciones de reconocimiento, tanto desde la comunidad científica como desde la clase política. La Casa Real, en un telegrama de pésame a sus familiares, la describió como “un referente esencial para la ciencia en España” y el Ayuntamiento de Gijón, de donde era hija adoptiva, decretó dos días de luto oficial.
Nacida en Canero (Asturias) en 1938, cursó la carrera de Ciencias Químicas en la Universidad Complutense de Madrid. Se incorporó al Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) del CSIC para hacer la tesis doctoral con Alberto Sols, el primer investigador español que se especializó en Bioquímica. Sols recordó después que, cuando Margarita Salas le fue a ver por primera vez, pensó: “Bah, una chica. Voy a darle algo fácil y, si no sale, no importa”. Pero pronto se dio cuenta de que se había equivocado.
Salas resultó ser una investigadora brillante, rigurosa, tenaz y autoexigente. En aquella época contrajo matrimonio con Eladio Viñuela, también doctorando de Alberto Sols en el CIB. Al acabar el doctorado ambos se marcharon a la Universidad de Nueva York a trabajar con el premio Nobel español Severo Ochoa, asturiano como Salas y con quien también Sols se había formado.

Con Severo Ochoa

Se formó con el premio Nobel Severo Ochoa en Nueva York y trajo a España una manera de hacer ciencia como la de los mejores laboratorios de EE.UU.

En los tres años que Salas y Viñuela permanecieron en Estados Unidos, se impregnaron de una cultura científica basada en la excelencia y que defendía la investigación básica como imprescindible para llegar a las aplicaciones prácticas. De regreso a España, se incorporó al CSIC, donde fundó el primer grupo de investigación en genética molecular del país.
Allí desarrolló una línea de investigación sobre el virus phi29, al que ha dedicado su carrera científica. Se trata de un bacteriófago, es decir, un virus que infecta bacterias. Es investigación básica en estado puro, pero con importantes aplicaciones prácticas, según descubrió Salas, porque este virus dispone de una enzima que sintetiza cadenas de ADN –lo que se llama una polimerasa-. Y esta enzima funciona también en células humanas, por lo que hoy en día se utiliza en análisis genéticos, forenses o paleontológicos.
Margarita Salas recibió el pasado junio el Premio Inventor Europeo en Viena
Margarita Salas recibió el pasado junio el Premio Inventor Europeo en Viena (EP)
“Cuando uno tiene cantidades pequeñas de ADN, como un pelo hallado en un crimen o unos restos arqueológicos, esta polimerasa amplifica millones de veces el ADN para poder ser analizado, secuenciado y estudiado”, explicó Margarita Salas el pasado junio cuando recogió el Premio Inventor Europeo en Viena por las aplicaciones de esta enzima y el conjunto de su trayectoria. La patente que obtuvo la investigadora por esta innovación es la más rentable de la historia del CSIC.
Apasionada por la ciencia –“por encima de todo, mi vida es la investigación”, había dicho-, siguió trabajando hasta hace poco en su laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO), donde mantenía una plaza de investigadora Ad Honorem.

La utilidad de la ciencia básica

Su investigación sobre el virus phi29 ha generado la patente más rentable de la historia del CSIC

Paralelamente a su trabajo científico, Salas desarrolló una incansable labor de formación de jóvenes investigadores. Jesús Ávila, que fue becario suyo en el CBMSO y actualmente es director del Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned), recordó ayer que “formaba muy bien a su gente porque les enseñaba cómo hacer las cosas, de un modo riguroso, para que los experimentos que uno hacía fuesen creíbles para todo el mundo y fuesen exactos (…). Ese tipo de rigurosidad y su modo de trabajar perfeccionista han sido muy importantes y han creado una escuela”.
En la misma línia, la presidenta del CSIC, Rosa Menéndez destacó ayer “un aspecto fundamental de Margarita, que era el de generar vocaciones científicas (...). Su labor es, desde luego, inconmensurable en todos los aspectos”.
“Todos somos, en mayor o menor medida, herederos de su legado”, señaló Xosé Bustelo, presidente de la Asociación Española de Investigación contra el Cáncer.

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