Toma el dinero y corre: Psicópatas en el Juego de la confianza
La cooperación entre extraños es una característica esencial de las sociedades humanas: nos permite diferenciarnos de otras sociedades animales y además es crucial para que se mantenga la estabilidad
necesaria para que estas progresen y se desarrollen de manera continua,
tanto desde un punto de vista tecnológico como de derechos humanos.
El conocer y entender los procesos centrales de la cooperación,
como son la confianza y la reciprocidad, es un asunto de gran
importancia tanto para la sociología como para la antropología, la
economía o la política.
Una de las herramientas más poderosas que existen para estudiar estos aspectos son los juegos de economía, donde hay que realizar estrategias de toma de decisiones. De estos, el más utlizados es el Juego de la confianza, donde se pone en juego la confianza, la cooperación y el egoísmo.
Un equipo multidisciplinar de científicos españoles y del Reino
Unido, de departamentos de economía, psicología clínica, ciencias del
comportamiento, investigación biomédica en salud mental y la escuela de
agricultura, política y desarrollo, llevaron a cabo un estudio en el que
pretendían descubrir la posible asociación que pueda existir entre caracterísitcas individuales
como personalidad, habilidad cognitiva o actitudes de riesgo, con la
confianza o el comportamiento cooperativo y recíproco en un juego de
confianza.
La muestra consistió en 220 participantes (hombres y mujeres), y el juego consistía en 2 jugadores, P1 y P2. En la primera fase, P1 decide si confiar en P2 y que este decida, o asegurar un reparto igualitario del dinero para los dos. En la segunda fase,
si P1 confía en P2, este puede escoger entre repartir entre los dos el
doble de lo inicial (reciprocidad), o quedarse con todo (explotación). A
los participantes se les pasaban distintos test para
conocer su inteligencia, variables de personalidad o rasgos específicos
como psicopatía (manipulación, explotación, egocentrismo,
irresponsabilidad, superficialidad, ausencia de remordimientos...) o
impulsividad. Durante el experimento se midieron además la frecuencia cardíaca o la conductancia de la piel, que son explicativas del estado emocional del sujeto.
¿Que se encontraron los científicos? Pues que en primer lugar, el que P1 confiara en P2 y lo dejase decidir estaba asociado con "emocionalidad positiva", y en concreto con la característica "extraversión/sociabilidad". Con respecto a P2 y lo que este decide hacer; los científicos encontraron que, cuanto más inteligencia
mostraba el sujeto y menor puntuación en desagradabiliad, más
probabilidades de repartir el premio entre los dos. Y por el contrario,
aquellos que tenían puntuaciones altas en psicopatía, deshinibición e impulsividad, eran los que se quedaban con todo el premio.
Con estos resultados, los autores concluyeron que las características de la personalidad juegan un papel importante
en los comportamientos que se ven en nuestra sociedad, sobre todo en lo
que atañe a la cooperación, la reciprocidad o el reparto de bienes de
manera igualitaria. La inteligencia, el estado emocional positivo y la extraversión/sociabilidad se relacionan con la cooperación, y la psicopatía, la deshinibición y la desagradabilidad con el egoísmo y la explotación de los demás (precisamente, de los cooperativos).
- Referencias
Ibáñez, M. I., Sabater-Grande, G.,
Barreda-Tarrazona, I., Mezquita, L., López-Ovejero, S., Villa, H., ...
& Georgantzís, N. (2016). Take the money and run: psychopathic
behavior in the trust game. Frontiers in psychology, 7, 1866.
-
Julio Rodríguez
Científico,
Biólogo, Doctor en Medicina Molecular, psicólogo, escritor y
divulgador. Diagnóstico genético en Fundación Pública Galega de Medicina
Xenómica (FPGMX).
Investigador en genética de trastornos
psiquiátricos en la Fundación Instituto de Investigación Sanitaria
(FIDIS) y la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
Los seres humanos somos cooperativos por naturaleza
Los seres humanos somos grandes cooperadores.
Existen numerosos y robustos estudios transculturales sobre el tema y
los resultados muestran que ya los niños pequeños están psicológicamente
adaptados para la cooperación, mientras que los primates más cercanos a
nosotros no. Las actividades cooperativas requieren que las personas tengan que invertir recursos y esfuerzo en la búsqueda de objetivos conjuntos a largo plazo,
ignorando la satisfacción inmediata y teniendo que confiar en que los
otros con los que están cooperando también la retrasarán. Por
ejemplo, para que las personas compartan su comida con otros deben
resistir la tentación inmediata comérsela ellos mismos. Asimismo, un
científico que participe en un proyecto de colaboración tiene que
invertir parte de su tiempo de ocio en desempeñar una actividad que no
es solo para él, y además tiene que confiar que sus colegas también lo
están haciendo. Las capacidades para realizar estas acciones son las mismas que las que son necesarias para operaciones colectivas a gran escala
con problemas tales como el cambio climático, en las que los individuos
deben limitar el consumo de sus recursos individuales a favor del
objetivo común a largo plazo de conservar el medio ambiente.
La cooperación, por lo tanto, requiere capacidades como el control inhibitorio y demora de la gratificación.
El esfuerzo cognitivo que exige esto se considera el principal
impedimento para que conductas de este tipo no sean la tónica general en
el reino animal. Sorprendentemente, aunque la "postergación de la gratificación"
es un tema central en la psicología evolutiva, y a su vez es una
característica nuclear para que se den actividades cooperativas, nunca se ha investigado en un contexto de toma de decisiones cooperativas en el que ambos participantes tengan que confiar el uno en el otro para conseguir un objetivo común. En el presente estudio se utilizó una versión modificada del famoso "Test de Marshmallow" sobre la "postergación de la gratificación" en la que los que los niños solo se veían recompensados si ambos miembros de la pareja demoraban la gratificación. Se utilizaron niños de 5-6 años de dos poblaciones culturalmente distintas (Alemania y Kenia), para evitar el sesgo de las sociedades occidentales, a los que se les dio la siguiente instrucción:
Este es tu lugar, y esta es tu galleta. El [Niño 2] también tiene una galleta y los dos jugáis un juego juntos. Tengo que irme en un minuto. Ambos podéis comer vuestras galletas ahora, o podéis esperar hasta que yo vuelva. Si, cuando yo vuelva, ambas galletas siguen ahí y estáis ambos todavía sentados, ambos obtendréis una segunda galleta. Si alguno de vosotros se come su galleta antes de que yo vuelva, ninguno de vosotros obtendrá una la segunda galleta; vosotros elegís.
Los datos obtenidos de esta situación cooperativa de confianza se compararon con una situación de test individualista (cada niño se vería beneficiado o perjudicado por su propia decisión de posponer la gratificación), y otra de dependencia (la decisión del [Niño 1] es la que perjudica o beneficia a ambos, independientemente de lo que haga el [Niño 2]).
Los resultados mostraron que los niños logran postergar la gratificación más veces y más tiempo en la condición de cooperación, a pesar de que ello implica confiar en que su pareja retrase también la gratificación.
Esto sugiere que, desde el inicio del desarrollo, los niños tienen tendencia
a asumir los riesgos sociales inherentes a la toma de decisiones
cooperativas, y están psicológicamente equipados para ello. Es decir,
que los niños están más dispuestos a retrasar la gratificación para fines cooperativos que para fines individuales.
Finalmente, resaltar que estos hallazgos suman una evidencia
transcultural al creciente campo de resultados que muestran que, desde
el principio, los niños prefieren, encuentran más placer, y están más motivados para participar en actividades cooperativas que individualistas o egoístas.
También indican que la capacidad de postergar la gratificación no
es un rasgo fijo de la personalidad, sino que depende del contexto en
el que se usa; esto sugiere que actuar sobre este sentido de interdependencia de todos los seres humanos puede ayudar a fomentar comportamientos cooperativos a escala global.
- Referencias Children Delay Gratification for
Cooperative Ends Rebecca Koomen, Sebastian Grueneisen, Esther Herrmann
First Published January 9, 2020
https://www.investigacionyciencia.es/blogs/medicina-y-biologia/27/posts/el-exceso-de-confianza-nos-viene-de-naturaleza-17911 Julio Rodríguez
Científico,
Biólogo, Doctor en Medicina Molecular, psicólogo, escritor y
divulgador. Diagnóstico genético en Fundación Pública Galega de Medicina
Xenómica (FPGMX).
Investigador en genética de trastornos
psiquiátricos en la Fundación Instituto de Investigación Sanitaria
(FIDIS) y la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
Trabajé un tiempo en la Universidad de Oxford y en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid.
Divulgo ciencia en @radioclasica @rne @RadioGalega y @radiocarbasSER
Todos
hemos experimentado alguna vez las sensaciones que nos incapacitan
parcialmente cuando estamos bajo los efectos de una infección vírica.
Sólo hay que recordar la última vez que tuvimos un resfriado fuerte o
una gripe: tos, dolores de cabeza, dolores musculares, vómitos, diarrea y
fatiga general que te obligan a quedarte en cama. Pues bien, ¿cómo hace
exactamente el –maldito- virus para provocarte todo eso?
Otra vez como viene siendo habitual en mis post, para entender esto hay que adoptar una perspectiva evolutiva:
todo eso supone una ventaja evolutiva para el virus, por lo que poco a
poco a lo largo de la su historia, se han ido fijando estos efectos, o
por decirlo de otra manera, los virus que provocaban alguno de estos
efectos conseguían replicarse mucho más y esto hizo que poco a poco se
fuesen especializando y adquiriendo nuevas "habilidades" hasta llegar a
nuestros días con toda esa maquinaria de "síntomas" que nos producen. Tu
enfermedad hace que los virus pasen más fácilmente a individuos sanos
–en este caso sobre todo la diarrea y los vómitos-.
Un artículo publicado en la revista PLoS Pathogens investiga los
mecanismos moleculares detrás de los vómitos y diarreas producidos por
rotavirus, un agente infeccioso que está detrás de la muerte de más de 600.000 niños
cada año en países en vías de desarrollo -y de la hospitalización de
muchos más- debido a la deshidratación severa provocada por vómitos y
diarreas excesivas.
El vómito, como la mayoría de procesos fisiológicos, está controlado por el cerebro.
En condiciones normales, el vómito es una reacción fisiológica de
defensa que evita el envenenamiento debido a la ingesta de comida en mal
estado. La presencia de sustancias potencialmente peligrosas en nuestro
sistema digestivo dispara el proceso. La conexión cerebro-intestino se
produce por sistema nervioso entérico o SNE. Estas neuronas están
conectadas células endocrinas específicas sensoriales llamadas "células
enterocromafines (células EC) que cubren el lumen del tracto intestinal y
responden a la presencia de sustancias potencialmente dañinas secretando mensajeros químicos
–como la serotonina (5-HT), que activan el SNE y terminan llevando la
información al cerebro que decide inducir vómito y diarrea para
librarnos de las sustancias peligrosas. Ahora bien, ¿cómo activa el
rotavirus todo este proceso en su beneficio?
La hipótesis más plausible es que una vez que se ha ingerido el
rotavirus este infecta a las células del intestino y hace que éstas liberen serotonina
e induzcan el vómito/diarrea. En los experimentos en el laboratorio se
observó que justo después de la entrada del virus en las células se
producía en éstas una gran liberación de calcio, lo que activaba la
secreción de serotonina. Esto implica que todo el proceso se activa
antes de que comience la replicación vírica, por lo que tenía que ser
algo que estuviese en la propia partícula vírica. Una vez analizadas las
partículas víricas, los investigadores concluyeron que no había nada en
éstas que activase el proceso. Después de varios experimentos, el grupo
de investigación descubrió que era la proteína NSP4, una proteína secretada por las células infectadas por el rotavirus, la que disparaba la cascada de activación.
Estos resultados fueron comprobados posteriormente en un modelo de
ratón. Los investigadores observaron que en la realidad, las células EC casi no se infectaban por el rotavirus, sino que este infectaba a las células normales del intestino (enterocitos) y en éstas se
producía la liberación de la proteína NSP4 que luego inducía la
liberación de calcio y secreción de serotonina en las células EC.
Como consecuencia de esto, en los ratones se producía diarrea y se
activaban regiones del cerebro asociadas con el mareo en humanos (los
ratones no vomitan).
Con este trabajo, los investigadores demostraron de manera elegante y sencilla como el rotavirus induce el vómito y diarrea.
Según su modelo, el rotavirus infecta las células epiteliales y
endocrinas del intestino haciendo que estas sinteticen y secreten la
proteína NSP4 que al unirse a las células EC hace que estas secreten
serotonina activando así a las neuronas del sistema SNE, lo que provoca
las reacciones fisiológicas de vómito y diarrea. De esta manera el virus consigue una rápida diseminación de partículas víricas facilitando así su transmisión y la infección de nuevos huéspedes. La pérdida rápida y excesiva de fluidos causa la deshidratación del portador hasta tal punto que le puede llevar a la muerte.
La buena noticia es que gracias a este trabajo se ha identificado el mecanismo molecular que dispara el proceso
–la unión de la proteína NSP4 a su receptor en las células EC- con lo
que se puede diseñar una molécula que lo bloquee y así impida que se
libere serotonina, se salve la vida de muchos niños y
se prevenga el contagio por rotavirus en las sociedades humanas.
Mientras tanto, inhibidores de vómito y diarrea -antagonistas de
serotonina- se seguirán utilizando, pero como siempre, es mucho mejor
apagar la televisión -que no se produzca serotonina- que no ponerle una
manta sobre la pantalla encendida -"tapar" los lugares de unión de la
serotonina en el cerebro-, de ahí el gran valor de este trabajo.
-
Referencias
Hagbom, M., Istrate, C., Engblom, D., Karlsson, T., Rodriguez-Diaz,
J., Buesa, J., Taylor, J., Loitto, V., Magnusson, K., Ahlman, H.,
Lundgren, O., & Svensson, L. (2011). Rotavirus Stimulates Release of
Serotonin (5-HT) from Human Enterochromaffin Cells and Activates Brain
Structures Involved in Nausea and Vomiting PLoS Pathogens, 7 (7) DOI: 10.1371/journal.ppat.1002115
Científico,
Biólogo, Doctor en Medicina Molecular, psicólogo, escritor y
divulgador. Diagnóstico genético en Fundación Pública Galega de Medicina
Xenómica (FPGMX).
Investigador en genética de trastornos
psiquiátricos en la Fundación Instituto de Investigación Sanitaria
(FIDIS) y la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
Trabajé un tiempo en la Universidad de Oxford y en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid.
-
Divulgo ciencia en @radioclasica @rne @RadioGalega y @radiocarbasSER
Está muy bien explicado y es certero y atinado como todo buen tratamiento . Y también, cómo no, parte de un excelente diagnóstico:
<< No tenemos anticuerpos contra el Covid-19, pero los tenemos
contra todo lo que nos desconcierta. Es una paradoja de nuestro tiempo:
mientras la realidad se vuelve cada vez más compleja, nos volvemos cada
vez más refractarios a la complejidad.>> via muro de Ignacio Martinez de Lejarza
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Coronavirus: matemática del contagio para mantener la calma en medio del caos
Cada enfermedad tiene su propio número R0, que indica el número promedio de contagios que genera una persona infectada
La
matemática del contagio es simple. Tan simple como crucial. Ahora que
hemos aprendido a lavarnos las manos adecuadamente, pasamos a la fase
dos, que viene con sorpresa: las matemáticas. Si
renunciamos al esfuerzo, corremos el riesgo de no entender qué es todo
esto que nos está sucediendo, y eso acaba con un desgraciado dejarse
llevar por un pánico a menudo infundado.
Para empezar, dividámonos
en tres grupos. Un secreto de las matemáticas es nunca ir demasiado
lejos para lo sutil, y las matemáticas del coronavirus distinguen a la población, a todos nosotros, de una forma aproximada: están los Susceptibles (S), las personas que podrían infectarse; los Infectados (I), aquellos que ya han sido infectados; y los sanados o Recuperados (R), que son aquellos que se infectaron, han superado la enfermedad y ahora ya no transmiten el virus.
Cada
uno de nosotros es capaz de reconocerse instantáneamente en una de
estas categorías, cuyas iniciales forman el nombre del modelo al que los
epidemiólogos recurren en las últimas semanas como un oráculo: el modelo SIR. Fin.
Vale,
no, no hemos llegado realmente al final. Nos falta al menos otro
concepto. Dentro del modelo SIR, dentro del corazón de cada infección,
se oculta un número, diferente para cada enfermedad. En los últimos días
ha surgido aquí y allá en discusiones y artículos. Se conoce
convencionalmente como R0, "erre sub cero", y su
significado es fácil de interpretar: R0 es el número de personas que, en
promedio, cada individuo infectado infecta a su vez.
Coronavirus: R0 de 2,5
Para
el sarampión, por ejemplo, el R0 se estima en alrededor de 15. Es
decir, durante un brote de sarampión, una persona infectada infecta a un
promedio de otras 15, si ninguna está vacunada. Para las paperas, el R0
es aproximadamente 10. Para nuestro coronavirus, la estimación de R0 está alrededor del 2,5.
Aquí alguno saltará inmediatamente a las conclusiones y dejará de leer:
"¡Hurra! ¡Es bajo! ¡Al diablo con las matemáticas!". No exactamente,
espere. La gripe española la de 1918, tuvo un R0 de alrededor de 2,1. Y todos hemos oído hablar de ella.
Pero por ahora no queremos apresurarnos para determinar si el "erre sub cero" del coronavirus es alto o bajo. Primero nos interesa saber qué pasa cuando el R0 es menor que 1. Si cada infectado no infecta al menos a otra persona, la propagación se detiene por sí sola. La enfermedad es un incendio, un brote vacío. Si, por el contrario, R0 es mayor que 1, aunque sea ligeramente, estamos en presencia de un principio epidémico.
Para visualizarlo, sólo imagine que los infectados son canicas. Se lanza una canica solitaria, el infame paciente cero,
y golpea a dos más. Cada una de ellas afecta a dos más, que a su vez
afectan a dos más cada una. Y así sucesivamente. Es lo que se llama
crecimiento exponencial, y es el comienzo de cualquier epidemia.
En
la primera fase se infectan cada vez más personas y cada vez más
rápido. La velocidad depende del tamaño de R0 y de otra variable
fundamental de esta matemática transparente y decisiva: el
tiempo promedio que transcurre entre el momento en que una persona se
infecta y el momento en que esa misma persona infecta a otra. Esa ventana de tiempo, en el caso de Covid-19, se estima en alrededor de siete días.
Aquí
sí: fin, de verdad. Una vez absorbida esta poca información, podemos
resumir todos los esfuerzos institucionales, todas las medidas
"draconianas", las cuarentenas, el cierre de escuelas y teatros y
museos, las calles vacías, en una única intención matemática: reducir el valor de R0.
Esto es lo que estamos haciendo con gran dolor y sacrificio. Porque
cuando el R0 cae, la expansión se ralentiza. Y cuando R0 se lleva
cuidadosamente por debajo del valor crítico de 1, la difusión comienza a
detenerse. A partir de ese momento, es la epidemia misma la que se
asfixia. Las personas, ya no.
¡Qué exagerados!
En
los últimos días se ha abierto una falla entre aquellos que aceptan con
humildad lo que viene dispuesto desde arriba y aquellos que claman que
es una exageración, una locura, una "psicosis colectiva". O tal vez ni
siquiera lo gritan, sino que adopta una actitud más despectiva, más
intelectual, como si dijeran: "Vaya tontos, se dejan engañar", que es
básicamente lo mismo.
Este tipo de escepticismo es transversal,
no depende del nivel de educación ni del origen ni la edad; bueno, tal
vez de la edad un poco sí: los adultos-adultos parecen particularmente
inclinados. En cualquier caso, es una actitud humana y está
particularmente de moda en nuestra época. Pero quien insiste en que la
contención excepcional establecida es "exagerada" no ha entendido las
matemáticas. O las ha tergiversado.
Un malentendido común, por ejemplo, surge de la comparación propuesta con la gripe estacional. Lo que une al Covid-19 con la gripe estacional es la forma de contagio: ocurre a través del intercambio de gotas lanzadas al aire a través de los estornudos y de la tos.
Y
hay síntomas generales, por supuesto, que son similares, una confusión
que causó demoras en la contención inicial y algunos accidentes
desagradables como el del hospital Codogno [al que el primer ministro italiano Giuseppe Conte ha acusado de estar en el origen del foco] . Pero por el momento no hay ninguna evidencia de que el coronavirus tenga un pico estacional autónomo y luego retroceda, como la gripe ordinaria.
Respecto al pico de infecciones, también nos han venido engañando con la noticia de que en China ya
se ha superado, y que pronto nos llegará también a nosotros. Es la
interpretación incorrecta de un dato. Sería más correcto decir que "un"
pico, el primero, se ha alcanzado y superado en China.
Esto sucedió de manera precisa y exclusiva debido a sus medidas hiperrestrictivas, es decir, bloquear a unos cientos de millones de personas en sus hogares,
pero no por una característica intrínseca de la enfermedad. En resumen,
al R0, en China y después en el resto del mundo, lo han arrastrado por
la fuerza. Y ahora se mantiene bajo por fuerza, como si todos,
obedeciendo a las instituciones, estuvieran presionando la tapa de una
olla llena de agua hirviendo.
Ojo, que si las medidas se
relajaran, en China como en Europa, el R0 probablemente volvería a su
valor "natural" de 2.5. El contagio comenzaría a extenderse
exponencialmente. Los epidemiólogos saben que la única forma de
detener de verdad una epidemia es que el número de Susceptibles sea lo
suficientemente bajo como para hacer poco probable el contagio.
Por ejemplo cuando la población está vacunada. Las vacunas nos hacen cambiar de Susceptible a Recuperado sin siquiera pasar por la enfermedad. Pero este no es el caso por el momento. El Covid-19 todavía es demasiado nuevo para nosotros los humanos.
Saltó
de un murciélago a otro animal, tal vez una serpiente, y allí los dos
códigos genéticos se mezclaron de una manera desafortunada; y de ese
segundo invitado dio otro salto al hombre, como un asteroide que arroja
un elemento químico desconocido a la Tierra. No tenemos anticuerpos
efectivos y no tenemos vacunas. Ni siquiera tenemos estadísticas.
Traducido al modelo SIR, significa que todavía somos todos susceptibles. Pregunta de examen de matemáticas: "¿Cuántos Susceptibles tiene el Covid-19 hoy?". Respuesta: "Algo más de siete mil millones".
Pronóstico del tiempo
Otra aberración común se refiere a la furia de los medios sobre el "paciente cero" en Italia. Patient Zero es un título perfecto para una serie distópica de Netflix o para una película de zombies, de hecho ya existe. Pero el paciente italiano cero ha sido de casi cero interés para los epidemiólogos durante días.
Desde
ese punto de origen fantasma, las líneas secundarias y terciarias ya se
han ramificado, silenciosas trayectorias de contagio, muchas de las
cuales probablemente están latentes. En Florencia, en Liguria, en
Alemania, en los Estados Unidos, quién sabe dónde.
Y finalmente, está el álgebra del peligro,
que también es engañoso. Dividimos el número de muertes entre el número
de brotes: cero coma cero algo. Traducido: "¡No morirás!". Mientras,
los virólogos se dejan la garganta repitiendo que el verdadero problema
es otro. La tasa de hospitalización requerida para Covid-19 es, de hecho, bastante alta.
Si
todos o la mayoría de los Susceptibles se infectan demasiado rápido,
nuestro sistema de salud recibiría una colisión peligrosa. No tendríamos
los recursos necesarios para enfrentarnos adecuadamente a tal
eventualidad. Nos volveríamos locos.
Las acciones "exageradas" que
emprendió primero China, después Italia, se basan en escenarios que
también son matemáticos. No en rumores, no en impresiones vagas, tampoco
en la histeria colectiva. Alessandro Vespignani, que desarrolla estos escenarios en la Universidad Northwestern en Boston, me dijo: "Es como con el pronóstico del tiempo".
La
base de las simulaciones es el modelo SIR simple que hemos descrito,
pero la teoría se aplica a la situación real de nuestro planeta, de
nuestra sociedad. Todos los datos disponibles se utilizan para alimentar
el modelo con la realidad: los mapas satelitales de la NASA, las rutas
de vuelo y el número de sus pasajeros, información sobre cada
interacción humana medible e incluso ciertas medidas correctivas
psicológicas, como el miedo. He aquí un área en la que el Big Data se utiliza para salvar nuestras vidas.
Las
simulaciones, una vez lanzadas, muestran cómo se desarrollará la
epidemia en los próximos días dentro de ciertos márgenes de error, si se
convertirá en una pandemia o desaparecerá. De esos análisis proceden
las decisiones de los gobiernos. Que levante la mano ahora quien no se
cree la predicción del tiempo, quien planea unas vacaciones en la playa
para mañana mismo sabiendo que El Tiempo da 90% de probabilidades de
inundación.
Susceptibles y sospechosos
He
aquí un hecho curioso: la difusión de noticias falsas está bien
descrita por los mismos modelos SIR que se usan para las epidemias.
Incluso respecto a las fake news, cada uno de
nosotros pertenece a uno de los tres conjuntos: el Susceptible, el
Infectado o el Recuperado. Lástima que en este caso tengamos muchas más
dificultades para elegir el lugar correcto. A menudo, ser susceptible a
lo falso equivale a sospechar de la verdad. El esfuerzo por aceptar que
algo radicalmente nuevo y "fuera de lo común" está sucediendo es otro
rasgo profundamente humano de nuestra psique.
Una forma de
renuencia hacia lo inesperado, hacia lo desconcertante y, sobre todo,
hacia lo complejo, es la que nos ha llevado a tardar décadas en aceptar
el cambio climático. Un mecanismo defensivo similar se desarrolla hoy
contra el coronavirus. No tenemos anticuerpos contra el Covid-19,
pero los tenemos contra todo lo que nos desconcierta. Es una paradoja
de nuestro tiempo: mientras la realidad se vuelve cada vez más compleja,
nos volvemos cada vez más refractarios a la complejidad.
Y sin
embargo, lo que está sucediendo estos días no es realmente inaudito. "En
Singapur, el gobierno y los funcionarios de salud trabajaron juntos
para evitar la propagación de la infección. Las medidas draconianas se
implementaron no sólo en los hospitales: cuarentena obligatoria para
todos los casos sospechosos, multas y condenas para aquellos que no
respetaran el aislamiento, cierre de un gran mercado, cierre de
escuelas, controles periódicos de temperatura para todos los taxistas. Y así la epidemia fue domesticada".
Parece lo está diciendo hoy, pero David Quammen hablaba de lo que sucedió en 2003 con el SARS. Describe medidas idénticas a las adoptadas en el área italiana de Lodi,
con la única diferencia de la severidad de las sanciones penales,
porque nuestro sistema se basa en la confianza en los ciudadanos, en el
axioma de su plena colaboración.
Spillover, el libro de Quammen,
merece un artículo en sí mismo. Baste decir aquí que es la mejor manera
de comprender las diversas facetas de la complejidad de esta epidemia.
No vivirlo como si fuera una extraña excepción o un flagelo divino.
Relacionarlo con otros desastres ecológicos de nuestro tiempo, como la
deforestación, la eliminación de ecosistemas, la globalización y el
cambio climático en sí. Incluso entrar en la mente del virus, descifrar
sus estrategias, comprender por qué la especie humana se ha vuelto tan
codiciosa de cada patógeno en circulación.
A veces Spillover da
miedo, es cierto, ahí esta el murciélago negro en la portada, y a veces
incluso te hace saltar, por ejemplo cuando se preguntas, en 2012, si el
próximo Big One, la próxima gran epidemia esperada por
los expertos, la causará un virus que aparecerá "en un mercado de una
ciudad en el sur de China". ¿Predicción? No. Sólo ciencia. Y un poco de
Historia. Es extraño que Spillover no esté agotado en tiendas, como los geles antisépticos y las mascarillas.
Coronavirus: ¿Cómo los científicos están en busca de una vacuna para la enfermedad?
Laboratorios en los Estados Unidos dicen que la
vacuna se planeo en sólo 3 horas y se espera que las pruebas en humanos
estén disponibles en junio.
Un nuevo virus mortal ha dejado a miles de personas
infectadas y aún no existe ninguna cura. Sin embargo, no es la primera
vez que sucede algo así.
Sólo en los últimos cinco años el mundo ha enfrentado
brotes de ébola, Zika, Mes (otro tipo de coronavirus), y ahora el
simplemente conocido como 2019-nCoV.
El virus ha infectado a miles de personas, principalmente en China y le ha arrebatado la vida a más de 100 personas.
A diferencia de los brotes anteriores, donde las vacunas
para proteger a las personas tardaban años en desarrollarse, la
investigación sobre un antídoto comenzó en solo unas horas después de
que se identificara el virus.
Las autoridades chinas publicaron rápidamente su código
genético. Esta información ayudó a que los científicos determinaran de
dónde proviene el virus, cómo puede mutar a medida que se desarrolla el
brote y cómo proteger a las personas de él.
Con los avances tecnológicos y un mayor compromiso de los
gobiernos de todo el mundo para financiar la investigación se pudo
actuar rápidamente.
Velocidad sin precedentes.
En el laboratorio Inovio en San Diego, los científicos
están utilizando un tipo relativamente nuevo de tecnología de ADN para
desarrollar una vacuna potencial. Actualmente se llama ‘’INO-4800’’, y
hay planes para comenzar las pruebas en humanos a partir de junio.
Kate Broderick, vicepresidenta senior de investigación y
desarrollo de Inovio, dice: ‘’Después de que China proporcionó la
secuencia de ADN para este virus, pudimos incorporarla a la tecnología
informática de nuestro laboratorio y diseñar una vacuna en sólo tres
horas’’’.
“Nuestras vacunas son innovadoras porque usan secuencias
de ADN del virus para atacar partes específicas del patógeno a las que
creemos que el cuerpo tendrá la respuesta más fuerte”, dice Broderick.
“Luego, usamos las propias células del paciente para
convertirnos en una fábrica de vacunas, fortaleciendo los mecanismos de
respuesta natural del cuerpo”.
Los científicos esperan tener una vacuna lista para probar
en humanos a principios de junio. Inovio dice que si las pruebas
iniciales en humanos son exitosas, se llevarán a cabo pruebas más
grandes, idealmente en un escenario de brote en China “para fin de año”.
Es imposible predecir si este brote habrá terminado. Pero
si no hay eventos imprevistos en el cronograma de Inovio, la compañía
dice que será la nueva vacuna más rápida jamás desarrollada y probada en
una situación de brote.
Cuando apareció un virus similar por última vez, el virus
del SARS en 2002, China tardó en dejar que el mundo supiera lo que
estaba sucediendo. Luego, cuando comenzó a desarrollarse una nueva
vacuna, el brote casi había terminado.
Aunque los esfuerzos para crear una vacuna para este nuevo
coronavirus se han acelerado, la investigación aún se encuentra en una
etapa temprana en todas las instalaciones de la carrera para encontrar
una nueva vacuna. Los ensayos clínicos toman tiempo y tienen el mayor
impacto en un entorno de brote.
“Comprender la enfermedad, sus reservorios, su
transmisión, su gravedad clínica y el desarrollo de medidas efectivas es
esencial para controlar el brote”.
La OMS debe decidir qué vacuna se probará en humanos primero en los próximos días.
Por primera vez, científicos convierten células madre en células productoras de insulina
Las inyecciones de insulina pronto podrían ser una cosa del pasado.
Aunque el tratamiento de la diabetes tipo 1 ha recorrido un largo camino desde que se describió por primera vez en el Antiguo Egipto, las inyecciones de insulina y los pinchazos en los dedos son una parte diaria de la vida de muchos diabéticos.
Pero los investigadores acaban de hacer un gran avance que podría
hacer que un día estas tecnologías se vuelvan obsoletas, al transformar
las células madre humanas en células funcionales productoras de insulina
(también conocidas como células beta), al menos en ratones.
“Ahora podemos generar células productoras de insulina que se ven y
se parecen mucho a las células beta pancreáticas que tenemos en nuestro
cuerpo”, explica uno de los integrantes del equipo, el microfisiólogo Matthias Hebrok de la Universidad de California en San Francisco (UCSF).
“Este es un paso crítico hacia nuestro objetivo de crear células que podrían trasplantarse a pacientes con diabetes”.
La diabetes tipo 1 se caracteriza por una pérdida de insulina debido a
que el sistema inmunológico destruye las células en el páncreas; por lo
tanto, los diabéticos tipo 1 deben introducir su propia insulina
manualmente. Aunque este es un sistema bastante bueno, no es perfecto.
Las personas con la afección pueden llevar una vida mayoritariamente normal, pero tienen un mayor riesgo de problemas como insuficiencia renal, enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular.
Existen otros métodos para controlar la diabetes tipo 1, como la
introducción de nuevas células beta o el reemplazo del páncreas dañado
por uno nuevo, pero ambas opciones tienen una disponibilidad limitada,
ya que las nuevas células u órganos deben tomarse de donantes de
órganos.
Para solucionar el problema del donante, los investigadores, incluido
el equipo de UCSF, han estado trabajando para que las células madre se
conviertan en células beta pancreáticas completamente funcionales durante los últimos años, pero ha habido algunos problemas para que lleguen hasta allí.
“Las células que nosotros, y otros estábamos produciendo se estaban
atascando en una etapa inmadura en la que no podían responder
adecuadamente a la glucosa en la sangre y secretar la insulina
adecuadamente”, dijo Hebrok .
“Ha sido un gran cuello de botella para el campo de la medicina”.
Pero cuando el equipo observó la forma en que se desarrollaban estas
células en el páncreas, encontraron oro. Aquí, las células se separan
del resto del páncreas y se organizan en protuberancias llamadas islotes pancreáticos.
El equipo investigó este proceso en una placa de Petri, separando
artificialmente las células madre pancreáticas para reorganizarlas en
los grupos en forma de islotes que forman naturalmente en el
cuerpo. Esta disposición permitió que las células madre pancreáticas
maduraran y funcionaran de manera muy similar a como lo hacen las
células normales productoras de insulina.
Y aún mejor, cuando estos islotes fueron trasplantados a ratones
sanos, encontraron que las células producían insulina en respuesta a los
niveles de azúcar en la sangre en cuestión de días.
Por supuesto, al igual que con cualquier estudio con ratones, todavía
no podemos entusiasmarnos demasiado. Todavía hay mucho trabajo por
hacer antes de que esto se convierta en un tratamiento útil para los
humanos. Por un lado, si introdujera nuevas células madre pancreáticas
en un diabético tipo 1, es probable que el sistema inmunitario aún las
destruya.
Esto significa que cualquier persona que se someta a este tratamiento
tendría que usar supresores inmunitarios por el resto de su vida, un
problema que también se presenta con las donaciones de órganos y
células.
Pero este último paso sigue siendo un gran paso adelante, y el equipo
ahora está trabajando para resolver estos otros problemas. Por ejemplo,
están investigando si CRISPR puede
usarse para cambiar las células madre lo suficiente como para que
puedan volar bajo el radar del sistema inmunitario hiperactivo.
“Finalmente podemos avanzar en varios frentes diferentes que antes estábamos cerrados”, agregó Hebrok . “Las posibilidades parecen infinitas”.
CC: Nature Cell Biology https://nation.com.mx/ciencia-medica/convierten-celulas-madre-celulas-insulina/?fbclid=IwAR1zIhZYfvCkYZm0RfVy_StNejFOrgL3jiHZuyLPlsYoyFXYRgKql9uC3Do
Aquí
está nuestra lista anual de avances tecnológicos que creemos que
marcarán una diferencia real en la resolución de problemas importantes.
¿Cómo los hemos elegido? Para crear nuestra lista evitamos cosas como
los trucos puntuales y los aparatos nuevos y sobrevalorados. En lo que
sí nos fijamos es en aquellos avances que realmente cambiarán nuestra
forma de vivir y trabajar
La receta de Bunge para pasar de los 90 años: “No leer a los
posmodernos, no fumar, no beber alcohol y no hacer demasiado deporte;
mantener ágil el cerebro: si uno deja de aprender, el cerebro deja de
funcionar"
Muere el científico y filósofo Mario Bunge, uno de los más grandes pensadores en lengua española
El pensador argentino, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 1982, ha muerto a los 100 años de edad
El físico y filósofo argentino Mario Bunge
(Buenos Aires, 1919) ha muerto a los 100 años de edad este martes en un
hospital de Montreal, ciudad en la que residió durante 40 años. Fue un
pensador racionalista, defensor del realismo científico y de la
filosofía exacta, y uno de los científicos de lengua española más reconocidos y citados de la historia según The Science Hall of Fame.
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En 1982 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades
por su contribución “al análisis y fundamentación de teorías en el
campo de las Ciencias Naturales y Sociales con una larga serie de
trabajos que vienen influyendo grandemente en la investigación que se
realiza en estas materias tanto en España como en Hispanoamérica”.
Bunge fue autor de medio centenar de obras. En 1967 publicó un ambicioso tratado de teoría de la ciencia, Scientific Research, que se tradujo al español dos años después (La investigación científica) y ha tenido una gran repercusión en el campo de la filosofía de la ciencia.
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El filósofo tuvo una brillante carrera universitaria que comenzó a
los 18 años, estudiando física y matemática en la Universidad Nacional
de La Plata y doctorándose en 1952 en Ciencias Físicomatemáticas. Fue
fundador, en 1944, de la Asociación Física Argentina. Su compromiso
ético y político truncó su carrera universitaria durante el peronismo,
pero fue reincorporado tras la caída de Perón a la Universidad de Buenos
Aires y nombrado catedrático de Física Teórica y Filosofía de la Ciencia.
en 1963 abandonó Argentina y tras pasar por varias universidades
alemanas y americanas se estableció definitivamente en la Universidad
McGill de Montreal, Canadá, aunque continuó ejerciendo como profesor
visitante en universidades de varios países.
Entre sus obras en lengua castellana destacan, además, Teoría y realidad, Filosofía de la física, Epistemología, Materialismo y ciencia, El problema mente-cerebro, Economía y filosofía, Filosofía de la psicología (en colaboración con R. Ardila), Mente y sociedad y Las ciencias sociales en discusión. En 2011 publicó un ensayo en titulado Las pseudociencias, ¡vaya timo!, en el que arremetía contra todo tipo de disciplinas de escaso fundamento científico, desde la parapsicología al psicoanálisis.
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https://elcultural.com/muere-el-cientifico-y-filosofo-mario-bunge-uno-de-los-mas-grandes-pensadores-en-lengua-espanola
Muere Mario Bunge, uno de los científicos hispanohablantes más citados de la historia
El pensador argentino había cumplido 100 años el pasado septiembre
El científico y filósofo argentino Mario Bunge
ha muerto esta noche en un hospital de Montreal, ciudad en la que
residía desde 1966, según han confirmado a EL PAÍS fuentes cercanas a la
familia. Bunge es uno de los científicos hispanohablantes más citados
de la historia y acababa de cumplir 100 años el pasado septiembre. Ha
publicado medio millar de artículos y más de un centenar de libros, y
fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y
Comunicación en 1982 por la influencia internacional de su filosofía.
También recibió más de una veintena de doctorados honoris causa, además de cuatro profesorados honorarios en universidades europeas y americanas. Era miembro del Consejo Editorial de Materia. La familia no realizará ningún tipo de ceremonia, como era deseo del propio científico.
Mario Bunge nació en el Gran Buenos Aires el 21 de septiembre de
1919. Fue profesor de Física Teórica y Filosofía, primero en la
Universidad de La Plata y luego en la Universidad de Buenos Aires. En la
actualidad era profesor de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill
(en Montreal), donde impartía clase desde 1966. En 1938, con menos de
20 años, fue fundador y dirigente de la Universidad Obrera Argentina,
que llegó a tener más de 3.000 estudiantes antes de ser clausurada por
el peronismo en 1943. Bunge, que dominaba el inglés, el francés y el
alemán, también dio clases en decenas de universidades americanas y
europeas. Durante toda su carrera fue especialmente conocido por su
lucha incansable contra las pseudociencias.
Su libro más conocido es La ciencia, su método y su filosofía,
publicado en 1960, en el que explica las bases del método científico,
pero ha escrito docenas de libros más sobre filosofía de la ciencia y
epistemología, y también sobre física teórica, psicología, matemáticas y
ontología, entre ellos los ocho volúmenes de su Tratado de filosofía básica.
Bunge conversó con EL PAÍS el año pasado, con motivo de su 100 cumpleaños.
"La política internacional me parece un desastre y los populismos de
derecha son alarmantes", decía. También reflexionaba sobre el valor de
la ciencia y la importancia que tiene realizar inversiones sostenidas en
ella. "No sabemos medir la velocidad de la ciencia, pero lo que sí
sabemos es que los recortes a los gastos científicos equivalen a
recortes del cerebro y benefician solo a los políticos que medran con la
ignorancia". Además, se mostraba especialmente preocupado por el estado
de la filosofía: "La filosofía está pasando por un mal trance, porque
no hay pensamiento original, casi todos los profesores de filosofía lo
que hacen es comentar a los filósofos del pasado, no abordan problemas
nuevos, como el de los problemas inversos".
Una de sus batallas constantes, por las que seguía escribiendo libros
y dando entrevistas, era la lucha contra la pseudociencia. En un texto
publicado en EL PAÍS en 2017 alertaba contra "el pseudocientificismo",
que consiste en "presentar pseudociencias como si fuesen ciencias
auténticas porque exhiben algunos de los atributos de la ciencia, en
particular el uso conspicuo de símbolos matemáticos, aunque carecen de
sus propiedades esenciales, en especial la compatibilidad con el
conocimiento anterior y la contrastabilidad empírica".
Sabemos que la longevidad, aunque depende del estilo de vida, también depende de la suerte. Yo he tenido mucha buena suerte"
Bunge fue maestro e inspiración de toda una generación de científicos
hispanohablantes. Con motivo de su 100 cumpleaños, el neurocientífico Ignacio Morgado lo celebraba así:
"Trabajador infatigable y diligente, en su retiro canadiense, Mario
Bunge sigue ocupándose actualmente de temas de ciencia, filosofía
política y filosofía y sociedad". Morgado recuerda al teléfono que se
escribía prácticamente cada día con Bunge, hasta que hace dos o tres
días el filósofo dejó de responder. "La humanidad del profesor Bunge",
escribía Morgado con motivo de su 100º aniversario, "se refleja no solo
en su ideología social, en la dimensión moral de su pensamiento y en sus
reivindicaciones de la justicia, la igualdad de oportunidades para
hombres y mujeres, la democracia económica y la racionalidad, sino
también en situaciones especiales de su vida académica, como cuando se
culpabilizó a sí mismo, públicamente, por creer que había sido poco
solidario con la doctora Justine Sergent, una competente, laboriosa,
bien parecida y posiblemente envidiada, neuropsicóloga del famoso
Instituto Neurológico de Montreal, que acabó suicidándose a los 42 años,
al igual que su marido, al no ser capaz de resistir la humillación y la
presión social que tuvo que afrontar tras ser acusada de haber violado
el código deontológico de su profesión".
Morgado y el filósofo Avelino Muleiro recuerdan así a Bunge en un artículo enviado este martes a EL PAÍS con motivo de su muerte:
"Ha estado trabajando como profesor emérito hasta casi el final de sus
días y creemos acertado decir que cuanto más ha profundizado en la
naturaleza humana más ha querido acoplar ese conocimiento a la bondad y a
la lucha por construir un mundo mejor, lejos de guerras e injusticias".
"De él hemos aprendido que la adopción universal de una actitud
científica puede hacernos más sabios y más cautos en la recepción de
información, en la admisión de creencias y en la formulación de
previsiones; más exigentes en la contrastación de nuestras opiniones y
más tolerantes con las de los otros; más dispuestos a inquirir
libremente acerca de nuestras posibilidades y a eliminar mitos
consagrados que solo son mitos", dice Morgado.
Bunge estaba casado con la matemática italiana Marta Cavallo y tenía
cuatro hijos, todos ellos profesores universitarios (su hija Silvia es
una reconocida neurocientífica),
10 nietos y otros tantos biznietos. En su entrevista con EL PAÍS
reflexionaba sobre la longevidad: "Mientras residí en mi patria no
imaginé que alcanzaría a cumplir un siglo, o siquiera a dormir una noche
entera, porque allá la vida dependía de la policía. Aquí [en Canadá],
donde no temo a los policíacos, no se piensa lúgubremente. Pero sabemos
que la longevidad, aunque depende del estilo de vida, también depende de
la suerte. Yo he tenido mucha buena suerte".
"Siempre pensé que MB era el
filósofo de la ciencia que necesitaban los cc ss. UN poco bruto, pero, a
la vez, preciso. Y que no dejaba pasar una, cuando olía las trampas. Y
no se acojonaba con nadie. Iba por libre. A veces, esas virtudes se
tornaban en defectos. Le pasó cuando se metió con los economistas y la
teoría de juegos. Atinaba en general, pero en los detalles siempre le
sacaban los colores." Su manual (traducido por
sacristán) la investigación científica es de lo mejor...también me gusto
biofilosofía....las páginas dedicadas a ontología son muy buenas (sobre
eso luego escribió ya un tratado en varios volumenes, no traducido) Felix Ovejero - Todo
auténtico filósofo de la ciencia tiene dos finalidades: la una teórica y
la otra práctica. La primera es entender la investigación científica y
algunos de sus resultados. La otra es ayudar a los científicos a afilar
conceptos, refinar teorías, examinar métodos, poner al descubierto
supuestos filosóficos, participar efectivamente en controversias
científicas y sembrar dudas acerca de hallazgos que parecen
incontrovertibles. Ambas finalidades se complementan."
El día de hoy desperté con una noticia que, aunque todos sabíamos que
llegarían en algún momento, lo cierto es que a todos nos parece
demasiado pronto: Mario Bunge murió
hace solo unas horas, durante la noche del 24 de febrero. Como muchos
por aquí sabrán, Bunge es, en mi humilde opinión (la cual he visto que
comparten otros tantos) el filósofo más importante en la segunda mitad
del siglo XX y de las primeras décadas del XXI, no solo por su capacidad
de abordar un abanico de temas de la ciencia, la filosofía y la
política, sino por ser el creador de todo un sistema filosófico original
y fértil sobre el que se han basado el trabajo de numerosos académicos
alrededor del mundo. Justo anoche estaba repasando el "Epílogo" de la
versión actualizada de su bella obra, La investigación científica (2000).
Mi opinión también tiene un componente personal: Bunge fue el escéptico
que más me ayudó en mi formación contra las pseudociencias, al ofrecer
explicaciones sistemáticas de este fenómeno, y esclarecer los motivos
por los cuales es importante denunciarlas; pero no solamente deben ser
denunciadas pseudociencias como el psicoanálisis, la parapsicología o la
homeopatía, blancos relativamente simples, sino también las
pseudociencias sociales, aquellas que infectan universidades,
instituciones públicas y gobiernos enteros, matando a la gente de
hambre, tal como hacen el marxismo y la economía escolástica conocida
como modelo neoclásico.
Si tuviera que describir a Bunge en una sola palabra, diría: grande. Elegiría esta palabra aludiendo a la Gran filosofía a la que pertenecía, que Jesús Mosterín definía
como "la filosofía que se parece a lo que hacían Aristóteles,
Descartes, Leibniz, Kant o Russell"; es decir, aquella filosofía que
brindaba luz sobre un número nada despreciable de problemas, gracias a
un sistema en donde las interrogantes de la ontología, la semántica o la
epistemología se relacionan a su vez con la ética, la lógica, la
metodología y la axiología. La solución a problemas éticos, así, se ve
incompleta si no se encuentra sustentada por supuestos de tipo
semánticos, ontológicos y axiológicos también. Este es precisamente el
error que muchos filósofos parecen cometer a la hora de ofrecer una
propuesta aislada dentro de un campo, y no se diga de aquellos que solo
acaban haciendo una nota muy larga al pie de página de algún autor de
siglos pasados.
Para Bunge, la filosofía consistía en buscar soluciones a problemas
reales, complicados y fascinantes, emprendiendo el mismo objetivo de la
ciencia básica, a saber, la búsqueda desinteresada de la verdad. Aunque
hoy día sigue habiendo filósofos vivos interesantes (Dennett, Searle,
Kitcher, Pigliucci, Ruse, entre otros), ninguno parece presentar el
mismo enfoque, ninguno ofrece el nivel de sistematicidad que ofrecía
Bunge, como en algún momento lo hicieron otros grandes filósofos ya
mencionados. Y al igual que para otros grandes filósofos, la filosofía
no era un asunto de intelectuales aburridos y sin mucho que opinar sobre
el mundo real. La filosofía era una herramienta con doble uso: uno
teórico y otro práctico. La filosofía ayuda a esclarecer conceptos,
proponer ideas originales y rigurosas, descartar pseudoproblemas y
denunciar la charlatanería ahí donde se la encuentre, incluso dentro de
la academia. Pero también puede ser una guía útil en el quehacer
profesional y personal, al ofrecer las herramientas necesarias para
evitar caer en el oscurantismo, y concentrarse en aquellos problemas que
son un reto al cerebro humano, cuyas soluciones terminan aportando algo
nuevo al conocimiento o a la mejora de la civilización.
Leer la obra de Bunge no solo resulta en una inspiradora experiencia,
sino también es formativa, como él mismo admitía en varios de sus
libros, que bien pueden ser usados a modos de manual autodidacta o de
libro para cursos universitarios completos, con un enfoque cientificista
del que siempre sintió orgullo. Bunge aconsejaba a cualquiera que
decidiera dedicarse al malquerido campo de la filosofía de la ciencia.
Sus más brillantes consejos, inmortalizados como el último capítulo de
su Epistemología (2006), siguen siendo la base para ser un buen estudiante, pero también para exigir una buena formación:
1. Cerciórese de que es capaz de realizar trabajo intelectual productivo, y ello de la única manera posible: intentándolo.
2. Asista a buenas escuelas y rodéese de gentes inteligentes y
productivas, con intereses amplios, así como de profesiones y edades
diversas.
3. Estudie a fondo una ciencia o tecnología.
4. No se contente con leer y asistir a algunos cursos: siga estudios
formales intensivos, sométase a exámenes y, en general, cumpla los
requisitos para obtener un grado de licenciado en una ciencia pura o
aplicada.
5. Especialícese en una ciencia o tecnología determinada sin descuidar las demás disciplinas científicas.
6. Estudie filosofía por su cuenta al mismo tiempo que estudia ciencia o tecnología.
7. Introdúzcase a la filosofía por vía histórica o por la puerta de la
lógica, según su disposición actual, pero no descuide ninguno de los dos
polos.
8. No se limite a estudiar libros: consulte revistas y escriba, escriba
incansablemente, desde meras fichas de datos hasta ensayos de diversa
longitud.
9. Busque y ejerza la crítica pero no se deje aplastar por ella ni la
ejerza por mero placer. Ejérzala con moderación y con ánimo de
contribuir al avance de los conocimientos más que para sobresalir o para
vengarse.
10. Comience por abordar problemas modestos pero apunte a problemas
ambiciosos. La modestia inicial es necesaria por la escasez de
conocimientos, pero no es cosa de pasarse la vida en el jardín de
infantes. No es lo mismo modestia que impotencia.
Al final, sus consejos en el camino de volverse un filósofo de la
ciencia con todas sus letras, se resumían en uno: "Escoja el camino
largo, no sólo porque es el único que lleva a donde usted quiere llegar,
y no sólo por que es el único honesto, sino también porque es el único
interesante."
Un intelectual que tuvo intercambios personales con grandes de la
ciencia y la filosofía, como Popper, Born, Sabato, Kuhn, Quine, Rescher,
Mayr, Hebb, Kurtz. Un escéptico que reformó el movimiento escéptico,
exigiendo siempre el no conformarse con platillos voladores y cucharas
dobladas, que criticaba abiertamente que los pensadores críticos, en
pleno siglo XXI, pensaran que el regreso de pie grande importaba más que
las injusticias del neoliberalismo. Un ateo que nunca se cansó de
repetir "el ateísmo no basta", pues no se construyen alternativas
humanistas solo de negaciones. Un filósofo que, más de una vez, ha sido
malinterpretado o vilmente ignorado por el nivel de rigurosidad que
mostraba, y por su desprecio a los posmodernos y otros charlatanes de la
academia. Un socialista que desde su juventud, velaba por aportar algo a
la lucha por la justicia y la disminución de la desigualdad, desde la
fundación de una universidad obrera (cerrada por la dictadura peronista)
hasta la crítica y la propuesta de un socialismo auténtico,
cooperativista, siempre defiendiendo el ideal de su padre, el médico y
político socialista Augusto Bunge, quien vestía de traje y
defendía que los socialistas luchan porque un día, toda persona tenga lo
justo y lo necesario para vivir tan bien, que todos podrían lucir de
traje porque todos tendrían para comprarlo.
No tuve el honor de conocer en persona a Mario Bunge (apenas si logré
intercambiar un par de correos cortos con él), pues hacía décadas que
Bunge no se presentaba en México, y hasta donde sé, nunca se interesó
por conocer Jalisco. Aún así, Bunge se convirtió también en mi maestro,
mi maestro de filosofía de la ciencia, filosofía de la tecnología,
filosofía política, ética, ontología, y también en pensamiento crítico.
Algunos contactos escépticos acusaban a Bunge de haberse perdido por sus
ácidos hombres de paja contra divulgadores como Dawkins y Pinker,
o por presentar ciertas vaguedades y errores en alguna entrevista
publicada en internet, así como ideas más que discutibles en campos tan
diversos como la economía, la biología, la psicología y la física
cuántica. Más que creer que Bunge pudiera ser un ídolo que sabría todas
las respuestas, y que todas sus respuestas fueran correctas, era un
intelectual honesto, que presentaba sus ideas, sus críticas y sus
propuestas con claridad, quizás con demasiada para muchos. Podía estar
equivocado en más de una, pero resulta innegable sus aportes al estudio
metacientífico de cualquiera de las disciplinas mencionadas.
La obra de Mario Bunge sigue viva. Su sistema filosófico, aunque aún
bastante inexplorado por los filósofos profesionales, continúa siendo
una base original y fértil sobre la cual construir la filosofía
científica, proyecto que podemos rastrear hasta los ilustrados
radicales, como el Barón d'Holbach, pero que, por una u otra
razón, no se ha logrado concretar. La diferencia del sistema de Bunge
con los sistemas de Aristóteles, Kant o Marx, es precisamente que sigue
siendo dinámico, que puede complementarse, corregirse y aumentarse,
mientras que los sistemas de los grandes filósofos del pasado se
oxidaron, en gran medida por culpa de sus pupilos quienes se limitaron a
hacer escolástica en vez de seguir los pasos del maestro en hacer
filosofía. Solo el tiempo dirá si el de Bunge, será un sistema que siga
innovando y contribuyendo a la búsqueda de la verdad. Yo planeo
contribuir, aunque sea, con un grano de arena para crear ese camino, y
creo que ese es el mejor homenaje que cualquiera puede hacer a la
memoria del filósofo, del humanista, del maestro Mario Bunge.
* Memorias. Entre dos mundos, la autobiografía de Mario Bunge, Editorial Gedisa, Argentina, 2014.
* "El último humanista", entrevista a Mario Bunge realizada por su amigo, el astrofísico argentino Gustavo Esteban Romero, para el blog Filosofía en la Red.
Mario Bunge: “Sólo los fanáticos odian a las personas tanto como a las doctrinas”
Recién
regresado a Montreal (donde vive) tras dos semanas de vacaciones en las
Antillas, Mario Bunge (Buenos Aires, 1919) responde por correo
electrónico a El Cultural con rapidez y minuciosidad insólitas a cada
nueva tanda de preguntas de lo que acaba siendo una vertiginosa
conversación transoceánica. Y eso que: “Ya no estoy tan ágil como a los
noventa años”. El sabio Bunge, filósofo analítico y uno de los
científicos más citados, ha publicado 'Las pseudociencias, ¡vaya timo!'
(Laetoli), la primera recopilación en español de sus textos sobre las
pseudociencias dispersos en publicaciones científicas anglosajonas. Una
denuncia de las supercherías de todo pelaje, de la parapsicología al
psicoanálisis, sin olvidar teorías económicas y determinismos varios. Un
libro con voluntad polémica.
En la comunidad científica la cita es un elemento clave para la
difusión y convalidación de los hallazgos. Si buscamos al científico
nativo en español más citado de los dos últimos siglos, según el
exhaustivo Hall of Fame hecho público recientemente por la Association
for the Advancement of Science, el primero que encontramos de una lista
encabezada por Bertrand Russell, Charles Darwin y Albert Einstein es al
también filósofo escéptico y apasionado racionalista argentino Mario
Bunge (Buenos Aires, 1919). En Las pseudociencias, ¡vaya timo!
(Laetoli) Bunge, de cuya extensísima producción intelectual dan cuenta
medio centenar de libros escritos, recopila sus textos fundamentales
sobre las pseudociencias y presenta una apología irrenunciable de la
ciencia. Y una vacuna contra los timos que nos infectan a
diario: pulseras energéticas, babas de caracol rejuvenecedoras,
horóscopos, cátedras homeopáticas en universidades, supercuerdas…
¿Por qué la filosofía?
Pregunta. Stephen Hawking dispensa en su último
libro sendas necrológicas de la religión y de la filosofía. ¿Por qué
usted, reconocido ateo, se niega a dejar de ser filósofo por mor de ser
científico? Respuesta. Los filósofos se plantean problemas mucho
más generales que los científicos. Por ejemplo, qué es la materia, en
lugar de preguntarse sobre las propiedades del agua o de la llamada
materia oscura. Y se permiten poner en duda algunas
especulaciones de los científicos, tales como las de Hawking sobre el
mal llamado origen del universo, que en realidad es el origen de la
expansión del universo. Análogamente, los filósofos de la mente
se preguntan sobre la naturaleza de los procesos mentales en general,
en lugar de averiguar, por ejemplo, cómo interactúa el órgano del
conocimiento -la corteza cerebral- con el de la emoción -el llamado
sistema límbico”.
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P. Las pseudociencias son un timo, pero, ¿no suele el “timador” aprovecharse de la avaricia del timado? R.
Los chamanes y psicoanalistas no recurren a la avaricia sino al deseo
de comprender la vida sin estudiarla seriamente. Como dijo Borges, los
psicoanalistas explotan el narcisismo, en particular el concreto deseo
de que alguien ajeno se ocupe de nuestros problemas personales.
«Rara vez me topo
con creyentes en la astrología. Supongo que ésta es una de las ventajas
de los que nacimos bajo el signo de Virgo»
P. Cuando escucha la palabra “energía”, ¿echa mano a la pistola? R.Empiezo
por preguntar si se trata de una energía especial, tal como la
gravitacional o la química, o del concepto general de energía.
Si es lo primero, sugiero que se consulte obras científicas; si lo
segundo, observo que el concepto general de energía pertenece a la
ontología, donde puede definirse como la capacidad de cambiar. De esto
trata un capítulo de mi próximo libro, Filosofías y fobosofías. P. ¿Y cuando alguien se justifica “es que los Capricornio somos así…”? R. Tengo la suerte de que rara vez me topo con creyentes en la astrología. Supongo que ésta es una de las ventajas de los que nacimos bajo el signo de Virgo. P. ¿Que un farmacéutico venda homeopatía es como si un arquitecto edificara sin materiales? R. Buena
analogía. Desgraciadamente, la enorme mayoría de los creyentes en la
homeopatía no saben que algunas de las diluciones que les venden como
fármacos homeopáticos son del orden de una molécula por galaxia, lo que las hace totalmente ineficaces.
En la atiborrada pasarela de las pseudociencias hay estrellas que
despuntan. Y no es fácil estar al día de las que más se llevan.“Depende
del país. En Argentina todas prosperan por igual. En México, el
chamanismo herborístico. Y en los Estados Unidos, la teoría económica
estándar”.
«La pseudociencia más extravagante es la psicología evolutiva, que explica todo lo social en términos biológicos imaginarios»
P. ¿Y cuál es la pseudociencia más peligrosa? R. La teoría económica estándar, porque sustenta las políticas económicas de los gobiernos conservadores y reaccionarios, que son enemigos del bienestar de la gente común.
P. ¿Y la más extravagante? R La llamada psicología evolutiva, que pretende explicar todo lo social en terminos biológicos imaginarios, tales como el deseo de todo hombre de difundir al máximo sus genes.
Mario Bunge se doctoró en ciencias físico-matemáticas en la
Universidad de la Plata en 1952. Allí y en Buenos Aires impartió física
teórica y filosofía hasta que dio el portazo a la Argentina en 1963.
Tras enseñar en México, Estados Unidos y Alemania se instaló
definitivamente en Montreal (Canadá) donde obtuvo la cátedra Frothingam
de Lógica y Metafísica de la Universidad McGill. Su carrera, sancionada
por 16 doctorados Honoris causa y por el premio Príncipe de Asturias en
1982, admite escasos parangones.
Pseudociencias en expansión
Siempre acompañaron a sus investigaciones la atención perenne a los
fraudes pseudocientíficos, cuya expansión metastásica hoy considera
Bunge un hecho. Lo demuestra con una impagable lista de ejemplos:
“El determinismo genético de Dawkins, Pinker y Chomsky es más popular
que nunca; un número creciente de físicos defiende que los ladrillos
últimos del universo son los bits o unidades de información; muchos
cosmólogos eminentes sostienen que el universo salió de la nada; la
multimillonaria Templeton Foundation, cuya misión es unir la religión
con la ciencia, acaba de concluir un acuerdo con la American Association
for the Advancement of Science por el cual van a patrocinar juntos
reuniones y seminarios sobre religión, ética y ciencia; hace
dos décadas las universidades norteamericanas ofrecían unos pocos cursos
sobre ciencia y religión, pero hoy son más de 1.000; la Food and Drug
Administration, que está a cargo de la salud pública, tolera que miles
de estafadores prometan por Internet curar enfermedades que la medicina
aún no puede curar…”
Guerra al psicoanálisis
El también filósofo Juan José Sebreli (Buenos Aires, 1930) al que su
compatriota Bunge sólo reprocha que “se meta con el fútbol porque no le
gusta y nunca lo jugó” [en referencia al libro de Sebreli La Era del fútbol,
1998] es otro gran pensador de nacionalidad argentina que comparte con
el entrevistado un enemigo especialmente conspicuo y peligroso en su
país de origen: el psicoanálisis.
Si Sebreli, crítico irredento de los mitos modernos, ha tachado al
psicoanálisis de “irracionalista”, “moda” y “onerosa terapia
interminable” (El Cultural, 27/12/2007), Bunge no es más taimado en su último libro: “El psicoanálisis viola la ontología y la metodología de toda ciencia genuina.
[…] No está cualificado para considerarse una ciencia. Contrariamente a
la creencia general, no es siquiera una ciencia fallida, puesto que
prescinde del método científico e ignora los contraejemplos. Se trata
simplemente de charlatanería psicológica”.
«No me sorprendería que la legión de psicoanalistas argentinos pidiera que se revocara mi nacionalidad»
P. ¿Y la legión de psicoanalistas argentinos no ha pedido la revocación de su nacionalidad? R. Todavía no, pero no me sorprendería que un día lo hagan.
P. ¿Cómo sobrelleva un escéptico el martirio de pegarse día a día con todo el mundo? R. Muy bien, sólo los fanáticos odian a las personas tanto como las doctrinas. Uno
puede ser intolerante con las teorías falsas, pero tolerante con
quienes las sustentan, a condición de que no medren con ellas.
P. Dice usted que una de las pseudociencias con
más adeptos hoy -entre científicos como Richard Dawkins- es el
determinismo genético. ¿Cuál es su falla? R. Lo que pasa es que Dawkins
no es un científico sino un divulgador. Peor, la genética que difunde
no es la científica sino su versión personal de la misma.
Además, jamás se tomó la molestia de aprender el Abecé de la psicología,
que muestra que nuestros procesos mentales están fuertemente influidos
por el entorno social, como señalan los estudios serios sobre gemelos
“idénticos” criados en hogares de clases sociales y ocupaciones muy
diferentes.
Únicos socialistas españoles
P. Que los fraudes se invistan de ropajes científicos, ¿no rinde un homenaje al poder y legitimidad de la ciencia hoy? R.
Efectivamente. En política sucede algo parecido: suele oprimirse o
explotarse a la gente en nombre de la libertad (neoliberalismo) o de la
igualdad (comunismo). P. Ni comunismo ni “neoliberalismo” son teorías científicas de la sociedad. ¿Cuál lo sería? R. Distingamos teoría política de ideología política. Encontrará bastante de ambas en mi Filosofia política (Gedisa, 2009). En particular, verá que, aunque
prefiero la socialdemocracia a sus alternativas, propongo otra, a
saber, el socialismo cooperativista, que aún no ha sido ensayado a
escala nacional. Pero ya lo entrevieron los dos únicos
auténticos socialistas que ha parido España: Louis Blanc (quien floreció
en París aunque nació en Madrid) y el jesuita vasco Jose María
Arizmendiarreta, cofundador de Mondragón.
«Desde 1945 la izquierda europea ha sido infectada por el postmodernismo, que es irracionalista y anticientífico»
P. ¿Por qué la mayoría de los escépticos es de
izquierdas? ¿No son también, tanto la izquierda como la derecha,
supercherías a extinguir? R. Creo que eso ocurrió
entre la Ilustración y la Segunda Guerra Mundial, con la excepción de
los marxistas ortodoxos, que eran dogmáticos y se decían de izquierda. Desde 1945, la izquierda europea ha sido infectada por el postmodernismo, que es irracionalista y, en particular, anticientífico.
Competir por las almas
P. Chesterton decía que cuando dejamos de creer en
Dios empezamos a creer en cualquier cosa. ¿No erigió el catolicismo una
suerte de defensa contra fraudes new age? R. Lo dudo, porque las supercherías postmodernas emergieron mucho después de Chesterton.
Lo que es cierto es que el catolicismo ortodoxo se opone a las demás
supersticiones porque compite con ellas por nuestras “almas”.
Pero también combate a las filosofías procientíficas, en particular las
materialistas. Muchos filósofos católicos comparten y difunden las ideas
de Popper porque éste creía en la mente inmaterial.
P. Señala que la difusión de la superstición es un
fenómeno psicosocial que debería ser sometido a investigación
científica. ¿Cuál es su diagnóstico? R. No lo sé. Los expertos en manipulación de la opinión pública -en materia comercial y científica- son más numerosos que los investigadores de los mecanismos psicosociales involucrados en la credulidad.
P. Si las supersticiones infectan las mentes tal que virus, ¿qué nos vacunaría contra ellas? R.
La única vacuna eficaz es una combinación de educación científica con
reflexión filosófica. La primera no basta, como lo muestra el caso de
eminentes científicos que han creído en la parapsicología, la homeopatía
y otras yerbas. Tampoco basta la filosofía, ya que está llena
de supersticiones, tales como las del alma inmaterial y el conocimiento
intuitivo y a priori.
Al final de la charla, cuando el periodista pregunta al filósofo por
su particular pseudociencia biográfica, la idea defendida antaño de la
que más se avergüenza, la respuesta, parca y exacta, tampoco tarda en
llegar: – La dialéctica de Hegel y sus discípulos marxistas.
Un escéptico contra los espejismos más peligrosos que la superstición José Antonio López Guerrero
Tal y como se afirma popularmente, Mario Bunge, que a sus 91 años continúa siendo uno de los filósofos y realistas científicos más activos de nuestro tiempo, “lo puede decir más alto, pero no más claro». En su libro Las pseudociencias ¡vaya timo!,
de la editorial Laetoli, este porteño universal, premio Príncipe de
Asturias de Humanidades en 1982 carga magistralmente contra las
denominadas pseudociencias, entre las que se encontrarían, según Bunge,
no solo la homeopatía -que a pesar de tener bases científicas más que
dudosas cuenta hasta con un hospital y una cátedra universitaria en
nuestro país- o la pantomima astrológica -con idéntica y nula base
científica que la anterior-, sino también otros ámbitos culturales como
el psicoanálisis o, y cito textualmente “los espejismos políticos, mucho
más peligrosos que cualquier superstición”. Y posteriormente añade: “Argüiré que, aunque en materia política todos somos tuertos, más vale que el ojo vidente sea escéptico”.
Libro fresco, atemporal, que busca la desmitificación intelectual -no
siempre pacífica- de aquellas corrientes del devenir humano que no
puedan ser verificadas con el magisterio de la ciencia.
En este sentido, debo añadir que la desmitificación de muchas
pseudociencias -aunque se podría debatir intensa y extensamente sobre
qué corrientes culturalmente evolutivas incluir bajo este paraguas- es
un trabajo arduo, nada banal. De hecho, incluso en aquellos temas grotescamente alejados del proceder científico, muchos ciudadanos no lo tienen nada claro.
Según un estudio reciente del eurobarómetro sobre las fronteras de la
ciencia realizado en el continente europeo, más de la mitad de los
encuestados consideraron que la astrología les parecía una disciplina
bastante científica. Así, alguien podría considerar a Rappel y sus colegas del horóscopo dominguero “muy” o “bastante” científicos.
Según describe Mario Bunge -introduciéndonos de lleno en la filosofía
de la ciencia que impregna su libro- “el oscurantismo es, en el mejor de
los casos, una forma de escapismo; en el peor de ellos, una cortina de
humo y un instrumento de opresión. ¡Larga vida a la Ilustración!” a lo
que yo añadiría, “a la Ilustración científicamente verificable, si no
cuantificable”.