Las sombrías predicciones de hace un siglo de un mundo incapaz de alimentar a una explosión de la población no se materializaron debido en gran parte a la “Revolución Verde”, que utiliza técnicas innovadoras para aumentar drásticamente los rendimientos de los cultivos. Sin embargo, ¿habrá una segunda revolución verde que es más sostenible y capaz de alimentar la próxima ola de crecimiento de la población, especialmente en los países en desarrollo?
http://www.knowledgeatwharton.com.es/article/en-busca-de-soluciones-para-alimentar-al-mundo-en-desarrollo/?utm_source=kw_newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=2015-09-23
Un estudio reciente de la Comisión Consultiva de Dupont para la Innovación y la Productividad en la Agricultura en el Siglo XXI mostró que la trayectoria actual de crecimiento de la población y el consumo de alimentos no son compatibles. El informe predice un aumento del 23 % de la población mundial que alcanzará la cifra de 9 mil millones para el año 2050. De esta cantidad, casi todo el crecimiento vendrá de los países en desarrollo, donde la productividad agrícola es relativamente baja, como es el caso en África subsahariana y Asia. “La producción mundial de alimentos tendrá que ser un 70 % mayor que la actual para cerrar el déficit entre la oferta y la demanda”, dijo el estudio. Se trata de una “brecha de productividad” que necesita ser cubierta “sin que para eso se utilice una cantidad sustancialmente mayor de volumen de tierra”.
La primera Revolución Verde utilizó semillas híbridas, gestión moderna de los cultivos, fertilizantes químicos y pesticidas para salvar millones de vidas. Sin embargo, el Instituto de Recursos Mundiales [World Resources Institute] dijo que se pagó un precio por ello: la agricultura se convirtió en el “factor dominante” de la deforestación tropical; aún representa el 70% de toda el agua potable retirada de ríos, lagos y acuíferos y es responsable de la emisión de muchos de los gases de efecto invernadero en el mundo (24% en 2010). “El mundo necesita reducir el impacto de la agricultura sobre el medio ambiente”, dijo Gary Gardner, colega investigador en el instituto.
Sin embargo, hay razones para el optimismo moderado. La Organización para la Agricultura y la Alimentación [FAO] dijo que hay posibilidades para la creación de cultivos “obtenidos por métodos agroecológicos”. “Al final, el potencial para aumentar el rendimiento de los cultivos para alimentar a la población mundial cada vez mayor parece considerable”, dijo el grupo.
La reducción del uso de pesticidas y fertilizantes
Un método más compatible con el medio ambiente es el tratamiento de las semillas con herbicidas y pesticidas, en lugar de esperar a que crezcan para convertirse en plantas maduras. Las plantas tratadas a partir de semillas ya incorporan estos productos químicos, lo que hace innecesaria la amplia difusión de estos compuestos. Puesto que los productos químicos ya se encuentran insertados en la propia planta, y no en el suelo alrededor de ellos, casi no hay riesgo de filtración a los ríos y arroyos cercanos. No es la solución perfecta, ya que algunas plagas en las plantas en fase de desarrollo no se verán afectadas por el tratamiento y pueden diezmar las cosechas. Sin embargo, “el tratamiento realizado en la semilla es una de las opciones que crecen más rápido en la agricultura”, dice Duncan Aust, director de innovación global de soluciones agrícolas de FMC Corporation.
La Gestión Integrada de Plagas es una estrategia científica que toma en cuenta la inmensa cantidad de literatura sobre los ciclos de vida de los insectos. De este modo, el agricultor puede identificar con precisión las plagas que atacaron su granja, determinar los niveles de limitación para el uso de pesticidas, hacer rotación y utilizar otros métodos para prevenir y luego rociar de forma cuidadosa productos químicos de bajo impacto previamente aprobados.
Otra estrategia holística es la agricultura de precisión, una combinación del uso de satélites, sensores inteligentes y sistemas informáticos sofisticados que limitan la aplicación de productos químicos agrícolas, agua y otros recursos únicamente a las áreas donde se necesitan. Lanzado en los 80, la práctica actual está tan generalizada que la Asociación de Maquinaria Agrícola Europea estima que el 70% y el 80% de los nuevos equipos agrícolas vendidos actualmente tienen componentes agrícolas de precisión.
Los satélites proporcionan información sobre la ubicación específica de la tierra, la vegetación, el agua y el clima. Los sensores controlan con precisión la humedad del suelo en el campo y recogen, por último, los datos sobre el contenido nutricional y la temperatura del suelo. Los programas de ordenador procesan los datos de todas estas fuentes e instruyen a los agricultores y al equipo agrícola con frecuencia, sobre exactamente dónde y cómo emplear estos recursos y con precisión la cantidad que cada uno necesita. “Cualquier cosa más allá de lo necesario no ayuda a la producción”, dijo Ratnesh Kumar, que trabaja con sensores, junto con su equipo de investigación en la Universidad Estatal de Iowa. “El exceso de recursos simplemente se vierten al medio ambiente”.
“Productos biológicos” o productos derivados de organismos vivos, son otra de las estrategias de crecimiento rápido para crecer de forma sostenible, incrementando la productividad agrícola. Hay tres categorías de productos orgánicos: biopesticidas (incluyendo bioherbicidas, insecticidas y biofungicidas), bioestimulantes y biofertilizantes. Aust, de FMC, dijo que la compañía está desarrollando bioestimulantes microbianos que se pueden aplicar a los cultivos en las regiones áridas para mejorar de forma significativa su resistencia a la sequía sin someter a las plantas a la ingeniería genética. “Usted puede tener un aumento en el rendimiento del 5% al 100%, y también aumentar la tolerancia a la sequía”, dice Aust. Los cultivos, cuyo crecimiento se basa en productos biológicos en general, pueden considerarse orgánicos, según Agra Europa, una publicación de la industria.
Como en el pasado, la hibridación es una gran promesa. Aust dice que los científicos están desarrollando éxitos de taquilla, con variedades de cultivos más nutritivos resistentes a plagas y enfermedades y que pueden tolerar la sequía, el calor extremo o ambos; todas esas condiciones que el cambio climático está convirtiendo en cada vez más comunes. Las nuevas estrategias de hibridación permiten que el trabajo proporcione resultados más rápidamente que en la primera revolución verde. Por ejemplo, el programa de reproducción con marcadores del Centro Danforth Donald de Ciencias Vegetales, en Missouri, utiliza la secuenciación de ADN para acelerar dramáticamente el proceso de obtención de nuevas variedades de plantas que de otra manera sería laborioso y consumiría demasiado tiempo.
Lo más común y conocido para el público en general es la ingeniería genética, una técnica que comprende la manipulación física del genoma de la planta practicada por Monsanto y otras empresas. Además de permitir la creación de híbridos capaces de prosperar en entornos específicos, la ingeniería genética ha permitido a las empresas crear cultivos más resistentes a los pesticidas y herbicidas, haciendo que el uso dirigido de estos productos químicos específicos sea más eficaz, dice Aust .
Por supuesto, la ingeniería genética tiene sus críticos, tales como la Unión de Científicos Preocupados, que aboga por “granjas de cría (a menudo ayudados por técnicas de biología molecular) y prácticas agroecológicas como la rotación, cultivos de cobertura y gestión integrada de los cultivos y el ganado” además de aumentar la producción mediante un mayor acceso al agua y los fertilizantes. Sin embargo, John Kasper, director comercial de FMC en América del Norte, dice que la oposición a los cultivos modificados genéticamente puede ser contraproducente porque se necesitarán esas variedades para los países en la medida que pasan por el cambio climático en el futuro cercano.
La ingeniería genética también se está utilizando para impulsar la fotosíntesis. Según un estudio de 2015 de la revista Cell, “la fotosíntesis, que mejoró ligeramente en los cultivos y que está muy lejos de su limitación biológica, emerge como la principal solución para el aumento del potencial del rendimiento genético de nuestros cultivos principales. Así que hay una necesidad puntual de acelerar nuestra comprensión de la fotosíntesis en las plantas para permitir mejoras informadas y guiada a través de la ingeniería genética asistida in silico“, una referencia a la utilización de la modelización y la simulación por ordenador. Además, Kevin Bonham, investigador del departamento de microbiología e inmunología en la Escuela de Medicina de Harvard, escribió en la revista Scientific American que “el aumento de la producción por la fotosíntesis asistida nos permitirá producir una mayor cantidad de alimentos con menos tierra” y por lo tanto, se puede alimentar a una población mundial cada vez mayor.
Innovación y productividad
La producción de carne es de uso intensivo de recursos, y la demanda de este tipo de alimentos está creciendo rápidamente en algunas partes del mundo en desarrollo, particularmente en China. Pero ¿y si pudiéramos producir carne sin tener que criar ganado? Andras Forgacs, empresario de bioprinting, creó una empresa para la impresión en 3D de carne in vitro. “Es biomanufactura, donde las propias células pueden utilizarse para producir productos biológicos tales como tejidos y órganos”, dijo durante una presentación en un TED Talks 2013. Forgacs destacó que estas técnicas se han utilizado en la medicina para producir partes del cuerpo como las orejas, los vasos sanguíneos y los huesos. “Además de la medicina, la biomanufactura puede ser una nueva industria humana, sostenible y escalable”, dijo. Durante la presentación, Forgacs mostró piezas de cuero cultivadas, lo cual, dijo, es el primer paso en la producción de carne y otros productos animales en laboratorio.
Aust, de FMC, añadió: “La biomanufactura requeriría muchos menos insumos, produciría menos dióxido de carbono y requeriría menos aplicaciones de herbicidas”. La investigación es fundamental para el desarrollo de soluciones innovadoras como la biomanufactura, la agricultura de precisión y el uso de productos biológicos”. A medida que continuemos invirtiendo en investigación y tecnología agrícola, siempre habrá innovaciones, lo que nos permite aumentar la producción, incluso en el mundo en desarrollo”, dice Kasper, de FMC.
Sin embargo, persuadir a los gobiernos para financiar la investigación agrícola sigue siendo un desafío. “Con el tiempo, la inversión privada en la innovación agrícola ha aumentado de manera constante, mientras que la inversión pública se estancó o entró en declive, como señala el informe de 2013: “Alimentar el planeta en un mundo en calentamiento“, publicado conjuntamente con la London School of Economics y Ciencias Políticas y la Fundación de Tecnología de la Información e Innovación”. “Los gobiernos, las instituciones transnacionales y sin fines de lucro tienen que invertir esta tendencia”. Necesitamos que el Congreso triplique su inversión en investigación y desarrollo agrícola desde US $ 5 mil millones a US $ 15 mil millones al año. Los investigadores también pidieron reducciones de las normativas “aplicadas a los cultivos mejorados con el uso de la biotecnología”.
Gran parte de esta investigación será promover el crecimiento de la agricultura a gran escala, que Kasper, de FMC considera fundamental. La consolidación de las granjas en unidades de negocio de mayor tamaño aumenta la productividad, especialmente cuando un mayor número de personas cambian el campo por la ciudad. En 1950, este porcentaje fue del 29%; en 2030, debería alcanzar el 60% o cerca de 5 mil millones de personas. Según el informe “Seguridad Alimentaria: Alimentar al mundo en 2050“, publicado en 2010 por Royal Society Publishing, “es probable que la proporción de la población mundial que no produzca alimentos siga creciendo, así como el número de consumidores de ingresos medios o superiores, cuyas opciones de alimentación son un uso más intensivo de la energía y, en consecuencia, emitir un mayor volumen de gases de efecto invernadero”.
Espacio para los productores a pequeña escala
La pequeña agricultura de subsistencia debe ser parte de la segunda Revolución Verde, “Quien se preocupa por los pobres también se preocupa por la agricultura”, dijo Bill Gates, en su condición de vicepresidente de la Fundación Bill y Melinda Gates. “La inversión en la agricultura es la mejor arma contra el hambre y la pobreza, y ha hecho la vida mejor para miles de millones de personas. La comunidad agrícola internacional tiene que ser más innovadora, coordinada y dirigida a ayudar a los agricultores más pobres para plantar más. Si somos capaces de hacerlo, vamos a reducir de forma drástica el sufrimiento y construir la autosuficiencia”.
Gates, añadió que “cuando Melinda y yo creamos nuestra fundación hace más de una década, nos centramos inicialmente en las desigualdades de salud en el mundo. Pero a medida que pasamos más tiempo aprendiendo sobre las enfermedades de la pobreza, nos dimos cuenta de que gran parte de las personas más pobres del mundo son los pequeños agricultores. La conclusión era obvia: las familias de estas personas mejorarían de vida si cultivasen más alimentos”.
Hay 500 millones de pequeños agricultores de áreas cultivadas en el mundo, muchas de las cuales son poco productivas. Su producción -y por lo tanto la producción de alimentos en el mundo- aumenta dramáticamente si los agricultores incorporan una segunda Revolución Verde. La primera Revolución Verde casi duplicó el ingreso real per cápita en Asia entre 1970 y 1995, la pobreza en la región se redujo de un 60 % a menos del 33 %. Esperar los mismos resultados espectaculares en esta ocasión sería un final optimista, pero la promesa sigue siendo atractiva.
Para obtener ganancias sustanciales, los cultivos de los pequeños agricultores del mundo en desarrollo necesitan tener acceso a herramientas como “las prácticas modernas de productos de riego para el manejo de cultivos, los fertilizantes, las soluciones para las pérdidas en el período posterior a la cosecha, semillas mejoradas, tecnología móvil, así como el acceso a información y servicios de divulgación”, concluyó el comité de DuPont. A esto hay que añadir, encontrar soluciones a las pérdidas a gran escala como resultado tanto de la falta de refrigeración como de las pobres redes de transporte.
El hecho de que los pequeños propietarios generalmente no tengan acceso a estas cosas a través de la ayuda internacional explica por qué Gates instó a las agencias alimentarias de las Naciones Unidas a coordinar mejor sus esfuerzos de ayuda. Gates, pidió a la FAO, al Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola y el Programa Mundial de Alimentos “crear un objetivo global de la productividad de los pequeños agricultores-, así como un sistema público de indicadores para medir cómo los países, las agencias de alimentos y los donantes están contribuyendo al objetivo más amplio de reducir la pobreza”.
Gordon Conway, profesor de desarrollo internacional en el Imperial College de Londres, Director Agrícola de Impacto y el ex presidente de la Fundación Rockefeller, dijo a una audiencia en el Banco Mundial que los pequeños agricultores también deben ser capaces de vender lo que cultivan y las redes nacionales de mercados y la “agricultura negocio” de las ciudades pequeñas pueden servir de mejor enlace entre los agricultores y los mercados que necesitan sus cultivos, mejorando, al mismo tiempo, el acceso de los agricultores a las fuentes de información. Además, las asociaciones de productores locales, algunos de ellos alentados por el Gobierno, pueden ayudar a los agricultores a obtener precios justos por su producción.
Como en el caso de la innovación de alta tecnología, el progreso requiere este tipo de inversiones. La FAO dijo que las inversiones en la agricultura primaria “deben ser la primera prioridad” y aumentar un 60%, no sólo para producir suficientes alimentos para una población mundial en crecimiento, sino también para generar ingresos y sacar a la gente de la pobreza y apoyar un medio de vida rural.
En 2012, el Grupo del Banco Mundial aumentó su inversión en la agricultura hasta $ 9 mil millones, más del 90 % de los cuales tenían como objetivo “mejorar la productividad rural y el acceso a los mercados, especialmente para los pequeños agricultores”. Tanto el sector público como el privado se unieron a estos esfuerzos. “Partners in Food Solutions” [Socios en Soluciones de Alimentos] une a Cargill, General Mills y Royal DSM en un esfuerzo respaldado por la ayuda de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) para mejorar la cadena de valor alimentaria en África. Sus herramientas, que incluyen formación en línea y en el aula, tienen como objetivo mejorar la calidad de la cosecha y la vida útil de los productos, educar a los agricultores en las estrategias y planes de negocios financieros y obtener un ahorro de costes a través de las materias primas y embalajes de bajo coste.
Otras compañías también han participado en este trabajo a través de sus actividades dedicadas a la caridad. La Fundación Wal-Mart, por ejemplo, invirtió de forma reciente $ 1 millón en un programa en colaboración con USAID en Rwanda. La campaña Ejo Heza (“A Brighter Future”, un futuro más brillante) es compatible con los programas de nutrición y alfabetización de adultos, la expansión de la producción agrícola y el acceso a los recursos financieros. Cocoa Plan de Nestlé anunció en 2013 que financiaría las escuelas de campo para agricultores con el fin de mejorar las prácticas agrícolas y los rendimientos de producción. Cerca de 45.800 agricultores fueron capacitados en 2014. Nestlé dijo que ofrecerá 12.000 plantas de cacao altamente productivas a los agricultores en 2019. La Fundación Gates también contribuye. En una reciente ronda de recaudación de fondos en el que se plantearon como objetivo US $ 200 millones, la fundación colaboró con US $ 21 millones para el desarrollo de variedades vegetales resistentes a la sequía, las enfermedades y los insectos en la India, Bangladesh, y en 13 países africanos. Muchas de estas donaciones se dirigieron a África subsahariana, incluyendo alrededor de US $ 33 millones para granos resistentes a la sequía que pueden mejorar el rendimiento del cultivo de siete millones de familias de agricultores africanos.
Progreso medido
La seguridad alimentaria ha mejorado en general en el África subsahariana y otras regiones en desarrollo del mundo. Según el Índice de Seguridad Alimentaria Mundial 2015 Economist Intelligence Unit, patrocinado por DuPont, dos tercios de los 109 países estudiados habían logrado avances respecto al año anterior. El resultado del índice promedio tuvo un aumento de 1,2 puntos. “Las ganancias se debieron a la expansión económica en la mayoría de las regiones y al rápido crecimiento de los países en desarrollo (sobre todo en el África subsahariana) en combinación con los precios mundiales de los alimentos más bajos”, dijo el informe. De los 28 países de África subsahariana, el 82 % tenían aumentos de la seguridad alimentaria entre 2014 y 2015. Toda la región aumentó 1,5 puntos. Los países que mejoraron más aumentaron su capacidad para cultivar cosechas, bajaron las pérdidas posteriores a la cosecha, el pre-consumo y el aumento de la diversidad de los alimentos.
Desde 2011, “el mundo ha avanzado en la erradicación del hambre y la pobreza extrema. Durante este tiempo, los países en desarrollo lograron llegar al punto de prácticamente reducir a la mitad la proporción de personas que padecen hambre”, añadió el informe de 2014 de la Comisión Consultiva de DuPont .
Para seguir en la dirección correcta, tanto en el sector público y el privado tendrán que aumentar sus inversiones en investigación y otros proyectos que fomenten la innovación y la eficiencia, tanto en el caso de la agricultura a gran escala y los pequeños agricultores del mundo. Si esto sucede, las perspectivas de suministro para una población de 9 mil millones será mucho mejor.
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