“La religión no tiene nada que decirme sobre mi trabajo”
El investigador canadiense fue uno de los que predijo la existencia de una radiación fósil en el cosmos que probó que el universo había comenzado con un gran estallido
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James Peebles (Winnipeg, Canadá, 1935) fue uno de los científicos que
había predicho la existencia de aquella radiación de fondo. Poco antes
del hallazgo de los ingenieros de Bell, había planeado su búsqueda junto
a otros investigadores de la Universidad de Princeton (EE UU). Según el
físico canadiense, ni él ni sus compañeros expresaron decepción alguna
por haber sido adelantados en una carrera con el Nobel de fondo. “Lo que
existía era emoción ante los datos sobre el origen del universo que
estaban allí para ser medidos y analizados”, aseguraba en un artículo
que recordaba el 50º aniversario del hallazgo.
Ayer ofreció una conferencia en la sede de la Fundación BBVA en Madrid titulada El descubrimiento y la expansión del universo.
En una conversación unas horas antes de su intervención confiaba en que
aquella excitación que sintió tras el descubrimiento de la evidencia
del Big Bang sea compartida por mucha gente y muy diversa. “Mucha gente
en EE UU o en Europa está fascinada con nuestros descubrimientos; puede
que vayan a charlas como la que doy hoy, y después vayan a misa y no
tengan problema con eso”.
Pregunta. ¿Ha cambiado mucho nuestro conocimiento sobre el universo desde que usted comenzó a investigar?
Respuesta. Ha cambiado increíblemente. Cuando
comenzamos, hace cincuenta años, se hablaba del Big Bang, pero era un
concepto muy especulativo. Había muy poca evidencia de que hubiese
sucedido. El descubrimiento de esta radiación fósil hace cincuenta años y
los estudios posteriores, realizados con un detalle espectacular, han
permitido consolidar la idea de que el universo se expandió desde un
estado denso y caliente. Es un avance extraordinario.
P. Pese al avance que menciona, da la sensación de
que en cosmología, al menos desde el punto de vista de los no
especialistas, no ha habido descubrimientos del impacto cultural del Big
Bang
R. Las ciencias naturales dependen de las
observaciones. Las ideas están bien, pero son tan buenas como las
pruebas que las sustentan. La noción de un universo que se expande ya no
es revolucionaria, pero las pruebas de que es algo que realmente sucede
son el gran avance. También tenemos importantes avances teóricos, como
el planteamiento de la materia oscura y la energía oscura. Tenemos
pruebas convincentes de que estos conceptos son reales, pero no puedo
decirle lo que son o si hay alguna alternativa mejor.
P. ¿Hay algún descubrimiento que le habría parecido especialmente sorprendente hace medio siglo?
R. Habría sido una serie de sorpresas. La ciencia ha
avanzado de una forma más o menos progresiva durante los últimos
cincuenta años. Ha habido muchos descubrimientos importantes, pero el
efecto acumulativo es mayor que cada uno individualmente. A veces se
realizan observaciones clave que tienen una gran importancia, pero con
mucha mayor frecuencia es la acumulación de pequeños avances, que se
suman unos a otros, lo que nos da una ciencia desarrollada. En cualquier
caso, si me hubiesen dicho hace cincuenta años cómo se iba a producir
este proceso, no me lo habría creído.
P. Desde fuera, puede parecer que los grandes descubrimientos vienen de la nada, de momentos de inspiración.
R. Hay descubrimientos impresionantes que sorprenden
a todo el mundo, pero son raros. Lo más normal son estos avances
progresivos que después es posible que aparezcan de repente en los
medios como un gran hallazgo. El descubrimiento del fondo cósmico de
microondas fue transformador. La mera existencia de esta radiación fue
una gran vergüenza para la teoría competidora de hace 50 años, la teoría
del estado estacionario [que defendía un cosmos estático, que siempre
fue y siempre será, en el que la materia se crea lenta y
constantemente].
Recientemente hubo una gran excitación con el descubrimiento de BICEP2
de una polarización que podría haberse debido a ondas gravitacionales
producidas durante la inflación. Eso habría completado uno de los puntos
incompletos de nuestra teoría, porque no podemos asegurar qué pasó
antes de que el universo comenzase a expandirse. La mejor apuesta que
tenemos es la inflación, pero las evidencias que lo apoyan son escasas.
Si el hallazgo de BICEP2 se hubiese confirmado, me habría dado más
confianza en que la inflación es la respuesta adecuada y eso habría sido
de verdad otro experimento transformador. Pero al final no se confirmó.
P. ¿Le sorprendería que la idea de la inflación se descartase por los resultados de otros experimentos?
R. No. La inflación podría resultar errónea y no me
sorprendería. Si aparecen evidencias de que el universo no se expande,
algo que creo que no sucederá, sí estaría sorprendido de verdad. Diría
que las probabilidades son cero, pero no debería decir cero. No creo que
haya una teoría que sea absolutamente correcta.
Por poner un ejemplo, respecto a la conservación de la energía, en EE
UU tú no puedes patentar una máquina de movimiento eterno. Hay una
buena razón para eso. Los experimentos han mostrado muchas veces que la
energía se conserva y, sin embargo, en la teoría de la relatividad
general, la energía no se conserva. Pero las máquinas de movimiento
eterno son extremadamente improbables. No podemos asegurar que no
existen, porque no podemos llegar a la última verdad. Eso es cierto
incluso en las matemáticas. En ciencia solo tenemos aproximaciones
excelentes.
P. Pero sus descubrimientos, pese a parecer más
limitados que las certezas que puede ofrecer la religión, influyen mucho
en la ideología de la gente, en cómo se mira al mundo.
R. Espero que tenga razón, pero por ejemplo en EE UU
tenemos unos políticos bastante curiosos, gente en niveles muy elevados
que considera la noción de un universo que se expande como una
abominación, porque no está escrito en la Biblia. Si me pregunta cuál es
la influencia de la religión en mi trabajo, yo diría que la religión no
tiene nada que decirnos. Pero también diría que nosotros no tenemos
nada que decirle a la religión. Son ámbitos diferentes y mucha gente se
siente cómoda con eso.
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P. De hecho George Lemaître, uno de los padres de la idea del Big Bang, era un sacerdote católico. ¿Lo conoció?
R. Cuando él estaba empezando a retirarse yo
empezaba a subir. No lo conocí en persona, pero conocí su trabajo y lo
admiro. En los años treinta entendió muy bien la teoría de la
relatividad de Einstein, era un individuo excepcional. Por supuesto, era
muy religioso, pero no tenía problema reconciliando los dos ámbitos. Él
dijo una cosa que me gusta mucho. Si un creyente quiere nadar, es mejor
que lo haga igual que un no creyente. Y lo mismo sucede con las
ciencias naturales, si un creyente trabaja en ellas debe hacerlo como un
no creyente.
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P. Además de ayudar a conocer el pasado del
universo, la física hace predicciones sobre cuál será su destino final.
¿Hay alguna que le parezca más interesante?
R. No encuentro muy interesantes estas predicciones.
El pasado se entiende mucho mejor que el futuro porque hay fósiles. El
futuro es fascinante. Podemos decir que el mundo acabará. Pero nuestra
ciencia tiene muchas dificultades para entender el futuro, porque no
entendemos bien la energía oscura, que está afectando el ritmo de
expansión del universo ahora, y puede tener un efecto muy grande en el
futuro o no, dependiendo de la naturaleza de la energía oscura, que
desconocemos. ¿Seguirá expandiéndose el universo o se contraerá de nuevo
hasta producir un Big Crunch? Para mí es una pregunta poco interesante
porque no hay forma de poner a prueba las respuestas.
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