El ataque del sistema inmune acelera el daño cerebral en el alzheimer
Las células especializadas del sistema inmune que deben proteger al organismo de infecciones y cánceres muestran su lado oscuro en el alzheimer, cuando atacan el propio cerebro y aceleran la neurodegeneración. Así lo demuestra una investigación de la Universidad Washington en San Luis (EE.UU.) que se presenta hoy en la revista Nature y que sugiere que se podría frenar la progresión de la enfermedad con tratamientos de inmunoterapia.
La novedad del trabajo se centra en la proteína tau, que es junto a la beta-amiloide una de las dos proteínas principales alteradas en el alzheimer. La beta-amiloide, contra la que ya se han empezado a desarrollar fármacos, se acumula desde el inicio de la enfermedad en el exterior de las neuronas. La tau, para la que todavía no hay tratamientos, se acumula en el interior de las neuronas en una fase más avanzada del alzheimer, cuando los síntomas se agravan.
El descubrimiento aclara el papel del sistema inmune en la progresión del alzheimer
Los investigadores de la Universidad Washington han demostrado en experimentos con ratones que, cuando hay una acumulación anómala de proteína tau en el cerebro, aumenta la actividad de los linfocitos T citotóxicos, un tipo de células inmunes que tienen la capacidad de destruir otras células. Por el contrario, la acumulación de proteína beta-amiloide no provoca ningún cambio en los linfocitos T.
Han descubierto además cómo los linfocitos causan daños en el cerebro. Concretamente, las microglías (que son células inmunes residentes en el propio cerebro) indican a los linfocitos (que acuden desde fuera como patrullas antidisturbios) cuáles son las células que deben atacar. A partir de ese momento, los linfocitos se limitan a hacer su trabajo: atacan las células que se les ordena, lo que provoca una atrofia progresiva del cerebro.
Una inmunoterapia ha reducido las lesiones cerebrales en ratones y ha mejorado su memoria y su conducta
Finalmente, los investigadores han demostrado que se puede frenar la neurodegeneración en ratones con un tratamiento inmunosupresor que bloquea los linfocitos T. Tres tests de comportamiento diferentes han confirmado que el deterioro cognitivo de los ratones no solo se frena sino que en parte se revierte.
Uno de los tests ha evaluado la memoria a corto plazo para orientarse en un laberinto, otro la memoria relacionada con un estímulo emocional y el tercero el comportamiento de construcción de nidos. En los tres casos se ha observado “una mejora significativa” respecto al comportamiento de los ratones antes de recibir el tratamiento inmunosupresor, escriben los investigadores en Nature.
“Si se previene que las células T accedan al cerebro, se impide la mayor parte de la neurodegeneración”, declara David Holtzman, director de la investigación, en un comunicado de la Universidad Washington. “Esto podría cambiar nuestra manera de pensar sobre cómo desarrollar terapias para el alzheimer”.
La investigación se ha centrado en la proteína tau, que se acumula en las neuronas en fases avanzadas de la enfermedad
Hasta ahora las compañías farmacéuticas se han volcado en desarrollar terapias contra la proteína beta-amiloide, pero los resultados hasta ahora han sido inferiores a las expectativas -aunque el lecanemab ya ha sido aprobado en EE.UU. y está pendiente de aprobación en Europa después de demostrarse que frena la progresión de la enfermedad en sus fases iniciales-. También hay estudios en curso para tratar el alzheimer actuando sobre las microglías, aunque todavía sin resultados. Actuar sobre los linfocitos T ofrece una nueva opción de tratamiento que no actuaría en el inicio de la enfermedad pero podría evitar o retrasar su progresión hacia la demencia.
Ya hay fármacos aprobados que actúan sobre los linfocitos T, apunta Holtzman. Según su razonamiento, dado que el alzheimer tiene un componente autoinmune, fármacos desarrollados para otras enfermedades autoinmnunes podrían ser útiles para personas con alzheimer. Holtzman cita el ejemplo del fingolomid, ya aprobado para la esclerosis múltiple, otra enfermedad autoinmune que afecta al sistema nervioso. “Es probable que algunos fármacos que actúan sobre los linfocitos T puedan entrar en ensayos clínicos para el alzheimer”, declara el investigador.
Ya existen fármacos contra los linfocitos T aprobados para otras enfermedades
A diferencia de los fármacos contra la beta-amiloide, con los que hay que esperar mucho tiempo para averiguar si son eficaces porque se ensayan en las primeras fases de una enfermedad de evolución lenta, los tratamientos contra la proteína tau podrían ofrecer resultados claros de manera más rápida. Esto permitiría realizar ensayos clínicos más cortos y, si los resultados son positivos, acortar el tiempo necesario para que los fármacos lleguen a los pacientes.
“La investigación aporta nuevas pruebas sobre el papel de la respuesta inmune en la enfermedad de alzheimer y demuestra la implicación de los linfocitos T”, destaca Alberto Lleó, director del servicio de neurología del hospital de Sant Pau en Barcelona. Lleó destaca que “el grupo de Holtzman tiene una sólida trayectoria en esta área”, pero advierte que “los estudios en modelos animales de alzheimer siempre deben interpretarse con cautela”.
Según el especialista de Sant Pau, que participa en ensayos clínicos de tratamientos para el alzheimer, “comprender bien la relación entre las dos respuestas inmunes [la de las microglías y la de los linfocitos T] será importante para encontrar fármacos que complementen los tratamientos anti-amiloide que probablemente se aprobarán en los próximos años”.
https://www.lavanguardia.com/ciencia/20230308/8809648/ataque-sistema-inmune-favorece-neurodegeneracion-alzheimer.html
https://12ft.io/www.lavanguardia
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