La aorta impresa en 3D que salvó la vida a José Julio en menos de 10 horas
Médicos
del Hospital Gregorio Marañón fabrican de manera personalizada una
pieza de la aorta con una impresora 3D con la que salvaron a un paciente
al borde de la muerte.
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José Julio volvió a nacer el pasado 3 de abril. Ingresó en Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid con una lesión en la aorta que le tenía al borde de la muerte.
Salvar su vida pasaba por una única opción: seguir los pasos de un caso
similar en el Hospital de Seattle en Estados Unidos. "Fabricamos una
prótesis 3D de la zona de la aorta dañada en el propio hospital en menos
de 10 horas y se la introdujimos en un tiempo récord, antes de que se produjera un sangrado fatal,
que era lo que temíamos que sucediera en cualquier momento", relata
Javier Río Gómez, especialista en Angiología y Cirugía Vascular de este
centro sanitario. Era la primera vez que se hacía en España y resultó un
éxito que está pendiente de publicación internacional.
Fue una
decisión a contrarreloj. Según explica Río Gómez, "tuvimos que
explicarle al paciente la difícil situación. La zona lesionada de la
aorta era muy delicada y había que intervenir insertando una prótesis
cuanto antes, pero si se encargaba a la industria farmacéutica, no
estaría disponible hasta unos 30 días después [...] No teníamos tanto
tiempo. Corríamos el riesgo de que se inestabilizase con un sangrado
incontrolable que produjera el fallecimiento del paciente". Aparte, se
trataba de una zona arriesgada porque en ese punto anatómico "se
originan los vasos sanguíneos que dan flujo a los riñones y al intestino
delgado y no se pueden utilizar prótesis convencionales".
Con
estas trabas por delante y conociendo los buenos resultados de varios
casos parecidos en Estados Unidos y uno en Polonia, el equipo de médicos
del hospital madrileño que atendía a José Julio se lanzó por primera vez en España a diseñar la prótesis mediante la impresión 3D, aprovechando su reconocido laboratorio con este tipo de tecnología que lleva aplicándose en medicina desde el año 2013.
Al fabricarlo todo 'en casa', dentro del hospital, "los tiempos de respuesta se acortan,
lo que permite tratar con más rapidez a los pacientes ingresados por
urgencias o que tengan prioridad por el grado de complejidad", expone
Rubén Pérez Mañanes, presidente de la Comisión de impresión 3D del
Gregorio Marañón.
En menos de 10 horas la prótesis estaba lista. A
partir de los datos que proporcionaba el escáner del paciente, se
elaboró un molde personalizado con los diámetros y las distancias
exactas, a la medida del paciente. Aquí, el trabajo y la interacción
entre los clínicos y los ingenieros es crucial. Con la información del estudio radiológico,
cuenta Pérez Mañanes, "a la impresora se le carga el modelo e imprime.
Después, entra en juego el tiempo de esterilización y el circuito del
hospital para que esa pieza esté disponible en quirófano si hiciera
falta tenerla estéril o disponible en el banco de pruebas para que el
cirujano pueda trabajar con la réplica".
El resultado de este trabajo en equipo fue el diseño de una prótesis que coincidía "exactamente" con la aorta de José Julio,
reparando la zona lesionada y a la vez respetando aquellos orificios
necesarios para mantener el flujo de los vasos sanguíneos
imprescindibles para la vida.
Hasta
ahora, "lo que se hacía era tallar una prótesis convencional. Hacerlo
con este molde, totalmente preciso en los ángulos y distancias, lleva
unas ventajas inherentes", subraya el cirujano vascular. El paciente
tuvo un "postoperatorio realmente bueno, sin complicaciones, estando de
alta casi a las 48 horas".
"Pasé de estar en una
situación muy crítica en la que con cualquier movimiento podía romperse
la aorta y morir a salir del hospital con un postoperatorio fantástico y
sin dolores", explica el paciente. "Era la primera vez que se hacía algo así en España y con ello, a mí me han dado la vida".
Tener
un laboratorio con tecnología 3D dentro del hospital permite acortar
los tiempos de fabricación y distribución de prótesis y esta experiencia
abre una ventana de oportunidades para tratar otros casos. Para ello,
es necesario tener la infraestructura adecuada, conocimiento y
entrenamiento.
El laboratorio del Gregorio Marañón, pionero en la aplicación médica de la impresión 3D,
empezó a funcionar en el año 2013 con una impresora de oficina. Poco a
poco, fue dotándose de más maquinaria con la que, a partir de mapas
tridimensionales del cuerpo humano hechos por estudios radiológicos, se
crean piezas tangibles a escala real. Como explican los especialistas,
tener en las manos modelos impresos de fracturas o tumores que se van a
operar aumenta la capacidad para preparar la intervención con mayor
precisión. Incrementa la efectividad y se reduce el tiempo de quirófano y
los posibles riesgos para el paciente. Además, estas piezas ayudan
también a explicarle al paciente su patología o el procedimiento que se
va a seguir.
Lo que comenzó con una beca del servicio de Cirugía
Ortopédica y Traumatología, se fue expandiendo a otras especialidades
como la cirugía oncológica, cirugía cardiaca infantil, neonatología o
ginecología. Estos años de experiencia permitieron que el equipo de
médicos que trató a José Julián estuviera ya adiestrado en el manejo de
las prótesis, pero éste, señala Río Gómez, "era el primer paciente en el que introducíamos una de ellas", lo que amplía el abanico de posibilidades que supone tener un laboratorio de este tipo en el hospital.
-https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2019/09/24/5d88bcd6fc6c833b2c8b4586.html
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