traductor

jueves, 4 de enero de 2024

Raymond Schinazi deberia ser el proximo premio nobel de medicina

 Raymond Schinazi debería ser el próximo premio nobel de medicina

 El «español sefardí»que inventó la cura de la hepatitis C

Su padre, de origen sefardi, trabajó 20 años en Campofrío (Burgos)

Cuando era un joven científico, Raymond Schinazi viajaba cada verano a España para visitar a su familia. Su padre, de nacionalidad egipcia, fue expulsado de su país a principios de los 60 por su sangre sefardí y sólo encontró su refugio en la fábrica de Campofrío en Burgos. Pero los Schinazi no querían que su prometedor retoño se criara en otra dictadura, así que le enviaron a Bath (Inglaterra) para que estudiara Ciencias Químicas.

Nadie imaginaba que, cuatro décadas más tarde, aquel espabilado chaval se convertiría en el creador de fármacos que salvarían millones de vidas. El más destacado es Sovaldi, su droga contra la hepatitis C, una enfermedad que aniquila medio millón de vidas al año. Nunca ha habido un lanzamiento farmacológico más rentable que la píldora milagro del doctor Schinazi. Pero su astronómico precio -hasta 60.000 euros por tratamiento- ha provocado una polémica a la altura de su eficacia: numerosos gobiernos, incluido el español, se resisten a recetárselo a todos los enfermos.

-Sí, soy el padre de Sovaldi -proclama orgulloso Schinazi, de 64 años, desde un congreso médico en San Francisco-. Yo fundé Pharmasset, el laboratorio que lo descubrió, contraté a los científicos, conseguí la financiación, aporté las ideas básicas de la investigación…

Un grueso acento yanki camufla los orígenes egipcios de Raymond Schinazi. Aunque, a veces, salta al castellano que aprendió de sus ancestros para subrayar alguna frase: “Adoro España, ¡es mi segundo hogar!”. El químico detalla con pasmosa naturalidad el número de vidas que han salvado los inventos de su laboratorio: “Según mis cálculos, sólo los retrovirales contra el VIH han evitado siete millones de muertes”. ¿Y el Sovaldi? “¡Tiene aún más potencial! A largo plazo, curará a decenas de milllones de pacientes. Por eso, no entiendo a qué esperan los gobiernos para dárselo a los enfermos”.

Fuente: bajurtov.wordpress.com

Raymond F. Schinazi es un químico medicinal orgánico estadounidense de la Universidad Emory con experiencia en agentes antivirales, farmacología y biotecnología. Su investigación se centra en el desarrollo de tratamientos para infecciones causadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), la hepatitis B (VHB), la hepatitis C (VHC), el herpes , el dengue , el zika , el chikungunya y otros virus emergentes. Estas opciones de tratamiento incluyen agentes antivirales, así como enfoques sintéticos, bioquímicos, farmacológicos y genéticos moleculares, incluidos el modelado molecular y la terapia génica.

 En 2004, Schinazi fue uno de los fundadores de Pharmasset , empresa que más tarde desarrollaría el sofosbuvir El nombre Pharmasset se deriva de "activos farmacéuticos" y el plan de negocios original era crear activos que se venderían a otras empresas.  La empresa recaudó alrededor de 45 millones de dólares en su oferta pública inicial de 2007 a 9 dólares por acción. Posteriormente sería adquirida a 137 dólares por acción. En noviembre de 2011, Gilead Sciences anunció una oferta pública de adquisición de Pharmasset por aproximadamente 11.400 millones de dólares

Treatment of hepatitis C virus infection with direct-acting antiviral agents: 100% cure?

 Around 71 million people are chronically infected with HCV worldwide. HCV antiviral drug development has been remarkable. The availability of pangenotypic direct-acting antivirals with excellent efficacy and good tolerability profiles offer a unique opportunity to achieve HCV elimination worldwide. IFN-free DAA combinations can now cure HCV in more than 95% of patients with HCV infection after 8-12 weeks of treatment. Programmes to eliminate HCV must include increased screening (risk-based and universal), linkage to care, as well as increased access to treatment worldwide. In this paper, we will review the available data on recently approved direct-acting antiviral agents, with sustained virological response that reaches almost 100%.

Keywords: HCV elimination; chronic hepatitis C; compliance; genotype; people who inject drugs; screening. 

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29427484/ 

http://publicaciones.portalfarma.com/farmaceuticos/416/files/assets/basic-html/page41.html

https://www.diariosur.es/culturas/tv/201502/20/lucha-enfermos-hepatitis-esta-20150220102113-rc.html

Con la precisión de un mecanismo de relojería suizo, Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Rice fueron trabajando en cadena hasta desentrañar un misterio que había traído de cabeza a la ciencia desde mucho tiempo atrás.

La historia detrás del hallazgo del virus de la Hepatitis C: de un Papa enfermo al Premio Nobel

El virus de la Hepatitis C se descubrió después de comprobar que muchas personas enfermaban tras recibir una transfusión de sangre. 

En este año, en el que todos hemos descubierto de la peor manera la importancia que tiene la investigación científica en el área de la virología, el Premio Nobel de Medicina ha ido a parar ni más ni menos que a las manos de tres virólogos. Pero su trabajo no tiene nada que ver con el SARS-CoV-2, ni con ningún otro coronavirus, sino con un viejo conocido de la humanidad, que durante años acabó con la vida de millones de personas. Se trata del virus de la Hepatitis C.

Con la precisión de un mecanismo de relojería suizo, Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Rice fueron trabajando en cadena hasta desentrañar un misterio que había traído de cabeza a la ciencia desde mucho tiempo atrás. Así lograron dar con ese asesino silencioso, que estaba causando la inflamación del hígado de un gran número de personas después de que recibieran transfusiones de sangre. La historia tuvo un final feliz para muchos pacientes, con un broche de oro colocado hoy con la entrega del galardón a aquellos tres científicos. Pero en realidad, es un relato antiguo, que empieza en el siglo XV, cuando se dice que el Papa Inocencio VIII se convirtió en la primera persona transfundida.

Historia de las transfusiones

En 1492, el Papa Inocencio VIII enfermó gravemente, hasta el punto de caer en coma. Los médicos no sabían cómo actuar; por lo que, según el cronista Stefano Infessura, decidieron probar un método experimental.

Parecía ser que el Santo Padre necesitaba sangre en su organismo, pero por aquel entonces no se conocía el sistema de circulación de este fluido. Por eso, su galeno judío decidió verter en la boca del enfermo la sangre de tres niños de diez años. Tanto los pequeños como el Papa murieron poco después. Ese sería el primer intento de transfusión de sangre de la historia, aunque a día de hoy hay quien piensa que esta no es más que una leyenda.

Lo que sí es cierto es que hubo que esperar más de un siglo para que se documentara firmemente un procedimiento de este tipo. Fue en 1667 y de nuevo terminó con la muerte del paciente, enfermo de sífilis. Hacía cuarenta años que el médico británico William Harvey había publicado sus estudios sobre la circulación de la sangre. Los sanadores de este periodo ya comprendían el mecanismo por el que debía realizarse una transfusión. Pero cometieron el error de recurrir como donante a un cordero.

Más tarde, durante la primera mitad del siglo XX, la ciencia había avanzado mucho más. Ya se sabía que la transferencia de sangre debía ser de humano a humano y que, además, no valía cualquiera, pues había diferentes grupos sanguíneos que podían “interaccionar” peligrosamente entre sí. Fueron desarrollándose bajo esta premisa procedimientos que permitían establecer qué sangre era válida para cada paciente y, además, conservarla durante largos periodos de tiempo. Nacieron así los bancos de sangre y, con ellos, se salvaron muchas vidas. Pero también surgió una enfermedad misteriosa.

De las transfusiones al hallazgo del virus de la Hepatitis C

Durante los años 40 del siglo XX, en pleno auge del inicio de los bancos de sangre, se descubrió que muchas personas experimentaban una grave inflamación del hígado después de recibir una transfusión.

A este síntoma, conocido como hepatitis, se le conocía con anterioridad, pero con otros orígenes, como el alcoholismo o el consumo de aguas contaminadas. No se conocían casos en los que se contrajera a través de la sangre, pero estos eran cada vez más frecuentes.

Uno de los primeros científicos en estudiarlo fue el médico estadounidense Baruch Blumberg, cuya investigación dio con un virus hasta entonces desconocido, al que bautizó como virus de la Hepatitis B.

Tras su descubrimiento se diseñaron mecanismos que permitían detectar este patógeno en las muestras de sangre, de modo que se desecharan aquellas que lo contuvieran. Esto disminuyó notablemente los casos de hepatitis en receptores de sangre, pero no consiguió que desaparecieran.

De hecho, se daba todavía en una cantidad nada desdeñable de pacientes. Debía haber algo más. Por eso, en los años 70, mientras que Blumberg recibía el Premio Nobel de Medicina por su hallazgo, otro científico, Harvey J. Alter, de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, seguía tras la pista de esas misteriosas infecciones. Él y su equipo descubrieron que se trataba de un virus, pero no era el causante de la Hepatitis B, ni el de la Hepatitis A, que ya se encontraba también bien definido. Era otro. ¿Se podía hablar entonces de un virus de la Hepatitis C?

Fueron muchos los científicos que intentaron dar respuesta a esta pregunta, pero solo un equipo el que lo logró.

Se trató del grupo de investigación de Michael Houghton, quien por entonces trabajaba para la empresa farmacéutica Chiron. A partir de la sangre de un chimpancé infectado, logró aislar el virus y obtener fragmentos de ADN que permitieron secuenciar su material genético. Así, pudieron comprobar que los pacientes con inflamación crónica del hígado después de una transfusión tenían en su sangre anticuerpos contra ese nuevo patógeno. Disponían ya del “libro de instrucciones” de ese virus de la Hepatitis C, que estaba matando a tantas personas.

El culpable ya tenía al dedo acusador de la ciencia sobre él, pero aún faltaba un punto clave. ¿Podría ese virus causar hepatitis por sí solo o necesitaría otros factores? Aquí entró en juego el tercer Premio Nobel de Medicina de 2020, Charles M. Rice. Desde la Universidad de Washington, él y su equipo se encargaron de analizar esa secuencia que Houghton había logrado desentrañar. De este modo, encontraron una región que parecía estar vinculada a la replicación del virus dentro de las células de sus hospedadores.

Además, hallaron algunas variaciones genéticas, aparentemente relacionadas con dificultades en esa misma replicación. Llegados a este punto, y con ayuda de la ingeniería genética, diseñaron una variante del material genético viral que incluía ese nuevo fragmento, pero no los que podían interferir en la replicación. Al inyectarlo en chimpancés sanos, poco después ya tenían virus en su sangre y, además, sus hígados comenzaban a inflamarse. La última pieza del rompecabezas estaba colocada. El virus de la Hepatitis C podía por sí mismo causar la enfermedad.

Gracias a estos tres hallazgos a día de hoy los bancos de sangre están limpios de cualquier tipo de virus de la hepatitis conocido. Los receptores de transfusiones ya no contraen esta enfermedad y, además, existen tratamientos que ayudan a millones de pacientes a curarse. Aquel enemigo misterioso está contra las cuerdas, quizás preparado para desaparecer. Sin duda, aquel tándem de hallazgos en cadena merece el Premio Nobel. Sobre todo este año, pues lo que ellos hicieron nos recuerda algo que hemos escuchado muchas veces a lo largo de 2020: para vencer al enemigo primero hay que conocerlo. Por eso es tan importante todo lo que los científicos están descubriendo en tiempo récord sobre el coronavirus. No sería extraño que el nombre de algunos de ellos resuene dentro de unos años en el instituto Karolinska.

https://hipertextual.com/2020/10/virus-hepatitis-c 

 

Por qué descubrir el virus de la Hepatitis C se merece un Nobel de Medicina: Alter, Houghton y Rice ganan el de 2020

Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Rice se llevan el Premio Nobel de Medicina y Fisiología de 2020 por el descubrimiento del virus de la Hepatitis C, un virus que hoy por hoy afecta a 170 millones de personas y que durante décadas se estuvimos expandiendo a través de las transfusiones de sangre.

https://www.xataka.com/medicina-y-salud/que-descubrir-virus-hepatitis-c-se-merece-nobel-medicina-alter-houghton-rice-ganan-2020  

Un año más, como casi todos desde hace un siglo, el Instituto Karolinska de Suecia acaba de dar el pistoletazo de salida a la semana de los Nobels: la popular búsqueda de los científicos, activistas y escritores más significativos del planeta.

El descubrimiento del virus de la Hepatitis C, explicado en un minuto

F1 Large 1

"Este año el Premio Nobel se otorga a tres científicos que han realizado una contribución decisiva a la lucha contra la hepatitis de transmisión sanguínea, un importante problema de salud mundial que causa cirrosis y cáncer de hígado en personas de todo el mundo", con estas palabras el comité del premio explicaba el motivo central por el que se les concede a Alter, Houghton y Rice.

Por un lado, Alter demostró que un virus desconocido era una causa bastante común de la hepatitis crónica. Houghton usó una estrategia nueva para aislar el virus y RIce consiguió aportar la primera evidencia de que el virus identificado por Houghton era el que producía la hepatitis tal y como había señalado Alter. Un trabajo en equipo que ha tenido un importantísimo efecto a nivel mundial.

Más que con ningún otro premio científico, los días previos a los Nobels las apuestas, quinielas y predicciones están en efervescencia. De hecho, desde hace años, varias organizaciones se dedican a hacer públicos sus favoritos las semanas previas a los premios. Uno de los clásicos es la sociedad Sigma Xi que este año vuelve a apostar por Mary-Claire King, cuyo trabajo ha sido fundamental en la genética contemporánea. A ella le debemos la confirmación de que humanos y chimpancés compartimos el 99% del ADN y, también, el descubrimiento del BRCA1, el conocido como "gen del cáncer de mama", ha tenido un impacto crucial en la medicina de las últimas décadas. Por si fuera poco, su trabajo ha tenido tanta importancia social que, como nos recordaba Ángela Bernardo el año pasado, algunos la han señalado como candidata para el Nobel de la Paz.

Sigma Xi tiene más candidatos: Arthur I. Horwich y Franz-Ulrich Hartl por el descubrimiento del papel de las chaperonas en el plegado de proteínas; Samir Mitragotri por sus innovaciones en el campo de la administración de fármacos y el uso de biomateriales para ello; y Charles David Allis por sus trabajos en el campo de la epigenética y los mecanismos regulatorios de la expresión genética.

Por otro lado, Clarivate Analytics utilizando criterios cuantitativos (como el número de citas) ha propuesto como posibles ganadores a Pamela J. Bjorkman y Jack L. Strominger por determinar la estructura y función de las proteínas del complejo principal de histocompatibilidad (CPH) que ha contribuido al desarrollo de fármacos y vacunas; Huda Y. Zoghbi por sus descubrimientos sobre la patogenia de trastornos neurológicos, entre ellos los orígenes genéticos del síndrome de Rett; y Yusuke Nakamura por su investigación pionera en el desarrollo y aplicación de marcadores genéticos polimórficos y por sus contribuciones a estudios de asociación de todo el genoma algo que ha resultado fundamental en los nuevos tratamientos contra el cáncer

-

-Es un galardón extraordinariamente merecido. El descubrimiento del VHC ha supuesto el acceso a la curación de millones de personas y es, probablemente, uno de los hallazgo más importantes de la historia de la Medicina. Porque es una enfermedad infectocontagiosa que se descubre en 1989 y en 2020 da la impresión de que se puede eliminar. En una generación puede pasar de descubrirse a eliminarse. Y eso en las enfermedades infecto-contagiosas crónicas es un hito único. En la concesión si esos tres personajes hubieran sido cuatro habría sido perfecto, porque Raymond Schinazi, el sintetizador de sofosbuvir, que es la primera molécula que se describe que cura la VHC, quizás debería haber formado parte del premio. Es un hallazgo con trascendencia clínica extraordinariamente importante. Cuando se descubre se estima hay en torno a 170 millones con VHC; ahora unos 70 millones.

https://www.larazon.es/salud/20201015/4kn6eq6txjavpl5cdyisslkxji.html 

https://notistecnicas.blogspot.com/2015/01/hepatitis-c-raymond-schinazzifarmacos.html

https://notistecnicas.blogspot.com/2017/03/raymond-schinazi-futuro-premio-nobel-de.html

 

 

No hay comentarios: