Ya me sabrá disculpar, Majestad, que no estuviera muy atento a su ceremonia y su discurso de coronación. Es que me pilló preparando una charla de divulgación científica, aquí en provincias. De ciencia en España, ya ve usted qué cosas tiene uno. Y sin embargo, el caso es que hicimos llenazo. Cosas que pasan.
Sin embargo, ahora cuando he vuelto a casa, he querido ver lo que dijo usted, que no en vano es el Jefe del Estado en el que nací y vivo. Como no me fío mucho de los medios de comunicación, que ya sabemos que lo tergiversan todo, me he ido a buscar su mensaje en la web de la Casa Real y lo he leído con gran atención. En serio. Entonces, me he encontrado con las siguientes frases, al parecer muy celebradas en diversos ámbitos:
En esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben todas las formas de sentirse español.
Yo ya sé a qué se refería usted, Majestad. Pero es que verá, esta madrugada me pilla un poco torcido. Resulta que, aunque usted y yo peinamos las mismas canas –nacimos el mismo año–, a mí me gusta mucho juntarme con la juventud. Qué demonios, me encanta. Y anoche, después de la charla, se me ocurrió irme a tomar un par de copas con algunos de los asistentes más jóvenes. Chicos y chicas, licenciados en Física, como podrían haberlo sido en cualquier otra cosa; por fortuna, tengo un público muy amplio y diverso. Estuvimos hablando de la vida, de política, de ciencia y de futuro. Del de ellos, más que nada. Quieren doctorarse, hacer ciencia, investigar, ser buenos, quizá los mejores, quizá los mejores del mundo, o tan cerca como se pueda. Cosmología, física de partículas, computación cuántica, imagínese.
Y el futuro de todos ellos, absolutamente todos, pasaba por largarse de España.
No es que les mole el viajecito, Majestad. Es que aquí no pueden hacerlo. Mientras hablábamos de esto, recordé que ahora mismo no conozco a ninguno de nuestros mejores jóvenes que siga o vaya a seguir en España. A lo mejor es cosa mía, pero a estas alturas uno conoce a mucha gente, y no creo. Nuestros mejores, Majestad, quienes quizá podrían sacarnos de este maldito atraso de siglos que padecemos, no caben en España. Aquí no hay nada para ellos, y ellas. No hay suficiente tejido científico, no hay suficiente tejido tecnológico, no hay suficiente tejido industrial, no hay nada. Es una auténtica fuga de cerebros, de la que se hacen eco medios internacionales tan poco sospechosos como la BBC, el Financial Times o la Royal Society of Chemistry, entre muchos otros. En palabras de la NPR, un “exilio económico” de la ciencia española.
Sigo leyendo su discurso. Dijo usted también:
Nuestra Historia nos enseña que los grandes avances de España se han producido cuando hemos evolucionado y nos hemos adaptado a la realidad de cada tiempo; cuando hemos renunciado al conformismo o a la resignación y hemos sido capaces de levantar la vista y mirar más allá -y por encima- de nosotros mismos; cuando hemos sido capaces de compartir una visión renovada de nuestros intereses y objetivos comunes.El bienestar de nuestros ciudadanos –hombres y mujeres–, Señorías, nos exige situar a España en el siglo XXI, en el nuevo mundo que emerge aceleradamente; en el siglo del conocimiento, la cultura y la educación.Tenemos ante nosotros un gran desafío de impulsar las nuevas tecnologías, la ciencia y la investigación, que son hoy las verdaderas energías creadoras de riqueza; tenemos el desafío de promover y fomentar la innovación, la capacidad creativa y la iniciativa emprendedora como actitudes necesarias para el desarrollo y el crecimiento. Todo ello es, a mi juicio, imprescindible para asegurar el progreso y la modernización de España y nos ayudará, sin duda, a ganar la batalla por la creación de empleo, que constituye la principal preocupación de los españoles.
Salvo por algún matiz, no puedo estar más de acuerdo; pero ya sabrá que hemos oído palabras como estas muchas veces, con los hechos conocidos por todos. Y sin embargo, fíjese, yo quiero, deseo creerle, aunque sea ya casi por desesperación. Así que al tajo, Majestad, al tajo y a fondo. Para esto, pienso yo que puede usted contar con todos nosotros, o casi todos. Siempre y cuando, claro, nuestros cerebros mejores y más jóvenes tengan alguna oportunidad real, razonable, sensata, que les permita hacer ciencia en España mientras se ganan dignamente la vida y esas cosas de gente sencilla. Se puede solucionar, siempre que esté claro el orden de prioridades. Pero si no, Majestad, no es verdad que aquí quepamos todos. No caben los mejores y los más brillantes y esta España nuestra, o como lo sienta cada cual, seguirá condenada al mismo atraso, a la misma pobreza y a los mismos vaivenes de la historia que hace ya mucho debimos superar. El “que inventen ellos” se tiene que acabar o estamos todos acabados. Así, tal cual.
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