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lunes, 6 de noviembre de 2023

Sabemos mucho sobre el cerebro, pero nos queda mucho más por conocer

 Sabemos mucho sobre el cerebro, pero nos queda mucho más por conocer

 https://lab.elmundo.es/cerebro/index.html

 6-11-2023

En 'El retrato de Dorian Gray', el escritor irlandés Oscar Wilde pone en la boca de lord Henry Wotton la frase "Los mayores acontecimientos del mundo suceden en nuestro cerebro". Wotton, el hedonista que guía por la noche londinense al todavía inexperto Dorian, continúa: "Es en el cerebro, y sólo en él, donde los grandes pecados del mundo suceden".

No, no vamos a hablar de pecados, que para eso ya están otros. Vamos a hablar del cerebro. De ese órgano, todavía misterioso, del que sabemos mucho, pero desconocemos todavía más.

Hace más de un siglo, en la misma época en la que Wilde presentaba en sociedad al hombre que no quería envejecer, el médico e investigador español Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) descubría que las neuronas eran entidades individuales y no una masa continua como se pensaba hasta entonces.

El padre de la neurociencia llamó a un tipo de estas neuronas "misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental". Ramón y Cajal, quien recibió el Nobel de Medicina en 1906, habló además de la plasticidad cerebral , de su capacidad de ir cambiando a lo largo de la vida, y de cómo "el hombre puede convertirse en el escultor de su propio cerebro".

Vamos a adentrarnos en el órgano más complejo de nuestro cuerpo. Nuestra guía en este viaje fascinante es la neurocientífica Nazareth Castellanos , que dirige una investigación en la Universidad Complutense sobre cómo el cerebro se comunica con el resto del cuerpo. El director necesita a toda la orquesta afinada y en buen estado de forma. Apaguen los móviles y abróchense los cinturones, que nuestro avión está a punto de despegar.

Nuestro vuelo se presenta sin turbulencias y la hora de llegada es la prevista. Todo gracias al trabajo en equipo de la tripulación que nos pasa desapercibido mientras elegimos si vemos una película o nos echamos un sueño que nos haga más fácil el resto del día.

Lo mismo que ocurre en el interior de nuestro cerebro: tenemos unas 86.000 millones de neuronas a nuestro servicio (otras estimaciones elevan el número a 100 mil millones y otras las reducen a 85.000 millones), en comunicación constante, sin que nosotros seamos conscientes siquiera. El cerebro nunca para: representa sólo el 2% de nuestro peso corporal pero consume el 20% de nuestra energía.

En sólo seis minutos, Nazareth Castellanos nos explica en este vídeo el funcionamiento básico de nuestro cerebro y cómo es esa capacidad que tienen las neuronas de comunicarse entre sí lo que hace que el sistema sea tan complejo. Recuerden: 86.000 millones de neuronas, de las que puede ver su anatomía en el gráfico de más abajo. Esta comunicación se produce a través de la bioquímica ("los neurotransmisores, las hormonas que van y que vienen") y la biofísica ("la electricidad que va de una neurona a otra").

La neurocientífica, autora del libro 'Neurociencia del cuerpo' (Editorial Kairós), pone un ejemplo: "Imaginaos, yo ahora mismo estoy procesando la información visual, me están llegando muchas cosas. Esto lo recibe mi cerebro y empieza a generar electricidad que va mandando de un lugar a otro. Esa electricidad irá a las partes del cerebro involucradas en el procesamiento de la vista".

Partes, porque hace tiempo que se abandonó la idea de que cada habilidad se localizaba en una región cerebral. Tiene que haber una actividad coordinada de diferentes áreas cerebrales: "Definimos el cerebro como una red de áreas distinguibles pero conectadas", apunta.

"En neurociencia hablamos de regiones neuronales, que están formadas por millones y millones de neuronas. Medimos, por ejemplo, qué hace la corteza frontal, qué hace la amígdala, qué hace el hipocampo. Del mismo modo, cuando hablamos del cerebro entero y de las regiones cerebrales no hablamos tanto de una zona o de otra, sino de la comunicación que hay entre ellas. Lo que produce es que al final el procesamiento de la información sea siempre muy integral".

 

Hace poco más de una década, los neurocientíficos descubrieron tres ejes importantes que relacionan nuestro cerebro con otros órganos: el eje intestino-cerebro, el eje respiración-cerebro y el eje corazón-cerebro. El nervio vago "vagabundea" por el cuerpo y recoge la información de lo que sucede en nuestras vísceras y se la entrega al cerebro.

El más conocido es el eje intestino-cerebro. La microbiota es el conjunto de microorganismos (bacterias, hongos, levaduras...) que habitan sobre todo en nuestro intestino y que tienen un papel fundamental en el sistema endocrino, en el inmune, pero también en el sistema nervioso y en el cerebro: "Lo que sucede en esos microorganismos afecta sobre todo a los procesos de aprendizaje y a los de generación de nuevas neuronas".

"Esto ya nos dice lo importante que es el cuidado del intestino durante la infancia y adolescencia, cuando el cerebro está en formación", cuenta Castellanos, quien destaca que los adultos tampoco deben olvidarse de una pieza fundamental. "El intestino está muy relacionado con la salud mental y con el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas".

¿Cómo podemos entonces cuidar la microbiota? "Principalmente con una dieta saludable. Se ha visto que los niños que toman de forma regular comida basura tiene muchos más problemas al gestionar su propia emoción y al relacionarse con otros". También es importante el ejercicio físico , la medicación que tomemos, el ambiente en que vivamos y las relaciones sociales: "La microbiota es un espejo de cómo es nuestro estilo de vida".

 La forma en la que respiramos influye en las zonas cerebrales involucradas en la atención, en la memoria y en la gestión de las emociones . Fue en 2017 cuando la Universidad de Stanford publicó lo que denominó la 'neuroanatomía de la respiración'. Cuando se inspira por la nariz, las neuronas de los hipocampos, que son las zonas más involucradas en la memoria, se organizan de una forma más estructurada

"Cuando una zona del cerebro tiene una gran organización tiene más capacidad de hacer cosas. Entonces, en cada inspiración, las neuronas de mis hipocampos, alinean su actividad y por lo tanto yo tengo más recursos neuronales dedicados en este caso a la memoria. Se ha visto que uno de los momentos en los que tenemos más memoria es el momento de la inspiración cuando es nasal", explica esta investigadora.

También son importantes los tiempos. El ritmo del cerebro es incompatible con la respiración acelerada que solemos llevar en la vida actual: "Nuestro cerebro se excita cuando inspiro y se relaja cuando exhalo. Si no le damos tiempo suficiente a esa relajación, que le cuesta más que la inhalación,no le permitimos relajarse . Hay un artículo de la Universidad de Tokio muy interesante en el que vieron que las personas que tardan poco tiempo en exhalar tienden a ponerse más nerviosas, a estresarse más cuando llega una situación difícil de gestionar".

¿Cómo aprendemos a respirar? Observando nuestra respiración, tomarnos unos minutos a lo largo del día para ver cómo estamos respirando: "Aprendo a reconocer si me estoy poniendo nerviosa, si me estoy cansando, aprendo a discernir cómo son mis estados mentales. Si yo sé cómo trabajar mi propia respiración, aprendo a migrar de un estado cerebral a otro".

 Además, el corazón y el cerebro se comunican de una manera constante. El corazón es el órgano que más influye en el funcionamiento cerebral porque es al que más 'escucha'. Otra razón más para cuidar la salud cardiovascular: "La neurociencia dice que el corazón y el cerebro se comunican como asiento fisiológico de la percepción. Es decir, que para que yo pueda percibir y procesar lo que está sucediendo en este momento, mi corazón y mi cerebro tienen que estar en comunicación".

Pero no sólo en esa percepción de la información, también en la percepción de la información subjetiva. Nazareth Castellanos cita el modelo neuronal subjetivo propuesto por la Universidad de París, "la teoría más vigente en estos momentos": percibimos las cosas tal y como somos.

"El corazón aporta ese toque de subjetividad al recuperar mis memorias autobiográficas. Es decir, yo veo las cosas tal y como soy: he nacido en esta cultura y he vivido esto o esto otro, así que voy a ver la vida de una manera diferente a cómo la va a ver otra persona".

¿De qué otras formas podemos cuidarnos? Nazareth Castellanos señala cómo nos ayuda desarrollar la capacidad de ser amables con nosotros mismos, algo ya probado pero que no fue tomado cuando se formuló: "Correlaciona, por ejemplo, con la calidad de sueño, con la capacidad de aprendizaje o con la resiliencia. No es decirnos que todo está bien ni que somos estupendos, sino que es una mirada más tierna hacia nosotros, aunque nos estemos haciendo una autocrítica".

"Cuando nos criticamos a nosotros mismos de una forma agresiva, que es rigurosa, se activan unas zonas del cerebro. Cuando ante esa misma situación lo aceptamos con una mirada más bondadosa, más amable, se activan otras zonas del cerebro. Estas están más relacionadas con la plasticidad neuronal, es decir, con la capacidad de nuestro cerebro para reorganizarse, para cambiar".

"Hay un término que me parece fantástico y que es el potencial que tiene la dulzura desde el punto de vista terapéutico y de bienestar. Es una frase de un psiquiatra, uno de los grandes padres de la humanización de la medicina, que es Eugenio Borgna, que dice que la dulzura es hacernos comprender que somos merecedores de la vida que nos habita".

Por otro lado, el desarrollo tecnológico de los últimos años ha hecho que la neurociencia avance a pasos de gigante. Que incluso haya proyectos que suenan a ciencia-ficción para moldear desde fuera la actividad neuronal, lo que puede permitir que otras personas influyan en nuestra toma de decisiones y que tengamos la certeza de que la idea es propia. ¿A qué desafíos nos enfrentamos con este desarrollo exponencial que nos cuesta asimilar?

Esta investigadora destaca que cada vez se abren más puertas que beneficiarán desde el punto de vista terapéutico, lo que le hace ver el futuro con optimismo. Pero que conlleva que haya una reflexión global sobre cómo poner la técnica al servicio del ser humano y no al contrario.

"Aquí hablamos de neuroderechos", destaca. "Porque al tener la capacidad de influir en la dinámica neuronal, se puede influir en la toma de decisiones según en qué manos caiga esa tecnología. Creo que tiene que haber algún tipo de regulación por parte de las grandes instituciones". Para ella, es vital garantizar la privacidad personal: "Que la tecnología sea siempre nuestra sierva pero no nuestra ama".

"Usted señor Gray, usted mismo, con su sonrosada juventud y blanca adolescencia, ha tenido pasiones que le asustaron, pensamientos que le llenaron de terror, sueños estando despierto y dormido cuyos recuerdos podrían manchar sus mejillas de vergüenza".

Pasiones, pensamientos, sueños y recuerdos reunidos en el cerebro.

Ya saben. El lugar donde "suceden los mayores acontecimientos".

 “La microbiota es el conjunto de microorganismos que habita principalmente en nuestro intestino. Son bacterias, son hongos, son levaduras, son virus, pero sobre todo son bacterias. Esas bacterias tienen un papel muy importante en el sistema nervioso. Lo que sucede en esos microorganismos afecta en los procesos de aprendizaje y en los procesos de generación de nuevas neuronas”.

   https://www.youtube.com/watch?v=BcECA_TVjwY&embeds_referring_euri=https%3A%2F%2Flab.elmundo.es%2F&source_ve_path=Mjg2NjY&feature=emb_logo

 Vamos a adentrarnos en el órgano más complejo de nuestro cuerpo. Nuestra guía en este viaje fascinante es la neurocientífica Nazareth Castellanos , que dirige una investigación en la Universidad Complutense sobre cómo el cerebro se comunica con el resto del cuerpo. El director necesita a toda la orquesta afinada y en buen estado de forma. Apaguen los móviles y abróchense los cinturones, que nuestro avión está a punto de despegar.

“Hay una propiedad que, en el laboratorio, cuando analizamos los datos, siempre nos sale como absolutamente relevante, que es la capacidad de ser amable con uno mismo. Cuando esto empezó a estudiarse, fue muy criticado. Algo que me gustaría que cambiase es que hablar de la bondad, hablar de la amabilidad y hablar del amor dejase de ser un tema que se considerase superficial, sería fundamental que nos enseñasen a ser más amables con nosotros mismos”.

“La neurociencia dice que el corazón y el cerebro se comunican como asiento fisiológico de la percepción. Es decir, que para que yo pueda percibir y procesar lo que está sucediendo en este momento, mi corazón y mi cerebro tienen que estar en comunicación”.

“La forma en la que respiramos influye en las zonas cerebrales involucradas en la atención, en la memoria y en la gestión de las emociones. La respiración nasal es la más adecuada. Las neuronas de mis hipocampos, que son las zonas más involucradas en la memoria, se organizan de una forma más estructurada cuando inspiro por la nariz. Uno de los momentos en los que tenemos más memoria es cuando inspiramos de forma nasal”.

 

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